Uno.
Era otra noche, lo sabía perfectamente. Me bajé del auto con las manos temblorosas, sabiendo que iba a vivir uno de esos momentos que tanto odiaba y no podía evitar. Esas situaciones me daban mucho miedo, ya que nunca había ido a un club como ese en mi vida y eran esas cosas que debía superar con Declan. En mi país, Corea del Sur, había algunas discotecas, pero nunca había ido a ninguna y mucho menos a una que fuera como esa. Levanté la mirada para encontrarme cara a cara con un cartel de neón rosa que decía que era un club de hombres y al lado había una mujer con poca ropa casi dándome un spoiler de lo que iba a vivir.
Me armé de valor, con las manitos temblando y caminé hasta la puerta, en donde un hombre me observó como si fuera una broma. No lo culpaba, no medía más de 1.55 y ese día vestía de aquel modo tan light, como le decía Declan. Aun así, ahí estaba decidida a entrar y hacer todo para lograrlo.
Tenía que ir a buscar a mi jefe.
Declan Scott era mi jefe desde hacía más de un año, aunque nos habíamos conocido hacía tres y me había vuelto su asistenta casi sin quererlo. De un día para otro, cuando llegó a la editorial Scott, su hermano, el dueño, me pidió que estuviera pendiente de él. Desde ese momento mi vida había sido ligada a Declan de un modo que ni siquiera yo podía explicarlo. Había sido un golpe, un choque de realidades y dos personas totalmente diferentes.
Tomé aire y caminé para enfrentar al señor con cara de pocos amigos, digno de una película. Tenía anteojos negros en la noche y un auricular en el oído que seguramente le decía cosas sobre el interior. Por un momento quise pagarle y pedirle que fuera por Declan, pero ni yo sabía bien en dónde estaba.
Esa noche me había llamado Marcus, el hermano de Declan, para avisarme que el rubio estaba pasando un mal momento. Hacía muy poco tiempo que su padre se había muerto y era entendible que estuviera conviviendo con sus demonios ahora que era huérfano. Pero Declan no había dejado de meterse en problemas y yo era la que tenía que salvarlo de todas esas situaciones.
Sí, me pagaban extra, pero no significaba que me gustaba seguirle los talones. Yo tenía que estar en otro lado en ese momento y aun así ahí estaba buscando a mi jefe. Tal vez era porque mi jefe me volvía loca.
—¿Adónde quieres ir, blackpink? —me cuestionó y puse cara de pocos amigos. Ahora que el grupo de kpop había explotado en Estados Unidos solían compararme con ellas todo el tiempo, casi la mayoría de las personas me preguntaban si conocía a alguna de las chicas. Los americanos a veces eran personas muy tontas.
—Eso es racista —le respondí cruzándome de brazos, aunque sabía que daba más gracia que otra cosa. De hecho, él se rió en mi cara y movió su mano para que me corriera. Cuando lo hice, un hombre pasó a mi lado y me miró de arriba a abajo, haciéndome sentir sucia—. Necesito pasar, mi jefe está ahí dentro y está muy borracho. Tengo que sacarlo de ahí...
—Mira, me importa muy poco qué drama coreano estás viviendo ahora mismo. No dejamos entrar a menores.
—¡No soy menor! —exclamé horrorizada, tomando mi cartera para mostrarle mi identificación y cuando lo hice, el hombre dudó unos minutos mirándome de vuelta. Sabía que tenía aspecto menor, pero eso no significaba que no tuviera la edad suficiente para entrar.
—Es un club de hombres. Las mujeres no llevan ropa, dudo que quieras desnudarte.
—Que grosero eres —le dije al instante porque estaba siendo muy malo conmigo y yo me estaba empezando a sentir más pequeña. Miré hacia la puerta, que estaba abierta, pero una cortina cubría el interior y quise ver si podía encontrar a Declan. La música disco estaba muy alta y sabía que si gritaba no iba a lograr nada—. ¿Y si me gustan las mujeres? ¿ah?
—No tienes pinta de lesbiana.
—Que grose... ¿que tiene que ver la pinta? Estás siendo racista y ahora homofóbico. Mi padre es un hombre muy importante en Corea del Sur, ¿sabes? Si se entera que están tratando así a su hija...
El hombre parecía cansado de mí y por un momento quise seguir peleando con cualquier tipo de excusa. Pero al final comprendí que la única manera que tenía de entrar era pagando. Con mi cartera en mano saqué varios billetes, más de los que me podía imaginar, y se los di uno por uno. Su sonrisa me indicó que podía entrar y puse los ojos en blanco mientras avanzaba.
El lugar era más horrible de lo que imaginaba y por un momento me sentí realmente intimidada por todo lo que pasaba a mi alrededor. Estaba realmente en una de esas películas de adultos en donde todo el mundo estaba desnudo, por suerte los hombres no lo estaban del todo. Me avergonzaría mucho ver por primera vez el aparato reproductor de un hombre de ese hombre. Si mi padre se enteraba de eso iba a matarme y después a Declan, por supuesto.
—Hola, linda, siempre supe que los asiáticos tenían fetiches —dijo la voz de una mujer que apareció de la nada, tomando mi cabello pulcramente peinado y di un paso hacia atrás avergonzada. Notó de inmediato que estaba atemorizada por todo y me miró buscando explicaciones—. ¿Tu novio, no? Siempre hacen eso. Se enamoran de vírgenes y vienen aquí a descargar su frustración...
¿Declan hacía eso? Me sentí tan pequeña en ese momento que no supe qué decir, porque la mujer estaba dando a entender que Declan me estaba cambiando por otra chica y que era virgen. Todo era bastante real.
—Sí... no quiero hacerle un escándalo... solo quiero encontrarlo. Tenemos que casarnos pronto y no quiero que mi padre se enoje con él —le expliqué y la chica asintió—. Si me dices en dónde está lo tomaré de la oreja sin hacer un desastre y me iré por donde vine.
—No sé cómo se llaman todos los chicos de aquí, linda.
—Es rubio, rico y guapísimo.
Ella se rio frente a mi como si todos fueran así y decidí sacar mi teléfono para mostrarle una fotografía de Declan junto a mí. Me avergonzaba tenerla como fondo de pantalla, pero él nunca miraba mi teléfono y yo podía darme ese pequeño gusto de ver su carita perfecta de vez en cuando. La chica me dijo que lo había visto, que había pagado una fortuna para encerrarse en un lugar privado y avancé hacia ese lugar indicado conteniendo la respiración.
—No entres en pánico, Suni, tú puedes —me dije mientras caminaba con miedo hasta el lugar que me habían indicado y abrí la cortina de par en par.
Para mi sorpresa, la imagen no era tan mala. Una chica muy bonita con poca ropa estaba sentada sobre el regazo de Declan y tecleaba en su teléfono de manera aburrida. Cuando me vio comenzó a reírse y comprendí porque lo estaba haciendo, éramos realmente muy parecidas. Me sonroje por completo, aunque era una suerte que no podía notarlo por las luces bajas y la luz neón violeta. Finalmente miré a Declan que estaba casi desmayado sobre el sillón, con los ojos desorbitados y los brazos abiertos.
—¿Eres Suni, no? No ha dejado de hablar de ti... creo que está muy borracho o drogado. Deberías sacarlo de aquí, odian a los tipos así... pero como paga bien quise quedarme —me explicó medio entre gritos porque la música estaba muy alta. Asentí y caminé hacia Declan, llamándolo por su nombre aunque él parecía estar realmente ido—. Es muy dulce, me ha dicho unas cosas preciosas con tu nombre...
Me sentí realmente nerviosa al escucharle decir eso porque sabía cuál era la realidad de los hechos y porque Declan estaba haciendo eso. Sin embargo, traté de ignorarla y ella se cansó, notando que no iba a sacarme dinero. Con mucho esfuerzo, levanté a Declan y apenas nos vieron salir, los hombres de seguridad fueron los que nos echaron. Casi salimos despedidos por la puerta y fue una suerte que logré atrapar a Declan antes de que cayera al suelo.
Al menos había logrado sacarlo de ese lugar y ahora faltaba lo más complicado: ir a su casa. Sabía que era lo que menos quería, pero no podía llevarlo a mi casa.
—¿Necesitas ayuda, Suni?
No podía llevarlo a mi casa porque estaba con el hombre que me habían pedido que me casara. El llamado de Marcus fue en medio de nuestra primera cita y yo ni siquiera lo dudé. Para mi mala suerte, mi comprometido, Jiho, se ofreció a ayudarme con buenas intenciones.
—Te quiero, Suni, te quiero...
Las palabras salieron de la boca de Declan de la nada y me petrifique al comprender que seguramente el chico con el que debía casarme había comprendido que estaba sucediendo. Declan me abrazó y tuve que soportar el peso de su cuerpo, pero al mismo tiempo el de nuestros corazones rotos.
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nota de autora:
Bienvenidos a esta odisea ♥ espero que les guste el primer capitulo de la asistente del jefe, sé que les va a gustar sobre todo si les gustó la novela anterior o están acostumbrados a doramas ♥ los espero con mucho amor, no se olviden de comentar que me ayuda a seguir motivada :D
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