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🎬34📸

Berlín, Alemania

The Ritz-Carlton Hotel

Después de estar dos días seguidos con la familia de Demetrio, los llegó a conocer un poco mejor y terminó por darse cuenta de que eran tan sencillos como humanos, con sus virtudes y sus defectos.

Amarilis se encontraba recostada en una de las sillas de la piscina cubierta mirando su celular y respondiendo cada vez que le enviaban correos electrónicos y mensajes al Instagram. Hasta que sus ojos se fijaron en el traje de baño de color verde esmeralda claro de Demetrio. Se puso boca abajo y poniéndose al revés, mirando hacia el frente desde los pies de la silla. Se metió en la piscina para nadar un rato y ella aprovechó en recrearse la vista. Debía reconocer que los trajes le quedaban bien, pero verlo con traje de baño no tenía precio. Tentada estaba por sacarle una foto y pasarla al grupo de su familia. Y lo hizo, la sacó sin flash y la envió. El primero que la vio fue Bruno.


📷


Bruni

Pero qué ven mis ojos 🥵🥵,

¿no necesita que le seque

el cuerpo con la toalla?


🤣🤣🤣🤣


Bruni

Vos pareces de piedra⛰,

Amarilis 🙈


No soy de piedra,

disfruto de la vista 😋


El actor salió de la piscina estando absorto en la conversación que su asistente mantenía con su familia, se acercó a ella e inclinó la cabeza para que el agua de su pelo cayera en la curvatura de la parte baja de su espalda, allí donde comenzaba el trasero. Amarilis se puso de rodillas de inmediato cuando sintió el agua fría contra su piel. Se miraron y el hombre se rio.

—¿Malla? Tienes 23 años.

—No voy a estar en bikini sabiendo que estoy con mi jefe.

—¿En serio, Amarilis? —cuestionó levantando y abriendo más los ojos de forma incrédula—, te pasas de planteos anticuados. Como si fueses la única mujer a la que vería en bikini.

—Pero soy tu asistente y queda mal.

A Demetrio le estaba cansando su actitud y el hecho de saber que cada vez que podía ponía un freno entre ellos en decirle que ella era su asistente y él su jefe.

—Entiendo que lo eres, no necesitas recordármelo a cada rato, Amarilis.

—Discúlpeme, señor Cabassi. —Le dijo burlándose de él y se sentó con la espalda contra el colchón de la tumbona.

Abrió el chat nuevamente y envió un mensaje.


Hay moros en la costa,

después hablamos.

Besitos 😘😘😘😘


El silencio reinó entre ellos y la incomodidad surgió de nuevo, se sentía la tensión que no podían disimular del todo, pero que lo hacían por miedo a joderla. Demetrio rompió el hielo cuando le habló del viaje de Mellea y Vincenzo.

—Se fueron a París y por lo que tengo entendido, mañana le propone matrimonio.

—Qué lindo, me alegro mucho por ella —sonrió con felicidad—. Supongo que cuando sepa de esa sorpresa empezará a putear de lo lindo —rio al imaginársela y el hombre no pudo evitar reírse también.

—Intenta no decirlas, pero le salen solas, no las puede controlar.

—La gente que sabe de su condición lo entenderá.

—Y la gente que no lo entiende, puede mirar para otro lado.

Una vez más se quedaron en silencio y ella vio la oportunidad para preguntarle cómo se sentía al haber ganado una mención especial, ya que no había tenido la oportunidad de preguntárselo antes.

—Todavía no me hago la idea de haber ganado un premio. Te la tenías bien guardada la sorpresa.

—A mí me dijeron que no abriera la boca.

—Y lo tomaste al pie de la letra.

—Por supuesto —rio—. Me dijo tu mamá que estarán para el estreno de Madrid.

—Sí, me lo dijo también cuando se lo pregunté, pero no cree que para el de Malta porque tiene cita con la psicóloga y no quiere cancelarla.

—Podría hacer una videollamada.

—Le dije, pero insistió en que no, le gusta más presencial porque se siente mejor.

—Si se siente mejor yendo a la cita, entonces no hay que insistirle, ¿y tu hermana?

—Le puedo preguntar, pero si acepta casarse con Vincenzo y empiecen a organizar la boda, dudo que quiera acompañarnos.

—Bueno, pero podés preguntarle.

—Sí, lo haré.

Poco tiempo después, cada uno entró a su suite y no se vieron hasta la hora de la cena donde estuvieron dos horas comiendo y charlando.


📸📸📸


Durante la noche de ese mismo día, donde ambos estaban durmiendo desde hacía tiempo atrás, Amarilis atendió una llamada de una mujer llorando. Se asustó porque no entendía nada de lo que le estaba diciendo y a medida que iba despabilándose supo de quien se trataba.

—Mellea, ¿qué pasa? Me estás asustando.

Ella seguía llorando.

—Mellea... calmate, decime qué te está pasando, sino me decís no voy a poder ayudarte.

—Vi-vi-vi el anillo... no me pu-puedo dormir y-y empecé a revisar las cosas.

—Y lo encontraste.

—Sí. ¿Pu-pu-eden venir?

—¿Ahora? —preguntó perpleja y bostezando de manera silenciosa.

—Sí, pero no sé si pu-pueden.

—Tendría que preguntarle a tu hermano y si podemos conseguir pasajes. —Le dijo—, ¿por qué querés que vayamos? Vincenzo te llevó para que pudieran estar solos en ese viaje y obviamente pedirte matrimonio. Ahora que viste el anillo, sería tonto negártelo.

—No sé, me-me si-en-siento más segura con gente a mi alre-alre-alrededor —su voz se notaba trémula del llanto.

—Mellea, si aceptas casarte con él, vas a tener que aprender a vivir con él solamente. Es una etapa de la vida diferente, pero hermosa también. Tu mamá te dio vía libre para que pudieras viajar y estar con tu novio. No desaproveches la oportunidad para pasar unos días solo con él.

—Pero tengo miedo —volvió a llorar.

—¿De qué? ¿De ponerte nerviosa y no poder controlarte? Vincenzo sabe la condición que tenés, no creo que sea desconsiderado en el momento en que te lo pida, va a saber bien dónde pedírtelo.

—¿Có-có-cómo estás tan se-segu-gura de eso?

—Porque vi la manera en cómo te trata, es súper atento y muy cariñoso con vos. Un hombre así es difícil que se le pasen por alto las cosas que necesitas o dónde hacerte sentir cómoda y bien... Si decís malas palabras o no te podés controlar, lo harás, pero en un lugar donde él crea que te vas a sentir cómoda. Vincenzo no me parece de esos hombres que te podrían llegar a exponer para que te sientas una ridícula.

—No, él-él no es así. ¿Pero no quieren venir?

—No, te agradezco la invitación, pero creo que este momento es solo para ustedes dos, Mellea. Disfrutalo, ya nos contarás cuando nos veamos en Madrid. Esto que sentís es normal, pero solo tenés que tener en cuenta que sos adulta y tus papás te dieron la confianza para que te manejes sola y acompañada de alguien que te ama. Capaz que te sentís que no podés, pero sí, podés, Mellea. Todo lo que quieras hacer, lo podés hacer, sos capaz de manejarte de forma independiente y estás capacitada para llevar adelante una casa y un matrimonio. Tu condición no te limita a nada, salvo en las cosas rutinarias que me contaste en su momento, pero después de ahí, no tenés ningún impedimento.

—Entiendo —inspiró y expulsó de a poco el aire contenido.

—¿Estás más tranquila ahora?

—Sí, necesitaba hablar y te pido disculpas por haberte despertado.

—No pasa nada, hermosa. Trata de dormir, todo va a ir genial, Mell.

—Muchas gracias, por escucharme, Lis. Buenas noches.

—Gracias, buenas noches para vos también.

La hermana de Demetrio cortó la llamada y Amarilis volvió a acostarse luego de poner el celular sobre la mesa de noche.

A la mañana siguiente mientras estaban almorzando, el actor recibió una llamada de su cuñado. Este le decía que se vinieran donde ellos estaban y Amarilis escuchó atenta la conversación. Demetrio la estaba mirando y vio cómo su asistente negaba con la cabeza. El hombre le agradeció la invitación, pero le dijo que no, que era mejor que se quedaran ellos solos.

Cortó la llamada y dejó el móvil sobre la mesa para mirarla a los ojos.

—¿Por qué no querías que fuéramos?

—¿No crees que seríamos un par de intrusos? Ellos necesitan estar solos, aparte anoche tu hermana me llamó llorando —le comentó y él abrió más los ojos pensando lo peor—, se enteró de que se lo va a pedir, me llamó llorando porque revisando las cosas de él, encontró la cajita. Estaba desesperada, quería que fueramos ayer a la noche, pero la convencí de que no iba a ser bueno. Que tiene que estar sola con él y un par de cosas más, sentí que le estaba dando un sermón de hermana mayor.

—¿Y te escuchó?

—Sí, después de unos minutos se calmó y lo entendió. En parte la comprendí porque me pasaría lo mismo, es una ocasión muy importante y los nervios siempre están.

—Eso es cierto, cambiando de tema, ¿cómo viene tu día? ¿Vas a quedarte dentro de la suite?

—Pedí una cita en el spa, me van a hacer una limpieza de cutis y unos masajitos, ¿querés que te pida unos masajes?

—No estaría mal.

—Entonces termino de almorzar y voy a preguntarles.

—De acuerdo.

—El vuelo sale mañana a la tarde, como son solo dos horas, llegaremos un poco antes de la cena.

—Está bien. Quiero hacerte una pregunta.

—Decime —lo miró atenta.

—¿Cómo te sientes? ¿Estás cómoda? ¿Quisieras algo más? ¿Te gustaría que te aumente el sueldo? ¿Algo que necesites?

—¿En serio me estás preguntando eso? —cuestionó muy sorprendida—, estoy súper bien, muy conforme con todo y sorprendida con los beneficios y regalos extras que a veces me das sin que tengas esa obligación, porque no la tenés. Y el sueldo está bien también, ayuda mucho a mis papás y yo puedo permitirme ciertas cosas que antes no podía tanto, así que... ni se te ocurra querer subirmelo. Capisce?

—Capisco —rio ante su pregunta.

Pronto Amarilis fue hacia el spa para pedir una cita de masajes para una persona más y le dieron el turno unos minutos después del que ella tenía.

El día se les pasó muy rápido y el siguiente día también.


📸📸📸


Madrid, España

URSO Hotel & Spa

Volaron a Madrid con el avión privado de Demetrio y se instalaron cada uno en su habitación, cenaron dentro del cuarto y se fueron a dormir.

El día del estreno de Buio, película que ya estaba en varios cines de la ciudad de Roma y en otras tantas, se volvieron a ver con la familia del actor. Mellea muy contenta por ver a Amarilis y por lo que le había pasado con Vincenzo, y de inmediato le mostró el anillo.

—Es hermoso, me alegro mucho de que le dijiste que sí —sonrió contenta.

—Estaba nerviosa igual, pero tiré malas palabras en el balcón de la suite, ahí me lo pidió con la vista de la torre Eiffel.

—Súper romántico.

—Estoy muy feliz —dijo la chica dando saltitos de felicidad.

—Se te nota. Estás radiante.

La asistente llevaba un vestido largo de color lila. Uno de sus colores favoritos y Demetrio había quedado fascinado cuando la vio con el diseño del vestido y el precioso color.

—Estás despampanante —admitió y ella se puso toda colorada.

—Gracias.

La familia, el actor y ella salieron del hotel con los coches que les había ofrecido el lugar donde se estaban hospedando y los dejó en la entrada del cine.


📸📸📸


Apenas se bajaron todos de los vehículos, Amarilis le fue indicando a Demetrio lo que tenía que hacer y poco tiempo después debió entrar para ver cómo iba todo, Gennaro le siguió para darle una mano.

Dos horas más tarde donde habían visto por segunda vez la película, Zinerva le pidió a su hijo que hablara unos minutos con ella. Ambos se alejaron de los demás y dejaron que salieran de la sala de cine.

—Seré directa contigo, creo que mereces que lo sea, me va a ser mejor para mí también. —Expresó y lo miró a los ojos—, ¿te gusta?

Su hijo ni siquiera tuvo que responderle, solo asintió con la cabeza.

—Bueno, en ese caso, vas a tener que decírselo. Yo no he criado un hijo cobarde, de serlo jamás hubiera trabajado para estar aquí.

Demetrio se sorprendió de buena manera.

—Una cosa es un trabajo, otra diferente decírselo.

—Ya encontrarás la forma de confesárselo. Ahora, vamos con los demás, no queremos que sospechen —se rio y lo tomó del brazo para salir juntos.

—¿Todo bien? —Les preguntó Enrico.

—Sí, papá.

La prensa siguió sacando fotos, entrevistando a los actores y productores, y no faltaron las preguntas sobre su asistente personal que él respondía con amabilidad.

Mellea, Vincenzo y Amarilis se quedaron en un rincón, estos dos primeros charlando y la argentina sacando fotos, y videos para subirlos al perfil del actor y en las historias.

El actor pidió por su asistente para sacarse fotos cuando terminó con su familia y fue Zinerva quien le agarró el móvil para decirle que fuera.

—Pide por ti, ve —le respondió.

Amarilis quedó un poco descolocada, pero reaccionó y caminó hacia su jefe. Se puso a su lado, él la tomó de la cintura y ella unió las manos sujetando la cartera. Ni loca iba a pasar su brazo por detrás para abrazarlo también. Ya bastante tenía con aceptar sacarse fotos con él para la prensa, algo que no le parecía buena idea por las teorías que podían generarse a su alrededor.

Luego pasaron a la fiesta del estreno donde festejaron hasta las dos de la madrugada.


📸📸📸


URSO Hotel & Spa

—Buenas noches a todos. —Les respondió a los que estaban en el pasillo y cuando entró recargó la espalda contra la puerta suspirando de alivio.

Demetrio la tenía a mal traer.

El día antes de volver a Roma, la familia del actor regresó a la ciudad y ellos se quedaron para que el italiano descansara, ya que habían decidido volver en avión con un vuelo comercial el día siguiente por la tarde, porque el evento de coches lo tenía a la noche.


📸📸📸


El jefe y su asistente se encontraban sentados en el restaurante del hotel en Madrid, esperando por platos y Demetrio no quiso alargar más lo que tenía para decirle a ella. Se armó de valor, la miró a los ojos y le habló con la mejor claridad posible que podía tener en esos momentos.

—Sé que no es un lugar muy romántico, pero no puedo sostener más lo que siento. —Admitió y la chica se puso nerviosa—. Me gustas. —Fue directo y sin vueltas.

Amarilis casi se desmaya ante la confesión. No sabía cómo reaccionar y ni qué responderle. No quería decirle lo mismo por miedo, porque sentía que era todo muy rápido. Y, para evitar confusiones y un posible escándalo hacia él, actuó como si no le importara lo que le estaba diciendo.

—Me halagas, pero no podés gustar de mí. —Le respondió y expresó lo peor que le podía haber dicho—, vos a mí no me gustas. —Se lo dijo en la cara, mirándolo a los ojos, y directa.

Tan directa que Demetrio se lo creyó.

—¿Cómo? Sentí todos los indicios, sentí todas las señales, tu manera de mirarme, todo, ¿cómo puedes no gustar de mí? —cuestionó con seriedad.

—Porque no siento nada por vos. No me gustas, una lástima que creyeras eso, pero esa es la verdad.

—Pero...

—Demetrio, por favor, no insistas.

Él solo asintió con la cabeza y bebió de su vaso de gaseosa. Todo el resto de la cena fue muy incómoda, pero los dos trataron de disimularlo lo mejor posible.

Ya dentro de la suite de cada uno, Amarilis estalló en llanto por ser una estúpida, porque no quiso decirle la verdad por miedo a las repercusiones que podrían causar en su carrera y en el odio de las fans.

Se sentó en el borde de la cama y envió un mensaje a su amigo para saber si estaba disponible para llamarlo.

—Nena, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?

—Demetrio me dijo me gusta de mí, hace un rato me lo dijo.

—Me imagino que vos le dijiste lo mismo... —le contestó y ella lloró más—, ¿no? Amarilis te mato —gritó desesperado—. Sos re boluda, ¿por qué? —Se quejó.

—Le dije que yo no gustaba de él —admitió y más lloró.

—¡No! —exclamó sorprendido—, te lo tenía todo en bandeja y le dijiste que no, ¿por qué? Dame una buena excusa —dijo mal humorado.

—Le puedo cagar la carrera, se le podrían venir muchas fans en contra.

—¿Cagarle la carrera? ¿En serio me estás diciendo eso? No te lo creo, desde que trabajas para él que el tipo tiene trabajo tras trabajo, me sorprende viniendo de vos. Y las fans, que se vayan a cagar, las fans con dos dedos de frente van a entender que fue lo mejor que le pudo pasar a Demetrio, si incluso tenés tus propias páginas fans, Amarilis. Las chicas te adoran y shippean a pleno con ustedes.

—Vi lo mejor para él.

—No, sabes bien que lo mejor para él sos vos.

—Es lo que vos crees.

—Es lo que él cree también, de no serlo, nunca te lo habría dicho, me dijiste que leíste lo que Demi me dijo y vos estabas dudando porque no te lo decía, ahora que te lo dijo, huiste como una rata.

—Soy una pelotuda.

—Coincido... Y si vos no le decís que te equivocaste, me importa un pito si te enojas, se lo voy a decir yo.

—Ni se te ocurra, Bruno —le gritó—. Te dejo de hablar si me haces eso.

—Chupamela, Amarilis.

—No me gusta la tuya.

—Te gusta la de otro, pero la cagaste porque no le dijiste la verdad.

La chica hizo vocecitas burlonas y su amigo ni siquiera se rio.

—No me da risa lo que haces. Tu actitud es de pendeja.

—Tengo veintitrés, en parte soy pendeja.

—Para lo que te conviene, pero parece que no querés ser feliz.

—Es actor, no se va a quedar quieto, estos no son de amor eterno para una sola mujer.

—¿Y vos qué sabes? ¿Se lo preguntaste? ¿Saliste con alguien del medio? No... así que no supongas, Amarilis.

—Pobre... si vieras la cara que me puso cuando le dije que no gustaba de él, me dijo que sintió las señales que al parecer yo le daba.

—Que al parecer no, que le dabas, pero por estúpida la cagaste.

—Bueno, ya está, me voy a lamentar con la almohada y llorar hasta dormirme.

—Que te sea leve, cualquier cosa, sino podés dormir, me llamas de nuevo.

—Gracias —su voz sonó con congoja.

La argentina cortó la llamada, se desvistió, se puso el pijama y se metió a la cama para intentar dormir.

El día del evento regresaron a Roma por la tarde y cada uno entró a su departamento.

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