Seís.
En ese momento, me sentí totalmente desnuda ante el mundo y solo estaba frente a Declan. Su mirada podía quemarlo todo y a mi incluida, de un modo que no sabía ni siquiera como hablar. Tenía calor, no lo voy a negar y el vestido se me pegaba al cuerpo debido a eso. Por un momento pensé que la mejor opción era dejar la cita, salir con Declan y olvidarme de todo el mundo. ¿Qué podría salir mal? Si decepcionaba a toda mi familia por él no importaba más.
Volví a la realidad cuando mi teléfono sonó y vi que era Jiho, seguramente le estaba haciendo esperar. ¿Cómo le decía que ya no quería verle? ¿Cómo cancelaba esa cita?
—¿Tienes una cita? —preguntó Declan con total tranquilidad, como si pudiera oler desde lejos mis nervios.
Tomé aire y traté de pensar que decirle. No sabía si sonar misteriosa, darle celos o simplemente contarle la verdad. Para mi desgracia, la verdad no es la mejor opción en ese momento. Me daba pena cuando ponía mentiras en nuestro camino, porque me alejaba más de él de un modo u otro.
—Sí, con Jiho —le expliqué, mostrándole el teléfono ante su llamada—. ¿Me veo bien?
Para mi sorpresa, incluso en un momento como ese, buscaba su aceptación. Declan me observó de vuelta con esa mirada que podía derretir a cualquier persona y esta vez lo hizo de arriba a abajo. No sabía que quería escuchar en ese momento, mi mente fantaseaba demasiado con novelas románticas donde todo funcionaba según un guión. En ese mundo ya había empezado a comprender que no vivíamos en una historia así, sino en una mucho más cruda.
—Me gustaba mucho más la Suni real.
Al decir eso, hizo un chasquido con la lengua y caminó como si nada, buscando abandonarme luego de lo mucho que me había lastimado con sus palabras. Era la verdad, por supuesto, pero me dolía que lo dijera como si fuera algo horrible de ver.
—¿La Suni real? —pregunté, girando para verle la espalda ancha mientras avanzaba hacia la sala principal. Lejos de mi, como siempre—. ¿Quién eres para decidir cuándo soy real o no lo soy?
Se detuvo, algo que yo quería conseguir y se dio vuelta lentamente para observarme con la misma intensidad de antes. Esta vez fui yo la que terminó nuestra distancia, haciendo que cada paso sonara en el suelo y me diera la seguridad que necesitaba. Declan no se movió, solo me observó atento con las manos en los bolsillos de su pantalón azul. Me temblaba el cuerpo, pero eso no me detuvo en ningún momento. Si tenía que enfrentarlo con miedo, iba a hacerlo de todos modos.
—Te conozco lo suficiente para darme cuenta que esta no es la Suni que conozco. Hemos ido a millones de eventos y nunca se te ha pasado por la cabeza vestirte así...
—¿No te gusta? —pregunté con miedo de su respuesta y, para mi sorpresa, mi voz se quebró un poco al hacerlo. Quería gustarle tanto que no sabía cómo podía dolerme el escuchar una negativa.
—¿Gustarme? —se le escapó una pequeña risita que no me gustó nada y lo observé en silencio, queriendo entender. Estábamos cerca, por lo que solo tuvo que dar un par de pasos hacia mi para quedar casi pegados. Alzó unas de sus manos y apartó el cabello de mi rostro, con una delicadeza que hizo a mi cuerpo temblar. No podía imaginarme qué podía pasar si tocaba alguna otra parte de mi cuerpo—. No puedo ni respirar ahora mismo.
Él no podía y yo tampoco. Levantó la mirada, observando solo a mis ojos y me quedé muda. Mi respiración estaba algo agitada solo por tenerle tan cerca y la idea de besarlo nunca fue tan tentativa como en ese momento. No sabía qué era lo que deseaba para mi primer beso, pero no me importaba que fuese ahí. Vistiendo como una persona totalmente diferente a la normal, pero siendo la misma chica de siempre. Lo quería a Declan, al beso, a la situación. Sin embargo, sabía que no era el momento adecuado todavía.
—Tengo que irme —susurré y él, luego de un largo suspiro, asintió.
Alejarme fue un dolor, aunque sentí más complicado caminar hacia el auto de Jiho. Estaba estacionado y no parecía preocupado por mi larga tardanza, me sonrió cuando me senté a su lado. Sin embargo, cuando pudo observarme, noté sorpresa en su mirada y por un momento miró hacia otro lado. La tensión se sintió en el auto y vi como dudaba lo que quería decir, casi balbuceando.
—¿Sucede algo? —pregunté lo más inocente posible, aunque me daba hasta vergüenza hacer ese papel. Recordé todos los consejos de Laura y Lizzie y puse una pierna sobre la otra esperando que el vestido no se subiera mucho. Logré mi cometido cuando sus ojos fueron directamente hacia ese lugar y yo morí de vergüenza en ese instante.
—¿Qué... qué haces vestida así, Sun?
—¿Vestida como? —quise saber mirando con ingenuidad al contrario.
—Como si no fueras tú.
Puse los ojos en blanco, estaba un poco cansada de escuchar ese tipo de respuestas. Sobre todo de hombres que creían que me conocían lo suficiente en base a mi vestimenta. Si bien no era mi atuendo favorito, no significaba que en algún momento quisiera lucir algo por el estilo.
—¿Por qué crees que sabes todo sobre la manera en la que visto, Jiho? —pregunté sin importarme lo mal que estaba respondiendo en ese momento—. La ropa no me define, ¿sabes?
Mi manera prepotente de hablar no era algo mío, lo estaba haciendo en parte por el personaje y también porque tenía el valor de decirlo debido a eso. Podía decir lo que nunca comentaba porque mi cultura me lo impedía, porque no podía ser irrespetuoso con mis mayores. Eso se notó en el rostro de Jiho, que me miró frunciendo el ceño y claramente ofendido por mi atrevimiento.
—No quise ofenderte...
—Está bien, ¿podemos marchar? Me estoy agobiando ahora mismo —mentí, más bien me estaba ahogando en mis propias mentiras y todavía podía sentir el calor que la mirada de Declan me había dejado. Asintió y arrancó, dejando atrás la casa de los Scott.
La velada siguió en silencio, lo suficiente para volverlo todo muy incomodo. Yo miraba hacia cualquier lado que no fuese él y me sentía tan nerviosa que en un par de ocasiones casi caigo directo al suelo. Por suerte no sucedió, porque iba a terminar mostrando mi ropa interior a todo el restaurante si llegaba a caer.
El lugar era muy vistoso y estaba segura que era caro, entendía que quería conquistarme o demostrar que tenía más dinero que mi padre. Tomé aire y me senté frente a él luego de estar dándome ánimos por largos minutos en el baño.
Frente a mí había una botella de soju, el licor que solíamos tomar los coreanos y si bien imaginaba que era para Jiho, me serví en un vaso pequeño. Di un trago largo, de esos que veía que daban mis compañeros de universidad en las fiestas. Nunca había tomado a pesar de sentirme presionada por eso constantemente, solo fingía hacerlo y luego lo tiraba en algún vaso. Pero en ese momento, tomé dos veces como si fuera experta en eso.
—¡Hace tanto que no tomaba soju! —exclamé contenta con una sonrisa al golpear el vaso sobre la mesa—. Me gusta más con cerveza, pero lo echaba tanto de menos...
—No sabía que eras de tomar...
—¿Yo? Puff, siempre. Sobre todo cuando salgo con amigos —mentí, esperaba que no me obligase a nombrar a mis amigos porque no tenía ninguno en ese país—. Solía tomar con mi padre, él es un experto y... bueno, no tendría que contártelo, pero muchas veces llegaba a mi casa borracha y tenían que cargarme a la cama.
Jiho me miraba sorprendido pero no decía ni una sola palabra mientras hablaba sin parar. Le conté historias sobre alcohol que nunca había tomado, amigos que nunca había tenido y bajones que jamás me habían sucedido. Ahora parecía una alcohólica encubierta y si bien él no me decía nada, no sabía que tanto se estaba creyendo el cuento.
—Vaya...
—¿Sucede algo? —pregunté, alzando una de mis cejas—. ¿Pensabas que era una chica buena e inocente? Por favor, Jiho, pensé que eras menos ingenuo.
—No, obvio no pensé eso... estás muy... a la defensiva hoy.
—O tal vez estás acostumbrado a que las mujeres no te respondan —comenté alzando una de mis cejas mientras le daba otro trago a mi vaso y me acomodaba el vestido que se me subía—. Las mujeres tenemos cerebro, Jiho. A ustedes los hombres parece que les sorprende mucho.
Me reí de manera exagerada y en voz alta, haciendo que mi compañero me miré sorprendida. Las mejillas me quemaban y estaba segura que se debía al alcohol. Por si acaso no seguí tomando, no quería ponerme a vomitar en ese mismo momento. Iba a decir algo más y Jiho terminó por extender su mano para tomar la mía.
—¿Qué está pasando, Suni? Si algo pasa nos podemos ir de aquí y hablarlo. No tienes que armar todo este espectáculo. Me importas más que un compromiso, pero si no me hablas estamos en problemas. Los dos hundidos hasta el fondo —me dijo con tanta honestidad que dudé, que pensé en decirle la verdad. ¿Qué podía fallar? ¿Qué podía estar mal de confiarle a una persona que no conocía tanto mi secreto?
Me quedé en silencio unos segundos, pensando en todas las posibilidades y todas las maneras en las que eso podía salir mal. Podía tomar el camino correcto, ese que no iba a llevarme a la locura o a cometer errores, pero le temía tanto como el de la mentira. Cuando leía novelas románticas, siempre me preguntaba cómo terminaban cometiendo los errores más tontos o eligiendo las decisiones más erróneas. En ese momento, yo tomé la peor y entendí que tonta se podía ser si uno le ponía ganas.
—Soy lesbiana, Jiho.
En ese momento, vi el rostro de verdad sorprendido, porque había salido con algo sacado de la manga que no tenía para nada una explicación. Y, para mi sorpresa, lo creyó.
Me encantaría decir que sucedió, cuál fue su respuesta o lo que ocurrió esa noche. Pero a partir de ahí, no recuerdo absolutamente nada más. Solo que desperté en la cama de Declan vestida por una de sus camisas.
Abrí los ojos cuando el sol me dio directamente en la cara, no me quemaba ni molestaba, pero estaba acostumbrada a tener las persianas totalmente cerradas y no tener tanta luz. Luego, llegó el dolor de cabeza que me dejó mirando las estrellas por segundos. El techo que observaba no era el mío, no estaban las estrellas que llenaban todo el techo blanco de mi habitación. Miré el lugar y reconocí la habitación al instante, porque a pesar de las pocas veces en las que había estado, mi tiempo ahí había sido marcado con fuego.
Estaba en la habitación de Declan, en su cama para ser exactos y no recordaba cómo había llegado a esa situación. Lo último que recordaba era mi tonta mentira sobre mi sexualidad. Me daba vergüenza hasta pensar en lo tonta que había sido al decir algo así, diciendo una mentira tan grande.
Me incorporé como pude en la cama y noté que debajo de la camisa de Declan estaba mi vestido, suspiré al comprender que por lo menos no estaba desnuda como pasaba en las novelas románticas. O de otro tipo. No había nadie en la habitación más que mi humillación y una chica parecida a Suni, pero no lucía como ella. Me observé al espejo de pie y suspiré, horrorizada por como lucía. Al no haberme limpiado la cara tenía la piel negra por el delineado y la boca todavía roja por un labial impresionante que me había dado Laura. Sin embargo, lucía tan mal que daba vergüenza ajena.
—Mira, la princesa borracha está despierta.
Miré con miedo a la persona que me había dicho eso, reconociendo su voz incluso a pesar de la resaca que estaba teniendo en ese momento y suspiré lentamente. Declan con los rayos del sol era tan guapo que me dolía el cuerpo. Sus ojos claros brillaban más que de costumbre y su sonrisa encantadora me dejaba sin aire, como había dicho él la noche anterior.
—Dejame adivinar... ¿soy el cliché de la chica ebria? —pregunté con mucha vergüenza, llevándome la mano a los ojos para refregarlos. Declan se rió y asintió, dejando en la cama una pequeña bandeja de madera. Tenía todo lo que necesitaba para una resaca, con todo lo que yo solía darle a Declan para calmar sus dolores de cabeza matutinos—. Qué vergüenza...
—Vamos, no ha sido taaaaan terrible —se río estirando la palabra para molestarme. Lo primero que tomó fue una pastilla y un vaso de jugo, que consumí sin quejarme porque le confiaba mi vida a un experto en resacas—. Tu me has cuidado mejor, digamos que estoy devolviéndote el favor...
No quise comentar de más, me mordí la lengua porque no era una persona cruel. Pero Declan tenía un problema con el alcohol al que quería ignorar, yo solo me había comportado como una niñita. ¿Qué dirían mis padres de mi si me vieran?
—¿Qué hago aquí? ¿Qué ha pasado con Jiho? ¿Mis padres saben...?
—No, tranquila. Jiho te trajo aquí porque asumió que no quería que tus padres te vieran en ese estado y no podía llevarte a su casa. Sería un poco escándaloso —explicó Declan un poco más serio—. Y... no creo que en realidad él pensaba en traerte a mi cama, fue Lizzie la que decidió eso.
Vaya, Lizzie siendo una romántica como siempre.
—¿Dijo algo? ¿Que pasó?
Declan se sentó al borde de la cama, del otro lado, y me indicó con la mano que comiera. Era imposible con la cabeza dándome vueltas sin parar, pero se notaba que había algo que no quería decirme. Ay, no, no. Estaba aterrorizada por lo que podía llegar a decirme. Pestañeé tratando de ver más allá de su expresión y vi una marca roja en su cuello, una muy parecida a un beso. Casi del mismo color que mi labial.
—Oh, por Dios...
—Digamos que estabas tan borracha que lo único que querías hacer era besarme y decir lo mucho que te gusto...
Cerré los ojos, me dejé caer en la cama y me oculté debajo de las sábanas. Tal vez así iba a lograr que la tierra me tragara por completo. ¿Cómo mi plan perfecto había terminado en este desastre? El karma de Lizzie, otra explicación no tenía.
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creo fielmente que lizzie le pasó todo su karma a Suni, que piensan ustedes? XD recuerden que sus comentarios me ayuudan mucho a seguir, a escribir cada capítulo sabiendo que hay alguien del otro lado. no cuesta nada dejar por lo menos un comentario con su opinión, si les gustó o no. muchsa graciassss
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