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Parte única




Su miembro se deslizaba por entre los pliegues de la pelinegra que lo acompañaba, esta tenía el uniforme de enfermera hecho un desastre, sus medias y falda estaban arrugadas, y su ropa interior yacía hecha pedazos en el suelo.

Era de saberse que cuando el doctor Park perdía a un paciente en su quirófano se desquitaba.

¡Y de que manera!

Muy poco le importaba quien fuera, más bien mientras más irrelevante fuese para el, mejor, a este punto se había tirado a todas las enfermeras relativamente jóvenes, a las pocas internas que llamaban su atención y a las farmacéuticas.

Porque si, a pesar de que este solo descargaba la frustración conectando su polla a alguna entrada húmeda y cálida esta debía ser portada al menos por una bella mujer o al menos sexy, algo debía tener esta que llamara su atención.

Grandes senos, gran trasero, labios carnosos o mirada inocente.

Algo que le hiciera pensar en su novia.

Cuando hubo acabado dentro de la funda de látex que rodeaba su miembro poco le importó que quien en ese momento le hacía compañía hubiese terminado.

Acomodó su pantalón luego de desechar este y vio como la pelinegra salía hecha una furia luego de haber medio-acomodado su ropa.

Poco le importaba en realidad.

Tomó un poco de agua de la nevera que se encontraba en su oficina y luego sacó de dentro el cajón de este la fotografía de su novia.

Este llevaba una relación de hace 2 años con una hermosa bailarina, la había conocido en un recital, labios carnosos, pechos y traseros maravillosos, pelo negro y largo, la perfección hecha mujer.

Si no estuviera tan ocupada para atender a los llamados de este cuando deseaba follar fuera aún más perfecta y este no se vería en la obligación de engañarla.

El peli café quien se encontraba con su cabeza recargada sobre el sillón recibió un mensaje de su amada.

Pedía verlo al salir del trabajo, no había colocado un corazón o lo había llamado con algún nombre tierno como solía hacer, ni siquiera había mandado un beso.

En ese momento el peli castaño supo que algo no iba bien.

Habían tenido problemas anteriormente, está había dejado de ir al hospital para esperarlo como solía hacer porque varias personas del personal la veían con burla, eso al menos era lo que ella sentía.

Evitaba salir con este a lugares públicos y prefería quedarse en el departamento de alguno, no porque se avergonzaba de tan apuesto galán, todo lo contrario.

Este era un coqueto en demasía, le importaba muy poco que su novia estuviera presente o no para coquetear con cualquiera.

Se les quedaba mirando a las meseras, comensales o a cualquiera que se toparan cuando iban a cenar, Zera no era una mujer celosa, odiaba los celos, pero la impotencia y vergüenza que sentía podían más que ella.

Al principio pensó que su forma de ser era coqueta, y así es, solo que ya excede los límites.

Su amiga le había presentado a una prima que trabajaba en el hospital de su novio, una señora de 45 años, casada y con tres hijos.

Esta le había advertido lo que pasaba, y a pesar de que al principio dudó los cabos fueron atados en su ilusa cabecita.

Había pasado ese fin de semana llorando, por suerte para ella él no se enteró ya que había ido a visitar un amigo a la milicia en esos días.

Cuando regresó esta mostró su mejor cara ignorando el hecho de todo lo que se había enterado, su relación fue en picada desde ahí.

Comenzó a notar lo que antes no notaba, y entonces lo supo, no lo merecía.

No merecía ser engañada de tan mala manera, tomó el valor que le quedaba y le envió un mensaje a quien era poseedor de las mejores noches de pasión que había tenido, y también de su corazón.

Todo se terminaría ese día.

Decidió ir a un lugar X a cenar, uno alejado y en el que no pensara regresar, ya que si lo hacía recordaría lo pasado ahí, terminaría con el hombre que amaba, y eso dolía.

Se colocó un pantalón de mezclilla, camiseta y tenis, poco le importaba su imagen en ese momento, poco le importaba si este llegara vestido con su camisa y pantalón de vestir a la medida dejando esas protuberancias a la vista de quien lo apreciara, mientras que ella se encontraba vestida todo lo contrario a él.

Cuando este hubo llegado se extrañó al verla en la mesa más retirada, luego divisó sus ropas, y no vestía adecuada para el lugar que ella misma había elegido, no dijo nada.

A pesar de todos lo desafectos que este portaba no se sumaba a la lista el tratarla mal, al contrario la trataba y adoraba como diosa, si supiera cómo mantener su polla dentro de sus pantalones sería el hombre perfecto.

Trató de besar sus adorada pelinegra, pero esta corrió el rostro dejando su mejilla en su lugar, estaba en lo cierto pensó este, algo andaba mal.

-Jimin Necesitamos hablar- solo eso dijo, ningún saludo, o pregunta de cómo le había ido en el trabajo.

De hecho odiaba preguntarle sobre su trabajo ahora que sabía que este era el escenario para sus andadas.

-Terminemos- No dejó siquiera que este hablara, la angustia comenzaba a apoderarse de su cuerpo y no quería hecharse para atrás, sentía una presión en el pecho como si alguien estuviera amenazando su vida, el nudo en su garganta le siguió.

Esta miró los ojos de su hasta ahora novio y vio desconcierto, y claramente esperaba todo menos esto, todo estaba bien hasta antes de su viaje a las afueras de Busan, ¿porque ahora terminaba con el? Pensó tontamente el pelo castaño, ignorando el hecho de tan abrupto rompimiento.

-Llevé tus cosas a tu casa y tomé las mías- siguió.

Este se mantenía inmóvil no creyendo lo que escuchaba, luego pensó lo extraño que era que ningún mesero se haya acercado para tomar su orden, lo tenía pautado.

-Evitemos volver a vernos y si lo hacemos preferiría no pasar de un saludo cortes- se puso de pie.

Solo eso le diría, no quería decir palabras hirientes u ofensivas respetando los años de relación, el no lo había hecho pero esta no era su igual.

-¿Porque?- dijo este aún en un trance, era como si el mundo mismo hubiese caído sobre sus hombros.

-Me engañas- dijo y salió del lujoso restaurante siendo escaneada por los comensales por su ropaje.

Este continuó en su sitio sin poder creérselo.

Media hora después se puso de pie tomando su saco y salió del lugar, pensó en llamarla y lo hizo, el buzón fue lo único que escuchó las 13 veces que marcó.

Se fue a su casa viendo efectivamente cómo está había acomodado la ropa que había dejado en la casa de su novia anteriormente, las fotos de ambos continuaban en su mismo lugar no queriendo esta inmiscuirse más de lo que debía.

Y mientras el pelo castaño se encontraba bajo la regadera dejando su cuerpo ser bañado con agua fría, la pelinegra yacía en su baño en la misma situación, solo que las gotas de agua se mezclaban con el torrente de lágrimas que salían de sí.

...

Había pasado una semana en la que estos no se volvieron a ver, no porque este no la buscara, al contrario, sus búsquedas cesaron cuando en el trabajo de ella le dijeron que esta se había tomado 15 días para descansar, la buscó en su casa y no la encontró.

Su estrés iba en aumento y como era de saberse este lo liberaba de la misma manera que siempre, con sexo.

Solo que esta vez si había repetido la hazaña con una misma, ya que por el poco considerado trato que este daba a sus amantes estas estaban renuentes a estar con el.

No porque este no estuviera en las facultades de satisfacerlas, al contrario, este había aprendido danza en su adolescencia y gozaba de una maravillosa agilidad respecto al movimiento de caderas.

Su lengua era otra cosa, larga, ágil y filosa, capaz de alcanzar lo que no cualquiera podía.

Resistencia física de envidiar por sus años en la milicia, capaz de deleitarse con tres polvos seguidos.

La razón verdadera de él porque no deseaban estas verse envueltas nuevamente en los brazos del Doctor Park era por la fama que él mismo se había creado, adrede por cierto.

No queriendo deleitar de más a alguna fulana que acabara molestándolo luego, sus dedicación en la cama era meramente para su amada.

Esa que lo había dejado, por tan horrorosa manera de actuar.

-Doctor- llamó su secretaria, una mujer ya harta de los incontables gemidos que se escapaban de la oficina de tan promiscuo doctor. -Su novia, se encuentra en emergencias- si, había dicho su novia, porque este no le había dicho a nadie sobre su ruptura en espera de volver, porque eso harían, o eso creía el.

Se encaminó al lugar antes mencionado para saber de ella.

¿Se habría lastimado bailando?

¿O desmayado por el cansancio?

Al llegar esta se encontraba en una camilla, yacía dormida con un intravenosa colocado.

Se acercó al doctor Jung quien se encargaba de atender las emergencias de bajo calibre, y este le dio los datos necesarios.

Había colapsado en medio de la calle, su presión bajó y se desmayó, cuando despertó lo hizo en el hospital con un fuerte dolor de cabeza.

Luego regresó a dormir para que el medicamento hiciera efecto.

Lo que esta no sabía era que el contacto de emergencia que continuaba en su identificación era el de su ex novio, y este fue llamado recibiendo esta su secretaria.

Cuando hubo hecho todo el papeleo pagando su estadía en el lugar el Doctor continuó al lado de su ahora ex novia.

La cara de confusión de esta al despertar no pasó de ser percibida, notando luego que efectivamente estaba en el hospital que este trabajaba.

-Iré a la farmacia por tus medicamentos- dijo cuando esta se hubo calmado, había aceptado ser llevada a su casa por este luego de una rápida discusión en la que el pelo castaño no dio su brazo a torcer.

Cuando este hubo entregado la receta a su conquista de más o menos un mes revisó la llamada que yacía en su celular.

Era su amigo.

-Jeon- llamó, a pesar de lo cercanos que eran se llamaban por su apellido aún con la costumbre de la milicia.

-Park- de igual forma este respondió.

Jeon continuaba en la milicia, ahora siendo Mayor de esta, mientras que él se había alejado de ese mundo cuando apenas era segundo teniente comprendiendo que ese verdaderamente no era su mundo.

Agradecía mucho a está claro que si, se había hecho médico ahí, había hecho amigos casi hermanos, pero las armas no le gustaban, a pesar de ser una magnifico tirador.

-¿Recuerdas eso que hablamos sobre los anticonceptivos y los antibióticos?- respondió con una afirmación, claro que lo hacía.

Consideraba una bobería que alguien del calibre de Jeon no supiera algo así, aunque pensándolo bien, él lo hacía porque se había especializado en medicina.

-¿Podrías decirme cuánto tiempo tardan estos en abandonar el cuerpo?, es decir luego de cuanto los anticonceptivos retoman su labor.

-¿Lo volviste a hacer Jeon?- se burló

-Es lo que haré el dilema- asintió comprendiendo.

Él no lo sabía, pero se encontraba en un lugar que las personas a su alrededor si. Así que preguntó a la farmacéutica jefa.

-Cinco días Jeon, 7 para estar más seguros, no vallas a andar haciendo otro Jeon- a pesar de que su humor no era el mejor luego de la tan abrupta ruptura hablar con su amigo lo ponía de buenas, más si era para burlarse.

-Gracias hermano.

Se despidió y recibió la receta siendo su ex acoston quien le explicara a regañadientes sobre el modo de uso de los antibióticos para su ex novia.

...

Cuando estos se adentraron al departamento de la peli negra el visitante escaneo todo el lugar, las fotografías de ambos ya no estaban, no sabía si las había tirado o guardado, pero estas no se veían por ningún lado.

Buscó en la nevera donde antes yacía la foto de su primera cita, esa que había terminado con un maravilloso revolcón en su coche y que hasta la última vez que había estado en el departamento ahí estaba.

Tomó el agua y se la tendió junto con la pastilla que correspondía para el dolor.

La peli negra agradeció y se recostó en su cama para volver a dormir luego de este asegurarle no se iría hasta que se encontrara mejor.

Ella no lo quería ahí, pero era lo único que tenía, no llamaría a alguna compañera de trabajo cuando no se llevaban, y pasó lo que nunca pensó, se vio aceptando la ayuda de su ex novio el infiel.

...

Cuando esta hubo despertado, se adentró en la cocina encontrando una sopa aún caliente sobre la estufa y las pastillas a tomar para su cabeza, debía tomarlas por 3 días según el doctor Jung.

Divisó la hora, y tomó también su anticonceptivo, no porque estuviera con alguien, sino porque estos los usaba desde su adolescencia para regularizar su periodo.

Cuando la hubo tomado se sirvió de la sopa y cuando estuvo satisfecha el peli castaño se adentró a esta con solo una toalla en su cintura, su pelo iba ricamente hacia atrás y sus pectorales y abdominales, esos que le había dejado la milicia y que se empeñaba en no dejar ir de su cuerpo se encontraban húmedos.

La boca de Zera se secó al instante y posó su mirada en él como si este fuese fuente de agua viva.

Llevó su vista hasta su toalla, y está dejaba escapar el inicio de lo que tanto extrañaba.

Porque si, era un infiel de los mil demonios.

Pero Park sabía cómo moverse.

Desvió su mirada creyendo así tontamente que este no notaría el ardor en sus mejillas, cosa tonta la verdad, Park sabía perfectamente cuando ponía a una fémina o a un hombre, porque ni siquiera estos eran capaces de resistirse a tal coquetería.

Buscó agua, no porque tuviera sed, sino porque quería darle un exquisito primer plano de su espalda y trasero a pesar de que este último se encontraba cubierto por la toalla.

-¿Como amaneciste?- preguntó quien durmió en el frío e incómodo sofá. Esta asintió como respuesta no pudiendo hacer más que eso. -¿Estas lista para hablar?

La mirada de Park era penetrante, pero genuinamente quería arreglar las cosas con su amada.

-No hay nada que hablar, terminamos, solo eso- este asintió sintiendo las espadas que se encontraban en su interior clavarse aún más profundo.

-Terminaste conmigo sin siquiera dejarme hablar, huiste de mí y me evitas, no me has permitido explicarte.- era genuino, aunque en ese momento pensaba una y mil mentiras para lograr su perdón de ser el caso que lo dejara excusarse.

Una lágrima bajo por su mejilla y luego fue apartada por el mismo bajo la atenta mirada de quien fu su novia.

Manipulador era su segundo nombre.

Miró sus labios, esos que tanto deseaba.

-¿Tomaste las pastillas?- asintió viendo los sobres vacíos a su lado para que este lo corroborara.

El peli castaño los vio, también notó los anticonceptivos a un lado, lo pensó, claro que lo hizo.

Pero no caería tan bajo, ni siquiera él lo haría.

-Me iré cuando se seque mi ropa,- dijo para dirigirse al baño nuevamente y divisar que tanto le faltaba a esta, cuando estuvo seca la colocó sobre su cuerpo importándole poco que aún estaba caliente por la secadora y volvió a la sala para colocarse los zapatos y marcharse. -Te amo, pero si esto te hace feliz no trataré de retenerte a mi lado- dijo cuando esta se acercó para despedirlo en la puerta.

Los ojos de Zera estaban húmedos y rojos por retener las lágrimas más tiempo del recomendable.

-No es lo que quiero, pero es lo que necesito- y en verdad lo era, lo necesitaba tanto como respirar.

Pero se había enamorado de un ser egoísta.

Un hombre que al verla vulnerable, tomó sus labios importándole poco que esta se resistió al principio.

Pero luego fue esta quien haló su cuerpo hacía dentro del departamento recibiendo los posesivos besos de su ex novio.

La camisa que portaba este fue literalmente arrancada de su cuerpo por esta, porque el deseo que había en el cuerpo de la pelinegra era tal que no podía esperar un minuto más para sentirse llena.

No lo perdonaba.

No pensaba volver con el, pero si debía saciar el fuego que tenía en su coño.

Este tomó su camiseta y pantalones y se los quitó dejando ver su ejercitado cuerpo, luego la despojó del pijama que cubría el cuerpo de su amada.

Los pasos hacia el cuarto de su nena eran rápidos y torpes.

Lo pensó

Pensó en advertirle sobre el hecho de usar condon, pero era egoísta.

Su pene entró en un espiral de necesidad cuado la vio desnuda frente a él, la tomó y arrojó sobre la cama, colocó su rostro entre sus pliegues y saboreó todo de ella.

Gemía, y valla que lo hacía, eso le hacía inflar el pecho al pelo castaño, sabía que esos gritos de placer los provocaba el y nadie más.

Sabía que solo él era capaz de sacar provecho de tan maravillosa flexibilidad que poseía la peli negra.

Cuando el maratón acabó, esta se encontraba con las piernas sobre los hombros de su compañero, las manos sobre su cabeza amarradas al respaldo de la cama y su coño tan repleto de semen como cuatro magníficos polvos se lo habían permitido al peli café.

Porque se había esmerado, le había regalado la mejor sección de sexo que era capaz de dar, la había dejado tan agotada que esta solo se vio capaz de decirle que no se repetiría para hacerlo marchar con la mueca de dolor que sus palabras provocaron en el interior de Park antes de caer rendida sobre el colchón.

Pero eso es lo que ella pensaba.

...

Un mes después este se encontraba visitando casas con la dueña de una agencia de bienes raíces.

Quería una casa, una con patio amplio y bien cuidado, lejos del bullicio de la ciudad pero no tanto que se le dificultara su trabajo y con más de dos habitaciones.

Una casa ideal para una feliz y ejemplar familia.

-Está me gusta, será esta- había elegido una casa bastante costosa pero que fácilmente se podía permitir por su tan pomposa suma ahorrada.

-Su esposa estará feliz- asintió

Ese mes había reflexionado sobre el, su comportamiento y sobre todo, se juró cambiar a para y por ella, se juró a sí mismo no lidiar con el estrés del trabajo como lo hacía desde que tenía uso de sus capacidades sexuales.

Y hasta ahora lo cumplía, hasta la fecha con solo su mano había calmado tan primitiva forma de sentir alivio.

Este se alejo unos metros luego de haber firmado los papeles de compra para recibir una llamada.

-Jimin, tenemos que hablar- dijo Zera a través de la línea y aunque esas fueron las mismas palabras que usó para comenzar con tan horrorosa conversación de hace casi dos meses, ahora se limitó a esconder una sutil sonrisa bajo su voz.

Su Zera volvería a él.

Secuela de el Oneshot Por Favor y la secuela Di Gracias, 🥰

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