"Su novio" de su propiedad.
Una lluvia de ideas. Siempre le ocurría tal metáfora a Annabeth, por lo tanto estaba más que acostumbrada a este típico fenómeno de hijas de Atenea. Como ahora que, tenía la cabeza inchada por la cantidad de ideas y pensamientos, rondando dentro de su materia gris. La cuestión era que... Estos pensamientos, en este caso. No eran del todo inocentes e inofensivos para su querido novio, que estaba tan bueno, hasta llegar a los altos estándares de los Dioses. Tan bueno como una victoria de los Yanquees.
Annabeth Chase siempre había sido una persona de mente muy sana, prácticamente una mojigata sin túnica. Una persona seria y para nada como una de esas niñas de afrodita que espiaban a los chicos más guapos en las duchas del campamento mestizo. Sus pensamientos siempre girando en las nuevas construcciones que podría comenzar para el Olimpo y para cuando se reciba de arquitecta de una prestigiosa universidad y poder embellecer la ciudad de New York a su gusto finalmente. Todo sería mejor con ella a cargo, por supuesto.
Pero en este mismo momento, ella no estaba para nada pensando en algo inocente. Para nada, ni un poco inocente. Fue como sí todas sus hormonas se hubieran revelado repentinamente, y atacaron y amordazaron a todas las neuronas prudentes, para tener todo el control a partir de aquí.
-Nico ya es todo un hombrecito. - Oyó Annabeth decir, a una chica de Afrodita. - Dime que pudiste ver al pequeño sombritas a través de su bóxer. - La rubia abrió los ojos de par en par, por el descaro de la chica. - De ahora en más, lo estaré espiando en su cabaña por si tengo algo de suerte.
- Suerte con eso. - Le respondió su amiga en tono burlón. - La necesitarás, sí el hijo de Apolo te descubre. No creo que siga siendo amable después de eso.
- Podría intentar convencer a esos dos bombones a un trío. - Se encogió la primera, Annabeth decidió mejor dejar de escucharlas.
Annabeth aún no podía creer el cambio que había sufrido el hijo de Hades a sus 18 años, aún estaba pasmada por ello, recordaba a ese chico perfectamente, cuando sólo tenía once años. Pequeño, delgaducho, ojeroso y apagado; de aquel chico a lo que era ahora, ni siquiera había quedado una mínima sombra.
Si Nico solo era un niño. Ella solo era hija de Minerva.
Les había dejado con la boca abierta a un montón de mestizos, y a un Will Solace con la boca abierta y con baba congelándose en sus labios. Incluso donde ella estaba sentada, se había dado cuenta de la mirada ardiente que ambos habían compartido a escondidas de todos. Y algo le decía que Nico hoy, tendría compañía en su cabaña.
Volviendo a Percy, él se levantó de su lado, y se sintió avergonzada, al darse cuenta de lo tremendamente, excitada que se encontraba por la idea de ver a su novio en pocas prendas. Clarisse estaba tirando abucheos a Percy. Mientras que Piper no dejaba de zarandear en silencio su brazo con emoción. Su amiga era una pervertida sin remedio, y por suerte la conocía, o hubiera pensado de mala manera. Como que también le tenía ganas a su novio... Ja.
- ¡Ay no! ¿enserio me tengo que desnudar, Nico? - Gritó Percy hacia él, fingiendo estar desanimado, quién lentamente iba adentrándose a la parte profunda del lago. - Y tan calentito estoy con mi abrigo, y mi novio a mi lado.
- H-az-z-lo, ¡por la apuesta! - Nico apenas y había formulado las palabras por el temblor, jadeaba cuando el agua helada chocaba contra su pecho. - O iré a por ti en viaje sombra. Y te zambullo con todo y ropa.
- ¡Nico! Pequeño cabeza de alcornoque. - Gritó furioso un hijo de Apolo, aún con el rostro muy rojo, y presentía que no era por el frío. - Vas a agarrar una pulmonía, y seré yo quien te limpie los mocos al final del día. ¡Ya probaste tu punto! ¡Ahora sal del allí!
Will se levantó de donde estaba sentado, dio un par de pasos hacia el lago con decisión para sacarlo con sus propias manos si fuese necesario. Todo el mundo estaba expectante. Pero el hijo de Hades le detuvo a gritos antes de que tocara el lago.
- Q-Quédate allí, Will. - Le advirtió Nico, quedándose tieso en medio del lago. Con las olas saboreando su abdomen y pectorales. - N-no necesitamos que los dos n-nos enfermemos. Uno de nosotros debe estar bien para c-cuidar al o-otro.
-Pero que romántico. - Le susurró Piper en su oído, ella rodó los ojos. - Solo imagina, cuidándolo toda la noche con un paño húmedo y durmiendo a sus pies.
- Ten cuidado con caerte, no zambullas tu cabeza. - Chilla Will, moviendo los brazos desesperadamente. - No tragues agua. Cuidado con donde pisas.
Percy Jackson se rio por las palabras sobreprotectoras de Will, y entonces empezó a caminar hacia el lago con una mirada firme y decidida, como siempre mostraba ante una misión importante. Annabeth ni siquiera se molestó en detenerlo, simplemente, gastaría saliva en vano. Fingiendo como que hacía esto todos los días, Percy se quitó el colosal abrigo de lana que su madre le había enviado, (con una nota amorosa, para su hijo favorito).
Abajo de su abrigo, solo tenia una ligera camiseta de color azul, (el chico tenía un serio problema con este color) y mostró con disimulado orgullo hacia el público mestizo, unos vigorosos y muy musculosos brazos, aún bronceados por el verano anterior. Percy parecía, la representación perfecta de la perfección masculina. Se quedo parado a mitad del camino, para solo enviar un coqueto guiño a Annabeth, quién estaba completamente muda disfrutando de la vista. No tenía ningún comentario ingenioso, sarcástico o inteligente en ese momento. Su novio le había robado las palabras y la había convertido en tan sólo una observadora.
Percy hizo una bola de su abrigo de lana, y luego se lo lanzó hacia su novia, para que cayera a sus pies sobre la manta. Sus ojos verde mar, prometían muchas cosas que los menores no debieron haber sido testigos. Annabeth estaba emocionada, su novio siempre cumplía sus promesas.
- Mejor prepárate, Annie. - Le comentó Piper cerca de su oído. - Porque después de esto, habrá un montón de chicas urgidas detrás de tu novio, intentando probar algo de eso. ¿Ya tienes tu estrategia para mandarlas a volar? - Annabeth sólo contestó con un vago balbuceo, demasiado embobada para responder con coherencia.
- Tomaré eso como un sí. - Dijo su amiga, dándole al mismo tiempo un codazo entusiasta a Jason, quién para su sorpresa, mantenía una mirada fija, sospechosamente en dirección al trasero del azabache. - Supongo que no solo debes cuidarte de las chicas...
Percy llevo ambas manos por detrás de su espalda, y estiró la tela de su remera para quitársela, al mismo tiempo que mostraba una espalda ancha y musculosa, atractiva hasta para los ojos masculinos, que siempre trabajaban arduamente en sus entrenamientos para conseguir algo así. Él volvió a lanzarle su remera, y esta cayó encima de su cara, dificultándole la vista, y prohibiéndole seguir viendo a ese espécimen bien hecho por Poseidón. Ella lo apartó rápidamente casi con fiereza, para seguir estudiando minuciosamente, al ser más divino que había visto y jamás vería en su vida de nuevo.
Su piel aún seguía muy bronceada, llegando casi a ser moreno. Poseía unos perfectos pectorales, y un duro estómago que se ondulaba con músculos, mientras caminaba calmadamente hacia el lago. Annabeth estaba muy en peligro de entrar en combustión en cualquier momento, y no le importaba en lo más mínimo.
- ¡QUISIERA SER ESOS PANTALONCILLOS PARA APRETARTE ESE DOBLE PAQUETE! - Gritó sin pudor una chica, Annabeth sacó su cuchillo, y le apuntó en la cara sin verla. - ¡ES BROMA, ME OBLIGARON! ES BROMA.
Las chicas habían empezado a gritar en apreciación hacia Percy, y Clarisse incluso se había quedado algo impresionada, con una mano en su mentón y mirada crítica. Aun así, Annabeth se cuestionó seriamente, ¿Cuántos ojos podría destripar antes de que alguien pudiese detenerla? No tenía tiempo para ponerse celosa, ya que en este mismo momento, el empezaba a quitar su cinturón... y desabrochar sus pantalones.
- Piper estoy aquí ¿sabes? - La voz de Jason sonó lejana. - Lo digo sólo por si se te olvidó.
- Sí, lo sé, chispitas. - Le contestó distraída su novia, aún observando con mucha atención el espectáculo delante de nosotros. Para nada temerosa de los celos de su novio. - Aja, ¿quieres traerme palomitas o malvaviscos por favor?
- No seas cruel, Pipes. - lloriqueo Jason, abrazando a su novia y frotando su rostro en su pelo. - Ya tengo suficiente con mi padre, mencionando siempre, que debo ser mejor que Percy. Siempre hablándome de sus logros y comparándonos
- Ow, ven aquí. - Piper lo abrazó con fuerza, un segundo, luego volvió a mirar el espectáculo. - Seguiré mirando, es para una tarea.
Hombros anchos y cintura estrecha, músculos cincelados y piernas torneadas. Ojos que hipnotizaron hasta el corazón más frío. Caminó hacia el lago, riendo como un chiquillo que acaba de cometer una travesura muy mala, mientras zarandeaba en círculos sus pantalones por encima de su cabeza. Me tapé el rostro con una mano avergonzada, pero manteniendo un ojo vigilante en su espalda.
- ¡Will! ¡Nico se pondrá celoso si no dejas de mirarme! - le gritó Percy entre risas. - ¡Deja de mirarme tanto el trasero!
- ¡Aunque te pusieras una tanga, no te prestaría atención! - Devolvió el rubio, haciendo un mohin. - ¡No molestes!
- Ya te luciste lo suficiente, Percy. - Gruñó un tembloroso hijo de Hades, con mirada huraña. - Solo métete al agua para acabar con este reto. Estoy casi seguro, que ya estoy perdiendo la sensibilidad en mis piernas. - Will grito de horror con esa declaración, y empezó a lanzar improperios en su dirección.
Percy le envío una sonrisa torcida, que envío mil voltios al cuerpo de Annabeth, antes de sumergirse al agua sin temor. Y agradeció a su madre en silencio, por la gorra de invisibilidad que sería muy útil esa noche. Ella debía verlo hoy en su cabaña, era de vida o muerte. Tenía que mantenerlo en calor, y evitar que muriera de hipotermia.
Cada semidiosa estaba con el rostro sonrojado, y susurrando excitadas entre ellas. Se encontraban, completamente alborotadas. Mirando sin disimular y mostrando el deseo que sentían hacia su novio. "SU" novio. SU, del determinante posesivo. Suyo, de nadie más. Pero ella no estaba preocupada. Lo sabía muy bien.
Que aquel perfecto espécimen varonil era completamente suyo. De acuerdo, empezaba a tener un problema de propiedad.
- Annabeth, espero que me perdones, pero he tenido un montón de sucios pensamientos acerca de tu chico. - Le susurró Piper al oído, en tono para nada culpable, ella le contestó con un suave codazo. - Tú eres ahora, la chica más suertuda, de todo el campamento. Así que, ten cuidado.
Justo cuando Piper le había dicho de andarse con cuidado. Una chica se acercó hacia ella para decirle sin pudor alguno.
- Annabeth, ¿tu novio me podría prestar unos servicios esta noche? - Casi le dijo a gritos por la emoción, una hija de apolo . - Necesito que me ayude con la agilidad de mi cuerpo. Es todo por el bien de mi entrenamiento.
El cuchillo en su mano, le suplicó que le cortara la lengua por el bien de todas las chicas con novios sexys.
La ignoró, estaba demasiado feliz como para molestarse por su comentario indecente. Annabeth apretó la remera de Percy contra su pecho. Olía a él. Al océano.
El viento soplaba el pelo negro azabache de Percy, su sonrisa de oreja a oreja nunca vaciló ni con el agua que debía estar congelada, chocando contra sus pectorales. Después de todo él era parte del mar. Sus ojos se conectaron, él le sonrió de forma ladina, y movió su pelo como un perro tratando de verse mono. Y claro que lo lograba.
Era simplemente muy guapo. Guapo muy guapo. Hoy iba a besarlo... ayudarlo a entrar en calor por supuesto, eso es todo. Después del lago, estaría congelado y tiritando.
Ella solo sería una buena novia. Y lo ayudaría con su condición.
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