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4: Mariposas en el estómago

Estaba más motivado que nunca.

Descubriría donde estaba el punto débil de Yeonjun y lo atacaría con todo.

Solo tenía que ser paciente y observar.

Yeonjun no tenía idea de lo que le esperaba.

Si le gustaban los omegas sumisos, Beomgyu podía serlo.

Si le gustaban los omegas sexys, Beomgyu podía serlo.

Si le gustaban los omegas acaramelados, Beomgyu podía serlo también.

Sería todo lo que Yeonjun quería y luego lo dejaría.

Su plan comenzó, su primera misión era saber más de él.

Pregunto y pregunto, pero nadie podía ofrecerle más información que la que ya tenía. Todos parecían saber las mismas tres cosas sobre Yeonjun: que había estado en la cárcel, que había embarazado a alguien y que era peligroso.

Pero no podía ser, tenía que haber más.

Así solo le quedaba una opción.

Seguirlo.




****




Ya sabía que Yeonjun caminaba a casa, así que tenía que caminar también para no ser atrapado, el alfa probablemente reconocería su auto si lo veía cerca.

Así que a la salida de las clases se cambió de ropa en el baño, puesto que no quería que Yeonjun reconociera su ropa también y se puso una sudadera con capucha. Esperaba que fuera suficiente para pasar desapercibido.

Corrió para alcanzar al alfa, a quien encontró dos cuadras más abajo justamente en el lugar donde había estacionado su auto bajo la lluvia.

Dejo que Yeonjun siguiera caminando mientras lo seguía desde bastante distancia.

No contaba con lo mucho que caminaba el alfa para llegar a casa.

Iban más de 20 cuadras y Beomgyu estaba acalorado por la sudadera. Además, habían entrado a una zona peligrosa de la ciudad.

Las casas en este barrio eran mucho menos ostentosas que las que estaban cerca de la escuela y cerca de la zona donde Beomgyu vivía.

No había edificios grandes, ni restaurantes caros. Pocos vehículos circulaban en la zona, varias personas caminaban por la calle.

Algunos con aura aún más peligrosa que la de Yeonjun.

Y se preguntó que estaba pensando al meterse ahí solo.

Aceleró cuando vio que algunos habían empezado a mirarlo de forma extraña, pero entonces Yeonjun se detuvo.

Beomgyu supuso que era allí donde vivía.

Una vez que Yeonjun abrió el pequeño portón gris que solo estaba bloqueado por fuera Beomgyu se acercó un poco más.

El lugar estaba hecho un desastre.

La puerta principal era baja y vieja, con la pintura negra desgastada, sentía astillas en sus manos de solo mirarla. Un gran árbol tapaba casi por completo la única ventana la vista y sus hojas caían desordenadas en el pasto seco del frente.

El ladrillo que revestía la casa, Beomgyu supuso que alguna vez había sido completamente blanco, pero ahora era de color gris en algunas partes.

El techo probablemente solo era un poco más alto que el mismo Yeonjun, saltar no sería una opción.

Yeonjun desapareció por la puerta de entrada, haciendo que Beomgyu se acerque hasta allí.

No había notado el cartel colgando del techo.

"Taller de reparaciones Jeon"

Esta bien, entonces esa no era necesariamente su casa.

Observó el terreno un poco más, antes de el ruido de la vieja puerta lo alertara y arrojará su cuerpo para ser ocultado por la muralla y luego fuera rápidamente hasta la esquina en cuclillas para no ser visto.

—...ridiculo.

Le sorprendió escuchar una vez femenina.

—No es ridiculo, Soyeon, le gustas al pobre chico, ten piedad.

—Es ridiculo, ¿a quien se le ocurre traer un ramo de rosas a clase?

—Bueno, es un poco cursi, si.—Río Yeonjun.

Era la primera vez que Beomgyu lo escuchaba reír de verdad.

—No solo es cursi, es tan usado, ¿rosas? ¿en serio?, al menos me hubiese dado chocolates así me los comía luego de almorzar.

El alfa rio de nuevo, mientras abría el portón. Beomgyu, que seguía oculto detrás de la muralla se deslizó hasta detrás del árbol para que no lo vieran al pasar.

Y cuando empezaron a caminar Beomgyu pudo observar a la dueña de la voz.

Una chica no tan alta, delgada vestida de negro de pies a cabeza, pelo negro corto, facciones gatunas y extremadamente bonita.

Llevaba unas notas similares a las que Yeonjun siempre usaba pero con el tacón más alto por varios centímetros, medias de red negras en sus piernas y una falda negra corta acompañada de un top también negro arriba.

Con que ese es tu tipo, Yeonjun.

Evidentemente, era una omega.

Su complexión o olor ligeramente dulce la delataban, pero su actitud parecía más dura.

—Tu gusto en hombres siempre ha sido cuestionable de todas formas.

—Por eso ahora probaré salir con alfas mujeres, te lo dije.

—Si, si, estás enamorada de esa chica Minnie.

—Ah, el amor de mi vida.—Yeonjun río.

—Bueno enamorada, ¿a donde vamos? Solo me queda media hora antes de mi turno en el taller.

—Te dije de la cafetería que se abrió dos calles más abajo, sus tartas de limón son para morirse.

Beomgyu siguió escuchando las voces pero no distinguía lo que decían.

Seguía sorprendido de que Yeonjun pareciera tener una amiga, y que está amiga fuera una omega.

Jamás había visto a esa chica antes, obviamente tenía que ir a una escuela diferente. Pero era muy bonita, eso si.

Si ella y Yeonjun fueran pareja o algo así, probablemente tendría problemas. Pero no parecían serlo a simple vista y a juzgar por su conversación.

Apuntó la dirección del taller antes de correr para salir de ese barrio peligroso antes de que anocheciera.

Definitivamente volvería.





****





Su plan se estaba retrasando demasiado y la fecha del baile cada vez se acercaba más.

No había probado un solo bocado de su comida, simplemente no tenía apetito. Maldito sea Huening Kai por haberle puesto un reto tan difícil.

—¿Estás bien?—Soobin preguntó.

Beomgyu subió la mirada, de la comida con la que había estado jugando hasta el alfa que lo veía con preocupación.

—Si, no tengo apetito.

—Tener que coquetearle a Yeonjun le quitaría el apetito a cualquiera.—dijo Sunoo, y el resto de la mesa río, pero Soobin frunció el ceño.

—¿Es eso? Porque sabe que no tienes que...

—No, solo no dormí bien anoche. Es todo.—Soobin siguió estudiándolo por unos segundos antes de asentir, pero no lucía convencido.

—¿Cómo vas con tu misión?—Preguntó Taehyun.

Mingi estaba callado comiendo su almuerzo.

Él prácticamente lo ignoraba ahora.

La verdad era que a Beomgyu no podía importarle menos.

—Somos compañeros de laboratorio.—Dijo Beomgyu. En realidad no quería revelar lo poco que había avanzado.

—¿El siquiera se presenta a clases?—Pregunto Sunoo.

—Si, bueno al menos lo hizo la última vez.—Beomgyu suspiró.—Tengo una tarea que terminar los veré luego.—Se levantó, llevando consigo su bandeja, pero Soobin lo detuvo sosteniéndolo de la cintura.

Beomgyu sintió que su corazón le empezaba a latir con fuerza.

—Solo... déjame saber si algo va mal, ¿está bien? Me tienes preocupado, Beomi. Pareces distraído.

Soobin no lo llamaba así desde que eran niños.

Por un segundo se quedó embobado mirando su cálida sonrisa, y sintió sus mejillas sonrojarse.

Soobin siempre podía hacerle sentir mariposas en el estómago.

—Estaré bien.—Dijo con la voz calmada. Soobin lo soltó.

—Se que lo estarás, siempre lo estás.

Beomgyu le regaló una sonrisa tímida y un pequeño:—Gracias.—antes de irse.

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