Capítulo 2: El Camino hacia el Regalo
Noelle y Eduardo continuaron su camino hacia el regalo de la Navidad, siguiendo las instrucciones de Luna. El camino era largo y sinuoso, y ellos debían tener cuidado para no perderse.
- ¿Estás seguro de que este es el camino correcto? -preguntó Noelle, mirando alrededor.
Eduardo asintió con la cabeza.
- Sí, estoy seguro -dijo-. Luna nos dio las instrucciones.
Noelle se encogió de hombros y continuó caminando. Después de un rato, llegaron a un claro en el bosque. En el centro del claro había un árbol grande y decorado con luces y adornos navideños.
- ¡Mira! -exclamó Noelle-. ¡Es un árbol de Navidad!
Eduardo sonrió.
- Sí, es hermoso -dijo-. Pero creo que hay algo más aquí.
Noelle miró alrededor y vio que había una pequeña caja debajo del árbol.
- ¡Mira! -exclamó-. ¡Hay una caja!
Eduardo se acercó a la caja y la abrió. Dentro había una nota que decía:
"Para Noelle y Eduardo,
Siguen el camino hacia el regalo de la Navidad. Pero tened cuidado, porque hay alguien que os está siguiendo.
Luna"
Noelle y Eduardo se miraron entre sí, preocupados.
- ¿Quién nos está siguiendo? -preguntó Noelle.
Eduardo se encogió de hombros.
- No lo sé -dijo-. Pero debemos tener cuidado.
Y con eso, Noelle y Eduardo continuaron su camino hacia el regalo de la Navidad, con la sensación de que alguien los estaba siguiendo.
Noelle y Eduardo se miraron entre sí, preocupados por la nota de Luna. Sabían que debían tener cuidado, pero no sabían quién los estaba siguiendo ni por qué.
- ¿Qué debemos hacer? -preguntó Noelle.
Eduardo se encogió de hombros.
- No lo sé -dijo-. Pero creo que debemos seguir adelante. El regalo de la Navidad nos espera.
Noelle asintió con la cabeza y juntos continuaron su camino. Después de un rato, llegaron a un río helado que bloqueaba su camino.
- ¡Mira! -exclamó Noelle-. ¡Un río helado!
Eduardo sonrió.
- No te preocupes -dijo-. Puedo ayudarte a cruzarlo.
Y con eso, Eduardo tomó la mano de Noelle y juntos comenzaron a cruzar el río helado. El hielo crujía bajo sus pies, pero Eduardo la sostuvo firme y la ayudó a llegar al otro lado.
- ¡Gracias! -dijo Noelle, sonriendo.
Eduardo sonrió también.
- De nada -dijo-. ¡Vamos!
Y juntos continuaron su camino hacia el regalo de la Navidad. Pero mientras caminaban, Noelle comenzó a sentir que alguien los estaba observando.
- Eduardo -dijo Noelle, en voz baja-. Creo que alguien nos está siguiendo.
Eduardo se detuvo y miró alrededor.
- ¿Dónde? -preguntó.
Noelle señaló hacia un grupo de árboles.
- Allí -dijo-. Creo que vi a alguien escondido detrás de esos árboles.
Eduardo asintió con la cabeza.
- Vamos a investigar -dijo.
Y juntos se acercaron a los árboles, listos para enfrentar a quienquiera que los estuviera siguiendo.
Noelle y Eduardo se acercaron a los árboles, intentando ser lo más silenciosos posible. Cuando llegaron a los árboles, vieron a una figura escondida detrás de uno de ellos.
- ¿Quién eres? -preguntó Eduardo, intentando mantener la calma.
La figura se dio la vuelta y Noelle y Eduardo vieron que era una chica con el cabello negro y los ojos verdes. Llevaba un abrigo negro y un sombrero de lana.
- Me llamo Lila -dijo la chica-. Y estoy aquí para ayudaros.
Noelle y Eduardo se miraron entre sí, confundidos.
- ¿Ayudarnos? -preguntó Noelle-. ¿En qué?
Lila sonrió.
- En encontrar el regalo de la Navidad -dijo-. Sé dónde está y puedo llevaros allí.
Eduardo se encogió de hombros.
- No sabemos si podemos confiar en ti -dijo.
Lila se rió.
- No tenéis otra opción -dijo-. Si queréis encontrar el regalo de la Navidad, debéis confiar en mí.
Noelle y Eduardo se miraron entre sí y luego asintieron con la cabeza.
- Está bien -dijo Noelle-. Confiamos en ti.
Lila sonrió y se dio la vuelta.
- ¡Vamos! -dijo-. El regalo de la Navidad nos espera.
Y con eso, Lila comenzó a caminar, seguida por Noelle y Eduardo. Pero mientras caminaban, Noelle no podía evitar sentir que algo no estaba bien.
- Eduardo -dijo Noelle, en voz baja-. No estoy segura de que podamos confiar en Lila.
Eduardo se encogió de hombros.
- No tenemos otra opción -dijo-. Debemos seguir adelante y esperar que todo salga bien.
Noelle asintió con la cabeza, pero no podía evitar sentir que estaban cometiendo un error.
Lila los llevó a través de un bosque oscuro y silencioso, donde los árboles parecían tener ojos que los miraban. Noelle se estremeció, pero Eduardo la tomó de la mano y la tranquilizó.
Después de un rato de caminar, Lila se detuvo frente a una puerta de madera que parecía surgir de la nada.
- ¿Qué es esto? -preguntó Noelle, mirando la puerta con curiosidad.
- Es la entrada al reino de la Navidad -dijo Lila, sonriendo-. Aquí es donde se encuentra el regalo de la Navidad.
Eduardo se encogió de hombros.
- ¿Por qué no nos lo dijiste antes? -preguntó.
Lila se rió.
- Quería asegurarme de que estuvierais dispuestos a seguir adelante -dijo-. El reino de la Navidad no es un lugar para los débiles de corazón.
Noelle se estremeció, pero Eduardo la tomó de la mano y la tranquilizó.
- Estamos listos -dijo Eduardo-. ¡Vamos!
Y con eso, Lila abrió la puerta y los llevó al reino de la Navidad. Noelle y Eduardo se encontraron en un lugar mágico y maravilloso, lleno de luces y colores.
- ¡Es increíble! -exclamó Noelle, mirando alrededor con asombro.
Eduardo sonrió.
- Sí, es un lugar muy especial -dijo-. Pero debemos encontrar el regalo de la Navidad antes de que sea demasiado tarde.
Lila los llevó a través del reino de la Navidad, mostrándoles maravillas y prodigios. Pero Noelle no podía evitar sentir que algo no estaba bien.
- Eduardo -dijo Noelle, en voz baja-. No estoy segura de que podamos confiar en Lila.
Eduardo se encogió de hombros.
- No tenemos otra opción -dijo-. Debemos seguir adelante y esperar que todo salga bien.
Pero justo en ese momento, Lila se detuvo y se dio la vuelta.
- ¡Espera! -dijo-. ¡Creo que hemos llegado!
Y con eso, Lila se apartó y reveló una gran puerta de oro que parecía brillar con una luz interior.
- ¡Es la puerta del regalo de la Navidad! -exclamó Lila-. ¡Pero debemos ser cuidadosos! ¡Hay alguien que nos está esperando!
CONTINUARÁ
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