7: El niño mimado
Yeonjun
—Te lo digo, estás equivocado sobre ese omega.—Dijo Yeonjun cerrando el envase de aceite de motor en sus manos.
Jungkook, apoyado en el capo abierto, sin camiseta por el calor del motor, soltó un bufido.
—¿Tu qué sabes de omegas, Choi? Te la pasas ignorando a todos lo que intentan acercarse a ti, salvo mi hermana.
—Soyeon es mi amiga.—Respondió Yeonjun.
Su camiseta estaba completa sucia, afortunadamente su lavadora estaba funcionando estos días.
—Tu única amiga.
—Tu también eres mi amigo.—Jungkook río.
—No soy tu amigo, trabajas para mi.
—Auch.—Dijo Yeonjun. Jungkook tomó un trapo y lo azotó con el en su costado.
—Sabes que bromeo, pero realmente creo que Beomgyu es genial.—Yeonjun hizo una mueca.
—Hablaste con él por cuanto, ¿dos minutos?
—Y conquistó mi corazón de pollo.—Hizo un gesto de poner una mano sobre su pecho tatuado.—Pero no invitaré a salir a un niño de preparatoria.
—Tienes 21, no eres un vejestorio.
—Soy un adulto, cuando tengas mi edad entenderás que hay una gran diferencia entre 17 y 21 aunque parezcan solo unos años, maduras mucho entre ese tiempo.
Yeonjun no apreciaba cuando Jungkook se ponia filosófico y hablaba cómo si fuera un hombre sabio y viejo de 70 años, pero solo rodó los ojos.
—Pero que yo no vaya a salir con Beomgyu no significa que tú no deberías.—Yeonjun lo miró sorprendido.
—¿Yo con el niño mimado? ¿Estás loco?
—Si se veía que tiene dinero pero no se ve mimado.
—Una vez más, no conoces de nada.
—Tal vez, pero tengo un sexto sentido para juzgar a la gente.—El mayor le guiñó un ojo.
Yeonjun solo lo ignoró.
*****
Una canción de bring me the horizon sonaba por sus viejos auriculares, cuyos cables se habían gastado con el tiempo.
Yeonjun comía tranquilamente en contraste con el sonido aplastante en sus oídos.
No podía permitirse nada más que el menú más barato de la cafetería con lo que hacía trabajando para Jungkook. Su madre también tenía un trabajo, pero a penas le alcanzaba para pagar su alquiler, luz y agua, Yeonjun no quería pedirle dinero para nada más.
El estaba bien con comer arroz y carne todos los días.
La vista de una mano golpeando la mesa lo hizo alzar la mirada.
Por Dios Santo.
¿Ese omega jamás se rendía?
—¿Qué quieres?—El sonido de la cafetería inundó sus oídos al quitarse los auriculares. Sonidos mundanos de adolescentes gritando y platos chocando.
Beomgyu lo miró desde arriba con algo en los ojos que Yeonjun no podía identificar.
Estaba vestido un poco diferente de lo usual, con una camiseta color marrón y jeans oscuros. No había rastro de sus habituales colores pasteles, su cabello estaba un poco despeinado como si se hubiese despertado solo hace un momento.
No pudo evitar notar que todavía olía tristeza en él.
—Quería disculparme.
Yeonjun lo miró sin entender.
—Fui grosero contigo cuando me ayudaste.
Esta vez casi se queda boquiabierto.
—Fui grosero contigo también.—El sonido de su propia voz lo sorprendió.
—Si, pero así eres tú, ni siquiera debería sorprenderme.—Yeonjun estaba muy descolocado por la pequeña sonrisa en los labios del omega.
—¿Qué quieres decir con eso? Soy perfectamente agradable.
—Claro.—Dijo Beomgyu, sin discutir.—¿Te molesta si me siento, señor agradable?
—¿Y por qué diablos querrías sentarte conmigo?—Beomgyu pensó que Yeonjun se vería mucho más guapo si no hiciera tantas muecas de molestia en el rostro.
—Porque si.
—¿Y tus otros amigos?
—Son un poco aburridos, ¿no lo crees?—El omega no espero una respuesta y ya estaba dejando su bandeja de comida en la mesa.
Yeonjun simplemente suspiró.
Aún no podía entender lo que quería ese omega con él.
—¿Estas pasando por algún tipo de fase de "voy a perseguir al marginado"? Porque si es así..
—No hemos hablado del proyecto semestral de química.—Beomgyu la lata de soda dietética que había conseguido.—Sabes que la primera parte se entrega en menos de un mes.
Yeonjun frunció el ceño.
Si, lo había dejado pasar.
Se supone que tenían que trabajar en el proyecto y entregar un borrador de la primera parte, los equipos eran los mismos que en el laboratorio, así que su compañero era Beomgyu.
—¿Qué hay con eso?
—Pues que hay que empezar, ¿tu casa o la mía?
Yeonjun estaba intentando fuertemente mantener la paciencia.
¿Invitarlo a su casa? Si, claro.
No se avergonzaba de dónde vivía, pero no quería nadie de esa maldiga escuela en su casa o cerca de su madre, ya era bastante tener que soportarlo todos los días el mismo.
—¿No podemos hacerlo en la biblioteca?
—La biblioteca solo se abre hasta una hora después de la salida, es demasiado poco tiempo.—Aclaró Beomgyu.
El alfa suspiró.
Tampoco tenía ganas de ir a la casa del niño mimado, pero no le quedaba mucha opción, le había prometido a su madre que no le daría problemas ese año y que intentaría subir sus calificaciones. Era quería que el pudiera ir a la universidad, no quería que siguiera sus pasos.
—¿Dónde vives?.—Beomgyu terminó de tragar antes de responder con su dirección.—Vives más cerca de aquí que yo, iremos a tu casa.—Sentenció.
—Bien.—Dijo Beomgyu.—Supongo que te veo en la salida, espero que esta vez si me dejes llevarte.
No podía ser. Tenía que subirse a ese ridículo auto.
—Bien.—Terminó de mal humor.
*****
A Yeonjun no le había pasado desapercibida la manera tan tosca en la que los amigos de Beomgyu los habían estado mirando mientras almorzaban.
¿Cuál era el maldito problema de ese grupo de niños ricos?
¿Y qué si él niño mimado quería almorzar con él?
Beomgyu probablemente tuviera razón, él era mucho más divertido que ese montón de idiotas.
Alto.
¿Estaba de acuerdo con Beomgyu?
Negó con la cabeza.
Debía estar volviéndose loco.
Por un breve segundo cerró los ojos al sentir un fuerte impacto en su hombro que casi lo hizo caer. Se estabilizó agarrándole de la pared y miró al idiota que lo había chocado.
Nada más ni nada menos que el capitán del equipo de futbol de esta pesadilla de escuela.
—Mira por dónde vas, Choi.—Le dijo en voz baja.
—¿Vamos a fingir que no me acabas de chocar a propósito y con la fuerza como para derribar un maldito toro? ¿Qué demonios te pasa?
Los ojos del alfa mostraban que estaba enfurecido.
Algo andaba mal.
Soobin normalmente pasaba de él, nunca detenía a sus amigos de molestarlo, pero jamás se involucraba el mismo.
—No fue a propósito, tal vez deberías dejar de meterte en el camino de la gente.
Yeonjun arqueó las cejas.
—No me meto en el camino de nadie, son tus estúpido amigos los que siempre se meten en el mío.
—Tal vez estás deberías dejar de tratando de meter gente con gente que está.. uhm, ¿cómo decirlo?—Fingio pensar mientras se acercaba más a él.—Muy por encima de tu liga.
Beomgyu.
Eso se trataba de Beomgyu estaba seguro.
—¿Y si no lo hago qué?—Cruzo los brazos.
Quedarse callado jamás había sido el fuerte de Yeonjun, pero Soobin solo se encogió de hombros.
—Tal vez tengas que enfrentar las consecuencias.
Yeonjun río.
—Es la peor amenaza que he recibido, y he recibido unas cuantas.
En realidad, eso era mentira.
La única persona que lo amenazaba era su madre para que arreglara su habitación, pero estos idiotas se habían encargado de armarle una reputación de delincuente, que Yeonjun admitía, a veces usaba a au favor.
No había hecho ni la mitad de las cosas que le atribuían, pero tampoco se molestaba en aclararlo.
—Yo no amenazo gente, no soy como tú.—Dijo Soobin todavía con calma.—Considéralo una advertencia.
Yeonjun rodó los ojos.
—No tomo malditas advertencias de nadie, mucho menos de ti y tus pateticos amigos, y puedes decirles que dije y que sus miraditas en el almuerzo no surten efecto en mi, especialmente Mingi quien ya tiene la cara de sapo lo suficientemente fea antes de tratar de hacer ridículas muecas intimidantes.—Esta vez con todo propósito Yeonjun empujó a Soobin fuera de su espacio personal con más fuerza de la necesaria.—Y si vas a golpear a alguien hazlo mirándolo, no como un maldito cobarde.
Entonces siguió caminando.
Y no necesito voltear para saber que Soobin lo estaba maldiciendo con la mirada.
Las miradas mataran...
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