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Capitulo 10

Capitulo 10

Fruncí el ceño y volví a bajar la mirada.

-No es cierto.

-Claro que lo es -alzó ambas cejas-. ¿Por qué crees que no es cierto? Me hieres, Martina.

-Oh, que sensible -moví mi cabeza para salir de su agarre-. Dijiste que esto te recordaba a cuando estábamos en México, cuando no había amor y eran todas peleas.

Chasqueó la lengua y se alejó un poco de mí.

-¿Lo has creído?

Alcé la mirada para verlo del otro lado de la cama, observándome con notorio nerviosismo.

-Claro que lo he creído, Jorge. Lo has dicho sin titubear y seriamente.

-No era en serio.

Negué con la cabeza y acomodé mi cabello detrás de mi espalda.

-Pues lo has dicho.

Bufó.

-Tú has dicho que me detestas.

-Y luego has escuchado cuando le dije a Megan que te amo.

-¿Por qué yo tengo que creer que tú me amas cuando antes has dicho que me detestabas? -Alzó una ceja.

-Entonces tampoco pretendas que yo me crea que me amas cuando tú has dicho antes que no me amabas.

-Yo no dije eso.

-Dijiste que, no había amor en nuestra relación, ¿acaso no es lo mismo?

Desvió la mirada por un segundo y pareció pensar en lo que habíamos dicho hasta ahora.

-¿Por qué tenemos que vivir peleando?

-Eso mismo me pregunto yo.

Presioné mis labios juntos, si le decía lo que estaba pensando, no había vuelta atrás.

-Tini, no...

-Déjalo, ya está bien.

Alzó la vista para conectar nuestras miradas. Sus ojos miel parecieron brillar.

-¿Me perdonas?

-No, Jorge. No se trata de perdonar.

-No, escucha, por favor, escucha, Martina.

Alcé la barbilla dándole la señal para que comenzara a hablar.

-Ha sido mi culpa, lo acepto, ¿si? Solo quiero estar bien contigo, no quiero más peleas, sé que siempre decimos lo mismo, que no vamos a pelear y toda la cosa, pero, amor, esta vez va muy en serio, ¿has visto a los niños? Tini, se están acostumbrando a vernos pelear y les afecta.

Respiró y esperó una respuesta de mi parte. No iba a dársela, no por ahora.

-Arreglemos las cosas, ¿si?

Negué con la cabeza. No podía dejar que todo siguiera normalmente, cuando por dentro me hacía demasiado mal. Pareció desilusionado.

-Escucha, Jorge. No voy a repetir esto y es decisión tomada -respiré
profundamente.

-Si es eso de dormir lejos mío, no me importa que decisión hayas tomado,
dormirás aquí.

Sorbí mi nariz y alcé la vista. Mis ojos comenzaban a aguarse.

-¿Qué ocurre? -preguntó preocupado.
Hizo intento de dar un paso hacia mí.

-No, no te acerques, estoy bien.

Asintió con la cabeza y se revolvió el cabello.

-No estarás embarazada, ¿o si? -preguntó. Negué con la cabeza-. Pensé que estabas embarazada, pero querías abortar.

-Nunca haría eso.

-Yo tampoco te dejaría hacerlo -admitió.

¿En serio era capaz de dejarlo? ¿De pedirle el divorcio? Me sentía bien a su lado, por más que las peleas a veces se iban de la mano. Él había sido mi salvavidas cuando no tenía a nadie más, aunque de todas maneras al principio había sido el ancla, había acabado siendo mi todo.

-Yo... -esto era por el bien de los niños, no el mío- Tengo que decirte esto, sé que no es bueno, pero es lo mejor.

-No entiendo -frunció el ceño.

-Bueno -suspiré- Quiero el divorcio.

Los ojos de Jorge se abrieron a tope, sentí mis ojos arder. Mi corazón comenzó a latir apresurado. Tenía miedo a como Jorge podía reaccionar.

-¿Qué quieres que?

-Lo que escuchaste, Jorge -no quería repetirlo- Quiero... el divorcio.

-No bromees, Tini.

-No lo estoy haciendo.

Me observó a los ojos y luego bajó la mirada hasta su mano, donde yacía el anillo de bodas en su dedo. Volvió a alzar la vista y negó con la cabeza.

-Es por los niños.

-¿Por los niños, Martina? -Dijo casi riendo en burla-. ¿Crees que estarán mejor si nos separamos?

-No pelearíamos frente a ellos.

-No tienes idea lo que dices.

-Claro que tengo idea de lo que digo, Blanco.

-No me digas por mi apellido.

-Hago lo que quiero y punto. Te estoy pidiendo el divorcio y la custodia absoluta de nuestros hijos.

-Estás loca.

-Solo los estoy cuidando.

-Así que a eso le llamas cuidar -dijo asintiendo con su cabeza- Tini, no voy a darte el divorcio, ni la custodia absoluta de mis hijos.

-Son mis hijos también, Jorge.

-Lo sé, y por eso se supone que debemos criarlos juntos, en una familia. No cada uno por su lado, para evitar peleas, según tú.

Revoleé los ojos, lo pensé bien antes de seguir discutiendo.

-Es simple, quiero el divorcio, Jorge. Voy a volverme a Estados Unidos con los niños y listo. Cuando se hagan mayores, se habrán olvidado de tu existencia.

Su ceño se frunció. Quizá no tendría que haber dicho eso. Luego pareció pensar un poco en su respuesta. Tomó una almohada y la tiró con fuerza contra la cama.

-No vamos a discutir esto, estás diciendo estupideces. Métete en la cama y déjate de tonterías.

-Blanco...

-No quiero escucharte decirme por mi apellido nunca más, ¿has entendido?

-Agresivo.

-¡Agresivo nada, Martina!

Me sobresalté. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas de repente.

-Vas a despertar a los niños si sigues gritando -dije casi temblando.

Suspiró y se mordió el labio inferior.

-Perdona, no fue mi intención. No quiero gritarte, no quiero hacerte llorar, pero me pones nervioso. No te entiendo, no llego a comprender que es lo que quieres.
Solo escúchate, Tini. Quieres llevarte a nuestros hijos lejos de mí, quieres alejarte tú también.

-No entiendes, Jorge.

-No, claro que no entiendo. Me complicas la vida.

-Por eso mismo, déjame en paz, dame el divorcio.

-No obtendrás ningún divorcio de mi parte, que te quede claro. Si mal no
recuerdo, hace mucho tiempo, prometí no darte nunca el divorcio. ¿Sabes? No fallo a mis promesas.

-Esperare los cinco años que tenga que esperar para que sea obligatorio que me lo des.

-Hazme un favor, ¿quieres?

Fruncí el ceño sin comprender.

-Vete a dormir.

-Tú no me mandas.

-Creo que sigo siendo tu dueño, quieras o no.

-Soy mayor de edad.

-¿Y a mí que?

Bufé y me encerré en el baño. Jorge tenía razón, todo era igual a cuando nos acabábamos de conocer. Alcé la vista para encontrar mi reflejo en el espejo.

-Ábreme la puerta.

No respondí, solo me senté sobre el retrete con la tapa baja. A un costado del lavabo se encontraba el cepillo para el cabello. No se me podía estar cruzando la misma idea por la cabeza.

-Por favor, Tini. No más peleas, vamos a la cama.

-No, Jorge.

-Vamos, sal de allí.

-No, Jorge.

-¿Por favor?

-No.

Golpeó la puerta con fuerza, haciéndome estremecer. Mis ojos se inundaron en lágrimas y mi corazón comenzó a latir con fuerza. No podía volver a vivir esto nuevamente, ahora tenía a tres niños de los que cuidar, ya no era lo mismo.

-Dame otra oportunidad, ¿si?

No respondí, sabía que mi voz iba a salir entrecortada. Estaba llorando a mares mientras alzaba la mirada al techo.

-Se supone que tendríamos que estar felices, Martina. ¿En qué momento se nos fue de las manos?.

Cuando tú comenzaste a viajar.

Debería haber hablado.

-¿Estás bien?

-Solo déjame en paz.

-Quiero abrazarte, Tini -confesó.

Las lágrimas siguieron su camino por mis mejillas. Quizá había cometido el error más grande de mi vida, pedirle el divorcio. Pero aún estaba a tiempo de arreglarlo. Sorbí mi nariz y me puse de pie. Me observé al espejo. Mis ojos aguados, mi nariz roja al igual que mis mejillas. Respiré profundo y abrí la puerta del baño.

Jorge frunció el ceño. Bajé los hombros y alcé la vista.

-Me rindo.

-¿Qué?

Sin pensarlo dos veces, me abalancé sobre él y lo rodeé con mis brazos. No fue mucho lo que tuve que esperar para sentir sus brazos rodeando mi cuerpo. Beso la coronilla de mi cabeza y se quedó abrazándome.

-Perdón.

-No, cállate -dijo de repente-. No hables más. Todo lo que decimos nos hace peor. Ya está.

Me apreté más a su cuerpo y me removí para alzar el rostro. Bajó la vista y me sonrió.

-Amo nuestras reconciliaciones, pero creí que esta vez no habría.

-Te equivocaste.

-Gracias a Dios.

Le sonreí. Bajó su rostro para juntar nuestros labios. Ya decía yo que lo
necesitaba y no podría vivir sin él, estaba más que en lo cierto. Yo sin Jorge sería como... como... no sería nada.

-Siento la necesidad de decirlo. Déjame decirlo -dijo cuando nos separamos.

-¿Qué cosa? -dije casi riendo.

-¿Estrenamos la cama? -alzó una ceja.

Largué una de esas carcajadas que se escuchaban por toda la casa. Jorge se
acercó a mí y me cubrió la boca. Íbamos a despertar a los niños.

-Sé que antes he dicho que esto se parecía a cuando estábamos en México, pero me arrepiento, ¿si? -asentí con la cabeza mientras él hablaba- Ya pasó todo eso,
adelantemos a Francia, la primera noche.

Tuve que contener una carcajada.

-No dices la noche de bodas porque te quedaste dormido.

-Tú cállate.

Comencé a reír, Jorge se unió a mis risas. De repente, sentí como me abrazaba y luego me alzaba. Rodeé su cuerpo con mis piernas y su cuello con mis brazos.

-En serio quiero estrenar la cama.

-Adelante, Blancs.

-Oh, si -me besó.

-Por cierto, yo también te amo.

-Ya decía yo que eras lenta -rió antes de bajar sus besos por mi cuello.

***

El frío envolvió mi cuerpo, me estremecí al sentir que no llevaba nada puesto.
Debía moverme y cubrirme con la manta, pero aún estaba algo dormida.

-Jorge -susurré.

-No.

-Jorge.

-No.

Sin comprender, hice un esfuerzo por sentarme en la cama. Jorge enroscado en la sábana, la manta y el edredón. Yo me encontraba desnuda, completamente, sentada observando a mi esposo dormir abrigado.

-Dame un poco, Jorge.

-No.

¿Qué le pasaba?

-Jorge, no es gracioso, ¿puedes darme un poco de manta?

Se movió un poco y quitó parte de la manta de debajo de su cuerpo.

-No.

Comenzaba a sacarme de quicio.

-¿No, qué, Blanco?

De repente, lo tuve sentado a mi lado.

-Iba a gritarte por llamarme por mi apellido, pero al verte así de sexy desnuda, no voy a enojarme -sonrió.
Reí y tironeé de la manta para cubrirme. Se rió y luego besó mis labios.

-Te he dicho que no me beses si no me he cepillado los dientes -fruncí el ceño.

Otro corto beso de su parte.

-Blancs.

-Ya, cállate, Tini -me besó otra vez.
Fruncí el ceño y achiqué mis ojos.

-Hace frío.

Me sonrió e inclinó la cabeza. Estaba extraño, hacia demasiado que no lo veía así.
En verdad, comencé a pensar que no era que estaba extraño, sino que estaba siendo él mismo y hacía demasiado tiempo que no era él mismo.

-Te amo, Jorge.

Me sonrió nuevamente y volvió a besarme.

-Ya, ve a cepillarte los dientes porque no me voy a seguir aguantando las ganas de besarte como a mi me gusta -dijo. Reí-. Yo también te amo, tontita mía.

-No fue tierno -dije levantándome de la cama.

Me envolví con la sábana blanca y caminé hasta el baño. Me incliné para abrir el grifo, cuando sentí que Jorge me dejaba completamente desnuda. El frió me envolvió nuevamente.

-Dame eso, Jorge -dije con la boca llena de dentífrico.

-Nop -sonrió-. ¿Nos duchamos juntos?

Me gustaba más su idea.

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Listo aquí tienen, al final no se separaron🙈.
ATENCION TODAS LAS CHICAS QUE IBAN A VENIR A ESPAÑA A MATARME QUE CANCELEN EL VUELO... gracias😂😂✋, ahora necesito votos muuuuchos
votos, mas de 5 si se puede😁💕

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