9. Me gusta alguien
—A mí en lo personal me parece medio idiota, pero no creo que lo sea a tiempo completo —opina Max, encogiéndose de hombros antes de llevar el cono con helado a sus labios.
Tess nos invitó al cine a ambas y al salir de ahí, decidimos ir por un helado.
La conversación inició sobre la película y lo mala que fue para las tres, de ahí la plática tuvo rumbo hacia el protagonista hombre –aunque tampoco es que la protagonista mujer nos haya agradado del todo-, luego hablamos de los hombres que conocemos en general y que de diez chicos, dos suele caernos completamente bien, de ahí todo empezó a tomar otro rumbo hasta que llegamos al tema que estamos hablando ahora: Ezra Mackey.
Jamás entenderé la capacidad que tenemos para mantener el tema principal vigente, pero a su misma vez, estar hablando de otra cosa.
—Ezra siempre será un idiota —asegura Tess, mirándola de reojo para luego comer un poco de su helado de chocolate con nueces.
—Bueno, pero si hablamos de idiotas, has salido con varios —respondo, con la mirada fija en mi helado casi terminado.
Levanto la vista cuando ninguna dice nada y me encuentro con su mirada sobre mí.
Max me mira con los ojos levemente entre cerrados, pero con una sonrisa que asoma a ser burlona; mientras que Tess tiene sus cejas alzadas y me mira sorprendida.
—¿Acabas de defenderlo? —inquiere mi mejor amiga, sin poder quitar su expresión de sorpresa de su rostro.
—No —contesto casi de inmediato, lo cual me arrepiento un segundo después, debido a que soné bastante a la defensiva.
—Claro que sí —contradice Max, sin poder contener la burla en su voz—. Defendiste a Ezra Mackey —canturrea, sonriendo de tal forma que enseña sus dientes.
—No me digas que te está gustando —comenta Tess, elevando una ceja algo juiciosa.
Hago un pequeño sonido con mis labios, mostrando así lo indignada que estoy por su acusación, o bueno, una casi acusación.
—Ya te lo he dicho antes, Ezra no es mi tipo de chico —aseguro, mirándola fijamente para que sepa que hablo en serio.
—De acuerdo, él no, pero... —habla Max, llamando nuestra atención, haciendo que giremos a verla—, ¿y Gavin?
En cuanto lo nombra, siento como mis mejillas se encienden, cosa que hace que ambas empiecen a reír y a molestarme.
Decido no responder nada y continuar comiendo mi helado, porque sé que si digo algo, mi sonrojo aumentará.
—Igual, no hay que desacreditar que tienes buenos gustos en general —opina Tess, y levanto mi vista para verla—. No hablo de lo guapo que es físicamente, sino del solecito que es como persona. Literal, creo que ese tipo no tiene nada de malo.
—Y eso es peligroso —menciona Max, haciendo una ligera mueca, antes de comer más de su helado de fresa—, porque nadie puede ser bueno al máximo, todos tenemos algo malo, incluso Dios.
Sus palabras hacen que me quede callada por el resto de la salida, salvo una que otra cosa que aportaba a la conversación, pero nada más.
Max tiene razón.
Nadie es completamente bueno, ni completamente malo.
Los lobos suelen disfrazarse de corderos y a veces los corderos de lobos. Otras tantas solamente son ovejas negras en un rebaño de ovejas con lanas blancas, y lo mismo con los lobos, un lobo de pelaje blanco, en una manada de lobos de pelaje negro. Pero, eso no quita lo que son.
Una oveja negra a lo mejor destruya alguna pertenencia tuya, te golpee con su cabeza, o te desobedezca, pero a fin de cuentas no deja de ser eso, una simple oveja.
En cambio, un lobo blanco, por más amable y bueno que actúe contigo, se deje acariciar, juegue incluso, cuando dejes de alimentarlo, tendrá hambre y por instinto, te atacará.
¿Gavin dónde entra en todo esto? ¿Una oveja con sus cosas malas? ¿O un lobo disfrazado de oveja?
¿Y Ezra?
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—¡Mamá, llegué!
Suelto un suspiro, mientras cierro la puerta de la entrada para luego comenzar a caminar hacia la sala.
Pero me quedo quieta antes de poder avanzar un paso más, apreciando la escena frente a mí, totalmente en shock.
Mi mamá deja de besar al hombre frente a ella, en cuanto se percata de mi presencia y suelta un grito, logrando asustarlo a él.
Ambos me miran sin saber qué decir al igual que yo, haciendo que los tres nos miremos entre sí, formando un silencio bastante incómodo para todos.
—Eh, mucho gusto, soy Donovan —se presenta el hombre, levantándose del sofá para extender su mano en mi dirección.
Lo miro por unos momentos, antes de reaccionar aceptando el apretón de manos y le otorgo una sonrisa levemente fingida.
—Mucho gusto, soy Ava —respondo y él corresponde a mi sonrisa.
Donovan y mi mamá se miran por un momento, antes de que él volver a verme de manera sonriente, pero una sonrisa fingida debido a la incomodidad.
—Miren la hora qué es —comenta, señalando su reloj de muñeca con su dedo índice—, creo que mejor ya me voy.
—Sí —concuerda mi mamá, asintiendo con la cabeza varias veces.
Donovan se despide de mí, para luego ser guiado por mi mamá hacia la salida, mientras que yo me quedo de pie justo en mi lugar, tratando de procesar todo.
Mi mamá + hombre desconocido + sillón y vino = besos.
Sigo sin poder procesar del todo lo que acaba de suceder.
Mi mamá vuelve a mi lugar, pero no se anima a verme a los ojos, más sin embargo me hace una seña con la mano para que la siga hasta el sofá.
Ella se sienta donde antes estuvo el hombre y yo donde estuvo ella, para luego mirarnos fijamente a los ojos.
Abre y cierra la boca un par de veces, haciendo que de sus labios solo salgan un par de balbuceos incoherentes, así que decido tomar la iniciativa.
—¿Desde cuándo? —cuestiono, dándome cuenta que esa es la pregunta que más ronda por mi cabeza.
—La próxima semana se hará un mes —admite bastante apenada, pero me mantiene la mirada.
—Perdón, estoy tratando de acomodar mis ideas —comento al darme cuenta que yo también comencé a balbucear.
—Te lo quise contar desde el principio, pero el hecho de que no lo conocía aún me detenía, porque si no era nada, no tenía sentido que te cuente —relata, sin alejar sus ojos de los míos—. Quería conocerlo antes de presentarlo, quería saber si era bueno.
—¿Y lo es?
—Sí —asegura, asintiendo con la cabeza—. Se preocupa por mí, no le importa que tenga una hija, es maduro con respecto a las relaciones ¿sabes? Eso, aunque te parezca extraño, a mi edad casi no se consigue, en fin, me agrada y podría hasta decir que me gusta —confiesa, mirando sus manos sobre su regazo por un momento, antes de volver a verme—. Ava, juro que no quería que te enteres así, yo sólo... No lo sé, es decir —Suspira a la vez que muerde su labio inferior—, no quiero ni por asomo que pienses que tu mamá...
La interrumpo, atrayendo su cuerpo hacia mí para darle un fuerte abrazo.
Al inicio se tensa, pero luego de un ligero apretón con mis brazos, se relaja, correspondiéndome el abrazo y apoyo mi cabeza sobre su hombro.
—Estoy muy feliz por ti —comento con sinceridad, mientras acaricio su espalda—. Yo sólo quiero que seas feliz, como te has encargado que yo lo sea todos estos años —afirmo y siento como afianza el abrazo—. Me sorprendí, sí, pero sólo eso, no quiero que pienses que por algo así me podría enojar porque no, entiendo que tú también debes seguir con tu vida y te apoyo, y si crees que ese hombre es bueno o el indicado, ya sea por ahora o hasta que te mueras, te apoyo.
Suelto una pequeña risa en cuanto siento su cuerpo temblar ligeramente debido al sollozo que se le escapa.
Me alejo de ella con una sonrisa en mi rostro y limpio las lágrimas que ruedan por sus mejillas.
—Te amo, hija —dice, acariciando mi mejilla con cariño y sonrío a la vez que apoyo mi cabeza en su mano.
—Y yo te amo a ti —respondo, haciendo que sonría—. Pero dime, ¿de qué trabaja? ¿Soltero, viudo o divorciado? ¿Tiene hijos? Anda, cuéntame.
Mi mamá suelta un risa al ver mi emoción y se acomoda en el sofá, dispuesta a responder todas mis preguntas.
—Tiene una pequeña empresa de mermelada. Es divorciado, pero por lo que me contó, se lleva de maravilla con su ex mujer y con la nueva pareja de ella. Tiene tres hijos, uno está en la universidad, tiene una hija de tu edad si no me equivoco y el menor que está en secundaria.
Seguimos hablando un rato más sobre su casi relación con este hombre y, la verdad, es que me emociona verla a ella así de feliz.
Hace mucho que no lo estaba.
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Me quejo y sin evitarlo –tampoco es como si quisiera-, me tiro sobre el césped, respirando con irregularidad, mientras siento los músculos de mi cuerpo tensarse y adoloridos.
—¡Ya no más! —exclamo entre quejidos, retorciéndome en el césped.
Luego de algunos minutos, Gavin aparece en mi campo de visión, sin dejar de moverse en su lugar, mirándome divertido.
—¡Oh, vamos! —responde, demasiado entusiasta para mi gusto—. Dijiste que aceptabas salir a correr conmigo.
—Sí, pero porque creí que dabas como mucho tres vueltas a la manzana —admito, llevando una mano a mis ojos para cubrirme del sol—. ¡No más de diez!
Gavin ríe de una forma tan bonita que logra remover las mariposas de mi estómago, para luego tomar asiento a mi lado y mirarme divertido a la vez que limpia su sudor con su camiseta.
Ayer después de la conversación que tuve con mi mamá, recibí un mensaje de su parte.
Hablamos hasta que me quedé dormida, y entre esa plática, me comentó que sale a correr los domingos a la mañana y yo, de bruta que soy, le pregunté si podía acompañarlo. No se negó, claramente, pero ojalá lo hubiera hecho.
No dice nada, pero se dedica a beber agua mientras mira algo a lo lejos. Yo me dedico a verlo a él.
Reparo en cada centímetro de su rostro, pensando en las palabras de Max.
A ver, que no siempre algo malo que tenga una persona, debe ser realmente malo, ¿no?
Debe ser algo que destruya la perfección que creamos nosotros mismos sobre ellos, nada más.
Por ejemplo, algo no malo, pero que sin duda destruiría la perfección que arme sobre él en mi cabeza, sería que tenga una hija. No es nada malo, obviamente, pero no me interesa ser madrastra a los diecisiete años.
—Si me sigues mirando así voy a comenzar a creer que te gusto —comenta, girando a verme, logrando que mis mejillas se calienten de inmediato, cosa que lo hace reír por lo bajos—. Dios, eres tan linda —asegura, apretando mi mejilla con sus dedos.
Me quejo y aparto su mano, pero él no deja de reír, cosa que me pone más nerviosa de lo que ya estoy.
Me enderezo, hasta que mi brazo roza con el suyo y me alejo un poco de él, pero para mi sorpresa, se acerca lo que me alejé.
—Ya sé que soy linda —respondo, para cortar con ese agobiante silencio.
—Me encanta que lo sepas —menciona, otorgándome una sonrisa de par en par, mientras muerde ligeramente su labio inferior—. Pero oye —habla, bajando la vista al césped, comenzando a juguetear con el—, en serio, ¿te gusta alguien? —cuestiona, para luego mirarme de reojo, pero de inmediato vuelve a ver el césped.
Su pregunta me toma por sorpresa, ya que no creí jamás que me haría esa pregunta alguna vez.
¿Qué se supone que deba decir en estos casos? ¿La verdad? ¿Una mentira?
Las palabras de Tess, donde dice que claramente le gusto a Gavin vienen a mí y eso hace que mi estómago se contraiga aún más.
Podría responder con sutileza e intentar sacarle información sobre si yo le gusto o no.
—Sí, me gusta alguien —contesto, decidiendo seguir mi instinto, a la vez que también jugueteo con mis dedos contra el césped—, ¿a ti?
—Diría que no, pero la verdad es que no puedo ocultarlo por más, así que sí —responde, sonriendo de lado, pero aun así no gira a verme.
Mi estómago se contrae aún más con la esperanza de que diga que soy yo. ¿Podrá ser posible?
—Entonces debes sentir algo fuerte hacia esa persona —comento y él suelta un suspiro a la vez que asiente con la cabeza.
—Sí, y sé que muchas personas no entenderían por qué me gusta, porque déjame decirte que el juicio que recibe es bastante —admite, haciendo una pequeña mueca—. Pero yo tengo la dicha de conocer como es realmente, y no es para nada lo que muestra, bueno, a veces sí es fuerte y valiente como se muestra ante todos, pero en su mayoría tiene miedo de todo. Es simplemente genial. —Sonríe como tonto y gira a verme a los ojos, logrando hacer que se seque mi boca.
Huyo de su intensa mirada, a la vez que inhalo hondo, tratando de armarme de valor para hacer la siguiente pregunta sin tartamudear.
—¿Puedo saber quién es? —cuestiono, y aunque intenté que mi voz saliera segura, tembló con sutileza.
Todo nudo en mi estómago, nervios, sudor y cualquier otra sensación que tenía, se va en cuanto escucho su respuesta:
—Ezra.
————❤————
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
¿Creían que yo hablaba en broma cuando puse "triángulo amoroso" o qué? 👀
Ava después de que ella pensara que le iba a decir "tú"
Los amoooo💜🫐
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