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43. Red, Orange, Yellow

Narrador omnisciente.

El pequeño se encuentra desconsolado en su cuarto de estudio, mirando a través de su ventana, esperando que su madre aparezca en la calle, frente a él y le diga que no se irá, que ha venido por él, sin embargo, eso no sucede pese a sus deseos, hasta que de pronto, un taxi se estaciona frente a su casa y él corre ilusionado hacia la puerta.

—¡Mami, mami! —exclama de camino hacia la entrada. Desea con todas sus fuerzas que aparezca ella, sólo que no lo hace, en su lugar está su tío Mathew.

—¿Y mi mami?

—¿Dónde está April? —la voz de su padre se hace presente por detrás, en estos momentos el pequeño Dylan no quiere verlo, porque por su causa ella se ha marchado, él lo sabe, así que prefiere ignorarlo.

—¿Ahora sí te preocupas? —la voz de su tío suena enfadada, y no es para más, el pequeño también le respondería eso, claro, si supiera cómo pelear con un adulto. — Ella se fue, y no va a regresar, así que no hagas una escena por esto, te lo tienes merecido, Adam.

» Si tan sólo le hubieras dicho la verdad... Siendo honesto, creo que ni si quiera así ella se habría quedado.

—¿Mi mami ya no va a volver? —el pequeño se gira hacia su tío, preocupado, acaba de decir que April no regresará, sólo que, ¿por cuánto tiempo?

Mathew observa a Dylan con tristeza, y recuerda a su hermana de camino al aeropuerto, llorando desconsoladamente por dejar a su pequeño.

Se coloca de cuclillas para estar a su altura, mete su mano izquierda en el bolsillo de su pantalón y saca un sobre con el nombre del pequeño, así que se lo entrega.

—Ap... Tu mami dejó esto para ti antes de irse. Creo que será mejor que lo leas en tu habitación.

Sin responder, el pequeño toma ese sobre y sale de la habitación para dirigirse a su cuarto, corriendo lo más rápido que puede, esquivando a su padre.

Estando dentro, cierra la puerta con pestillo, no quiere que nadie lo moleste, porque tal vez en ese sobre viene la fecha en que su mami volverá, tal vez dice que todo debe ser un secreto entre ambos, que volverá por él y se marcharán, juntos, y si debe ser un secreto, no quiere que nadie lo averigüe.

Enciende la luz, se sienta en el borde de su cama y comienza a leer.

Dylan.

Cariño, debes estar muy triste por mi partida, créeme que a mí me parte el corazón tener que dejarte, sin embargo, es necesario que me vaya.

No es culpa se tu padre si es lo que estás creyendo, él no tiene nada que ver, así que por favor no lo culpes, porque lo que tu padre y yo tratamos de hacer es protegerte, protegerte de unas personas que... Bueno, eso te lo contará Adam.

Cariño, siempre has sido un niño muy valiente, un pequeño excepcional, capaz de enfrentarse a cualquier cosa, y, ¿te digo algo? Te admiro, pequeño, eres mi héroe, porque enfrentas cada obstáculo como un caballero. Por eso, te pido que seas más valiente de lo que eres justo ahora, que no culpes a tu padre, yo no voy a estar por un tiempo, pero, te prometo que regresaré; no sé cuándo, lo que sí sé es que en verdad deseo que me perdones por irme sin despedirme de ti, hijo.

Te amo, jamás lo olvides, ¿sí? Siempre te llevaré en mi corazón, mi pequeño oso de peluche.

Mamá.

Volverá, ella se lo ha prometido en esa carta, volverá, aunque no sepa cuándo, y no es culpa su padre, ¿o le habrá mentido? No, su mami no lo engañaría, su mami dice la verdad, dice que lo ama y que sí volverá, así que debe ser cierto que su padre no tiene nada que ver en esto.

No sabe quiénes son esas personas malvadas, pero, aún sin conocerlas, no quiere verlas, porque por su causa su madre se ha marchado, por su causa, su padre le había mentido a su mamá y a él todo él tiempo.

Pensando en lo que su mami ha dicho, guarda la carta entre uno de sus libros favoritos que se ha llevado desde su pequeña biblioteca y sale corriendo hacia la sala.

Su padre se encuentra llorando, mientras que habla con sus tíos. El tío Mathew no parece muy feliz, sin embargo, se encuentra hablando con su padre, le toca el hombro derecho mientras éste llora.

Seguramente su padre también se encuentra triste porque su mami se ha ido. Él también sufre, tanto como él lo está haciendo.

Corre sin pensárselo hacia él y lo sorprende abrazándolo.

—Perdón, papi. Sé que no tienes la culpa, perdón.

Su padre se separa de él para tomarlo del rostro.

—No tienes que pedir perdón de nada, de ¿acuerdo? El que riene que pedir disculpas soy yo porque le oculté la verdad a tu madre y a tiene también te la he estado ocultando.

—Papi, lo que sea, yo... Estoy contigo, somos un equipo, mi mami lo decía.

Adam sonríe sorprendiéndose por las palabras de su pequeño. Tiene tan sólo cinco años cumplidos y parece un pequeño adulto.

—Sí, pequeño, somos un equipo. Perdóname....

Y así, ambos se fusionan de nueva cuenta en un abrazo, aguardando a ver lo que el futuro les depara mañana y deseando con todas sus fuerzas que April regrese con ellos.

. . .

1 mes después

Adam.

El juicio se ha alargado, ¿por qué? Bueno, por la simple razón de que los abuelos de Dylan tienen una galería de arte en Francia y no han podido asistir, sin embargo, eso no le pareció algo malo al juez, según él, esto me daría más tiempo para recabar pruebas a mi favor si es que las tengo.

Mientras tanto, Dylan y yo hemos tratado de comunicarnos con April, pero no nos ha ido muy bien. April sólo llama a Mathew para saber cómo va el juicio sobre la patria potestad de nuestro pequeño, y siempre que lo hace llama de diferentes teléfonos que no son rastreables, así que no sabemos dónde está.

He llamado a la NASA, sin embargo, ellos simplemente han dicho que April ha estado yendo ciertos días, o entregando el trabajo desde lejos como lo hacía cuando vivía con nosotros. Claro que, tengo la ligera sospecha de que mienten, pese a ello, no puedo darme el lujo de ir a buscarla a Texas porque cualquier día puede llegar una notificación sobre una nueva audiencia.

Hoy no he ido a trabajar, Dylan no ha tenido clases, así que lo he estado llevando al trabajo. Mi abogada se encuentra conmigo para corroborar los testigos que tendré en la audiencia, y es que está completamente segura de que los abuelos de mi pequeño llevarán testigos falsos.

—Los he estado investigando y son demasiado vengativos, Adam, pueden hacer cualquier cosa con tal de quitarte al niño.

—¿Y acaso el juez no podría darse cuenta de que los testigos presentados, son falsos? —inquiero frunciendo el ceño.

Mi abogada se queda un momento en silencio, llevando su mirada de un lado a otro, buscando la mejor manera de decirme lo que piensa.

—Adam, el juez podría estar comprado.

» Hace un par de días lo encontré en las afueras de la ciudad, en un parque cerca de la playa, alguien le daba la mano amistosamente para después marcharse, sin embargo, eso no dice nada, al menos no en un juicio. He intentado investigar más a fondo, pero, han sido más precavidos, no tengo prueba alguna. Lo siento.

—No, me rehusó a que todo esto se vaya a la basura y esos monstruos se lleven a mi hijo, si tú no has podido conseguir pruebas, yo lo haré.

—Pero, Adam, no es...

—Es mi hijo, Anabelle, del que estamos hablando, de mi pequeño, ese pequeño bebé que llevaba en mi espalda cada mañana para cantar en los autobuses, es... —mi voz comienza a quebrarse y no puedo evitar derramar una lágrima—. Es mi hijo, es todo lo que tengo y es la persona que más amo, ¿de acuerdo? No pienso permitir que lo aparten de mi lado, y si tú no consigues nada, yo sí.

Sin decir nada más, tomo mis cosas de mi escritorio y me dirijo a la sala de juntas para ir por mi pequeño, quien está con Sarah, mi secretaria.

—Ah, señor, el pequeño Dylan y yo leíamos un cuento —anuncia Sarah, sonriendo.

Mi pequeño se gira para verme y me ofrece media sonrisa. Me acerco a él y me coloco de cuclillas para estar a su altura.

Recuerdo cuando Emily lo vio por primera vez, Dylan le tocó su mejilla siendo un bebé recién nacido y ella dijo: "Se está conectando conmigo, sabe que soy la que le ha estado hablando por nueve meses, todos los días"

—Pequeño, yo... Debo pedirte que te quedes con Sarah un rato más, ¿sí? Tengo que salir a buscar algo muy importante y... Le pediré a Amber y Mathew que vengan por ti.

—¿No puedo ir contigo, papi?

—Lo siento, pequeño, esta vez no puedes venir, es... Es complicado, cariño.

Dylan frunce el ceño y las comisuras de sus labios, sin entender por qué resulta complicado.

Sin embargo, no dice nada, se limita a mirar el suelo, triste por no entender, y supongo que frustrado por eso.

—Papi, mi mami... Ella... —No termina la oración, sus ojos se llenan de agua volviéndose cristalinos, las lágrimas comienzan a descender por sus mejillas y pronto estalla en llanto. — ¿Ella va a volver algún día?

» Han pasado treinta días, setecientas veinte horas, y... Y no recuerdo cuántos minutos y segundos me dijo mi tía Amber, pero... pero ella no ha vuelto y...

Quiero que mi mami vuelva. No quiero perder otra mami.

Esas últimas palabras me rompen el corazón. No sé qué responder porque yo tampoco sé si April volverá, aún menos con esta situación, y quiero romper en llanto como mi pequeño, sin embargo, por él tengo que ser fuerte y no dejarme vencer, por él sobreviví, y por él lo seguiré haciendo, aunque me esté muriendo por dentro.

—Dylan, yo no...

—Me dejó una carta, papá —me interrumpe sorbiendo el agua que fluye de su nariz. — Ella dijo que algún día volvería por mí, pero, ¿qué significa algún día?

Silencio.

Me quedo sin palabras, no sé si es porque ya no sé qué decir o porque siento que si abro la boca, romperé en llanto.

Así que lo único que puedo hacer es lanzarme a sus brazos y abrazarlo fuertemente; él coloca sus pequeños brazos alrededor de mi cuerpo y llora aún con más intensidad, Sarah desaparece de un momento a otro entendiendo que necesitamos un momento a solas, y por un breve instante nos quedamos así, abrazados sin decir una sola palabra, mientras que pienso en cómo sería quedarnos así por siempre, sin la preocupación de que tal vez al día siguiente me puedan arrebatar a mi hijo.

. . .

Las personas no dejan de observar dentro del auto cada vez que pasan a su lado. Supongo que imaginan que estoy observando a alguien, ya que de vez en cuando me pongo los binoculares para observar hacia el restaurante que tengo en frente.

Llevo media hora aguardando a que el abogado de los Lee se reúna con quien sea que debe reunirse, y estoy seguro, de que esa persona, es el juez encargado del juicio.

Debo admitir que espiar a una persona no es nada divertido, al menos no como se nos muestra en algunas películas, sino más bien es aburrido.

Bostezo un par de veces a causa del aburrimiento, cuando al cabo de unos minutos me llega un mensaje de un número desconocido.

Adam, no me he mantenido al margen del caso de Dylan gracias a Mathew, es por eso que te envío pruebas de que tu abogada: Anabelle, es la que está inmiscuida con los Lee.

Ten mucho cuidado, ¿sí? Y... Presenta estas pruebas con el juez, Tarzon.

April.

Junto al mensaje vienen adjuntas varias fotografías y audios que abro de inmediato. Lo que me revelan es repugnante. Mi abogada, la que ha estado "ayudándome" todo este tiempo, me ha engañado. Los Lee la han comprado y lo único que ha hecho con el juez encargado del juicio es decirle que no tenemos pruebas de nada. ¡¿Y las evidencias de lo que hice para salir adelante con mi hijo?! ¡¿Y los testigos que reunió que afirman que soy un buen padre?!

No le ha entregado nada de ello, por eso el juicio se ha aplazado, porque ha pedido más tiempo para reunir pruebas que supuestamente no tenemos.

Cuando termino de escuchar y ver todo lo que April me ha hecho llegar, levanto el rostro para seguir observando al abogado de los Lee, cuando la persona que llega es mi abogada, quien saluda con una enorme sonrisa al sujeto.

La impotencia y el coraje que siento en estos momentos me hacen querer bajar del auto y reclamarles, hacerles saber que los he descubierto, sin embargo, lo pienso muy bien antes de hacerlo y decido por tomar mi celular, bajar del auto y escabullirme lo más cerca posible de ellos.

Detrás de un arbusto a pocos metros de donde se encuentran, comienzo a tomar fotografías de la reunión para anexarlas a las pruebas de April, ya que lo mejor será tener evidencias del día de hoy.

Al cabo de un rato, decido marcharme tan sigilosamente como he llegado y me dirijo a los juzgados, solicitando hablar urgentemente con él juez Tarzon.

Claro que, es tonto de mi parte hacerlo porque está demasiado ocupado, sin embargo, tal vez por mi cara de súplica y mi voz desesperante, la chica que me atiende se apiada de mí y llama al juez.

—Está en una asamblea, le he comentado su situación y... Lo siento señor Sangster, no puede venir en este momento. Tendrá que esperar a que se haga un nuevo juicio para presentar las pruebas que dice tener.

—¿Y eso cuánto tiempo va a tardar? —inquiero con desesperación en mi voz.

—Escuche, señor, por la desesperación que veo en su rostro, debe amar mucho a su hijo, aunque bien podría ser actuación.

»En estos casos, el juez no puede permitir que un menor que posiblemente esté sufriendo de maltratos, siga con la persona acusada, hasta que se tengan las pruebas necesarias para comprobar que efectivamente, el menor no está en riesgo, es por ello, que debido a la incesante insistencia de su abogada por aplazar las reuniones anteriores con tal de reunir más pruebas, el juez decidió que el gobierno retenga a su hijo en una casa hogar y...

Las siguientes palabras dejo de escucharlas, lo único que se me queda grabado es: "El juez decidió que el gobierno retenga a su hijo en una casa hogar"

—...Irán por él

«Irán por él»

«Irán por él»

Nuestro mundo es inestable, puede estar equilibrado un día, sin embargo, de un momento a otro puede desmoronarse por completo. Ahora mi mundo se está derrumbando, ya no existe nada.

. . .

No sé cómo salgo de ahí, el punto es que mis piernas comienzan a avanzar sin un rumbo fijo, mi mente divaga en los últimos sucesos de este mes, en las palabras de la mujer hace un par de minutos, en la ida de April, en mi hijo.

El hecho de que están a punto de quitarme a mi pequeño es algo que me ha dejado en shock, mi mente no deja de pensar en él, en cuando lo tuve por primera vez en mis brazos y me miró, en que si lo arrebatan de mi lado, me quitarán una parte de mi alma.

Al cabo de mucho tiempo de caminar, llego a mi auto pensando en que sólo quiero llegar a casa para estar con mi pequeño, y no separarme de su lado por mucho tiempo.

Se cruza por mi cabeza la loca idea de huir con él a otro continente donde nadie sepa de nosotros, cambiarnos el nombre, ser felices, permanecer apartados de todos.

No puedo hacerlo, porque ese simple acto de desesperación traería muchos problemas, y entonces sí me quitarían definitivamente a Dylan.

La casa se aparece en mi campo visual y cuando logro estacionarme frente a esta, bajo a toda prisa para adentrarme en ella.

Mi pequeño está en la sala esperándome junto a Amber, a quien le pedí que fuera por él a la oficina.

—¡Papi! —exclama mi pequeño corriendo hacia mí; sus brazos me rodean el cuello al momento en que me pongo de cuclillas para estar a su altura.

—¿Estás bien? —inquiere Amber, frunciendo el ceño.

Niego con la cabeza, y todas las lágrimas que estuve reprimiendo salen a flote. Abrazo fuertemente a mi pequeño mientras estallo en llanto, porque el sólo imaginarme que esta noche o mañana, las personas del gobierno vendrán por mi pequeño, me está destrozando por dentro.

Me separo como puedo de Dylan y tomo su rostro entre mis manos.

—Prométeme que pase lo que pase nunca vas a pensar que no te amo.

—¿Por qué dices eso, papi? ¿Pasa algo malo?

—Promételo, Dylan, por favor, sólo... Te lo ruego.

Sus ojos me miran fijamente, sin saber por qué demonios digo todo esto y por qué estoy llorando, sus pupilas se mueven de un lado a otro buscando una respuesta.

—Está bien, papá, lo prometo.

—Adam, ¿por qué...?

—Se lo llevarán, tal vez vengan por él mañana por la mañana, Amber, se lo llevarán —hablo de manera trémula.

—Pero, ¿qué es lo que...? El juicio aún no se lleva a cabo.

—¿A quién se van a llevar? —pide saber mi pequeño.

Esta vez ya no hay más mentiras, porque aunque piense que ocultarle la situación a un niño de cinco años es lo mejor que puedo hacer, he estado muy equivocado.

Me equivoqué con April y se marchó pensando que era la mejor solución, pese a ello, no pienso seguir equivocándome con mi hijo, ya no más. Tiene cinco años, cierto, pero, te aseguro que es más listo y maduro de lo que crees, sin dejar de ser un niño, claro.

Así que le cuento todo; en un principio no comprende por qué sus abuelos se lo quieren llevar, y se le ocurre una idea genial: decirles que es mejor que él los visite si tanto anhelan verlo.

Es increíble cómo es que las mejores soluciones pueden venir de un niño, de los niños, y me imagino cómo sería el mundo si los adultos aprendiéramos a llevarnos tan bien como los pequeños, si después de pelearnos, a los cinco minutos volviéramos a reunirnos para jugar, o en este caso, para trabajar en equipo. Creo que el mundo sería mucho mejor si todo fuera de esta manera.

Al final, Dylan sigue preguntándose por qué sus abuelos quieren llevárselo, preguntándose si son malos, por qué dicen que lo maltrato si le he demostrado que lo amo, que lo único que hago por él es amarlo, el por qué tiene que ser así, y me promete que cuando vengan las personas malas a llevárselo, les dirá que soy un buen papá, que no desea irse y que será mejor que se marchen a sus casas.

Me río, a pesar de que es estúpido hacerlo teniendo en mente lo que pasará mañana, ruego por que las horas avancen despacio, porque de alguna u otra forma se detenga el tiempo, pasen los años y Dylan tenga dieciocho, de ese modo él decidiría con quién quedarse; pero el tiempo no se detiene por nada ni nadie, y menos por mí, así que al cabo de un rato nos quedamos profundamente dormidos.

Los rayos del sol iluminan la habitación, y no es precisamente eso lo que nos despierta, sino el sonido del timbre.

«Son ellos»

—¿Dylan? —muevo el pequeño cuerpo de mi pequeño, esperando a que despierte, y cuando lo hace, trato de prepararlo para lo que viene. —Cariño, tienes que ser fuerte, ¿de acuerdo?

» Ellos deben estar abajo, y...

—¿Me llevarán? Pero, les diré que...

—Dylan, ellos... Ellos no te escucharán, sólo... Créeme cuando te digo que te sacaré de ahí, te sacaré peleando por ti, porque te amo, Dylan, eres la persona más valiosa que tengo en este mundo y no permitiré que te alejen de mí. —Acaricio su rostro mientras él asiente. — Ahora vamos a bajar, ¿sí?

Vuelve asentir.

Nos bajamos de la cama, cuando bajamos el primer peldaño de las escaleras, lo tomo de la mano y la presiono para hacerle saber que estoy con él.

Veo a la puerta como una hoguera, como mi infierno, y aunque no quiero, la abro.

—Buenos días, señor Sangster —una mujer de traje gris y moño demasiado ajustado en la cabeza, me saluda con aire autoritario; Dylan permanece a mi lado, oculto detrás de la puerta, sin soltarme la mano—, soy la Trabajadora Social: Rebeca. Debido al juicio por el que usted está atravesando y debido a los incesantes aplazamientos del mismo, el juzgado de lo familiar me ha enviado para llevarme a su hijo a una casa hogar mientras todo el caso se soluciona. Por lo que le pido de la manera más atenta, que me permita pasar por el pequeño, o tendremos que llevárnoslo por la fuerza.

—Papi, no...

Me aparto de la puerta y dejo que lo vean.

—Ustedes no... Por favor, no se lo lleven. Pueden hacer cualquier otra cosa, pero, por favor, no me quiten a mi hijo— suplico desesperado.

—Señor Sangster, no haga esto más difícil, se lo ruego.

—Por favor, señora, no me lleven, mi papi es bueno, déjenme hablar con mis abuelos, por favor —pide mi pequeño, a una persona que no denota ni el más remoto sentimiento de lástima.

—Pequeño, todo esto es por tu bien. Tendrás que venir con nosotros.

A continuación, Dylan se zafa de mi agarre y me rodea las piernas, de tal manera que es como un cangrejo que se niega a soltarme.

—¡No me iré! ¡Me quiero quedar con mi papi!

—Por favor, no lo hagan —suplico. — Por favor.

Pero ella niega con la cabeza, y de un momento a otro, dos hombres de traje entran a la casa, ella se hace a un lado y mi pequeño y yo damos pasos hacia atrás.

Lo levanto del suelo y lo tomo entre mis brazos.

—Escucha, Dylan, te juro que te sacaré de ahí, pelearé por...

Uno de los hombres, toma a Dylan de la cintura, el otro trata de zafar sus brazos de mi cuello y yo me aferro a él.

—¡No! ¡No! ¡Ahh...! —los gritos de mi pequeño se hacen presentes, comienza a patalear, yo les sigo suplicando que lo suelten, que no se lo lleven, pero es inútil.

—¡No, por favor, no! —exclamo.

—¡No! ¡No! ¡Ah...!

La pelea continúa, ambos seguimos aferrándonos, hasta que... Todo pasa demasiado rápido.

De un momento a otro ya no siento los brazos de Dylan, los hombres han logrado su cometido, mi hijo intensifica su grito, y mientras se lo entregan a otro hombre más, los dos anteriores me sujetan de los brazos; sacan a Dylan de la casa, lo suben a un auto, y la Trabajadora Social deja un sobre en la mesita de noche a mi izquierda.

—Su última oportunidad es mañana, señor Sangster. El último juicio es mañana.

Dejándome en shock, una vez que ella se marcha, lo hacen los otros hombres, y al cabo de unos segundos, salgo desaforado de la casa.

El auto avanza, y yo corro por detrás, con el objetivo de alcanzarlo, pese a mis enormes esfuerzos y después de correr varias cuadras, mirando gritar a mi hijo que no lo deje irse por el vidrio trasero, el auto acelera y ya no logro seguirlo.

«El juicio es mañana», es lo único que se repite en mi cabeza al momento en que caigo de rodillas, porque a estas alturas, ya no puedo seguir sosteniéndome.





















. . .

¡Sigo viva! Una enorme disculpa por haberme tardado casi dos meses en no actualizar, pero ahora hago prácticas profesionales, y la escuela donde la hago es una privada, así que por mi buen desempeño, a la semana que ingresé ahí, me ofrecieron trabajo para dar clases de cómputo, y voy de lunes a sábado, en total hago 26 horas a la semana.

La verdad es que soy afortunada porque me van a pagar cuando terminen mis cuatro meses de prácticas, o sea de trabajar gratis en Diciembre, así que ese dinero me servirá para la Universidad.

En fin, espero y les haya gustado este capítulo, no me maten, y trataré de actualizar más seguido.

Gracias por las que han esperado.

Con cariño:

Jackie💙

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