6.Recordando.
Adam.
Es increíble cómo por las noches la ciudad parece estar estática, apacible.
De no ser por los autos y las personas que van y vienen por las calles, diría que esta ciudad está casi desierta.
Esta tarde he aprovechado que Dylan tiene niñera para concentrarme mejor en un nuevo diseño computacional, del cual estoy seguro de que hará un gran impacto en el mercado, y si eso se logra me beneficiara muchísimo.
Mi auto sigue avanzando por la carretera y después entro en una calle donde comienzan las casas. Estoy a pocos metros de al fin llegar a mi casa y ver a mi hijo.
Cuando por fin llego dejo estacionado el auto y salgo de el para dirigirme a la entrada; saco las llaves y las introduzco en la cerradura.
Entro colgando las llaves en la entrada y después de haber cerrado la puerta por detrás me dirijo hacia el perchero junto a las escaleras para colgar ahí mi saco.
No es muy tarde— al menos no para mí — cuando llego a casa. Sin embargo mi pequeño ya debe estar en su habitación dormido, descansando para mañana.
Y April, pues ella... De ella no tengo idea, ni siquiera le dije qué cuarto ocupar de los dos disponibles.
Intuyo que tal vez ella escogió el cuarto por sí sola y me dirijo a la cocina porque tengo hambre.
Cuando entro me sorprendo al ver que las luces están encendidas y April ese encuentra sentada frente a la mesa con un tazón enfrente de ella mientras juega con una cuchara.
—Buenas noches, Señor Sangster— dice al darse cuenta de mi presencia.
—Buenas noches, April. ¿Qué haces aquí?. Ya es tarde.
—Lo estaba esperando para servirle la cena y para que me indiqué qué cuarto ocupar. Espero que no le moleste. Es que no quise ocupar ninguna habitación a menos que usted me lo indique.
Ante esta respuesta me quedo algo sorprendido y al principio no sé qué responderle, hasta que sé qué decir.
—Eh... no tenías que hacerlo pero gracias. Y lo del cuarto... Puedes ocupar el que quieras. Está bien.
Asiente sin hablar y posteriormente se levanta.
—Siéntese. — Dice indicándome la silla frente a ella.
Quita el tazón y lo lleva al fregadero.
Se acercó a la estufa, saca un plato y sirve en él lo que parece ser filete y una ensalada.
Después se voltea y L pone sobre la mesa; y a lado del plato, un par de cubiertos y un vaso con agua.
—Gracias.
Dicho esto tomo los cubiertos y comienzo a comer mientras ella lava el tazón y la cuchara.
Al terminar de lavarlo lo coloca en su lugar junto con la cuchara.
—Eh... bueno, creo que mejor me voy a dormir. Provecho Señor Sangster y que descanse.
—Buenas noches, April— contesto con un gesto hecho con mi cabeza.
Da media vuelta para salir de la cocina pero antes de irse se detiene y se gira para quedar frente a mí.
—Señor Sangster, perdone por la pregunta pero, ¿Cuál es su nombre?. Es que... no sé, se me hace raro llamarlo así. Y si usted me lo permite me gustaría llamarlo por su nombre. Aunque si le molesta puedo seguir llamándolo Señor.
—No te preocupes, creo que sí es raro que me llames así. Supongo que debemos tener casi la misma edad.
Mi nombre es Adam.
—Ah. Gracias—. Dice con una sonrisa.
—De nada.
—Entonces...¿Puedo llamarlo Adam solamente?
—Ah—.... Lo dudo por un momento pero al final sólo digo: —Claro April.
—Gracias Señor... Eh... No. Adam. Gracias Adam. Buenas noches. Y... yo tengo veintiuno. Supongo que debe... debes tener la misma edad.
No le respondo.
—Buenas noches— dice de nuevo y da media vuelta para irse.
Me lo pienso por una milésima de segundo y la detengo.
—¿April?
—¿Sí?— Dice volteándose.
—¿Cómo te fue con Dylan?.
—Bien. Maravilloso mejor dicho. Es un niño encantador.
—Gracias por cuidarlo.
—Para eso me contrataste ¿no es cierto?
—Sí. Es cierto.
—Yo sólo estoy haciendo mi trabajo.
—De cualquier modo, gracias. Y... Sí, tengo casi la misma edad que tú. Tengo veintidós.
—Bueno, ahora sí creó que me iré a dormir.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.
Da media vuelta, tomó la maleta que está a lado de la alacena— y de la cual recién me doy cuenta—y desaparece de la cocina.
Miro el plato con la comida y en verdad está rico. Nunca pensé que cocinara así.
En ese momento recuerdo a Emily. Ella cocinaba muy bien y recordaba como solía esperarme todas las noches con la cena lista. No importaba cuán tarde llegara, ella siempre estaba ahí. A pesar de que ella también estaba muerta de sueño y cansada.
Entonces siento como se derrama una lágrima por mi mejilla.
La limpio y me siento realmente triste. La extraño y aún no puedo olvidarla. Pese a que han pasado dos años la sigo amando. Y la extraño.
Sin embargo termino de cenar y trato de no llorar más. No quiero que April o Dylan bajen y me vayan a ver así.
Primero voy al cuarto de Dylan para ver cómo está.
Al abrir la puerta lentamente noto que se encuentra recostado durmiendo plácidamente.
Amo demasiado a mi hijo que no soportaría que le sucediera algo. Me moriría si un día me llega a faltar.
Es lo único que me mantuvo con vida desde el principio. Él y las ganas de sacarlo adelante me han hecho seguir con mi vida. Por él no me deprimí ni me dejé caer en la oscuridad en aquel momento tan amargo y terrible de mi vida.
Me acerco lentamente a él y le doy un delicado beso en la frente.
—Te amo, Dylan— susurro acariciando lentamente su frente.
Después de un rato de contemplarlo me marcho de la habitación y la cierro con sumo cuidado para no despertarlo.
Me dirijo a mi cuarto y me quito el traje para ponerme mi pijama y después cepillarme los dientes y meterme a la cama.
Ahí, sentado y recargando mi espalda en el soporte de la cama me quedo un rato pensando en Emily.
En el momento más feliz de mi vida junto a ella, cuando la conocí y en ese momento que me dijo que estaba embarazada. Porque a pesar de ser unos adolescentes de dieciocho años, para mí el que me dijera se iba a ser mamá me llenó de felicidad.
Ambos pensamos que podíamos criar a Dylan sin problema y salir juntos adelante sin ayuda de nadie.
Que tontos fuimos.
Siento un nudo en la garganta y entonces decido sacar una fotografía que tengo guardada en el cajón del mueble de la izquierda.
En esta foto está ella, mi Emily.
Ella era realmente hermosa. Todas las chicas de la preparatoria la envidiaban. Incluso las populares. Porque no sólo era hermosa, sino inteligente y carismática. Todo el mundo la quería.
Lo que más amaba de ella eran sus ojos. Sus hermosos ojos azules y su bella cabellera pelirroja.
Sus ojos me hipnotizaban cada vez que la veía. Ni caso pensé que una chica como ella se fijaría en mí. Después todo yo sólo era un chico del montón, uno sin importancia y no era como todos esos chicos ricos con los que ella se juntaba.
No era pobre, pero tampoco millonario ni nada parecido. En ese entonces yo pertenecía a una clase media y ella... Ella era la rica. O más bien sus padres como ella siempre decía. Porque el dinero no era de ella, sino de sus padres, y del cual todos estaban con ella, por el dinero de sus padres.
Todos excepto yo.
Yo no veía un signo de dólares en ella, yo veía a una chica llena de cualidades y que siempre se preocupaba por los demás. Una chica hermosa y que no le importaba lo que dijeran los otros si ella sabía que lo que hacía estaba bien.
—Emily—. Susurro acariciando la imagen con las yemas de mis dedos. — ¿Por qué te fuiste? No sabes cuánto te he necesitado.
Si no fuera porque tengo a Dylan yo... no sé qué haría.
Comienzo a derramar lágrimas y abrazo la foto contra mi pecho.
Así paso un rato hasta que decido guardarla y tratar de conciliar el sueño.
Aunque la verdad es que no lo logro del todo, pues me la paso despertando por ratos y volviéndome a dormir por minutos.
Se podría decir que esta noche es tediosa e incómoda para mí. Aunque no del todo pues estoy pensando en ella. En mi Emily. Y eso es algo bueno para mí.
t;x
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