3. Nuevos y Viejos Compañeros
Suspiro por milésima vez frente al espejo, tratando de anudar este maldito corbatin, pero termino haciéndolo un nudo más que lograr que quede perfectamente anudado.
—¡Mamá! —grito enfadada desde mi habitación.
Camino hasta mi cama y me siento en ella como niña berrinchuda a esperar que mi madre aparezca.
Cuando comienzo a desesperarme por el retraso de esta mujer, aparece por la puerta y me mira con una ceja alzada.
—¿Por qué gritas? —cuestiona sin moverse de su lugar, aún apoyada en el umbral de la puerta—. No, corrección, ¿por qué me gritas así?
Es entonces que me doy cuenta que debo bajar unos niveles a todo mi enfado y decido inhalar hondo para intentar tranquilizarme.
—Lo siento —digo una vez más calmada—. Pero es que el corbatin no colabora y terminé haciendo un nudo que no puedo deshacer —confieso, señalando el nudo en mi cuello.
Mi mamá tapa su boca con la mano tratando de no reír y me hace una seña para que me acerque.
Me levanto de la cama y camino hasta ella, para dejar que ella arregle el desastre que hice.
—Dime, pequeña impaciente, ¿por qué estás tan molesta? —inquiere, mientras comienza a intentar desatar aquel nudo.
《Bueno, creo que es porque Ezra realmente está colmando con mi paciencia al no colaborar con nada. Ningún plan con él sale bien. Intento llevarme bien con él para que mi plan de enamorarlo salga bien y así ganar la apuesta que hice con Sierra, la cual, está presionando y molestando aún más. No sé en qué momento me metí en esto. Ojalá nunca hubiera aceptado. Preferiría mil veces soportar las burlas de Sierra, que tener que pasar otra estúpida tarde con Ezra. Es realmente insoportable y molesto. ¿Quién en su sano juicio querría que un chico como él se enamore de uno? Ah, sí, yo. Pero claro está que no porque quiera, sino porque me metí a esa apuesta. Y ni hablemos de que alguien se pueda enamorar de ese ser maligno y molesto. Él me tiene con este humor irritable》, pienso para luego inhalar hondo.
—Dormí mal —respondo tratando de sonar creíble.
Me mira por unos segundos, sabiendo perfectamente que eso fue una mentira, pero también sabe que si no le conté los motivos es porque no quiero y no preguntará.
Eso es lo que más me gusta de mi relación con ella, no me presiona a nada.
Deja que le cuente mis cosas si así deseo hacerlo, me da mi espacio y lo agradezco mucho.
Le contaría mis motivos de por qué estoy enojada, si no fuera por Ezra. Porque sé que si lo nombro, ella no dudará en ir al instituto a hablar con el director para que le cambie de tutor, haciendo así que se arruine mi plan.
—Listo —anuncia, dejando mi corbatin en un perfecto nudo.
Le sonrió agradecida y me hace una seña para darme a entender que me esperará abajo. Asiento con la cabeza y me doy la vuelta para ir a ponerme mis zapatos.
El uniforme no es lo más lindo que tiene el instituto, pero tampoco está completamente mal. Por lo menos nos dejan llevar cosas extras, siempre y cuando, tengamos el uniforme.
Es decir, si quiero ponerme zapatillas, una chaqueta de brillos, hacerme rastas en la cabeza y tener piercing, puedo hacerlo, siempre y cuando lleve la camisa blanca que contiene el nombre y logo del instituto, y la falda cuadrilla de color negro con rojo.
Pero a mi me gusta usar todo completo, aunque no es obligatorio. Como el corbatin, las medias largas y los zapatos negros.
Bajo las escaleras para encontrarme con mi mamá, con las llaves en su mano, su saco y una mirada de lamento.
—Lo siento cariño, acaban de llamarme de la construcción y...
—Ve —la interrumpo, haciendo que me mire apenada—. Tomaré el autobús, en serio.
Se acerca a mí y me da un beso en la frente, para después desearme un buen día antes de salir por la puerta.
Giro sobre mis talones para caminar hacia la cocina y así comer la comida más importante del día. El desayuno.
Al llegar, noto que en la mesada ya esta mi desayuno servido y sonrío ante eso.
Me acerco hasta la banqueta que está frente a mí plato y me siento, para comenzar a comer mis waffles con miel.
Antes de que pueda terminar, noto la hora en mi celular, dándome cuenta que se me hace tarde para ir a tomar el autobús.
Agarro mi bolso y las llaves lo más rápido que puedo, para después correr hacia la salida de mi casa.
Una vez fuera de mi amado hogar, comienzo a correr como si mi vida dependiera de ello hacia la parada del autobús, la cual queda a dos cuadras de mi casa.
Cuando estoy por llegar, diviso el autobús frente a la parada, esperando que los alumnos terminen de subir a este, así que corro con más fuerza y rapidez.
Pero para mí mala suerte, no llego ya que el autobús comienza a arrancar.
—¡Esperenme! —grito desesperada, mientras aún continúo corriendo detrás del gran vehículo y comienzo a mover mi brazo.
Varios estudiantes sacan la cabeza por la ventanilla y se ríen de mí, pero el autobús no se detiene y decido resignarme, dándome cuenta que no se detendrá.
Me inclino hacia adelante, posando mis manos sobre mis rodillas intentando recuperar el aire.
¿Por qué sigo corriendo, si esto en definitiva no es lo mío?
Me enderezo una vez que siento que ya mi respiración está bastante regulada.
Paso una mano por mi frente para secar el sudor y agarro mi cabello en un moño mal hecho, pero no puedo hacer mucho con tantos rulos.
Comienzo a caminar al darme cuenta que si no lo hago, llegaré más tarde de lo que debería al instituto. Y yo jamás he llegado tarde antes.
Al llegar a la esquina, noto que el semáforo del peatón está en rojo, pero miro hacia ambos lados de la calle notando que no viene ningún vehículo, así que no sucederá nada que rompa las reglas por esta vez.
Comienzo a cruzar la calle, pero se me cae mi celular y suspiro cansada para agacharme a recogerlo.
Al enderezarme noto que una moto viene a gran velocidad hacia mí y me paralizo. Lo único que logro hacer es gritar y tirarme al suelo por alguna razón ilógica, mientras cubro mi rostro con mis manos.
—¿Eres idiota o qué? —inquiere el chico de la motocicleta—. ¿No viste que el semáforo está en verde?
Saco las manos de mi cara con cuidado, sintiendolas temblorosas.
Por suerte la motocicleta frenó a escasos centímetros de mí, porque sino habría sido un accidente realmente espantoso.
Suspiro aliviada y me levanto del suelo, totalmente anonadada.
Al ver al chico que casi me atropella, cierro mis ojos con fuerzas y deseo retroceder el tiempo para que sí me atropelle.
—Hasta en la sopa apareces, Malkovich —habla Ezra, bastante irritado también.
—Lo mismo digo —respondo, abriendo mis ojos para verlo y otorgarle una falsa sonrisa.
—Bueno, hazte a un lado así sigo con mi camino antes de que venga alguien y comience a tocar bocina —ordena, moviendo su mano para que me haga a un lado.
Es aquí donde se enciende una bombilla en mi cabeza y lo miro esperanzada, haciendo que él eleve una ceja.
—¿Podrías...?
—No.
—Ni sabes lo que te voy a pedir —me quejo, cruzandome de brazos.
—Tengo una idea de lo que será, pero así no sea eso, no te haré ningún favor.
Suspiro frustrada y decido ignorar sus palabras.
—¿Me llevarias al instituto, por favor?
Ezra gira los ojos para después clavarlos en los míos.
—¿Qué no oíste? —inquiere bastante molesto y, de nuevo, decido ignorarlo.
—Por favor —suplico, odiandome por esto. Si mi asistencia perfecta no fuera tan importante para mí, ni siquiera estaría hablando con él—. Te juro que no molestare y puedes dejarme a una cuadra para que no nos vean juntos.
Ezra eleva una ceja y una pequeña sonrisa se asoma por la comisura derecha de su boca.
—¿La gran e inigualable Ava Malkovich me esta rogando? —cuestiona burlon, disfrutando de esto.
Inhalo hondo y lo miro de forma seria.
—Por favor.
Ezra me mira fijo por varios segundos y acerca su rostro al mío.
—No.
Antes de que pueda decir algo, un claxon logra asustarme al punto de hacer que me sobresalte.
Miro de mala forma a Ezra, para después ver los dos coches detrás de la moto y sonreirles apenada mientras levanto mi mano en señal de disculpa y comienzo a caminar, terminando de cruzar la calle.
Cuando ya llevo dos cuadras, escucho como alguien se estaciona a mi lado y detengo mi caminar, para girar a ver a mi izquierda, notando que se trata de Ezra.
Abro mi boca para decirle algo, pero él me extiende un casco, logrando confundirme.
—Anda. Sube antes de que cambie de opinión y me arrepienta por esto —ordena, señalando la parte de atrás de su moto.
Lo pienso por unos segundos, pero realmente no quiero llegar tarde a clases.
Suspiro y lo acepto, para después sacarme las gafas y guardarlas en mi bolso e intentar ponerme el casco con tanto cabello. Una vez que lo consigo, me subo a la moto, soltando un pequeño bufido por la pelea que acabo de tener con el casco y mi cabello.
Si no estoy mal, puedo jurar que vi a Ezra sonreír divertido e intentado no reír.
—Y pienso dejarte a una cuadra del instituto, que lo sepas —anuncia y yo asiento con la cabeza, aunque también giré los ojos.
Agarro con algo de cuidado su chaqueta de cuero y él arranca con algo de velocidad la moto, pero aún así me niego a rodear su torso con mis brazos.
Si tengo que caerme y morir, lo haré.
Por suerte el miedo de hace unos segundos se evapora y comienzo a sentirme relajada, aunque siento frío en las piernas al tenerlas desnudas debido a la falda.
Voy tan sumida en esta nueva sensación, que no noto cuando llegamos al instituto y frunzo el ceño.
Se detiene en el estacionamiento y ambos nos bajamos de su motocicleta.
—¿No que me ibas a dejar...?
Me interrumpe al momento que me saca el casco con algo de fuerza bruta, pero sé que no lo hizo con esa intención por su expresión, sino que tuvo que hacerlo ya que el casco se atoro por mi cabello.
Deja ambos cascos en su motocicleta y se da la vuelta para comenzar a caminar, dejándome con la palabra en la boca.
Abro la boca un par de veces, tratando de reaccionar a todo esto, pero decido solo dejarlo pasar y ya.
Saco mis gafas del bolso y me las coloco, para soltar un pequeño suspiro ante todo esto.
Si sigo suspirando así, me quedaré sin aire y moriré.
Escucho el timbre sonar y me apresuro para ingresar al instituto antes de llegar tarde y que viajar con Ezra haya sido totalmente en vano.
Al ingresar al instituto, noto varias miradas sobre mí y me siento algo incómoda por eso, pero decido ser fuerte e ignorarlas.
—Hey. —Me giro notando a Tess caminar hacia mí con una expresión llena de curiosidad—. ¿Qué fue eso?
—¿Qué fue qué? —inquiero al no saber a lo que se refiere.
—Tu llegada con Ezra —explica y yo abro mis ojos de par en par.
—¿Nos viste? —cuestiono, aunque fue una pregunta estúpida y ella asiente con la cabeza.
—La mayoría que estábamos afuera por ingresar, los vimos —confiesa y yo siento que voy a morir.
Aunque, en teoría, si mi plan sale a la perfección, mucha gente me verá con él. Así que tendría que empezar a acostumbrarme.
—Nos encontramos en la calle, le pedí que me trajera, después de tanto que se negó aceptó y, aquí estamos —explico con algo se rapidez y ella asiente con la cabeza, entendiendo la situación mientras sonríe burlona.
—¿Tan importante es tu asistencia perfecta, eh? —bromea, ya que sabe perfectamente lo importante que es para mí—. Bueno, pero ya has dado un pequeño paso en el plan, algo es algo —comenta y yo asiento con la cabeza, en acuerdo con ella.
Llegamos al salón de ciencias, ya que hoy compartimos clase.
Pero, lo malo es que el profesor decidió no ponernos juntas esta vez.
Ambas nos despedimos y caminamos hacia bancos diferentes. Por suerte elegí uno vacío y ella igual.
Espero que mi compañero o compañera sea inteligente o por lo menos le interese la ciencia, porque no pienso pasar de nuevo por la etapa de hacer el trabajo yo sola.
—Chicos, al parecer hoy tenemos una compañera nueva —anuncia el profesor Galvan, para después hacer entrar a una chica—. Preséntate y ve a sentarte al lado de... —se calla para comenzar a observar el salón—. La señorita Buckner —comenta señalando a mi amiga.
La chica de cabello negro peinado en dos trenzas y con sus labios maquillados de color negro, suelta un suspiro y se para frente a toda la clase.
—Soy Max Ferguson, y no se metan conmigo, así evitaremos que yo me meta con ustedes. Gracias.
Al terminar de decir eso, nos otorga una sonrisa bastante falsa, para después hacer una pequeña reverencia.
Se endereza mientras acomoda su bolso sobre su hombro y camina hacia el lugar donde se encuentra Tess.
Admito que su comentario-amenaza me dio gracia porque no debe medir más de 1.65 metros, pero también su forma segura de caminar, sus expresiones y su voz te aseguran que si no le haces caso... Te romperá la cara y su estatura no le será un impedimento para eso.
El profesor Galvan comenzó a cambiar a todos de asiento y compañero. A él le gusta que no nos acostumbremos a una persona y además así dice que sabremos trabajar con cualquier tipo de persona, nos agrade o no.
Claro que a mi me dejó en mi respectivo lugar, puesto que él me mandó aquí desde que entré al salón.
—Bien, comencemos —ordena el profesor, para girarse a la pizarra y comenzar a escribir algo. Levanto la mano y lo veo suspirar, para después dejar el plumón para pizarra al lado del borrador, para girarse a verme—. ¿Qué sucede, señorita Malkovich?
—Soy la única que no tiene un compañero —le recuerdo, haciendo que él se dé cuenta de eso.
—¿Y eso es un impedimento para que usted haga el trabajo? —inquiere, elevando una ceja.
Balbuceo un poco, mientras pienso en la respuesta.
—Pues no —termino diciendo y él mueve su mano.
—Entonces ya está, problema resuelto.
Asiento con la cabeza y me dispongo a empezar a escribir, cuando se escucha un pequeño golpeteo contra la puerta.
El profesor gira a ver la puerta, cuando por ella vemos pasar a un chico.
—Vaya, señor Willcox, que alegría tenerlo por aquí de nuevo —comenta el profesor, bastante animado ante la aparición del muchacho—. ¿Qué tal Canadá?
—No sabía que me había extrañado tanto, profesor —bromea, haciendo reír a algunos del salón—. Bien, fue... Interesante —responde con una radiante sonrisa.
El profesor le hace una seña para que ingrese y busque lugar. Cosa que no sé le hace complicado, porque el único asiento libre, es el que está a mi lado.
Willcox camina hasta donde me encuentro, para después correr la silla que está a mi lado y tomar asiento.
Lo observo posar su brazo en la mesa, mientras pone su mentón sobre su mano y me mira de aquella forma que hace que mis manos suden y me otorga una linda sonrisa.
—Hola Ava.
—Hola Gavin. Bienvenido.
———👓———
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
Uf, hace tanto que no me paso por aquí... Espero que me hayan extrañado como yo a ustedes.
Pronto estaré de vuelta, tanto que les resultare irritante con mi presencia JAJAJAJA
En fin, espero que hayan disfrutado de este capítulo
Los amo, siempre recuerden eso ❤
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