El degustador de huesitos
Es un día normal en el campamento mestizo. Sin monstruos alrededor, y los Dioses rascándose sus gordos y divinos traseros en sus tronos reales, mientras observan un nuevo vídeo en vivo y en directo, en donde Afrodita y Ares han sido descubiertos de infraganti, una vez más. Haciendo sus típicas travesuras no aptos para todo público.
Solo digamos que, ellos, fueron los que le dieron ideas al escritor del Kamasutra para todas esas posiciones de lo más extrañas. Incluso había rumores que aseguraban que el autor, los habría estado escribiendo mientras lo hacían delante suyo. Casual.
La temperatura había bajado a unos buenos bajos ceros, y todos los semidioses estaban con grandes abrigos, para evitar que el frío se les calará hasta los huesos y no perder algunos dedos en consecuencia. Una fogata del tamaño de un titán, ardía detrás de ellos, dándoles el calor suficiente para que les fuera cómodo.
Los semidioses estaban todos reunidos sentados encima de mantas frente al Lago. (Pésimo lugar para estar con el frío, ¿no? Pero, pues son griegos, dah, ellos no siguen las reglas normales).
El caso es que, Annabeth y Percy se habían sentado juntos, y apartados del resto de los semidioses, para darse los arrumacos necesarios, mientras medio campamento mestizo los observaba con fastidio mal disimulado. No obstante, la famosa pareja bendecida por Afrodita y vigilada por Atenea con sus un mil búhos alrededor, eran totalmente ignorantes e indiferentes acerca de los rumores.
Los semidioses estaban murmurando entre ellos y lanzando comentarios como:
— Ya sé que es todo valiente y eso, y algo mono. Pero en serio, ¿qué ve Annabeth en él? Alguien que dice ser tan inteligente por encima de todos, ¿cómo es que está con Percy? — Pregunta un hijo de Ares indignado a sus hermanos. — Seguro es por ser un payaso, a las chicas les encanta que las hagan reír.
— ¿A quién le importa? — Azotó en su dirección Clarisse, alzando una ceja descarada. — ¿O es que acaso estás celoso? Ah, no me digas que te gusta Annabeth, traidor. — Le acusó, y antes de que su hermano pudiera esquivarlo, Clarisse le dio una patada en su pecho desde donde estaba sentada sobre la mesa, lanzándole fuera del banco a su hermano.
Mientras tanto, un chico de ojos oscuros como el ébano sentado sobre una manta en el suelo frío, se había puesto a escuchar tranquilamente a escondidas a ese grupo de semidioses hablando de su amigo. Sabía que era un delito no estar prestándole atención a su guapo novio rubio que estaba a su lado, sin embargo, la curiosidad podía con él, y quería saber hasta dónde llegaba la estupidez semi humana.
— Nico, es de mala educación escuchar conversaciones de otros. — Lo reprende Will cuando lo descubre espiando. Éste solo se limita a ponerle los ojos en blanco e ignora su orden sin preocuparse. — ¿Pero de qué hablan tanto, para que estés prestando tanta atención? ¿Acaso son más chismes de tu famoso hermano, que logra prender a los judíos?
Por favor , nótese el sarcasmo. Pensó Will, mientras internamente le ataca algo de culpa por encontrarle algo gracia a los chistes de los nazis. Era débil, había caído en el montón de los imbéciles que hablaban del jabón judío. Will se sentía decepcionado.
— Escúchalo por ti mismo. — Le contesta Nico con impaciencia, frunciendo el ceño cada vez más con profundidad. — Y dime si esos chicos, no son peores que las chismosas hijas de Afrodita. Si me lo preguntas, creo que Ares se equivocó en reconocer a sus hijos.
Mordiéndose el labio con intriga y rindiéndose ante la curiosidad, Will también empieza a escuchar disimuladamente hacia los hijos de Ares, quitando un mechón rubio de encima de su oreja, como si de esa forma fuera a oír mejor. También notó "distraídamente" que sus muslos rozaban con los del italiano. Y aunque ambos tenían ropa encima, secretamente estaba gritando de dicha, por este simple gesto, que Nico estaba aceptando con total naturalidad.
— Percy Jackson, ¿qué es lo que ven las chicas en él? No tiene absolutamente nada de especial. —Rezonga un semidiós de Ares, observando al que había sido tirado por Clarisse de una patada, se levantaba y volvía a sentarse en la mesa. — No es más que un perdedor, sigue siendo el mismo perdedor de siempre, exceptuando que ahora tiene una nariz más grande.
— Y ha crecido varios centímetros más también. — Contribuye otra hija de Hermes con desinterés, su pelo rubio cae detrás de su espalda, aunque pronto estaría recogido por una trenza hecha por aquella hija de Hécate que peina su pelo con amabilidad. — Ustedes hijos de Ares, simplemente no pueden aceptar que ese pequeño renacuajo haya crecido tanto, y en muchos sentidos.
— ¿En qué? — Demandó el otro ofuscado, Will enarcó las cejas confuso por su atolondrado arrebato. — Si no fuera por sus amigos y el hijo de Zeus, él probablemente hubiera muerto, más que con una nariz sangrando. Seguramente los gigantes hubieran hecho un licuado de zumo de Percy.
Clarisse echó una carcajada con eso, Chris Rodríguez niega a lado suyo, pero no oculta una sonrisa divertida. Will compartió una mirada con su novio, una mirada desconcertada que preguntaba, ¿de dónde viene ese repentino desdén? Pero Nico ya había descubierto tales comentarios maliciosos desde hace días, solo que hasta ahora no le puesto demasiada importancia.
— Sigue siendo un delgaducho como un espantapájaros. — Corrobora otro hermano. — También agreguemos que es un bobo, que tiene tanto cerebro como de músculos.
— ¿O sea nada? — Inquiere en tono irónico, la chica de Hermes.
— Oh vaya, ¡qué lista! — Se burla en contestación el chico que se había caído. Pone una cara de idiota y continúa diciéndole. — ¿Segura que tu mami no es la promiscua de Atenea?
— Qué idiota. — Le reprende la chica de Hécate. —Sigue así, y un manada de búhos estarán tratando de quitarte los ojos de la cara.
—No puedo creer que estén haciendo este drama de mariquitas... — Empieza Clarisse en un gruñido, mirando a las personas de su alrededor con mustia. — Solo porque el renacuajo no tiene la figura de Jhon Cena. Le tienen demasiada envidia, se les nota hasta en el olimpo.
— O tal vez, incluso hasta haya ganado una barriga. — Dice otro con sorna, ignorando a su hermano deliberadamente. Todos ríen cual manada de orangutanes. Se dan golpes entre ellos con camaradería y siguen murmurando mientras lanzan miradas a hurtadillas hacia el chico de ojos mar.
Nico vuelve a poner los ojos en blanco con fastidio. Parecían que ignoraban el hecho de que, todos estaban usando grandes abrigos para el frío. Abrigos que escondían completamente, los cuerpos de todos los semidioses, resultando que sea casi imposible de este modo, averiguar la calidad de la masa muscular que pudiera tener cada semidiós. Incluso Charlie que se sabía que era un hombre muy musculoso, jamás podrías decirlo cuando usaba el abrigo de lana que su abuela le había tejido.
Nico ya había escuchado bastante, de esta clase de comentarios acerca de Percy, durante todo el día, de cada maldita semana. Se había convertido como un hobby para todos ellos. Cada semidiós y semidiosa envidiosa que chismoseaba lo decía, se reían a sus espaldas, con todo el descaro del cosmos del que eran capaces.
Eran unos completos idiotas e hipócritas. Unos hijos de Gea mal agradecidos, porque ni siquiera habían sido capaces de divulgar por el campamento acerca de como Percy les había salvado el trasero, no, claro que no, ellos preferían divulgar estupideces como que a Percy le salió un nuevo grano en la nariz el martes.
— Son unos idiotas, solo ignoralos, Nico. Sus palabras no tienen ningún valor, están idiotizados por exagerar todos los días con el néctar de los Dioses. — Le dijo Will como si le hubiera leído la mente. Pero echándole Nico una mirada a su rostro bronceado. Podía identificar su propio fastidio y molestia que iba creciendo a creces, su novio también veía la injusticia de todo esto. — ¿Deberíamos ir a otro lugar? Después de todo hace tanto frío, que creo que estoy perdiendo la sensibilidad de mis dedos poco a poco.
Pero no eran solo los chicos los que miraban, también lo hacían las chicas incluso, pero con más minuciosidad, y con su típica crueldad femenina característica. Afirmaban como los científicos aseguraban, que Percy Jackson. No había cambiado absolutamente, nada, desde que desapareció del campamento mestizo. Percy, según ellas, seguía siendo un total enclenque mal formado de la naturaleza marina, con la única diferencia de que ahora estaba mucho más alto que años atrás.
Y los semidioses y semidiosas se ríen a carcajadas en sus lugares entre ellos, Clarisse también colaboraba siempre en varios y coloridos insultos. Pero Clarisse era Clarisse, en ella era algo normal y no afectaba tanto, ya que ella misma tenía fijado sus propios límites que no debía ni podía cruzar.
Drew también había aparecido entre los hijos de Ares con su abrigo importado de Turquía, sólo para lanzar un simple comentario jocoso como.
— Mi Jason, está mucho mejor que él. — Chilló sin importarle que todos la escucharan. Ay, pero qué patética, pensó Nico sin culpa.— Dioses, ¿han visto que bien le sienta el rojo?
Y un montón más de cuchilleos baratos como esos, que hacían que Nico quisiese meter su cabeza en un hoyo oscuro y diminuto, para dejar de escuchar tantas estupideces en proporciones monumentales y olímpicas como esas.
A lo lejos, Percy y Annabeth solo se concentraban en el uno con el otro. Dándose las manos, también se daban besos furtivos como si alguien en cualquier momento, fuera a interrumpirlos y apartarlos. Nico suponía que era la paranoia ocasionada por culpa de Hera, y su manía de desaparecer a chicos guapos. Nico se preguntó internamente, si debía empezar a esconder a su novio también.
Se veía que se lo pasaban en grande con solo la compañía del otro. Annabeth reía desenfadada, de cualquier chiste que Percy hubiera intentado inventar sólo para escucharla reír.
— Percy, no le llega ni a los talones al Jason de Piper. — Comenta Connor Stoll, y molestando de pasó a Drew. La susodicha le saca la lengua con molestia. — Todos saben que los romanos tienen mejores músculos, y los griegos inteligencia ¿a poco no?
Todos rieron con eso, aunque nadie intentó negarlo o contradecirlo. Nico solo quería poner un letrero encima de sus cabeza. Para que cada uno de ellos pudieran leer lo que eran en realidad. Unos simios subdesarrollados, con las neuronas de un pez que Percy fácilmente podría controlar.
— Sigue siendo tan delgaducho. — Repetían siempre ellos, cansando poco a poco al azabache. — Tan esquelético como Nico Di Angelo. — Comenta otra campista de improviso, causándole un mini sobresalto por la sorpresa. — No olviden a ese hijo de hades, yo quisiera meterle comida dentro de su boca a la fuerza. Un montón de veces.
— Pero apuesto a que Will siempre mantiene su boca llena. — Gorjeo otro, apenas conteniendo su asquerosa risa, mientras la ira poco a poco dominaba el cuerpo de Nico. — Sí saben a lo que me refiero.
Nico alzó una ceja lentamente, y respiró profundamente para evitar un apocalipsis zombie, luego miró hacia Will, su novio había dejado caer su mandíbula, y fruncía el ceño con tanta fuerza que pensó que quedaría allí un marca permanente. Quería pasar sus dedos suavemente por en medio de ese entrecejo, pero luego recordó que el acto sería demasiado "tierno", como para que lo hiciera un hijo de Hades en público.
— Ahhh, no. Nico di Angelo es incluso peor. Pareciera que un día de estos se convertirá también en un esqueleto andante. — Ellos miraron disimuladamente riendo hacia la dirección, donde Nico y Will se sentaban también algo apartados de ellos, Nico apretó la mandíbula y un músculo resaltó en ella. — Will se come a huesitos todos los días, pobrecito.
Todo el rostro de Will gritaba hostilidad, una expresión no muy común en él, y que a Nico para nada le gustó por lo diferente que se veía, como si delante de él estuviera otra persona totalmente distinta del Will que amaba, le disgustó de sobremanera.
— Le voy a enseñar sus propios huesos fuera de su piel. — Masculló su novio, apretando sus puños con furia. — A ver que opina de ellos.
Will estaba a punto de levantarse a enseñarles un par de modales a esos imbéciles, empezó a incorporarse, pero luego, una fría mano se posó encima de la suya y lo detuvo en su lugar nuevamente. Will de repente ya no tenía tanto frío, y simplemente se dejó llevar por la emoción que lo embargaba. Miró a Nico esperando sus indicaciones con confianza.
Nico ya se había hartado de que hablaran de Percy, pero la gota que colmó el vaso fue que hablaran de él y su novio con tanta despreocupación y falta de respeto. Pero no permitiría a Will pelear sus batallas, y menos ésta, que prometía un montón de diversión. Sus demonios internos bailaban con gozo, mientras ya iban formulando planes malvados de cómo destruirlos de la forma más perfecta.
Estirando los brazos tan alto como su abrigo le permitió. Se desperezó, y a continuación, se puso de pie mientras veía su propia respiración convirtiéndose en humo por el exagerado frío. Nico dudo unos 2 segundos en su lugar, pero luego pensó, ¡Al diablo! Y empezó a acumular coraje en su cuerpo para lo que tenía planeado.
—¿Qué harás? Recuerda que aún no puedes usar tu poderes. Ya casi empiezas a recuperarte por completo, para que lo eches todo a perder por unos charlatanes envidiosos. — Exclamó Will luciendo preocupado, volviendo ese rostro que le parecía tan familiar, y hacía que todas sus terminaciones nerviosas temblaran.— Déjame ir a tirarles, un balde de agua fría del lago encima de sus cabezas de chorlito.
Nico contuvo una carcajada por la ironía y por lo tierno que se veía Will escupiendo insultos, miró el lago delante suyo, y se preguntó francamente si su cuerpo lo resistiría. Pero bueno, aunque muriera podría hacer algo de ilegalidad en el inframundo y mágicamente volver a la vida. No era como si Hades fuera a delatarlo, todo lo contrario, probablemente lo escribiría en su diario con el título de, "Soy un padre mejor que Poseidón y Zeus". "Los mayordomos franceses mandan"
— Tranquilízate, Solace. Solo iré a charlar con mi buen amigo Percy un rato, y luego, solo observa y disfruta del espectáculo que hará tu novio. — Le dio un guiño, y se marchó con pasos pesados en la dirección de aquella pareja tan cariñosa, y también víctimas de los murmullos de los ineptos. — Confía en mí, no vayas a inmiscuirte. Solo mírame, no apartes tus ojos de los míos en ningún momento.
El viento apeligró con llevarse su gorrito, el cual protegía su pelo azabache, y sus labios se enfriaron como para agrietarse. Su primer impulso era lamerse los labios, pero luego se detuvo en el último segundo, cuando recordó que Will le había advertido para que no lo volviera a hacer, ya que eso solo lo empeoraba. Consejos del Doctor Will Solace.
Will lo observó en silencio mientras se alejaba. Caminando con esa elegancia de otro tiempo que tanto lo seducía. Vestía unos tejanos negros, botas negras y una chaqueta pesada de cuero. La mayor parte de su sedoso pelo estaba escondido por una gorra de color negro, y sus manos escondidas bajo guantes oscuros.
Él había sido el causante para que Nico se vistiera de esa forma, tan abrigada, Will contuvo las ganas de rodar los ojos cuando recordó las trabas que le había puesto al principio del hijo de Hades en la mañana, cuando le insistió que se pusiera más ropa que una simple mangas larga y jeans rasgados. El chico estaba completamente loco, pensando que era inmune al frío o algo así, todavía recordaba el rostro frustrado de Nico cuando descubrió que estaba en lo incorrecto y trataba con todas sus fuerzas que no les castañearan los dientes delante suyo.
— Mi caballero Oscuro. — Susurró sin apartar sus ojos de él, como Nico le había ordenado, claro que hacer esto, no resultaba un reto muy grande. — ¿Qué estarás maquinando en esa cabeza tuya tan maquiavélica, amor?
Nico pasó de largo al grupo de semidioses sentados en la mesa, aquellos ojos burlones siguieron su estela con curiosidad, pero los ignoró y llegó finalmente hasta los dos tortolos, quienes estaban tan ensimismados en uno con el otro, que casi ni se daban cuenta de la presencia que se acercaba.
Probablemente un minotauro vendría corriendo, y Percy no le haría caso hasta que el monstruo estuviera delante suyo, ya que estaría muy ocupado dándole besos mariposa a su novia... y tampoco era como si
Nico estaba feliz de que los celos por fin se hubieran ido y pudiera apreciar la hermosa pareja que Percy Jackson formaba con Annabeth Chase. Por qué lo hacían, estos dos eran tan perfectos el uno con el otro, que aunque alguien no creyeran en el amor, mirándolos, te entraría la duda aunque no lo quisieras.
—Hey Percy. — Le saludo, formando una pequeña sonrisa.
Annabeth lo saludo primero amigablemente, mientras Percy volteaba hacia él con una sonrisa de medio lado. Sus estaban sospechosamente manchados de labial contra el frío, y tenía una mirada pícara de haber estado haciendo una travesura muy mala.
—¡Nico, mi oscuro amigo! ¿Qué hizo que dejarás a Will sólo, triste y abandonado al otro lado? — Le preguntó en tono juguetón, miró detrás de Nico sonriendo más ampliamente, cuando seguramente había divisado a Will. — Mira como tiene sus ojos pegados en ti, como si fuera a morderte. ¡Como si yo fuera capaz de hacerlo enfrente de él!
—Ya deja de tratar darle celos a mi novio todos los días. — Lo acusó Nico con fastidio, cruzándose de brazos. — Un día de estos, cuando tengas veneno en el sistema. En lugar de ponerte el antídoto, te inyectará otro sustancia peor que la primera.
—Nah. — Le resto importancia Percy, con un gesto de la mano. — Es demasiado gentil, para que haya una vena malvada en su sistema.
—Considerando el tiempo que pasa con Nico, y su influencia.— Mencionó Annabeth, en tono burlón. — No creo que deberías estar tan seguro.
—No lo creo. — Contradice Percy, mirándola una vez más, con un increíble ternura en su mirada. — Porque tú te pones cada vez más lista, y no hay minuto del día que no pases conmigo. Tu argumento es infundamentado.
— Pues eso último, sonó algo que yo diría. — Contraataca Annabeth, con un ligero rubor colándose por sus mejillas y el brillo en sus ojos parecían fuegos artificiales al ser el centro de atención de su novio. — Así mi argumento, ya tiene una prueba. A Costa tuya. — Dicho eso, Percy le da un beso en la coronilla con tanta fuerza que ambos se inclinan casi hasta caerse al suelo.
Nico bufó, e hizo gestos como de vómito por tanta cursilería. Aunque internamente, aún se sorprendía de lo genial que era haberse olvidado de ese cabeza hueca, y enamorarse de uno de los chicos más sexys del campamento. De Will Solace, pensar en él, hacia que Nico quisiera volverse, correr y echarse en el suelo cerca de Will. Para mirarlo atentamente y que él adivinara con esa estupenda capacidad suya, de entender todos sus deseos, sin siquiera decírselo.
Entonces, recordó porque había venido hasta ellos, movió ligeramente la cabeza para poder concentrarse y luego fingió un tono serio. También se estaba preparando para recibir una roca de su parte, cuando le soltará la noticia.
—Tenemos una misión hombre. — Le dijo Nico sin rodeos, esperando la explosión. — Una importante misión, de vida o muerte.
Un músculo resaltó en la mandíbula de Percy cuando la apretó con fuerza, su pecho hinchándose de ira, y sus ojos dirigiéndose al lago como si fuera a crear un Tsunami para matarnos a todos y mandar a la mierda a su padre en el mar. Annabeth Chase, se tapó el rostro con una mano, a la vez que resoplaba una risa incrédula.
—Demonios Nico, ahora... — Inició Percy con voz contenida.
Percy lo interrumpió alzando una mano, ganándose una mirada fulminante por parte del ojiverde.
— No esa clase de misión mi buen amigo. — Le dijo, echándose a reír, como tan fácilmente le resultaba hacerlo desde que estaba con Will. — Oh Dioses, estaría en Dubái o en África escondido ahora mismo, si fuera una misión enviada por los Dioses. Creo que mi propio padre me esconderla bajo llave en una caja, si recibo otra misión de los olímpicos.
Los dioses hace rato que habían dejado de lado las misiones para semidioses. Tal vez un regalo por detener a Gea para sus patéticos traseros. Esperaba que fuera así, pero su egoísmo siempre tenía dimensiones desconocidas. A veces soñaba, en robarse el rayo en verdad e ir friendo a cada Dios que se le pusiera en el Olimpo y convertirse en el nuevo dictador.
—Es una misión llamada... — Usó una voz falsamente seria, tambaleándose sobre sus pies.— Cerrar la boca a imbéciles.
Percy alzó las cejas sorprendido, llevo una mano en su bolsillo para ver si tenía a contracorriente consigo seguramente, luego miró a su novia que estaba tan confundida como él. Nico observó que empezaba a considerarlo por la intriga.
—Ya despertaste mi curiosidad, soy así de fácil. Estoy contigo.— Demandó ladeando la cabeza prestándole toda su atención. — Solo dime de qué se trata, y que se supone que debo hacer. ¿Annabeth está incluida en la misión?
—Sólo nosotros por está vez. — Contestó Nico, sin dobles intenciones. — Esto se trata de nosotros y nuestra querida amiga llamada REPUTACIÓN, que últimamente la han estado maltratado mucho últimamente, algunos seres inferiores.
—Me encanta la forma en que Nico puede confundirte más de lo que uno ya estaba. — Murmuró Annabeth con sarcasmo. — Eres mejor que un acertijo.
Nico se agachó en cuclillas frente a Percy, y empezó a decirle su plan con una tétrica sonrisa.
—Una apuesta... Sé que aguantas muy bien la respiración Percy. Pero... — Sus ojos brillaron como carbón fundido por la emoción. — ¿cuánto tiempo crees que podrás aguantar el agua fría del lago?
Los ojos de Percy se abrieron ampliamente, en entendimiento. Nico apreció su veloz percepción, y supo de inmediato que ambos, iban a poder unir fuerzas para crear el espectáculo más grandioso, digno y bendecido por Dionisio.
Percy Jackson tenía tanto cerebro como tenía de músculos, en realidad. E iba a demostrarlo, aquí y ahora. Verían al famoso semidiós en acción, que dejaba impactados hasta al monstruo más duro de la mitología griega.
—Ustedes estarían locos si lo hicieran — Soltó Annabeth, echándose a reír, para luego parar de reír súbitamente, cuando recordó la clase de semidiós problemático tenía como novio. — Oh, Dioses. Ni siquiera intentaré detenerlo...
Nico se apresuró y añadió.
—Yo puedo aguantar muy bien el frío. El caso es... ¿Qué tanta envidia y celos podríamos reunir tú y yo, Percy? — Murmuró con anticipación y anhelo. — Matemos el autoestima de algunos, amigo.
Percy se muerde el labio en contestación, sus ojos eran traviesos y ansiosos listos para la acción que se desatará. Por eso siempre podías contar con Percy Jackson, era tan leal incluso cuando la idea era tan loca como besar el trasero de un minotauro.
— Hagámoslo querido amigo mío. — Aceptó alzando una ceja provocativa. — ¿Quieres que te ayude a quitarte esa ropa gótica? Podría hacerlo, ¿podría gustarte?
Y ríe con ganas, despeinando su pelo de manera muy sexy. Estúpido cabeza de algas. Podría no ser su tipo, pero no cabía duda de que Percy era tremendamente atractivo a todas luces.
Había dos reacciones inminente que podría acarrear esta apuesta, la primera, Percy Jackson podría callarlos completamente a toda la población con sangre divina. O dejarlos con la boca abierta ante su tremenda perfección masculina. Las dos opciones se veían tentadores.
●●●●●
Hey, chicos, de 1500 palabras. No es genial que esto llegará a los 4000?
Me siento muy, muy, muuuuuuuy, avergonzada de ustedes, pervertidos. Y que hayan leído esto, o sea, antes de la edición.
Y estoy enojada con ustedes, por no haberme dicho, lo malo y simple que estaba esto. Obviamente esto podría haberse mejorado con CRECes. Uff
Bueno, espero que el cambio haya sido radical. Si no esto también sería vergonzoso JAJAJAJJA encuentran la diferencia entre mi forma de escribir de antes y ahora?
Habrán pesado ¿pero esta tipo que le pasa? O tiene el teclado roto o el cerebro roto? Ok no, pero espero que ahora.
Espero que los que no han votado aún. Voten, y pus comenten si pensaron cuando ese hijo de puta dijo que Nico era un huesitos >:v
Otra cosa me Costará más de lo que pensé editar Todo, así que, subiré capítulo mañana y así sucesivamente. Me creen si les digo que estuve escribiendo desde las dos y ahora son las seis?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro