🎬 30 📸
Milán, Italia
Hotel dei Cavalieri
The Roof Milán
Alrededor de las ocho de la noche, Amarilis decidió subir al último piso donde se encontraba la terraza para ver el paisaje nocturno de la ciudad, se sentó en una de las sillas que estaban libres y en pocos minutos el camarero la atendió.
—¿Tendrían bitter? No bebo alcohol. O mejor, ¿qué me sugieres pedir que no contenga alcohol?
—Podría ofrecerle algo fresco para esta noche que es algo calurosa.
—¿Algo con cítricos?
—Sí, el Virgin Mojito. Contiene lima, azúcar, menta y ginger ale.
—Suena bien, entonces ese.
—Perfecto. Enseguida se lo traigo, señorita —le dijo con amabilidad y una sonrisa.
Acordándose de nuevo, se dio cuenta que en todo el día no había tenido el celular con ella y tenía que pedírselo a Demetrio porque él fue el último que había agarrado su aparato. El camarero le trajo un pequeño cuenco para que probara la crema con los grisines que se encontraban en el otro recipiente que le había traído.
Amarilis se estaba relajando con la vista de la ciudad, con el ambiente que tenía la terraza y pensaba también todo lo que le había pasado hasta el día hoy, su vida había cambiado por completo, de ser una chica que estaba en el anonimato, terminó por trabajar para uno de los actores más codiciados de Italia.
La tranquilidad se le fue cuando se sentó sin que fuese invitado, su exjefe y a la joven se le transformó la cara. No podía creer que estuviera ahí y en el mismo hotel.
—No te lo podés creer que esté acá también, ¿no? —Le sonrió de manera cínica—, después de tu renuncia me conseguí alguien más efectiva, tanto para dar como para recibir, hace buenos contactos con otras empresas extranjeras y no podía evitar aceptar una afiliación de una empresa italiana para firmar un contrato casi millonario.
—¿Y a mí qué carajos me dice? Me importa un cuerno el porqué está acá o si se consiguió a otra. Gracias a usted y a mi renuncia, tengo el trabajo de mis sueños.
—¿Por qué te creíste que te subí de puesto cuando solo habías entrado hacía poco? Me gustabas y la mejor manera de tenerte cerca era ponerte como jefa de área.
—Mire, ya no me interesa nada de lo que diga, para mí usted es un cerdo y será mejor que se vaya porque empezaré a armar un escándalo —respondió ya enojada.
—Sí... como la última vez que nos vimos, ¿no? Con ese supuesto actor de cuarta.
—Es mucho más hombre que usted, que se aprovecha de sus empleadas —sonrió con sorna.
El camarero apareció en el mejor momento.
—¿Está todo bien, señorita?
—Sí, ¿podría beber el cóctel adentro?
—Por supuesto.
Ella se puso de pie y acompañó al chico que la estaba atendiendo. Se sentó intentando calmarse y pronto el mozo le dejó su aperitivo sin alcohol.
Su exjefe había quedado furioso por la manera en cómo lo había dejado, no le gustaba nada su actitud y le envió un mensaje de texto creyendo que ella lo leería, para que se enterara lo que tenía pensado hacerle, pero donde sonó fue en la habitación de Demetrio, donde este estaba vistiéndose para ir a cenar. Le pareció raro el sonido porque no era el que tenía en su móvil hasta que cayó en la cuenta de que se trataba del móvil de Amarilis, que se lo había guardado en el otro bolsillo del saco que había usado la noche anterior. Lo sacó de allí y miró el mensaje desde las notificaciones de la pantalla bloqueada.
Cuando leyó lo que le había enviado, echó fuego por los ojos, se había cabreado de tan solo leer lo que el tipo le escribió casi con lujo de detalles.
Terminó de ponerse el blazer y salió del cuarto junto con ambos móviles y la tarjeta magnética. Entró al ascensor y apretó el último piso, se encontraba impaciente porque estaba preocupado por miedo a que al tipo se le ocurriera hacerle algo de verdad en público, como armando un escándalo o a solas, y estando a solas ni quería pensar de lo que era capaz de hacerle ese sujeto. Apenas las puertas se abrieron, salió caminando hacia la terraza, pero no la vio allí. Entró al restaurante donde se acercó a uno de los mozos y preguntó por una mujer de tales características como se la había descrito. El hombre le dijo que estaba detrás de él.
—¿Puedo sentarme?
—Sí —asintió con la cabeza—. ¿Estás bien? —formuló de manera preocupada.
—Sí, yo sí, ¿y tú?
—Estoy bien también.
—¿Segura? Sé que tu exjefe está acá también. Me enteré porque te envió un mensaje recién.
—El celular lo tenías vos —dijo incómoda—, me olvidé de pedírtelo hoy, es raro porque borré su número.
—Se envió con un mensaje de número no agendado.
—¿Qué decía?
—No creo que lo quieras saber, Amarilis. No es nada agradable el mensaje.
—Entiendo. Me sorprendió verlo de nuevo, pero me dijo que se consiguió una persona que sabe dar y recibir, y que es efectiva para hacer negocios con empresas del exterior.
—Bien por él, a ti no te debe afectar, ¿o sí?
—Me molesta que esté aquí porque siento que me está persiguiendo, pero también puede ser una casualidad y no es lo que yo creo. No quiero hablar de él, cambiemos de tema mejor. ¿Pudiste hablar con alguno de tus papás?
—Sí, me dijeron que me acompañarán a Berlín y ya conseguí habitaciones. Reservé cuatro cuartos.
—¿Cuatro? ¿Por qué tantos? Si estará tu hermana puedo compartir con ella el dormitorio.
—Esta vez vendrá su novio. Así que tuve que reservar cuatro, para mi familia una suite para cuatro personas y otras tres, porque también estarán mi representante y su esposa.
—Ah, en ese caso me parece bien.
—A menos que quieras que cancele una habitación y la compartas conmigo.
—El día que fuimos a Florencia fue un caso que ninguno de los dos pudo saber. Ahora si querés ahorrar, cancela el cuarto, pero yo duermo con tu hermana y vos con tu cuñado. ¿Te parece bien?
—Mi cuñado tiene pelos y es áspero.
—Es lo que hay, jefe. No puedo darle otra solución —bebió de su copa.
—Entiendo, tendré que conformarme con dormir solo y abrazo a la almohada.
Ella se rio sin decirle algo más y volvió a tomar del aperitivo sin alcohol, pocos minutos más tarde pidieron la cena. Entre buena comida y charla con risas pasaron dos horas agradables, tan así que parecía que los dos se complementaban. A Demetrio le gustaba cada vez más, tanto que hasta creyó estar enamorado de ella, sabía que era muy pronto, pero así se sentía. A Amarilis también le gustaba cada vez más, no sabía si era un paso a que estuviera enamorada de él, pero se sentía bonito lo que le producía cada vez que estaba cerca de su jefe.
Ya una vez en el piso de las suites, cada uno se deseó las buenas noches y entró a su cuarto correspondiente. La chica se descalzó, se aseó de nuevo, se cambió el tampón y se tomó la anteúltima pastilla que le quedaba del blíster. Cuando se desvistió, entró a la cama y decidió hacer una videollamada con su madre.
—¡Hola, mami! ¿Cómo están?
—¡Hola, mi amor! Todo bien, ¿y vos? Qué alegría verte —le sonrió.
—Yo estoy bien, todavía estamos en Milán, la ciudad es increíble y muy lujosa. Yo también estoy feliz de verte, por eso quería hacer videollamada, para verlos. ¿Y papá?
—¡Acá! —gritó el hombre desde la cocina—, tu mamá me puso a cortar la ensalada.
—Para que se despejara un poco, que todo el día está metido en el galpón.
—Me parece bien —rio a carcajadas—, ¿cómo estás, pa? —Le preguntó cuando lo vio en la pantalla.
—Todo bien, Lis. ¿Y vos?
—Bien también. Cansada de tanto caminar, pero contenta también.
—¿Y con el susodicho cómo andas? —Quiso saber su padre.
—Bien. Avisándoles a ustedes que cada día me gusta más —se puso triste de repente.
—¿No tendrías que estar alegre al saber que te gusta? —cuestionó su madre.
—Sí, pero... no sé, a veces su manera de ser conmigo me da a entender que gusta de mí también —les omitió en contarles que había leído el mensaje que Demetrio le había enviado a Bruno sobre ella—. Pero tampoco quiero decir algo más y luego sea algo que mi mente se imaginó.
—Es normal que te sientas así.
—Supongo que sí, en fin... llamaba para preguntarles algo más también. ¿No les gustaría venir a pasar las vacaciones de invierno acá? En julio acá es verano, creo que les vendría bien tomarse unos días de descanso y pasar las vacaciones conmigo, hay un cuarto más en el departamento donde estoy. ¿Qué opinan? —Sonrió.
—¿Decís que vayamos? ¿No tendrás que hacer trabajo extra para acomodar su calendario para después de las vacaciones? —preguntó Alba.
—El trabajo que hago me lleva como mucho dos horas. Es solo acomodar las fechas, los horarios y los lugares de los eventos y de lo que tenga para ese día. Él se va del país durante dieciocho días, así que yo estaré libre. Solo tendrían que decirme qué día vendrían y nada más.
—¿Y lo demás?
—Yo me encargo de todo, no se preocupen por eso. Otra cosa, ¿pudiste sacar la plata de la cuenta? ¿Tuviste algún problema?
—Sí, la saqué y no hubo problema. Lis... es demasiada plata —contestó muy preocupada.
—No importa, yo te dije que sacaras la cuarta parte del sueldo, él ya me depositó lo que me correspondía de este mes, así que no se preocupen por mí. Ustedes terminen de pagar las cuotas del crédito y gasten en lo que quieran el resto.
—Está bien, gracias.
—No me las den. Si yo disfruto, yo quiero que ustedes también lo hagan. Y no insistas con lo mismo, ya lo dejamos claro.
—De acuerdo —Alba se rio porque sabía de lo que estaba hablando.
—¿Intentó besarte? —Su padre fue muy directo.
—Papáaaaaaaa —quedó sorprendida—, no, no intentó nada, ni siquiera me dio un beso en la mejilla —les dijo y se echó a reír en la cama—, solo besos en la mano cuando cada uno se va a su habitación.
—No puedo creer que sea tan caballero, es como si fuera un cordero —comentó su padre.
—Quizás solo tenga la piel del cordero, pero en realidad es un lobo hambriento —admitió Amarilis y Gustavo se puso colorado.
Alba y su hija se echaron a reír de nuevo cuando vieron la cara del hombre.
—Poniéndonos serios, creo que haré los trámites para tener la ciudadanía italiana, no sé lo que piensan ustedes, pero tendré más facilidades para cuestiones bancarias y para entrar a Estados Unidos, por ejemplo, sé que tiene algo allá en noviembre si mal no recuerdo, y sin visa o sin ciudadanía no puedo entrar.
—Creo que tendrías que hacerla, es mejor, ¿aparte no es que tenés que renovar cada tres meses una licencia de trabajo? —preguntó su padre.
—Sí, que se me vencería en agosto, pero si tengo la ciudadanía sería como trabajar permanentemente acá, o eso creo y no estaría pendiente de las licencias para renovarlas porque ya dejarían de funcionar.
—Hacelo, Lis. No lo pienses tanto, es otro documento más —sonrió Gustavo.
—De acuerdo, mañana le diré que tramite los papeles cuando tenga un poco de tiempo.
—Mejor. —Fue el turno de su madre en contestar.
—Bueno, los dejaré tranquilos, nos hablamos un día de estos, capaz que ya cuando esté en Berlín o antes y me comunico por el chat grupal.
—Tranquila, no hay problema —dijo Gustavo con una sonrisa.
—Les mando un beso grande, ya me voy a dormir —les respondió tirándoles un beso con la mano.
Sus padres hicieron lo mismo y la saludaron con la mano también. Amarilis cortó la videollamada. Programó el despertador, dejó el celular sobre la mesa de noche, apagó la luz y se acostó para intentar dormir, y no pensar en el energúmeno de su exjefe.
Dentro de la suite de al lado, Demetrio estaba dentro de la cama y subiendo una foto en su perfil.
demetrio.cabassi Foto de ayer del lugar del desfile.
gio.9 Bellísimo ♥
demetrio.cabassi Muchas gracias, Gio ♥
gio.9 Me has respondido, todavía no lo creo O.O, ¡eres lindo lindo, Demi! ♥
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