A veces me encuentro buscando tus ojos, 

iluso esperando sentir un nosotros. 

A veces lo olvido, pero siempre lo recuerdo 

tarde ya, al encontrar tus ojos 

porque pronto me congelo. 

¿Es así el invierno de frío? 

¿Tan inexpresivo? 

Ojalá poder leer tu mente 

y ver si allí también hay vacío.

A veces pienso en ellos, 

a veces prefiero no hacerlo, 

a veces el anhelo es más profundo 

y esas veces el dolor que me provocas más puntiagudo. 

Siempre termina igual, 

pero tonto víctima del amor soy, 

que siempre busco cariño en esos ojos tan vacíos. 

¿Algún día cambiará? 

¿Algún día no dolerás? 

¿Algún día te miraré,y ya no congelarás?

Fragmento de una carta de Ciro, escrita después de un baile social en el cual Rose y Dionisio estuvieron juntos toda la noche.

5 de noviembre, 1850.