Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17. Más historias del pasado

—Vaya que sí has cambiado —comento, parándome al lado de mi primo—. Incluso has crecido —menciono, levantando la cabeza para verlo.

Veo la burla brillar en los ojos pardos de Brian, pero sin embargo su rostro se mantiene neutro.

—Sí bueno, cuando seas grande también crecerás —asegura, hablándome como si fuera niña.

Le faltó acariciar mi cabeza al muy maldito. Lo odio.

—Ja, ja, que chistoso —respondo molesta, logrando que ahora sí sonría divertido—. No pero en serio, me alegra verte Brian —afirmo, haciendo que ahora sí gire a verme directamente a los ojos—. Después de todo, parece que es cierto lo que dicen —comento y noto como su ceño se frunce en un claro gesto de confusión—, siempre cambias cuando te rompen el corazón, ¿no?

El moreno a mi lado inhala hondo, haciendo que su pecho se infle, para luego exhalar de manera lenta sin apartar sus ojos de los míos.

—Que te rompan el corazón es doloroso, sí, y cambias por ello, por supuesto —contesta con voz calma, pero sus ojos se apagaron un poco, dándome a entender que esto aún le duele y si hubiera sabido de eso, claramente no se lo habría mencionado. Ya ha pasado poco más de un año después de todo—, ¿pero sabes qué duele más y te hace cambiar aun el doble? —cuestiona y me quedo callada, sabiendo perfectamente que no espera una respuesta de mi parte, entonces continúa—: Ser tú quien le rompa el corazón a alguien, y más si esa persona no se lo merecía para nada. Si esa persona no merece que, jamás nadie, le haga daño. —Me quedo callada, mirando el dolor no dicho y la culpa que reflejan sus ojos, totalmente sorprendida de ver a Brian así—. Y por lo que veo, está claro que aún no te han roto ni has roto un corazón, pero dime si me equivoco.

Suelto un suspiro y bajo la vista unos segundos, para ver mis zapatos de tacón color rojo, antes de volver a ver sus ojos.

—No te equivocas —aseguro, elevando un hombro.

—No te preocupes, aprendí que un corazón roto no se puede evitar ni aunque lo intentes, así que te sucederá lo mismo que con la altura, cuando crezcas lo entenderás, pequeña —contesta, ahora sí golpeándome la cabeza como si en verdad fuera una niña y él un gran viejo sabio.

Se aleja de mí riendo, antes de que pueda decirle los mil insultos que tengo en mente. Es por comentarios como esos que hemos peleado toda la vida. ¡Sólo es mayor que yo dos años!

—Así que ustedes aún no se llevan bien —comenta alguien atrás de mí, con un tono de voz que demuestra lo divertido que está.

Me giro y sonrío de inmediato sin poder evitarlo, mientras me tiro a sus brazos, siendo bien recibida en ellos.

—¡Tobías! —exclamo alegre de ver a mi primo favorito en todo el mundo.

El castaño ríe sin alejarse de mí, afianzando aún más su abrazo.

—Vaya, veo que me extrañaste —menciona, alejándome de él para verme a los ojos mientras me sonríe amable—, que bueno porque yo también te extrañé.

Tobías no es mi primo, ya que no es hijo de Amelie, pero sí es el medio hermano de Brian. Así que lo trato como un primo de todas formas, porque según lo que me enteré, al parecer él vive más en casa de Amelie y Enrique, que en su propia casa.

Igual lo entiendo, nadie puede soportar a Bob una vez que descubres como es realmente. Jamás entenderé cómo es que una mujer como Amelie pudo llegar a casarse con alguien como él.

—¿Y a mí me extrañaste?

Dejo de ver a Tobías para girarme a ver a una -no tan- pequeña, cruzada de brazos y mirándome con una ceja alzada.

—¿Cómo no voy a extrañar a mi prima favorita? —cuestiono, acercándome a ella para abrazarla fuertemente.

Dios mío como crecen las criaturas. La última vez que la vi tenía ocho, ahora tiene diez.

Amy es la hija de Enrique, pero Amelie siempre la trató como si también fuera su hija. Ambas se quieren mucho.

—Ven, vamos a sentarnos y cuéntanos qué tal va tu vida —ordena la castaña, guiándome hacia una de las mesas.

Por encima de mi hombro, puedo ver a Tobías seguirnos el paso.

Llegamos hasta una mesa, donde Brian ya se encuentra sentado ahí, mirando fijamente hacia la puerta de entrada y salida del salón.

Giro por pura curiosidad y, debo de admitir, que donde está sentado tiene la vista perfecta para ver quién entra y quién sale.

Me siento al lado de Brian, Tobías a mi lado y Amy al otro extremo de Brian, pero el moreno parece no importarle nuestra presencia, porque incluso pareciera que no parpadea con tal de no perder de vista la puerta.

Los tres lo miramos confundidos, hasta que la pequeña sacude la cabeza y decide centrar su mirada en mí, mientras agarra una papa de uno de los recipientes.

—¿Y Ava? ¿Qué tal tu vida? ¿Algo interesante? —inquiere antes de empezar a comer la papa, mientras me mira con intriga.

«Si supieras», pienso sobre la apuesta, pero creo que no es buena idea contarle sobre eso.

—No, nada —miento, para luego beber un poco de refresco que tengo servido en un vaso, para intentar ganar tiempo.

—Ay no mientas —pide Amy, mirándome cansada—, mi mamá me contó que tu mamá le contó que andas con un chico.

Tanto Brian como Tobías tosen a mi lado, debido a que justo estaban bebiendo de sus bebidas, para luego girar a verme con una ceja alzada.

—¿Un chico? —cuestionan ambos a unísono, haciendo que los mire extrañada.

—Estás chiquita para salir con alguien —asegura Tobías, negando con la cabeza, como si no me diera permiso, cosa que me hace elevar una ceja.

—No te adelantes etapas, pequeña —aconseja Brian, dándome nuevamente pequeños golpes en la cabeza, que no hacen más que enfurecerme y lo veo girarse hacia Amy—. No es tú mamá, es mi mamá.

—Entonces tú tampoco le digas papá a mi papá —recrimina Amy de inmediato, cruzándose de brazos y viéndolo con una ceja alzada.

—Si saben que a partir de hoy, legalmente, son los padres de cada uno, ¿no? —cuestiono divertida, viéndolos como no dejan de verse desafiantes. Ellos se aman con locura, pero desde que los vi juntos por primera vez es que no han dejado de pelear—. Es más, ahora si gustas, oficialmente puedes ser Brian Franccetti —comento, mirando a Brian quien gira a verme al mismo tiempo que la niña.

—¡Jamás! —exclama Amy, totalmente horrorizada—. Amo tener a Amelie en la familia, como también amo que éste sea Coleman, así cuando me preguntan puedo negar que somos familia.

—Queda bien ahora que lo escucho —asegura Brian, volviendo a centrar su vista en la puerta—. Brian Coleman Franccetti —murmura y, si bien lo dice para molestar a Amy, puedo ver que la idea no le desagrada del todo—, porque claramente no pienso quitarme el apellido de mi mamá. ¿Qué dices Tobías? ¿Queda bien, no? —cuestiona, mirando por unos segundos a su hermano, antes de volver a ver la puerta.

El castaño a mi lado mira a Amy, quien lo mira con una ceja elevada, asegurándole que elija bien sus siguientes palabras, cosa que logra poner nervioso al chico.

Se aclara la garganta y asiente con la cabeza.

—Creo que nos debíamos del tema principal —menciona, posando su vista en mí—. Estábamos hablando del novio de esta señorita.

—Cierto —concuerda Amy, señalando al castaño que suspira aliviado.

—No es mi novio —aseguro, negando con la cabeza.

—Pero te gustaría —comenta Brian, mirándome de reojo antes de volver a centrar su vista en la dichosa puerta.

Su comentario solo hace que me sonroje y vuelva a beber de mi refresco de naranja, pero esta vez de forma lenta para evitar hablar.

—¡Sí te gustaría! —exclama Amy divertida, señalándome con su dedo.

—No lo voy a negar —admito luego de unos segundos en silencio, los cuales me dediqué a intentar controlar mi sonrojo—, es que en serio me gusta.

—A ver, cuéntanos sobre él —pide Amy emocionada, inclinándose hacia adelante, dándome toda su atención.

Pienso en Gavin y se me es inevitable sonreír como tonta, así que bajo la vista hacia mis manos, las cuales se encuentran en mi regazo, jugando con la tela de mi vestido.

—Pues hablando físicamente, es muy lindo —aseguro, sin animarme a levantar la vista, pero también sin dejar de sonreír—, pero eso no es lo que me gusta, sino que me trata súper lindo, es atento, educado, me hace reír, se preocupa por el otro, es caballeroso, jamás juzga o critica por nada, respetuoso, amable con todos, siempre tiene palabras de aliento, inteligente, también...

—Me estás diciendo que te gusta un chico... ¿normal? —inquiere Amy, interrumpiéndome y logrando que levante la vista para verla.

—¿Qué?

—Según lo que cuentas, te gusta porque es un chico normal, es decir, tiene lo básico que cualquier persona debería de tener —menciona y frunzo el ceño, extrañada y sorprendida por sus palabras—. Sé que no todos los chicos tienen esas cualidades básicas, pero...

—¿Y tú cómo sabes? —cuestionan Brian y Tobías a unísono, mirando a la pequeña que no hace más que girar los ojos.

—Las personas —se corrige, logrando relajar los celos de sus hermanos mayores—. Según lo que cuentas, es una persona promedio con valores normales que todos deberían de tener. Porque digo, las personas de por sí deberían de ser amables, no criticar a los demás, ser educados y bla, bla, bla, todo eso que dijiste, y lo entiendo, encontrar a alguien normal es totalmente sorprendente, pero... ¿te gusta sólo por eso?

Abro y cierro la boca, varias veces, sin saber qué decir exactamente.

Joder, tiene diez años, no puede confundirme así, generarme este tipo de crisis internas.

—Eh... no —respondo, aunque sé perfectamente que no soné muy segura.

—De acuerdo, entonces dime tres razones por las cuales te guste —pide Amy, sin apartar sus grandes y hermosos ojos de los míos—, y por favor, no vuelvas a decir que te trata bien o es respetuoso, porque eso no cuenta —se apresura a decir, negando con la cabeza—, porque cualquier persona decente te tiene que tratar bien, ya que nadie, en serio nadie, debería tratarte mal o faltarte el respeto. Así que dime tres cosas que tenga y lo saquen del parámetro de un chico normal y decente.

Puedo notar como los tres están prestándome atención, aunque Brian aun mantenga su vista en la puerta y Tobías pretenda estar con el celular. Como así también, puedo notar el orgullo que sienten estos dos por las palabras de su hermana menor.

Definitivamente esta niña el día de mañana encontrará un gran chico, o bueno, eso espero.

Me rasco la ceja nerviosa, dándome cuenta que no encuentro nada relativamente distinto que pueda decir.

Mierda. Esta niña acaba de dañarme el cerebro en menos de media hora. Todo lo que creía, se acaba de ir al carajo.

—¿Y tú por qué miras tanto a la puerta? —cuestiono cambiando de tema y mirando a Brian, quien se eleva de hombros, pero no dice palabra alguna—. ¿Esperas a alguien?

—A Emily —responde Amy, haciendo que Brian gire a verla con el ceño fruncido—. ¿Qué? ¿No la esperas a ella? —inquiere la pequeña con un tono de voz divertido, al saber que tiene razón.

Brian suspira frustrado, antes de girar los ojos y posar nuevamente su vista en la puerta.

—¿Emily? ¿Tu ex? —pregunto sorprendida, sin dejar de ver al moreno a mi lado. Jamás tuve la oportunidad de conocerla, pero Amelie, y toda la familia de hecho, sólo hablan maravillas de esa chica. Nunca supe el por qué terminaron, ahora que lo pienso—. No te ilusiones, que si yo fuera tu ex, desearía jamás volverte a ver —bromeo, pero por la expresión de Tobías y Amy, acabo de meter la pata al parecer.

Pienso que va a responderme tan pronto noto como se endereza, pero en cuanto veo un brillo lleno de esperanza en su mirada, sé que no lo hará y giro mi cabeza hacia la puerta de entrada, justo en el momento que Amy suelta un gran grito ensordecedor lleno de emoción a la vez que se aleja de nosotros corriendo para ir hacia un -muy hermoso- chico rubio, quien al verla sonríe más que feliz y la espera con los brazos abiertos para abrazarla con fuerza.

Miro de reojo a Brian, quien no deja de mirar hacia el lugar con ilusión, totalmente recto. Por como juega con la servilleta de papel sobre la mesa, doblándola hasta el punto de hacerla una pequeña pelota, sé que está más nervioso de lo que le gustaría admitir.

De a poco sus hombros van cayendo, hasta que caen por completo en el momento que personas dejan de cruzar por esa puerta y noto sus ojos delatar su decepción.

—Primera vez que concordamos en algo, Ava —habla, sin girar a verme, ya que no deja de mirar a la familia que acaba de llegar, con la cual Amy está más que fascinada—. Yo tampoco quisiera volver a verme.

Tira la bola de papel que hizo con la servilleta sobre su plato, a la vez que se levanta de la silla y comienza a caminar, alejándose de nosotros para acercarse a aquella familia.

Siempre creí que el día que Brian me diera la razón en algo, me sentiría la más feliz de todas, pero acabo de descubrir que me equivoqué. Ahora mismo siento una presión en el pecho y sé perfectamente que es culpa.

Giro a ver a Tobías, quien también observa a esa familia y como Brian se abraza con un hombre, el cual está llorando por alguna razón que desconocemos, pero parece feliz de volver a verlo.

—La quería mucho eh —comento en voz baja, mirando de reojo al castaño que asiente con la cabeza mientras suspira.

—La amaba mucho —asegura, haciendo una pequeña mueca mientras eleva un hombro—. Nunca conocí muy a fondo a Emily, pero siempre le estaré agradecido —admite, logrando confundirme y lo nota, entonces añade—: Gracias a ella es que ahora tengo una relación con Brian. Pero en fin, no pierdo la esperanza de que algún día se vuelvan a ver y retomen su romance, porque ellos no merecían ese final. —Suspira, para luego inhalar hondo y sonreír—. Bien, iré a saludar. ¿Vienes?

—No, me quedaré aquí —contesto a lo que él asiente con la cabeza, antes de darme un beso en la coronilla y levantarse para ir hacia los recién llegados.

Pienso en las palabras de Brian y Amy, notando que tienen razón en todo. Brian me hace pensar en Ezra y Amy en Gavin, y eso sólo me genera más frustración que la que ya siento.

---+++---

La boda de mi tía me sirvió más que nada para darme cuenta de cosas que, al parecer no quería saber.

También para bailar con chicos muy lindos, como lo son Nacho y Axel, pero fuera de eso, mi cabeza no ha descansado ni un segundo.

También me hizo dar cuenta que ya estamos casi a mitad de año, es decir, falta poco para que los seis meses acaben y con ella la apuesta.

He hablado de esto con Max y Tess, pero no llegamos a ningún lado. Una me dice que no diga nada, porque de todas formas no falta mucho para que la apuesta acabe, en cambio, la otra me recomienda decir todo antes de que se enteren por otro lado. Ambas tienen razón.

Dos semanas pasaron desde que Ezra durmió en mi casa y casi una semana desde que me besé con Gavin. Con el castaño ha estado todo más que bien, pero con Ezra... no lo sé, siento que me evita, aunque no del todo porque seguimos teniendo las sesiones de estudio, aunque esta vez se centra en sólo estudiar y ya, no dice nada más.

Aunque hubo una tarde que no lo hizo y hablamos seriamente de algo que me ha dejado sorprendida, aún lo pienso y siento escalofríos, aunque no sé si en el buen o mal sentido.

FLASHBACK

—¿Podemos hablar? —cuestiona, soltando un suspiro y dejando el lápiz sobre su cuaderno al mismo tiempo que clava su mirada sobre la mía.

Me sorprendo, ya que hace mucho que no hablamos al menos que sea necesario por los deberes, pero fuera de eso no lo hemos hecho.

—Sí, claro —respondo, luego de salir de mi asombro.

Pensaba responderle algo sarcástico, pero su mirada expresa seriedad y lo mucho que, en serio, quiere hablar.

Inhala hondo para intentar armarse de valor, al parecer, antes de exhalar lento, quedándose sin aire de a poco, pero sin apartar sus ojos de los míos.

—Perdón —suelta luego de varios segundos en silencio, puede notar la confusión en mi mirada, entonces se apresura en añadir—: No voy a justificar lo imbécil que he sido contigo todos estos años, ni nada parecido, porque no hay justificación para mi comportamiento —asegura y se me es inevitable enderezarme, al darme cuenta por donde va el tema—, aun así, espero que puedas perdonarme. De verdad lo he pensado estos días y estoy muy apenado, sobre todo, creo que no merezco tu buen trato, pero me alegra que me lo des —admite, y lo veo tragar saliva—. Perdón por la vez que te empujé, las veces que me burlé de tu familia cuando no tengo derecho ya que mi familia no es ejemplo de nada, las veces que me burlé de ti, por la vez que te defendiste por primera vez de mis ataques y no reaccioné bien... —Se calla, apretando sus puños sobre la mesa hasta el punto que sus nudillos se tornan blancos—, y te humillé de una forma horrible ese día —termina diciendo, mientras cierra los ojos, apenado de seguir manteniéndome la mirada y no es hasta que menciona ese día, que me doy cuenta que siento una gran opresión en el pecho.

»Perdóname por cada cosa que te he hecho, Ava —pide, volviendo abrir los ojos para mirarme y puedo notar sinceridad en esos orbes azules—. Sé que las palabras no bastan, porque se las lleva el viento, pero te prometo ganarme tu perdón, sólo... —Suspira—. Sólo me gustaría saber si..., no sé, hay oportunidad de que puedas perdonarme.

Ambos nos miramos por unos instantes a los ojos, sin animarnos a movernos para no cortar con el momento, o quizá con la tensión que se siente en el aire.

Abro la boca pero la cierro en cuando me doy cuenta que no sé qué decir, o más bien, cuando no tengo nada para decir.

Ezra se da cuenta de ello de inmediato, porque se aclara la garganta y me ofrece una sonrisa amable.

—¿Sabes? —habla, sin apartar sus ojos de los míos—. No digas nada. Me ganaré tu perdón con acciones, no con palabras —garantiza, volviendo a sonreír sin enseñarme sus dientes, para luego bajar la vista a su cuadernos— Bien, continuemos.

Asiento con la cabeza, sin saber qué decir. Realmente me ha dejado asombrada. Jamás creí que me pediría disculpas por todo, pero es cierto lo que dice, a las palabras se las lleva el viento.

Como decía mi mamá, hasta no ver, no se puede creer.

FIN DEL FLASHBACK

No hemos hablado desde entonces, pero no quita que no ha hecho cosas para ganarse mi perdón.

Desde entonces no me han molestado, ni dicho nada y sé perfectamente que él tiene que ver con eso. Pero no es suficiente, no puedo...

Suelto un suspiro en cuanto veo la gran puerta de su casa frente a mí, con una decisión ya tomada y me estiro para tocar el timbre.

Dejaré todo en manos del universo. Hoy planeo contarle la verdad, pero si hay algo que me lo impida, no lo haré, no insistiré. Decidí que el universo conteste mi duda. Si algo me interrumpe, no le contaré sobre la apuesta y dejaré que esta termine normal, sin que él lo sepa. Si nada me interrumpe, se lo contaré todo, desde el inicio, incluso como me siento hacia él.

La puerta es abierta y puedo encontrar a Ezra, quien sonríe amable al verme, aunque si no lo conoces puedes llegar a pensar que es una mueca.

—Malkovich —saluda y le sonrío amable, para luego verlo hacerse a un lado—. Pasa, por favor.

—Gracias —respondo, ingresando a su lujosa casa.

Me guía a la biblioteca, y me sorprende ver que todo está tal cual como la recuerdo. Vine una sola vez a este lugar, pero a veces las cosas cambian de lugar en mi casa, y de esa última vez que vine ya hacen dos meses, quizá un poco más.

Tomamos asiento y nos disponemos a estudiar, como lo venimos haciendo, en completo silencio.

Después de dos horas, terminamos y me dedico a guardar mis cosas en mi bolso, sin hacer ruido alguno, entonces escucho su voz.

—¿Quieres conocer mi lugar favorito en toda la casa? —cuestiona, llamando mi atención y lo miro intrigada—. Quizá y me atrevo a decir incluso que de todo el mundo.

Veo la hora en mi celular y hago una mueca, mientras suelto un suspiro.

—Se está haciendo tarde, Ezra —menciono, enseñándole la hora y puedo ver la decepción reflejarse en su rostro—. No me gusta ir a mi casa de noche.

—Te puedo llevar, no hay problema con eso —asegura, elevando un hombro para restarle importancia al asunto.

Puedo notar un pequeño brillo de esperanza en su mirada, que me delata que realmente quiere enseñarme ese lugar, y asiento con la cabeza, haciendo que sonría al parecer, sin poder evitarlo.

Entonces recuerdo que tengo algo importante que decir.

—Pero antes... —hablo, haciendo que vuelva a sentarse en la silla y me mire atento—, tengo algo que decirte.

Lo veo asentir con la cabeza de manera lenta, lleno de curiosidad.

—Claro, puedes decírmelo allá —opina, refiriéndose al lugar y dudo unos instantes, porque si ese es su lugar favorito, no creo que le gusta recibir malas noticias ahí—. Anda, vamos Malkovich —ordena de manera amable, levantándose de su asiento para luego caminar hacia la puerta—. No pienso llevarte alzada, si eso es lo que esperas —bromea, haciendo que sonría divertida mientras lo sigo.

—Que descortés de tu parte hacer caminar a las visitas —le sigo el juego, arrebatándole una sonrisa divertida.

Me agarra la mano para mi sorpresa, para luego comenzar a guiarme por su lujosa casa.

Subimos por una escalera que parece no tener fin, luego de que hayamos pasado por la cocina y robado un sándwich para cada uno. Llegamos hasta una gran puerta, que no duda en empujar sin soltar su agarre en mi mano, para luego cruzarla y darme con que llegamos a la azotea.

¡Su casa tiene una jodida azotea!

Miro asombrada todo el lugar y, no tanto por lo grande que es, sino más bien por la hermosa vista de toda la ciudad que otorga.

Está empezando a anochecer, por ende, el sol comienza a ocultarse y eso brinda una vista más que increíble.

—Sorprendente, ¿cierto? —habla a mis espaldas, mientras que yo me acerco al borde, agarrándome de las barandas metálicas.

—Hermoso, diría yo —aseguro, mirando de reojo como se posa a mi lado para admirar la ciudad—. Con razón es tu lugar favorito.

—Aquí vengo cuando necesito huir por un rato —admite, sin dejar de ver como de a poco las luces de la ciudad comienzan a encenderse para no quedarse a oscuras ante la inmensidad del cielo, que de a poco comienza a tornarse en un azul oscuro—. Me trae la paz que a veces siento que me hace falta —comenta, girando a veme y sus ojos son más sorprendentes ahora, porque sorprendentemente se oscurecen a poco como el cielo.

—Pues sí, me has dejado sin palabras la verdad —afirmo, girando para apoyar mi espalda contra el barandal, sin dejar de verlo a los ojos.

—Soy muy sorprendente, lo sé —bromea y suelto un pequeño bufido, que más suena a una risa—. ¿Y de qué querías hablar?

Si no me lo recordaba, juro que se me había ido el hecho de que quería confesarme.

Trago saliva y me relamo los labios, tratando de armarme de valor para soltar las siguientes palabras: Ezra, me acerqué a ti por una apuesta.

Fácil.

Abro la boca ante su atenta mirada, pero entonces mi celular suena en el bolsillo de mi campera, avisándome que tengo una notificación.

Frunzo el ceño extrañada, porque yo siempre tengo el celular en vibrador, así que saco el aparato de mi bolsillo, para luego notar que se trata de un mensaje de Gavin.

No le respondo, ni ingreso a WhatsApp para clavarle el visto, pero sí leo su invitación a tomar helado mañana después del instituto.

Me quedo sorprendida mirando el celular y no por el mensaje de Gavin, esto se está haciendo costumbre entre los dos, sino más bien porque mi celular sonó y yo le pedí al universo una señal.

¿Esta es la señal? Debe serla, porque no recuerdo cuando le quite el modo vibración al celular, para dejarlo con el sonido activado.

Al ver que me quedé en silencio, mirando el celular, Ezra se aclara la garganta a mi lado, haciendo que vuelva a prestarle atención mientras guardo el móvil nuevamente en mi chaqueta.

—Entonces... ¿van en serio? —cuestiona, fingiendo desinterés, mientras pasa sus dedos juguetonamente por el barandal y me ve de reojo.

—¿Quién? —inquiero, frunciendo el ceño al no saber de qué habla.

—Tú y Gavin —responde en voz baja, sin dejar de pasar sus dedos por el barandal, fingiendo prestarle total atención.

Me río divertida, llamando su atención, haciendo que me mire fijamente a los ojos mientras deja su mano quita.

—Gavin y yo no tenemos nada —aseguro con una mueca divertida, a la vez que muevo mi mano para restarle importancia.

—Oh vamos Malkovich, yo y estoy seguro que muchos más los vieron el otro día besándose en el instituto —admite, logrando que mis mejillas se sonrojen de inmediato y puedo ver algo raro en sus ojos—. Así que ya no lo niegues más. De todas formas, aunque no tengamos una buena relación él y yo, sé que es un buen chico y...

—No tenemos nada —repito, esta vez de forma seria, mirándolo directamente a los ojos—. Nos besamos, sí, pero ya está. Eso fue todo.

—Pero te gusta —afirma, mirándome a los ojos como si eso fuera obvio—. No, no me lo digas —pide para después bajar la vista al suelo—, prefiero seguir en la incertidumbre.

—¿Por qué? —pregunto antes de poder detenerme a pensarlo mejor, y lo veo encogerse de hombros.

—Quizá algún día de estos te lo diga, pero ahora no es momento —responde después de soltar un suspiro.

Ambos nos quedamos en silencio. Yo mirándolo y él huyendo a mi mirada.

Levanto la vista al cielo y noto que ya no falta nada para que oscurezca por completo, notando como la luna comienza a hacerse ver, al igual que una que otra estrella.

—Si me acuesto en el suelo —hablo, llamando su atención y puedo sentir su mirada en mí, así que bajo la vista para encontrarme con sus ojos—, ¿pensarás que estoy loca?

Frunce por unos segundos el ceño a la vez que la comisura derecha de sus labios se eleva, para luego hacer una pequeña mueca.

—La verdad es que ya lo pienso —contesta divertido y yo finjo estar ofendida, cosa que lo hace sonreír.

—Bien.

No digo nada más y me tiro al suelo, quedando tendida sobre él, mientras observo el gran cielo encima de nosotros.

Ezra me mira por unos segundos más, antes de soltar un suspiro y acostarse a mi lado, pero dándome un pequeño espacio personal que agradezco mentalmente.

Ambos nos dedicamos a solamente escuchar nuestras respiraciones y los ruidos que nos otorga la ciudad, mientras seguimos observando el gran cielo.

—Es una pena que haya tanta contaminación —murmuro, porque estoy segura que puede escucharme perfectamente sin elevar demasiado el tono de voz—. Porque si no la hubiera, se podrían apreciar las estrellas de una forma muy hermosa.

—Aun así no está mal —responde con el mismo tono de voz que utilicé, haciendo que lo mire de reojo—, te enseña a apreciar la belleza mínima, debido a lo malo que no la deja lucirse en su totalidad.

—Que sabio te has vuelto eh —bromeo y lo veo sonreír por unos segundos, antes de volver a estar serio—. ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de toda tu vida? —cuestiono, sintiéndome muy curiosa de repente por él y su vida.

Inhala hondo, logrando que su pecho se infle hasta que no puede más, para luego exhalar lento, sin dejar de observar el cielo.

—¿El tuyo? —inquiere, girando a verme, encontrándose con mi mirada puesto que yo ya lo estaba viendo.

Pienso quejarme, diciendo que yo pregunté primero, pero algo en él me dice que no lo haga y que solo hable.

Hago una mueca al mismo tiempo que miro de nuevo la luna, pensando en el mejor recuerdo que tengo.

—La vez que fui a un parque de diversiones con mis mamás, porque Daphne estaba de visita en la ciudad —cuento, sonriendo feliz sin poder evitarlo—. Estuve dos días con dolor estomacal por todo lo que comí ese día, pero lo valió totalmente —aseguro, soltando una pequeña risa por lo bajo antes de volver a verlo—. ¿El tuyo?

Noto lo serio y tenso que está, llenándome aún más de curiosidad, pero a su vez pienso en decirle que no tiene que decirme si no quiere, y entonces su voz me interrumpe.

—La vez que fui a acampar con mi mamá cerca del río —contesta con voz baja, mirando al cielo, con una expresión totalmente seria.

No es la primera vez que menciona a su mamá, pero sí es la primera vez que me llena de curiosidad escucharla.

Trago saliva, pensando si sería buena idea preguntarle o no, pero decido hacerlo. ¿Total? Puede esquivar mi pregunta como siempre lo hace, después de todo.

—¿Qué pasó con tu mamá? —inquiero y puedo ver como se tensa a mi lado, más sin embargo, también noto que estaba esperando la pregunta, así que me animo a continuar—: ¿Ella está...? —dejo la pregunta al aire, sin animarme a decir la palabra.

—No —responde de inmediato, pero en seguida frunce el ceño y suelta un suspiro—, o bueno, no lo sé —admite, tomándome por total sorpresa.

¿Cómo podría no saber si su mamá está o no con vida?

Al parecer estoy pensando tanto, que logra llegar hasta él, porque lo veo mirarme de reojo antes de cerrar los ojos y soltar un suspiro.

—Mi papá siempre fue agresivo, tanto con ella como conmigo —cuenta, abriendo nuevamente los ojos pero no me mira, así que me dedico a escucharlo—. Aunque a mí en ese entonces raras veces me pegaba, porque estaba mi mamá para defenderme, así que los golpes los recibía ella. —Traga saliva y puedo ver sus manos apretarse sobre su estómago—. Como te conté hace un tiempo, ella era o es, no lo sé, profesora de periodismo en la universidad y... —Se relame los labios, tratando de continuar. Quiero hablar, decirle que no es necesario que continúe, pero se me adelanta—. Tuvo un amorío con uno de sus estudiantes. Tenía tu misma edad cuando tu mamá se murió, cuando me enteré de que le era infiel a mi papá con uno de sus estudiantes —menciona, girando a verme y puedo ver sus ojos brillosos por las lágrimas contenidas.

»Si te soy sincero, Malkovich, jamás me molestó ni importó que tuviera un amorío —confiesa, sin dejar de verme—, qué se yo, no la puedo juzgar por encontrar un, creo yo, amor bonito en otra persona, no la puedo criticar por ser mala esposa cuando su esposo era el peor de todos —asegura y asiento con la cabeza, dándole la razón—. Pero sí la puedo juzgar por lo mala madre que fue y es —garantiza con la voz tan fría que llega a erizar mi piel—. El mismo día que me enteré junto a mi papá que ella le era infiel, fue porque estaba guardando sus cosas en su auto y este chico la estaba ayudando, se subió al coche y se fue sin mirar atrás ni una maldita vez, sin importarle mis gritos, mis súplicas de que me lleve con ella, mientras que mi papá me sostenía del brazo con fuerza para que no fuera tras ella —cuenta y veo como una lágrima se escapa de su ojo, pero no me animo a tocarlo para secársela.

»Entiendo que haya huido de este lugar que, en teoría, debería ser titulado como nuestro hogar, lo comprendí perfectamente con tan solo siete años —afirma, para luego relamer sus labios—, pero jamás comprendí por qué no me llevó con ella, por qué me dejó en las manos de un hombre que sabía perfectamente que era violento. En todos estos años nunca llamó, Malkovich —relata y puedo sentir como su voz tiembla, entonces aprieta los labios e inhala hondo, tratando de recomponerse—. Ese día entendí porque la noche anterior nos habíamos escapado de mi papá para ir al río a acampar, se estaba despidiendo de mí la muy maldita, nunca estuvo en sus planes llevarme con ella. Así como entendí eso, también fue la primera vez que terminé en el hospital por la paliza que me dio mi papá luego de emborracharse tanto como pudo.

—Pero...

—Mi papá es poderoso, Ava, tiene sus influencias —responde mis preguntas no dichas, para luego soltar un suspiro—. Él no llevó al hospital, fue Sandy, la empleada que vivía con nosotros en ese entonces. Cuando mi papá estuvo bien y se dio cuenta de lo que hizo, y sobre todo que el hospital podía denunciarlo, movió sus influencias y así es como no terminó preso, y como yo terminé con un brazo fracturado, teniendo que usar un cuello ortopédico por cinco meses y con tantos morados que si veías una parte del color de mi piel era milagro. —Cierro los ojos, sintiendo dolor por ese niño de siete años. Al abrirlos, puedo ver como cada vez puede aguantar menos las lágrimas—. Años más tarde me enteré que esa noche Sandy la llamó a mi mamá, pero ella nunca fue y, sinceramente, no sé si le habrá respondido. A veces no sé si prefiero pensar que no le respondió y por eso no fue, y esa versión es menos dolorosa, o que le respondió y estaba muy ocupada... De todas formas, cualquier versión es una completa mierda.

»Desde entonces no he vuelto a saber nada de ella —asegura, soltando un suspiro, pero puedo ver su barbilla temblar—. Miento, el día de esa fiesta —menciona y de inmediato sé que habla de la fiesta en que no me ayudó—, en la tarde la vi en el parque, muy feliz y riendo con dos niños de no más de cuatro años. Me odié por sentirme bien al verla feliz, pero la odié todavía más, viendo que con ellos sí estaba siendo una buena madre. Sé que eran sus hijos, porque le decían mamá, y como odié todo, cada minúscula cosa que vi u oí. —Traga saliva, a la vez que veo como aprieta la mandíbula—. Sé que no es justificación, pero desde lo de mi mamá no puedo confiar en las mujeres, digo, después de todo la mujer en la que más debería confiar me abandonó sin agarrarse el corazón, entonces... ¿Por qué debía yo de confiar en una? ¿Por qué debía yo ayudar a una, cuando la mujer que más debió ayudarme, me dio la espalda? —cuestiona más para sí, que para mí, y lo comprendo, más sin embargo no lo justifico—. Después empecé a cambiar un poco la forma de pensar, pero aun así se me dificultaba confiar en las mujeres. Es que, Ava —Suelta un suspiro que muestra lo cansado que está—, ¿qué tan horrible puede ser un niño de siete años que no te duele el corazón dejarlo, gritando y llorando, suplicando que lo lleves contigo, para que ni siquiera te gires a despedirte de él? Es que yo...

En cuanto su voz tiembla nuevamente y noto como se le complica seguir hablando, no lo dudo más y me tiro encima suyo para abrazarlo.

Al principio parece sorprendido, pero luego de dos segundos no duda en corresponder mi abrazo y, Ezra me sorprende una vez más, en cuanto lo escucho llorar mientras afianza su agarre alrededor de mi cuerpo.

No tengo idea de cómo es que termino sentada en medio de sus piernas, rodeando su cintura con mis piernas sin haberme alejado de él, ambos sentados en el suelo, mientras Ezra sigue llorando en mi hombro.

Acaricio su espalda con las yemas de mis dedos, tratando de tranquilizarlo de esta forma, pero se nota que hace mucho necesita un abrazo en el cual llorar, así que lo dejo. Todos necesitamos vaciar el vaso, para que este se pueda volver a llenar.

Apoyo mi espalda contra el barandal, aprovechando que estoy bastante cerca y él se apoya en mi pecho, pero sus brazos alrededor de mi cintura no se relajan ni un poco, como si tuviera miedo que me fuera y se quedara llorando solo.

Llevo mi mano a su cabello y comienzo a acariciarlo, a la vez que empiezo a tararear En mi corazón vivirás de Phil Collins, tal y como me hacía mi mamá en momentos así.

Pasan unos minutos cuando siento la respiración de Ezra más calmada, dándome a entender que ya dejó de llorar y está más tranquilo, pero aun así no me aleja ni se aleja él. Así que decido continuar acariciando su cabello y espalda al mismo tiempo, mientras tengo mi cabeza sobre la suya.

Inhala hondo como si estuviera oliendo mi fragancia, antes de alejarse un poco de mí, lo suficiente como para verme a los ojos.

Jamás creí tener a Ezra tan cerca de mí, al punto de que nuestras narices casi se rocen. Siempre supe que es un chico muy hermoso, pero claramente nunca iba admitirlo en voz alta, además de que me parecía desagradable con todo lo que me hacía, pero tenerlo a esta escasa distancia hace que mi estómago se contraiga y que sus ojos me resulten tan hipnotizantes, como para no querer moverme de aquí.

No sé si es por el momento, el escenario, las circunstancias, la situación, no tengo idea de por qué no lo alejo de mí en el momento que lleva una mano a mi nuca y comienza acercarse a mí, de manera lenta, como si esperara que lo hiciera, pero hay algo en mí que no me permite moverme o decir algo siquiera.

Mira mi boca por última vez, antes de cerrar sus ojos y unir nuestros labios en un tímido beso, el cual tardo algunos segundos en responder llevando mi mano también a su nuca, provocando que profundice el beso y que pase de uno tímido a, sorprendentemente, uno dulce y tierno.

Sus labios se mueven sobre los míos como si tuviera miedo de arruinar el momento. Momento el cual esperó a que sucediera.

Dios, ayúdame.

HOLAAAAAAA

DIOS, ESTOY EMOCIONADA DE QUE ESTOY PUBLICANDO TAN SEGUIDO AHDJAJAJAJAJAJ

Qué tal les pareció?

EL BESOO? QUIEN ESTABA ESPERANDO EL BESO?

Mentiría si digo que yo estaba esperando ambos besos. Tanto con Gavin como con Ezra jiji

ESTAMOS A NADA DE QUE ACABEEEEE AAAAAAA

Los amo ❤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro