Estaba tan cerca del cielo,

que nunca pensé que la caída dolería así

pero tú dejaste de ser un ángel

y yo dejé de intentar volar detrás de ti.

Sabia fue mi mente, al burlarse de mis alas,

recordándome que por más plumas que juntara, no tenía con qué pegarlas.

Fue dura la caída, pero más duro lo tuvo mi corazón,

que anhelaba la ilusión de amar a alguien con pasión.

Desde abajo pude ver el rastro de tu sombra,

que ya no parecía tan preciosa, ni tan buena, ni tan bondadosa.

Todavía intento adivinar, donde quedaron mis sentimientos

¿fueron reales o sólo un invento?

¿te conocí a vos o sólo vi lo que quiero?

Fuiste lo que quería

hasta que conocerte lo derrumbó

reduciendo a cenizas

todo lo que, creí, me importó.

Siento que te debo un perdón,

porque no fuiste vos, fue la ilusión

que al ver tu silueta

me hizo imaginar mi corazón.

Fragmento de la carta que escribió Ciro, el día de la boda de Rose y Dionisio.

21 de diciembre, 1851.