Intermedio
Cartas a Saori
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Intermedio
Sleipnir, la historia de
Haguen
Mercado de Muspelheim
Un día de verano, hace varios años
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Hace tiempo, vivía un joven asgardiano llamado Troneje, miembro de la casa Sleipnir, la del escudo del caballo blanco con ocho patas que era el emblema familiar. El hombre tenía veinticuatro años, muy blanco de piel, de cabellos rubios y lacios y unos ojos verdes penetrantes. Era el hijo menor de la casa familiar que aún habitaba al no haberse concretado su compromiso meses atrás.
Una cálida tarde de verano, el joven se dirigió a los mercados de Muspelheim a fin de supervisar la compra de unos materiales para la fabricación de bridas y otros enseres para montar a caballo, actividad a la que se dedicaba la casa Sleipnir. El hombre llego en su carruaje descendiendo de este para cruzar las altas puertas que separan el área del mercado de la entrada del reino.
Por aquellos días el mercado no era frecuentado por otros extranjeros salvo los mercaderes de Tromsø quienes vendían sus productos a la vez que compraban.
Fue así que una chica vestida con ropas muy casuales llevando un enorme bolso de mano, apareció por la larga explanada del mercado curioseando en cada local que le salía al paso. Troneje se encontraba cerrando un par de compras al lado de sus asistentes cuando divisó a la joven quedando su mirada fija en ella.
Era alta, de piel morena, cabellos oscuros y una figura curvilínea que hizo que Troneje sintiera una fuerza magnética que lo atrajo hacía a ella. Se presentó como un miembro de la comunidad asgardiana dispuesto a orientarla en sus compras.
La chica se presentó como una estudiante universitaria quien se encontraba trabajando en un proyecto de tesis acerca del pueblo más enigmático de Noruega, según comentó, varios de sus compañeros le hablaron acerca de Asgard, solo que ninguno se había animado a viajar hasta allá siendo ella la única intrépida de su grupo de amigos.
Troneje quedó cautivado por la belleza y espíritu de la joven llamada "Alba" deseoso por acercarse un poco más a ella. Prolongó la charla lo más posible averiguando que la chica era extranjera, llegó a Noruega como estudiante de intercambio y dentro de poco culminará sus estudios exitosamente. La chica era unos diez años más joven que él, no obstante eso no fue impedimento para quedar con ella y verse más tarde.
—Hay un bar interesante ubicado en Tromsø —dijo ella animada por la idea ya que el hombre le parecía muy atractivo sintiéndose atraída a él, a su imponente altura, sus ojos y porte—, podríamos vernos ahí y continuar la charla.
—De acuerdo, será mañana por la tarde.
Fijaron verse al día siguiente, Alba compartió los datos del bar en cuestión así como las referencias para que él llegara cerrando la cita.
Troneje la vio alejarse por el camino suspirando pues se sentía maravillado por haber charlado brevemente con ella por más de una hora. Volvió a su hogar en Alfheim sintiéndose en las nubes y suspirando.
—Estoy enamorado —pensó tocando su pecho para sentir su corazón que se llenaba de tiernos sentimientos—, enamorado de la hermosa estudiante Alba. Oh cautivadora dama, como sueño con hacerte mía. Mi corazón rebosa de felicidad al recordarte.
Así ambos se reunieron al día siguiente a la hora acordada. Troneje cruzó el puente Bifrost hábilmente disfrazado ocultándose en medio de los mercaderes que regresaban a la ciudad. El bar estaba ubicado a pocos pasos del malecón encontrando a Alba vistiendo un atuendo sencillo y corto haciendo que el asgardiano se ruborizara pues, era la primera vez, que veía las largas piernas de una mujer.
Charlaron un poco más compartiendo una bebida local, Alba narró que era nativa de un país del mediterraneo siendo ese su primer viaje a una tierra tan lejana. Troneje la observaba maravillado, sus bellos ojos oscuros, el amplio y detallado tatuaje en su espalda le llamaba la atención así como el tono bronceado de su piel.
Los ánimos se intensificaron, la atracción era más que evidente y ninguno parecía querer resistirse a lo que ordenaban sus impulsos.
Se fueron al hotel de Alba apenas pudieron teniendo una prolongada noche de aventura y placer.
Troneje despertó algunas horas después observando a la mujer a su lado. No dibujó expresión alguna en su rostro sentándose en la cama dando la espalda a Alba. De pronto ya no se sentía enamorado, aquellos vivos sentimientos se desvanecieron luego de despertar, solo tenía en mente salir de esa habitación cuanto antes deseoso de que su aventura quedara en el olvido.
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Asgard
Once meses después
Alguien llamaba a la puerta de la casa Sleipnir de forma insistente, Troneje salió de su gabinete al escuchar que uno de sus sirvientes atendía a un par de soldados que deseaban ver al señor de la casa. El amo, los hizo pasar notando que llevaban consigo un canasto cubierto con una manta gruesa.
—Hemos venido a entregarle esto —el guardia descubrió el interior del canasto dejando ver un bebé que dormía—. Un midgardiano nos lo entregó a la entrada del puente de Bifrost, dijo que dentro había dos cartas y un accesorio.
El guardia mostró el accesorio en cuestión dejando a Troneje sin habla: se trataba de un anillo grueso de metal que tenía grabado al caballo de ocho patas y debajo se leía "SLEIPNIR". El hombre ni siquiera se percató en qué momento el anillo se deslizó de sus dedos durante esa escapada a Tromsø.
—De acuerdo, yo me quedaré con el bebe, gracias por traerlo.
Troneje hizo atender al pequeño observándolo con curiosidad: su piel era morena, sus cabellos rubios y parecía tener ojos claros. Estaba muy bien abrigado y debajo de su cuerpecito había dos sobres cerrados.
El primero iba dirigido al señor de Sleipnir, estaba firmada por "Ivar" y decía esto
"Estimado señor:
Temo hacer de su conocimiento el lamentable deceso de Alba G..., la madre del niño, quien perdió la vida trágicamente hace quince días a manos de unos maleantes radicales.
Mi situación no me permite hacerme cargo de este bebe y era deseo de ella que le fuera entregado a su padre biológico, deseo que logró manifestar desde su lecho de muerte en un hospital de la ciudad de Stavanger.
La pista para dar con usted fue el anillo que Alba encontró a su lado una mañana en Tromsø. Ella compartió otros detalles respecto a su ubicación y me tomé la molestia de llevar a su hijo hasta la entrada del puente Bifrost. Esta carta la escribo desde la ciudad de Tromsø.
El nombre del bebé es Hagen, adjunto a esta misiva encontrará un certificado de nacimiento del niño.
Le deseo suerte,
Ivar".
Troneje se quedó perplejo al enterarse de la inesperada muerte de la chica. Vagamente recordaba que ella volvería a su hogar al sur del continente apenas concluyera sus estudios y que su familia no vivía con ella.
—Que tragedia tan espantosa —pensó consternado desviando la mirada al bebe—, pobre hijito mío. Me meteré en un problema pues fuiste concebido fuera del matrimonio y con una mujer extranjera, pero ya veré como lo resuelvo.
La segunda carta tenía un formato extraño y estaba firmada por "Sargento de policía, Petter Hamsun" quien detallaba la fecha y hora del ataque perpetuado por un grupo de vándalos radicales quienes agredieron con violencia a la señorita Alba G... que volvía a casa desde la universidad.
El ataque había sido tan brutal que la joven tuvo que ser ingresada en el área de urgencias del hospital más cercano presentando fractura de costillas y daño grave en sus principales órganos además de golpes en el rostro y rotura de nariz.
Alba pasó varias horas de agonía en la unidad de cuidados intensivos falleciendo tres días después.
Troneje guardó ambas cartas en su despacho deseoso por borrar de su memoria aquellos horribles detalles. Desconocía qué tipo de "vándalos radicales" eran esos que atacaban jóvenes inocentes, pero, dadas las circunstancias, debía cuidar al niño y volverlo un miembro respetable de la casa Sleipnir.
—No puedo ocultar tu sangre extranjera a pesar de que eres mi descendencia —le decía al pequeño que comenzaba a llorar—, pero verás cómo las cosas irán bien para ti.
Troneje contrajo nupcias dos años después siendo el pequeño Hagen del total desagrado de su esposa quien prefería no reparar en el niño al no ser suyo. Nadja deseaba con el alma darle un heredero a su esposo a fin de no permitir que ese hijo ilegítimo quedara como principal albacea del honor de los Sleipnir. Si un extranjero lograba semejante logro, sería una humillación para el resto de la familia.
El amo de la casa había considerado la antipatía de su mujer adelantándose al Valhalla a pedir el ingreso de su hijo a las filas de la guardia imperial. Si Hagen lograba ser admitido, su futuro como miembro respetable de la sociedad asgardiana quedaría asegurado junto con su educación académica y militar.
El pequeño fue admitido a la edad de ocho años mudándose al palacio para recibir todo tipo de instrucción necesaria para el desempeño de sus futuras actividades, siendo uno de los más sobresalientes de su generación. Cuatro años después, dicha fama llegó a oídos de Dolmar, hermano del sacerdote de Odín, quien era padre de dos lindas niñas: Hilda y Flare.
—Señor de Sleipnir, he notado que tu hijo tiene buena relación con la más pequeña de mis hijas, creí que sería indigno debido a su tono de piel, pero puedo pasar por alto eso por ahora. Es un joven prometedor y lo he ascendido a ser el guardia personal de Flare.
—¡Oh Dolmar, tu elección es un gran honor para la casa Sleipnir!
Troneje vio en su hijo la oportunidad de comprometerlo con alguna mujer importante y asi mezclar su linaje con la casa imperial. Una unión entre Hagen y Flare se le antojaba conveniente y elevaría su estatus dentro de la sociedad de Asgard.
Hagen sabía de su sangre extranjera ya que su padre le había narrado la historia de su origen. Lo único que Troneje reveló acerca de su difunta madre es que murió en un trágico evento sin ahondar en detalles. Por lo que, era imperativo que su hijo sobresaliera en todo y mostrara habilidades superiores para ser tomado en cuenta como posible dios guerrero.
Desde ese día, Hagen entrenó con muchas más fuerzas directamente en la zona volcánica de Nifelheim, oscureciendo un poco más su piel ya que dedicaba horas y horas a perfeccionar sus técnicas. Su fidelidad estaba más bien con la señorita Flare antes del pueblo de Asgard como tal y solo a ella dedicaba sus victorias
El joven había crecido alto y esbelto siendo una copia exacta de su padre; de facciones hermosas, ojos grandes y cabellos color de oro. Era el orgullo de Troneje pues, de todos sus hijos, Hagen era quien mejor se asemejaba a él y quien le llenaba de gloria.
Una tarde, Hagen visitó la casa de su padre encontrando a varios de sus medio hermanos jugando en los jardines. Los pequeños lo amaban a pesar de las constantes protestas de su madrastra.
—¡Hermano Hagen, ¿entrenaste muy duro hoy en Nifelheim?! —preguntó Gunnar, el más pequeño de los tres, saltando a los brazos del alto joven moreno.
—No sabes cuán duro, estoy agotado —decía Hagen llevando al niño en brazos.
—Hagen, ven un momento —Troneje apareció por la puerta llamando a su hijo.
El joven entró al gabinete de su padre unos minutos después encontrándole de buen humor.
—¿De qué necesitas hablar, padre?
—De tu promoción como dios guerrero y sirviente de la futura sacerdotisa de Odin, además de tu compromiso con la señorita Flare.
—¿El sacerdote Dolmar ha aprobado nuestra unión? —preguntó el joven entusiasmado abriendo mucho los ojos.
—Asi es, te considera digno de desposarla esperando que te conviertas en un esposo amoroso y protector, así mismo espera haya descendencia después de un año de consumado el matrimonio.
—Soy tan dichoso, padre. Deseaba con ansias el visto bueno. ¡Debo ver a Flare enseguida!
El futuro dios guerrero montó su caballo y, a toda velocidad, llegó al palacio Valhalla momentos después reuniéndose con su amada, la hermana menor de la señorita Hilda, quien le recibió con los brazos abiertos uniéndose en un largo beso.
—Tu padre ha aprobado nuestro matrimonio —dijo dichoso tomando las manos de la bella joven entre las suyas.
—¡Si, quiere que nos casemos dentro de un año! Lamento que sea un compromiso tan largo.
—Eso no importa, solo tengo en mente nuestra felicidad.
No pudiendo esperar tanto, Flare y Hagen consumaron su amor a escondidas cuando las actividades tenían al resto de sirvientes del palacio con la atención puesta en otro sitio. Ambos sintieron que ya era el momento y estaban listos para dar ese paso sin tener repercusión alguna.
No obstante, la segunda guerra santa de Asgard le arrebató a Troneje su hijo y a Flare a su prometido. El señor de la casa Sleipnir mandó sepultar a su hijo, como era la costumbre en Asgard, con todos los honores que este merecía colocando una estatua del caballo insignia de la familia esperando que su hijo fuese llevado por las valkirias a la gloria del Valhalla.
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Fin del intermedio
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*Notas: Dedicado a Airena, gracias por esas largas llamadas llenas de intercambio de ideas sobre el arco de Asgard. :D
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