E P Í L O G O
10 años después
Suspiro, sintiéndome cansada después de un agotador día de rodaje para una nueva película.
Recuerdo que debo mandarle mensaje a Max, avisándole que su hermana está de un pésimo humor y pensaba ir a su casa.
Río al recordar eso, porque jamás creí que su hermana, María, estudiaba cine y terminaría ella siendo productora de una de las películas que estoy protagonizando.
Al pensar en mi amiga, pienso en mi otra amiga y en como, después de que hace diez años fueron la mejor pareja que podía existir para mí, hoy en día ni siquiera se pueden ver.
La distancia las lastimó demasiado, ambas se dañaron tanto que ni siquiera puedo hablarle de la otra. Fue horrible.
Por suerte pude seguir siendo amiga de ambas y con eso no tienen problema, supongo que porque saben que yo no tengo nada que ver con lo que sucedió en su relación.
Al recordar aquella época, cuando estaba en el instituto se me es imposible no recordar a Gavin y Ezra, sonrío con melancolía, aún adentro de mi auto.
Lo último que supe que es Gavin está muy feliz y de pareja con un gran diseñador de modas. Me alegro por él.
En cambio de Ezra sí no supe nada más una vez que el instituto terminó.
Mi celular vibra, recordándome que tengo una cita a la cual asistir, así que suelto un suspiro y bajo del auto, después de ponerme mis grandes gafas de sol y un sombrero que logre cubrir gran parte de mi rostro.
Amo mi vida, pero a veces me gustaría volver a ser invisible ante el mundo para tener, aunque sea, un minuto de tranquilidad de tantos reporteros amarillistas.
Llego al restaurante y luego de decir el nombre de la reservación, el mesero me guía hasta la mesa correcta, dónde mi novio ya me está esperando.
Dustin al verme, sonríe tan lindo como siempre, para luego levantarse de su asiento y acercarse a mí, haciendo que el mesero se aleje cordialmente.
—Hola —saluda sin dejar de sonreír, para luego darme un tierno y corto beso.
—Hola —respondo, también sonriendo.
Nos volvemos a sentar y suelto un suspiro, para luego mirar a mi alrededor, mirando todo de manera nostálgica al saber que este era mi barrio.
Al mirar por la ventana, diviso la cafetería en la esquina que tanto amaba, a la cual iba a estudiar con...
¿Ese es Ezra?
Frunzo el ceño, como si ese gesto me permitiera ver bien, sin tener en cuenta que aún utilizo lentes. Claro que ahora son lentes de contacto, pero de todas formas, mi vista sigue mala.
Ahora abro los ojos de par en par y alzo las cejas, al ver que no sólo es Ezra, también está Gavin.
¿Pero qué?
Me vuelvo hacia Dustin, quien me mira curioso e intrigado, así que le sonrío a modo de disculpas.
—Quiero ir a saludar a unos viejos amigos —informo, señalando la ventana y la miro de reojo, rogando que ellos sigan ahí—. ¿Te molesta si...?
—Ve —me interrumpe, moviendo su cabeza en dirección a la mesa—. Yo te espero aquí. ¿Quieres lo mismo de siempre o prefieres algo en particular? —cuestiona, mirando el menú por unos segundos, antes de mirarme por encima de este.
—Sorpréndeme —respondo, logrando hacerlo sonreír—. Ya vuelvo —aseguro, levantándome de mi asiento, para luego darle un beso fugaz antes de salir del restaurante.
Miro a ambos lados de la calle antes de cruzarla básicamente corriendo, mientras los veo sonreír por algo totalmente ajeno a mí.
Llego hasta ellos a paso lento, bastante temeraria y nerviosa de volver a verlos.
Ninguno de los dos recae en mi presencia, hasta que me aclaro la garganta y giran a verme.
—Hola —saludo tímida, sonriendo de manera amable.
Ambos parecen sorprendidos de verme, incluso pareciera que no saben qué decir.
Gavin es el primero en reaccionar y sin dudarlo, se acerca a mí y me abraza fuertemente, haciendo que todo mi cuerpo se relaje de inmediato al mismo tiempo que correspondo a su gesto.
—¿Cómo has estado? —cuestiona sobre mi hombro, apretándome más contra él.
—Muy bien, ¿y tú? —inquiero, alejándome de él para verlo a los ojos.
—De maravilla —asegura, sonriéndome como recuerdo que solía hacerlo.
Se aleja lo suficiente de mí, para que Ezra y yo podamos vernos.
Es simultaneo. Ambos nos acercamos y nos abrazamos.
Aquel abrazo que nos debíamos, pero que no podíamos darnos porque ambos estábamos lo suficientemente dañados y heridos como para hacerlo.
—Te perdono —digo de repente, sin dejar de rodear su cuerpo con mis brazos y puedo sentir su pecho vibrar a causa de la risa.
Sé que lo dije con un tono algo burlón, justamente para que se riera, pero es cierto lo que digo.
Ya lo he perdonado.
—Felicidades por tu estreno, Malkovich —menciona, alejándose de mí para verme a los ojos—. Te dije que ibas a llegar lejos como actriz —asegura, recordándome nuestra pelea y sonrío divertida, a la vez que golpeo ligeramente su hombro con mi mano.
Antes de que alguno podamos decir algo más, tres personas salen del local llamando su atención.
Un adulto y dos niñas.
Las niñas de no más de cinco años, se acercan a Ezra. Mientras que el chico se acerca a Gavin.
—Ava, él es... —empieza a decir Gavin, pero Marcell lo interrumpe.
—¡Mi vida! —chilla alegre de volver a verme y sonrío divertida, para recibirlo con los brazos abiertos.
Gavin nos mira confundido, mientras nosotros seguimos abrazados para luego saludarnos con dos besos al aire.
—¿Cómo ha estado el mejor diseñador y estilista del mundo? —inquiero, mirando fijamente a los ojos a Marcell.
—¿Ya se conocían? —cuestiona Gavin, señalándonos con su dedo.
—Obvio gordo, también soy famoso —contesta Marcell, elevando un hombro con todo el glamour posible, haciendo que su novio sonría divertido.
—Él me hizo mi vestido para la alfombra roja de hace dos años —cuento, logrando aclarar las dudas del castaño, quien asiente con la cabeza comprensivo—. Desde entonces no hemos podido volver a trabajar, porque el señorito es muy pedido por muchos, pero ese vestido es mi favorito.
—Él es el novio del que tanto te hablaba —menciona Marcell, posicionándose al lado de Gavin y poniendo una mano en su hombro—. ¿Ustedes ya se conocían? —inquiere, mirándonos a ambos curiosos.
—Éramos compañeros de clase —respondemos a unísono, haciendo que Marcell alce las cejas sorprendido.
—¿Los tres? —inquiere, señalándonos a Gavin, Ezra y a mí, haciendo que asentamos con la cabeza—. Que pequeño es el mundo.
No es hasta que nombra al pelinegro, que recuerdo su presencia, así que giro a verlo, notando como tiene ahora a una de las niñas en brazos y como la otra se esconde detrás de sus piernas.
Ambas son tan distintas, pero tan iguales a la vez.
—Ava, te presento a mis hijas —menciona Ezra, logrando sorprenderme y vuelvo a ver a las niñas—. Ella es Andy —presenta, señalando a la pequeña rubia escondida en sus piernas y le sonrío, pero ella sólo me saluda con la mano sin mostrar del todo su rostro—, y ella es Chloe. —Señala a la pequeña pelinegra en sus brazos, que se mueve el cabello del rostro para enseñarme su gran sonrisa, la cual no dudo en responder.
Saber que ahora es padre logra instalar un lindo sentimiento en mí, y más el ver cómo esas niñas lo adoran y cómo él las adora a ellas.
—Padre —digo de manera lenta, como si yo tampoco pudiera creerme esas palabras—. Felicidades.
—Gracias —contesta sonriente, agarrando de la mano a Andy—. Bien, nosotros debemos irnos ya, porque sino su madre se va enfurecer por no llegar a tiempo con el postre que pidió —informa, señalando la bolsa que no note que tenía la pequeña entre sus manos—, ya sabes, enfados totalmente justificados por el embarazo.
Abro mis ojos de par en par, más sorprendida que antes y, al parecer Gavin también, porque alza sus cejas, mientras ambos lo vemos sin poder creerlo.
—¿Ya saben el sexo? —inquiero, feliz por él.
—¡Es un niño! —exclama Chloe, totalmente feliz por tener un hermanito y sonrío divertida de escucharla, mientras que Ezra sonríe con adoración.
—Pues, felicidades de nuevo —aseguro, sin poder borrar la sonrisa de mi rostro.
—A ti también —menciona, haciendo que frunza el ceño—, por tu boda —comenta, y entonces entiendo así que sonrío agradecida.
—Muchas gracias —respondo, para luego mirar por encima de mi hombro al restaurante, viendo a Dustin por la ventana.
Al ver que lo estoy viendo, sonríe y mueve su mano en mi dirección, así que sin poder evitarlo le correspondo al gesto.
—La coincidencia de la vida hizo que nos reunamos hoy los tres —habla Gavin, haciendo que giremos a verlo, y puede notar la confusión en mi rostro porque añade—: Oh, Ezra y yo nos encontramos adentro de la cafetería.
—Oh, pensé que eran amigos —comento sorprendida y ambos se miran de reojo, para luego volver a verme y menear su cabeza de un lado a otro.
—Digamos —responden a unísono, haciéndome sonreír divertida.
—Bien, nosotros ya nos vamos —asegura Ezra, bajando a su pequeña hija, para luego acercarse a Gavin y saludarlo con un abrazo de "hombres", antes de acercarse a mí y darme un fuerte abrazo—. Me alegro de verte bien —murmura para que solo yo pueda escucharlo y sonrío, afianzando mi agarre sobre él.
Se aleja de mí y se despide con la mano, haciendo que sus hijas se despidan también, antes de agarrar la bolsa de compra y a ambas de la mano, para comenzar a caminar lejos de nosotros.
—Bueno, nosotros también nos vamos —dice Gavin y giro a verlo, mientras asiento con la cabeza y nos fundimos en un fuerte abrazo—. Estoy muy orgulloso de ti y de todo lo que estás logrando —asegura, haciendo que sonría feliz—, también me alegra que hayas encontrado a alguien que te haga muy feliz.
—Lo mismo digo —menciono, abrazándolo con fuerzas—. Y gracias por todo lo que hiciste por mí en el pasado, por ser quien, a parte de mis amigas, me trataba bien, enseñarme que así es como deben de tratarme las personas siempre.
Se aleja de mí y me da un beso en la frente, para luego entrelazar los dedos con su novio, con el cual nos despedimos con dos besos al aire, antes de que ellos tomen un camino diferente al mío.
Cruzo la calle e ingreso nuevamente al local, caminando hasta Dustin, notando que nuestra comida ya se encuentra en la mesa y él no ha tocado la suya, esperándome, cosa que me hace sonreír.
—Se te ve feliz —menciona, mirándome tranquilo—. Recién trajeron la comida, así que debe seguir caliente —asegura, cuando me ve mirar nuestros platos—. ¿Te sorprendí? —inquiere divertido, sonriendo de lado.
Hamburguesa con papas fritas.
Pidió eso en un restaurante gourmet. Es que yo lo amo.
—Eres el mejor —aseguro, antes de llevarme una papa a la boca y disfrutar de su delicia—. Hace tanto que no como esto —admito, sintiéndome en la gloria.
—Lo sé —responde sin apartar sus ojos de mí—, y pensé que un permitido, sin que tu entrenador sepa, no le hace mal a nadie, ¿no? —Río por lo bajo y asiento con la cabeza, mientras llevo otra papa a mi boca—. Y dime, ¿quiénes eran?
—Íbamos al mismo instituto y hace años que no los veía —cuento sin poder dejar de sonreír, al recordarlos.
Es tan lindo volver a ver personas que, en su momento, fueron parte importante de tu vida y velos bien.
—¿Eran compañeros de clase?
—Sí, algo así —aseguro, asintiendo con la cabeza de manera lenta—. Uno de ellos era mi mayor crush en ese entonces y al otro... —Sonrío burlona—. Al otro digamos que lo supe conocer gracias a la apuesta del patito feo.
¡Y esto fue LA APUESTA DEL PATITO FEO!
Muchas gracias por acompañarme hasta acá. Por aguantar meses y meses en donde no actualizaba. Por seguir fiel a esta historia.
Me encantaría saber sus opiniones acerca de la historia, yo los leo ❤
Gracias por todo, perdón por tan poco.
Los amo muchísimo ❤
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