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» 42 «

—¿Ya llegó nuestro momento? —preguntó Nora, impaciente.

Arthur esbozó una sonrisa.

—No, pequeña, solo queremos hablar con Miranda.

—¡No es justo! —protestó Nora—. ¡Ella apenas acaba de llegar!

Arthur arrugó la frente, exasperado.

—Lo sabemos.

—¡Ella no ha recibido su entrenamiento! —siguió alardeando Nora.

—¿Podrías venir conmigo un momento? —pidió Arthur—. Tú también, Ruby, ambas pasarán tiempo juntas en la sala de preparación.

Ruby por fin habló.

—¿En serio?

—Por supuesto.

Antes de que se diera la vuelta, Arthur me liberó.

De hecho me lanzó en el aire y caí de espaldas, gritando. Me hice a un lado, medio acurrucada, tosiendo con dificultad y casi llorando. Nora se reía y era un sonido desagradable; saber que disfrutaba ver torturarme de esa manera me provocó una alteración potente.

Las dos chicas siguieron a Arthur, murmurando que harían lo que fuera por impresionar al Gran Maestro, mientras tanto, me quedé a solas con el otro hombre. Con esfuerzo me levanté y lo observé, furiosa.

Este tenía facciones finas, el cabello oscuro con matices blancos, ojos dorados muy llamativos y una sonrisa bastante presuntuosa.

—¿Has escuchado alguna vez acerca del Primer Enfrentamiento? —preguntó en voz baja.

Negué con la cabeza.

Se acercó a mí con demasiada lentitud.

—No intentes bloquear tus pensamientos, porque aquí yo tengo el poder absoluto —murmuró con arrogancia—, y te aseguro que puedo filtrarme en tu cabeza como un parásito y hacer que tus propias ideas cobren vida.

Alzó una mano y tiró de mi mente con fuerza, arrancando pequeñas piezas de los recuerdos que estaban enterrados en lo profundo de mis pensamientos.

Se sentía igual que una cuerda tensada a punto de romperse y soltar toda la carga que traía consigo.

—¿Qué sabes del Primer Enfrentamiento? —insistió con crueldad.

—¡Nada! —grité—. ¡No sé de qué me habla!

—La chica miente —murmuró Arthur, ingresando nuevamente por la puerta—, es buena mintiendo. Por eso logró que todos creyeran que era una inocente niña incapaz de ofrecer su alma a cambio de un simple favor.

—Sí, es verdad —dijo el otro hombre.

Arthur soltó un gruñido.

—¿Podría hacerla hablar? Sería más fácil.

—Lo intenté, pero ella se resiste. Tendrá que hacerlo por cuenta propia.

—Pero, Christopher...

—La Sterplick hablará —sentenció el hombre—. ¿Verdad que lo harás?

Sin saber muy bien por qué, asentí.

—Empieza ya, Miranda —Arthur me miraba con desconfianza.

—Ocurrió hace mucho tiempo y duró casi tres años. Parte de mi familia murió en el transcurso del enfrentamiento —empecé a decir.

—Muy bien, eso es, sigue hablando —indicó Christopher.

Asentí de nuevo, demasiado obediente.

—El grupo que inició la oposición y sus participantes eran muy peligrosos. No estaban de acuerdo con las políticas establecidas que regían al pueblo y entonces desataron el caos, empelando el miedo como arma principal. Hubo desplazamiento de familias enteras, muertes que superan las cifras y el impacto actualmente se ve reflejado en los sobrevivientes. Mi madre es una de ellas, sus dos hermanos y sus propios tíos. Y aquellos que dieron sus vidas para detener la masacre, se convirtieron en el símbolo de una nueva era.

—¿En serio crees eso? —insinuó Arthur.

—Un poco. Sin embargo, no estábamos exentos de un posible Segundo Enfrentamiento. Según los rumores, aquellos que provocaron el primero, tenían pensado convertir Hillertown como un campo de guerra. Solo teníamos que estar preparados para cuando eso ocurriera.

—¿Y por qué? —repuso Arthur.

—Algunos aseguran que, los que desaparecieron, ellos los mantienen prisioneros en un lugar feo y en pésimas condiciones.

—¿Quiénes son «ellos»? —preguntó esta vez Christopher.

Una ráfaga de imágenes se arremolinó en mi mente y veía todo detrás de una pared amplia y transparente.

Entonces caí en cuenta de lo que pretendían decir.

Durante mi vida aseguraba que todo lo que sabía era verdadero, incluso en la escuela afirmaban que la historia del pueblo era digna de recordar con orgullo, porque todos se unieron para detener un levantamiento que carecía de sentido. Sin embargo, la revuelta que iniciaron, no tenía nada que ver con política, sino directamente con las personas y sus creencias.

Se llevaron a aquellos que estaban dispuestos a adquirir poder... y los que se negaron, fueron asesinados para no levantar sospechas.

—Ustedes... Los... Guardianes —jadeé.

Arthur sonrió con benevolencia.

—Exacto. Nuestra existencia no se define en años, porque eso sería limitar nuestras acciones y el ser humano se mide por su capacidad de resistencia.

—¿Por qué están aquí? ¿Por qué hacen todo esto? —pregunté a nadie en particular.

Christopher dio un paso al frente.

—Nuestro objetivo es hacer que Kin-raa vuelva.

—¿Quién es él?

—Desde tiempos antiguos se le ha atribuido como el espíritu maligno que ofrece toda clase de favores a cambio de un sacrifico —manifestó Christopher—. Busca gobernar a la humanidad. Y nosotros se lo concederemos.

—¿Cómo harán eso?

—No «cómo», sino «quién» hará eso.

—¿Yo?

Arthur hizo un ruido impaciente, como si estuviera cansado y aburrido de dar tantas explicaciones a una persona con problemas de comprensión, algo que me pasaba a mí con poca frecuencia.

—Los Guardianes hemos vivido demasiado, también hemos aprendido y ampliado nuestros conocimientos. Durante muchos años buscamos la manera de que él recupere su energía, pero nuestros intentos fracasaban. Hasta que un día nos dimos cuenta de algo.

Christopher se aclaró la garganta.

—El cuerpo receptor vivo, conocido como Geksei, suele enloquecer porque el poder en su interior pierde el control y no tiene algo dónde aferrase. En cambio, cuando muere, actúa de una manera distinta —explicó él—. Pero tenemos que esperar décadas para que la magia funcione correctamente sin dañar al Geksei.

—¿Por qué simplemente no usan un humano normal? —pregunté con ironía.

Arthur soltó una carcajada seca.

—¿Crees que no lo hemos intentado? —dijo, frunciendo el cejo—. Realizamos un ritual de Conversión durante un eclipse corriente, pero siquiera tiene efecto. Es necesario que la persona tenga que morir primero, incluso es más sencillo eliminar por completo su humanidad.

—Entonces...

—Sí, Miranda.

—¿Por qué a mí?

—La familia del muchacho se negó, la hermana en especial, dijo que eso no lo hubiera querido él. Tratamos de persuadirlas, pero se negaron y huyeron —Christopher empezó a sonreír—. Y fue cuando llegaste tú. Una chica triste, devastada y corrompida. El blanco perfecto —hizo una pausa para suspirar—. Te estuve vigilando todo este tiempo, apreciando con fascinación el desarrollo de tus capacidades que se te otorgó. Eso quiere decir que tú nos perteneces. ¿Ahora lo comprendes?

—¿Para qué me necesitan? —musité, sintiendo una molestia en el pecho.

—Será mejor que él mismo te lo haga saber —concluyó Arthur, dando media vuelta.

Del otro lado, al pie de la puerta, estaba Hunter.

—Él se encargará ahora —murmuró Christopher, mientras se alejaba, acompañado de Arthur. Los dos abandonaron la habitación en completo silencio, luego, Arthur cerró la puerta con suavidad, no sin antes mirarme con seriedad.

Hunter avanzó con aire despreocupado.

—Miranda...

Extendió una mano, ansioso.

Tuve que retroceder por puro instinto.

—¡Largo! ¡No quiero verte! —le grité.

—Miranda... —repitió Hunter en voz baja, aun con la mano extendida.

—¡Te odio!

—Ven conmigo —la súplica en sus ojos era fulminante—. Juntos encontraremos la verdad.

Negué varias veces, aturdida.

—Tú... tú...

—¿Qué me harás, Miranda? —susurró Hunter—. ¿Qué me harás?

—¡Basta! ¡Aléjate de mí! —le advertí, enojada.

Hunter me miró con aspereza.

—Eres débil y despreciable.

—¡No es cierto!

—Tú no tenías ningún derecho sobre mí —dijo, enrudeciendo la mirada—. Traerme de vuelta entre los muertos y hacerme sufrir dos veces, ¿era lo que realmente querías? —me reclamó Hunter, muy rabioso—. ¡Dímelo, Miranda!

—Jamás quise...

—¡Mentira!

—... que esto pasara.

—Entrégate a mí —propuso Hunter, acercándose—. Tienes que entregare a mí, Miranda.

—No, Hunter —respondí, dando pasos hacia atrás—. No haré eso.

Estaba atrapada en un lugar desconocido.

Y escapar no sería tan fácil.

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