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16: El regalo

—Gracias por el paseo.—Dijo Yeonjun, cuando Beomgyu se detuvo justo frente a su casa.

—Gracias, Beomgyu, tú auto es genial.—Le dijo Yeji antes de bajarse.

El omega soltó una pequeña risa. Yeji le había caído muy bien.

—Le gustas a mi hermana, eso es extraño normalmente solo le gustan su mejor amiga y Soyeon.

Beomgyu frunció en ceño.

Recordaba ese nombre.

—¿Soyeon?

—Es una amiga.—Aclaró.—Me divertí hoy.

Beomgyu asintió, aunque sintió una extraña sensación que le hacía revolver el estómago.

—Te veo mañana.—Dijo en una voz suave.

Yeonjun respondió:—Si, adiós.

Y bajo del auto.

Beomgyu se había dado cuenta de que estaban en el mismo barrio al que su caminata siguiendo a Yeonjun lo había traído alguna vez, pero era una casa diferente. Está parecía ser en serio la casa del alfa.

La casa no era fea, pero era algo pequeña, tenía un jardín delantero algo descuidado y desde afuera se podía ver la fachada color crema, la pintura estaba algo gastada, pero se veía acogedora.

Beomgyu recordaba que una vez Yeonjun se había renuente a traerlo a su casa.

Se preguntaba que había cambiado.







*****





—¡Enana!—Gritó Yeonjun al entrar a su casa.

—¡En la cocina!—Respondió Yeji.

El alfa dejó su mochila al lado de la puerta y fue hasta la cocina.

Yeji estaba mordisqueando una galleta de las que su madre había dejado cocinadas la noche anterior.

—Acabas de comer helado.—Reprochó Yeonjun.—No debes comer tanto dulce.

Yeji rodó los ojos.

—Es solo una galleta, papá.

Yeonjun suspiró. Ella lo llamaba así cuando la reprendía.

—Enana, ¿por qué tuve que ir a buscarte hoy?

—Ah, eso, hubo un pequeño incidente...—Ella fue hablando progresivamente más despacio.

—Más vale que me digas, porque de la escuela llamaron a mamá y seguramente ya lo sabe así que habla.

—¡Es un tonto alfa que no dejaba de molestar a Ryujin!—Dijo ella molesta.

—¿Y qué pasó con ese tonto alfa?

—Podría, tal vez o probablemente, sin querer y accidentalmente haber puesto polvo picapica en su ropa interior mientras se duchaba después de la clase gimnasia.

—¡Yeji!—Dijo Yeonjun sorprendido.—¡No puedes hacer eso, tienes suerte de que no hayan expulsado!

—¡No tiene pruebas, solo cree que fui yo porque es un tarado!

—¿Y fuiste tú?

—No confirmo ni niego.—Yeonjun la miró con enfado.—Está bien, si fui yo, pero el idiota no tiene porque saberlo y no hay cámaras en las duchas.

—Yeji.—Dijo el alfa en tono de advertencia.—No quiero que vuelvas a hacer algo así.

—No volverá a suceder.

—¿Lo prometes?

—Palabra de exploradora.—La alfa más pequeña puso una mano en el corazón.

—Nunca fuiste exploradora, mocosa.

Yeji rió.

—Oye, ¿qué haremos por tu cumpleaños?

Yeonjun detuvo su mirada en ella por un momento.

—Nada, creo, no lo sé, no me gusta celebrarlo y lo sabes.

—Le diré a mamá que compre pastel.

—No le digas nada, no quiero nada.—Dijo Yeonjun.—Puedes regalarme el no tener que ir a buscarte de la escuela de emergencia.

—Hecho, no volveré a interrumpir tus citas.

Yeonjun abrió los ojos como platos.

—¡No era una cita!

—Beomgyu es taaan lindo, ¿cómo acepto salir contigo? Huele como a vainilla.

—Yeji.—Yeonjun volvió a sonar molesto.

—Está bien, ya terminé. Pero deberías decirle a mamá que tienes omega.

—Suficiente, tienes 3 segundos para correr.

Ella sabía que su hermano la intentaría matar con cosquillas, así que fue corriendo a su habitación.








*******








Más tarde ese mismo día, Yeonjun se encontraba completamente sudado y cansado.

El trabajo en el taller nunca era fácil, pero al menos lograba distraerlo de las cosas que invadían su mente.

Un cierto omega bonito con olor a vainilla, por ejemplo.

—¿Cómo va la motocicleta?—Preguntó Jungkook.

Tenían una moto que Yeonjun había estado reparando hace semanas. La maldita cosa era chatarra cuando había empezado, había costado tiempo y dinero ponerla en marcha, pero estaba hecho.

—Está como nueva, literalmente, porque la mayoría del motor es nuevo.—Yeonjun se apoyó en la moto, era un modelo clásico y seguía luciendo un poco como una chatarra.—Le falta una buena capa de pintura, a propósito nunca dijiste de quién era.

—Tuya, si la quieres.

Yeonjun frunció el ceño.

—¿Qué?

—Feliz cumpleaños, ¿creíste que te regalaría nada?—Jungkook sonrió, y Yeonjun aún lucía confundido.

—No puedo quedarme con ella.

—¿Por qué no? Tú la restauraste, es tuya.

—Es mi trabajo, tú me pagas.

—Te pago menos de lo que debería, solo acéptalo, ¿si?—Jungkook limpió sus manos con un trapo antes de tocar la toco.—Si realmente quieres pintarle te daré el dinero para la pintura.

Yeonjun no pudó contestarle.

Nadie jamás le había dado un regalo como ese.

—Jungkook, yo...

—Ya, ya, termina aquí y te invitaré tu primera cerveza legal.

—Mi cumpleaños es el viernes.

—Casi legal.—Yeonjun rió.

Normalmente era él quien siempre cuidaba de su hermana, pero Jungkook era lo más cercano a un hermano mayor que jamás había tenido.

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