38. Compartamos
Adam.
Una semana después de la boda de Mathew y Amber, todos los días seguían especialmente activos. April continúa yendo de un lado a otro, pero no sólo ella, ahora yo también, todo debido a que mi cuñado Mathew por fin estaba en proceso de abrir su propio restaurante.
Debido a la boda, April y yo somos los que nos hemos hecho cargo del restaurante de Mathew, mientras él y Amber se pasan su luna de miel en Londres.
Las risas se hacen presentes cuando Dylan y April bajan corriendo las escaleras rumbo a los cuartos donde se almacenarán los utensilios que Mathew utilice y donde estará su oficina.
—No, mami, cosquillas no— pide Dylan contorsionándose entre los brazos de su madre.
A pasos lentos me acerco hasta ellos, dejando el vaso de vidrio que estaba limpiando hace unos segundos en la cocina.
April detiene la guerra de cosquillas cuando se percata de mi presencia y ambos me observan petrificados.
—Hola, papi, ¿quieres jugar conmigo y mami? — inquiere mi pequeño rubio.
—Me temo que no, tenemos que terminar de arreglar todo este lugar y...
—Oh, vamos, no seas amargado, Adam— expone April bajando a Dylan hasta que sus pies tocan el suelo.
—¿Amargado? ¿Yo? — cruzo mis brazos sobre mi pecho y arqueo una ceja tratando de parecer ofendido. Dylan frunce el ceño confundido, inclina su cabeza hacia su hombro derecho y a continuación va corriendo a la cocina.
April y yo nos observamos confundidos por la acción de nuestro pequeño, sin embargo, antes de que podamos ir en busca de nuestro pequeño, Dylan regresa con un pequeño costal, se detiene frente a mí y sin previo aviso lanza harina a mi rostro.
Su risa llena el lugar y April no hace más que morderse los labios para no explotar en carcajadas.
—No te enojes, papi, mejor juega con nosotros — pide abrazándose a mis piernas. — Si quieres me vuelvo un fantasma para que tú también te rías— propone mirando hacia arriba, hacia mi rostro.
Y antes de que pueda decir algo, April lanza más harina sobre mi rostro.
Dylan sigue riéndose y ahora April también.
Sin que me den tiempo para reaccionar, April toma a Dylan de la mano y corren escaleras arriba.
—¡Oigan! Eso no es justo, es un complot— exclamo quitando la harina de mi rostro.
—Alcánzanos si puedes— reta la voz de April.
A continuación, se escucha una puerta ser cerrada y el pestillo de la misma.
Sin más, subo las escaleras buscando la puerta en la que se han escondido puesto que todas están cerradas.
No tardó mucho en encontrarla, las risas y murmullos de April y Dylan se hacen presentes y posteriormente silencio.
Deben pensar que no podré abrir, lo que no recuerdan es que tengo llaves del restaurante, así que puedo sacarlos de ahí.
Cuando he introducido la llave y he girado el pestillo, deslizo la puerta con cautela hasta abrirla por completo.
Gran sorpresa me llevo, no hay nadie.
Frunzo el ceño recorriendo el lugar con la mirada. No pudieron haber desaparecido. ¿O acaso lo que escuché fueron voces de otras personas?
—A... A... Apri... April— articulo su nombre con cierto miedo.
Avanzo un paso hacia delante para poder entrar y entonces sucede lo menos inesperado. April y Dylan saltan frente a mí diciendo «¡Buu!», arrojando más harina sobre mi rostro y ahora no sólo eso, sino también una especie de jalea demasiado viscosa.
—¿Ahora sí jugarás? — inquiere April con una mano sobre su cadera.
—Hm... ¿tú qué crees?
Dicho esto, les quito una bolsa de harina y la guerra comienza. Ellos corren y gritan, arrojan harina por detrás mientras yo corro tratando de alcanzarlos. Claro que esto no es un juego del todo equitativo porque ambos se unen y el que termina peor que una pila de pastel mal hecho soy yo.
Los tres reímos, los tres nos divertimos y somos felices, y sin pensarlo o imaginarlo, tal vez estos son uno de los últimos momentos felices que podremos tener juntos, como una familia.
. . .
Narrador omnisciente.
París, Francia
La vista de la torre Eiffel es la mejor vista que una persona puede admirar, o al menos así lo ve la señora Lee, quien, sentada en un camastro en el enorme balcón de su habitación, admira la belleza de Francia al mismo tiempo que plasma en lienzo a dos palomas que se han posado en su barandal.
«Son hermosas», piensa, todo es hermoso en Francia y...
No puede evitar imaginar a su pequeña pelirroja, a su hija: Emily. Esa pequeña que amaba el arte de su madre, que cada vez que Julie Lee creaba una nueva pintura ella se emocionaba a tal grado de ponerse a gritar a los cuatro vientos que su madre era la mejor artista de toda Norteamérica y de todo el mundo.
Emily, la chica que siempre era reconocida por las mejores notas en todo el Instituto. Bueno, ella y... Ese horrendo chico: Adam, quien envolvió a su pequeña hasta que se hicieron pareja y después... Después quedó embarazada.
Aún recuerda el día en que su pequeña se lo dijo, suplicando que no quería abortar al bebé, y que Adam era bueno, la quería y criarían juntos al bebé.
Por supuesto que ellos no pudieron soportar el hecho de que su pequeña princesa fuera a tener un bastardo, así que aunque les dolió, tuvieron que echarla de la casa, y después, cuando se enteraron que estaba en la Universidad, con Adam mientras él trabajaba, optaron por hacerle ver que no tendría las cosas fáciles si seguía con ese malnacido, y por órdenes de su esposo los echaron para que no pudieran seguir estudiando, los desalojaron de la pequeña residencia que la misma Universidad les proporcionaba por estudiar ahí; sólo que eso no fue lo peor, les cerraron todas las puertas, en ninguna Universidad más los aceptarían, y desde que se marcharon de ahí, August y Julie no volvieron a saber nada de Emily, no hasta hace unas semanas.
Todo ha cambiado desde que saben que su hija ha muerto, que ese miserable con el que prefirió irse no supo mantenerla, que no pudo llevarla a un hospital de calidad, sino que mendigó la ayuda de un doctor y ni siquiera así la salvó. Murió de cáncer, y no hizo nada, él tuvo la culpa, y ese pequeño.... Dylan no puede vivir con él, con ese monstruo miserable y con esa mujer a la que llama madre.
Seguramente lo obligan a hacerlo, a decirle "mamá", cuando su madre es Emily, su Emily.
Es por eso que Julie ha aceptado hacer todo lo posible para arrebatar a Dylan de lado de ese hombre.
De acuerdo a las investigaciones del detective Jeremy, Adam se volvió inmensamente rico, terminó de estudiar la Universidad para obtener una maestría en ciencias de la computación, sin embargo, todo ello es bastante extraño, la familia del hombre que le heredó dicha fortuna apeló él testamento, alegando que Adam lo había manipulado para que saliera a su favor. La verdad es que Julie cree capaz de cualquier cosa a ese tipo.
Es por ello que tienen un excelente plan contra él, y siguen con las investigaciones en su contra, para buscar más indicios que lo lleven a lo que tanto desean: demostrar que es un mal padre, un ejemplo descomunal para el pequeño Dylan, y hasta el momento llevan dos-cero a favor de August y Julie.
. . .
1 mes después
April.
—Tranquila, no debe preocuparse por nada, el reporte de la investigación ha sido enviado al departamento pertinente, le aseguro que me encargué de revisarlo minuciosamente antes de enviarlo.
» Sí, de acuerdo. Que tenga un buen día usted también y gracias.
La llamada finaliza y por fin puedo sacar las llaves de mi bolso para así abrir la puerta de la casa y entrar.
Cuando por fin estoy dentro dejo las bolsas del supermercado sobre la pequeña mesita que está a lado de la entrada.
Estoy exhausta, Mathew lo hizo de nuevo. Hace casi un mes que llegó de sus vacaciones con Amber y desde entonces se ha encargado junto a todos nosotros de su restaurante, sobre todo del inmobiliario y demás, ya que Adam y yo nos encargamos con anterioridad de la decoración del lugar, y ahora, Mathew tiene planeado abrir en unos días, por lo que me ha enviado al supermercado por varios ingredientes para sus platillos. Y no se hable de que Amber y yo hemos salido a las calles para promocionar la apertura del restaurante, y vaya que la gente se ha interesado.
—¡Ya llegó mami! —exclama la vocecita de mi pequeño en el segundo piso. A continuación, se escucha una puerta abriéndose y Dylan y Adam bajan las escaleras en mi encuentro.
—¡Mami! — mi pequeño corre hacia mí y yo extiendo mis brazos para tomarlo por la cintura y elevarlo hasta mi regazo. Me duelen los brazos por cargar demasiadas bolsas, sin embargo, tener a mi pequeño en mis brazos provoca que cualquier dolor se desvanezca.
—Amor, perdón, yo tenía que...
—Lo sé, Adam, lo sé— aseguro al momento en que Adam comienza a disculparse. — Mathew está tan emocionado que ni siquiera dejó que Amber dejara que me acompañara.
—Debiste ver cómo se puso— comenta el castaño con tonos rubios —, cuando te marchaste él... Se puso como loco porque no encontraba unas ollas y los menús que se mandaron a hacer, nos gritaba y acusaba que Amber y yo éramos los que se habían encargado de guardarlos y que no era posible que los hubiésemos extraviado.
» No fue hasta que Dylan los encontró en su oficina que dejó de gritarnos.
—Vaya— hablo levantando ambas cejas, perpleja—, mi hermano sí que está descontrolado, pese a ello, entiendo su entusiasmo, ha soñado con ser dueño de su propio restaurante desde hace años y ahora... Bueno, es lógico que reaccione de esa manera, quiere que todo salga perfecto.
—Mi tío Mathew está muy estresado, ¿verdad, mami?
—Sí, cariño, y a pesar de que nosotros le hemos estado ayudando con los preparativos necesarios... Bueno, un restaurante es bastante complicado. Por cierto, ¿ya fueron los meseros que habrá?
Adam me mira abriendo los ojos como platos.
—¿No fueron? — cuestiono frunciendo el ceño.
—Te dije que mami se molestaría— hace hincapié mi pequeño rubio.
—Ah... Verás... Esta vez tuvimos la culpa Amber y yo— acepta encogiéndose de hombros. En su boca se forman muecas, sus labios son aplastados ante la acción de llevarlos hacia dentro de su boca y de alguna manera ocultarlos. —Yo... Mathew estaba tan angustiado por los meseros, que a Amber se le escapó decirle que si tan preocupado estaba por ellos, que era mejor que nosotros mismos fuéramos meseros por un tiempo hasta que el restaurante comience a agrandarse y demás.
—Aguarda, ¿me estás diciendo que tendré que trabajar en el restaurante de mi hermano?
Adam asiente y su mirada se dirige hacia Dylan y después hacia mí.
—Adam...
—Lo sé, quieres matarme y te entiendo, bastante tienes con que tengas que entregar reportes en la NASA e ir la próxima semana a una reunión con ellos, yo... No pensé ni siquiera en mi trabajo cuando le grité que sí lo haríamos. Claro que yo puedo encargarme de ello, pero... Lo siento, April.
—De acuerdo, esto es precipitado, y... Dios, ¿qué haremos?
—Mami, y si... ¿Y si ponemos el anuncio de nuevo, hoy? Así mi tio Mathew tendrá meseros y papi y tú no tendrán que trabajar con él, y yo tampoco— sugiere mi pequeño.
—¿Trabajar? ¿Tú? — cuestiono perpleja. — ¿Acaso Mathew también te implicó en esto?
—No, ese fue él mismo, cariño — expone Adam.
Miro a Dylan confundida, aguardando una respuesta de su parte.
—Es que...
—Te dije que mami se molestaría— y esta vez es Adam quien lo dice, devolviéndole lo que nuestro pequeño le dijo hace apenas unos minutos.
—Dylan, cariño, ¿quieres explicarme qué fue lo que sucedió para que tú vayas a trabajar también?
—Es que... Verás, mami, es una historia graciosa, muy graciosa en verdad...
» Cuando tía Amber y mi papi dijeron que serían los meseros, yo le dije a mi tío Mathew que también podía ayudar y...
—Y él no se molestó en decir que no, porque necesita la mayor ayuda posible— termino la oración por mi pequeño y a continuación lo aparto de mi regazo para bajarlo hasta que sus pies tocan el suelo.
—¿Estás molesta, mami? — cuestiona mi pequeño atemorizado por mi respuesta.
—No, no estoy molesta, Mathew hizo mal, sin embargo, me has dado una genial idea que pienso ejecutar, así que vamos, ustedes dos, vengan conmigo...
. . .
—¡Listo, mami! —expone mi pequeño al pegar el último trozo de cinta adhesiva que hacía falta en el anuncio de la pared.
Lo bajo hasta que sus pies tocan el suelo y tomándolo de la mano comenzamos a caminar hasta la calle en donde se metió su padre para colocar los demás anuncios en la pared.
Nos abrimos paso entre las personas que vamos encontrando en nuestro camino hasta que a pocos metros encontramos a Adam pegando el último anuncio cerca de un poste de luz. Parece ser que hablaba con alguien porque aparta el celular de su oreja derecha y lo guarda en el bolsillo delantero de su pantalón.
—Ah, ¿ya terminaron? —inquiere Adam al girar su rostro hacia nosotros.
—Sí, papi— responde nuestro pequeño asintiendo con la cabeza.
—Bien, porque... Ah... Amber acaba de llamarme y dice que ella y Mathew han preparado comida para celebrar que pronto será la inauguración del restaurante, así que quieren que vayamos.
—¿Y podré darle la sorpresa a mi tío?
—¿Qué sorpresa? — el entrecejo de Adam se frunce, está confundido y cómo no estarlo, Dylan y yo llevamos haciendo una sorpresa para Mathew.
—Es que... Bueno... —comienzo al momento en que Adam se cruza de brazos esperando una respuesta. — Verás, Dylan y yo hemos estado haciéndole un logo a Mathew, para el restaurante.
Podemos dárselo cuando lleguemos y...
Me detengo a mitad de la oración puesto que su rostro es diferente, sus cejas están levemente elevadas, su entrecejo se mantiene fruncido, parece que está molesto.
—Acaso estás... ¿estás celoso?
—¿Por qué tendría que estarlo? —cuestiona sin dejar de cruzar los brazos frente a su pecho. — No es que últimamente me excluyan de todo.
—Papi... No estás molesto— asegura Dylan.
—¿Y por qué piensas que no? —pide saber su padre.
—Porque... Estás mordiéndote las mejillas por dentro, una vez hiciste eso, ¿lo recuerdas? Antes de que mi mami comenzara a cuidarme, dijiste que estabas molesto y te mordías tus mejillas por dentro para no reír, ¿lo recuerdas? Tú lo dijiste y tía Amber te dio muchos golpes en tus brazos por haberle hecho creer que estabas molesto con nosotros.
Dicho esto, el rostro de mi novio cambia completamente; antes parecía molesto, sin embargo, ahora parece atrapado, como un pequeño que han descubierto a mitad de una broma, sus planes de hacernos pensar que estaba molesto han fracasado.
Ahora soy yo la que se cruza de brazos y él los aparta de su pecho esperando que diga algo. —Así que querías engañarnos; ¿sabes qué? Sigue jugando así Adam Sangster, porque eres...
Sin que se lo espere, cubro mi rostro con mis manos y comienzo a llorar. Mi llanto es tan convincente que pronto Dylan trata de calmarme abrazándose a mis piernas y pidiendo que deje de llorar, que su padre no ha querido hacerme esto y que no quiere que llore.
—Por favor, mami, no llores, perdona a papi y vamos a mostrarle nuestro regalo al tío Mathew. Por favor, mami, ya no llores.
—April, yo no quería... En serio lo siento, por favor. Amor— la mano de Adam trata de tocar mi brazo, pero no se lo permito, al contario, lo aparto e intensifico mi llanto.
—Mami, no...
Cuando ambos parecen lo suficientemente preocupados, aparto mis manos de mi rostro y al ver que no hay lágrima alguna, los quedan anonadados, mirándose el uno al otro.
—Querías engañarnos, Sangster, te salió mal la jugada y te la devolví— hablo propiciándole un buen golpe en su brazo izquierdo. — Eso te pasa por haberme hecho pensar que estabas molesto conmigo, eso no se hace Sangster.
—Duele, pero, tienes razón, me lo merezco, te prometo no hacerlo de nuevo, creí que sí estabas llorando y... Créeme que verte así es terrible, saber que yo soy el culpable, es algo que no me gusta.
—Mami, creí que...
—Lo siento, cariño— le pido poniéndome de cuclillas para estar a su altura—, no quería asustarte, es sólo que tu padre... ¿Me perdonas? —acaricio su mejilla con ternura y éste asiente acariciando también mi mejilla.
—¿Ya no llorarás, mami?
—No, en realidad no lloré, perdón.
—No te preocupes mami, la próxima vez que papi haga eso, yo... Yo no dormiré con él una semana— amenaza con determinación.
—Tranquilo, cariño, no tendrás que hacer eso, tu padre ya no hará eso, y yo tampoco, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
—Ahora... ¿quieres ir a comer con tus tíos y mostrarles ese logo que hemos creado?
—¡Sí, mami! Vamos con mis tíos.
Me incorporo y extiendo mi mano para ofrecérsela a mi novio.
—¿Vienes con nosotros?
Sin emitir palabra, las comisuras de sus labios se extienden hasta forman una gran sonrisa, su mano se posa sobre la mía y los tres nos dirigimos al auto para ir a casa de Mathew y Amber.
Al cabo de unos minutos, el auto se estaciona frente a una casa color crema, con un espacioso jardín, columpios y flores por doquier.
Amber y Mathew decidieron vender sus respectivas casas para poder comprar una mucho más amplia para ambos, considerando que desean tener hijos.
Dylan es el primero en bajar del auto para correr a los brazos de Amber quien lo espera ansiosa al salir de su casa. Mathew lo saluda revolviéndole el cabello para después avanzar hacia nosotros y saludarnos.
—Hola, señor Mayer— hablo al darle un abrazo.
—Hola, futura señora Sangster— se burla saludando a Adam. — Porque espero que los que se casen pronto sean ustedes, además de tener un bebé, Dylan necesita un hermanito.
—Oye, no creo que... Estás loco, Mathew, eso sólo lo decidimos Adam y yo, ¿está bien?
—De acuerdo, hermanita, es su decisión, sin embargo, no está de más darles un poco de ayuda, ¿no crees? —propone arqueando ambas cejas.
—Mathew, espero que no estés diciéndoles que deben casarse pronto— la voz de Amber se hace presente por detrás, lleva a Dylan en sus brazos y éste se encuentra gustoso puesto que come una galleta que seguramente ha preparado Mathew.
—No, claro que no— finge mi hermanito. — Por cierto, ¿qué te parecen las primeras galletas de tu tía Amber?
—Amber, ¿preparó galletas? — cuestiona Adam sorprendido.
—Sí, yo le he enseñado. De hecho, me ha ayudado a preparar la comida de esta tarde y ha quedado todo delicioso. Amber cocina bastante bien— dice orgulloso de su esposa.
—Vaya, eso sí es un suceso, mi mejor amiga cocinando cuando hace año le pedí que hirviera leche para Dylan y no pudo porque se consumió.
—¡Oye! No era mi intención, es que... Estaba jugando con Dylan, me entretuve y se me olvidó que la leche estaba en la estufa, así que... Bueno, recuerdas perfectamente lo que pasó— se defiende la rubia.
—Claro que lo recuerdo, ese día de no haber llegado a casa a tiempo, hubieran muerto asfixiados por el humo.
—Oigan, ya basta de peleas. Están peor que April y yo— los detiene Mathew—. Amber no ha quemado nada este día y tampoco ha dejado que se consumiera nada, en verdad que todo ha quedado delicioso, así que entremos, ¿quieren? Y comamos en paz.
Todos asentimos y entramos con ansias de probar todo lo que han preparado, así que nos dirigimos al comedor y empezamos la comida.
El tiempo transcurre en charlas, planes para la inauguración del restaurante que mi hermano ha decidido llamar Mayer's , y sorpresas como que Mathew sí tendrá meseros y no seremos nosotros.
—Mami, ¿podemos mostrarle ya nuestro regalo a Mathew? —pide saber mi pequeño impaciente en el sofá de la sala.
—Ah, claro, déjame sacarlo de mi bolsa y...— introduzco mi mano dentro de ella y saco una carpeta que contiene el logo que hemos hecho Dylan y yo. — ¿Quieres mostrárselo tú?
Dylan sonríe, baja del sofá en el que se encuentra y se dirige hacia mí para tomar la carpeta.
A continuación, avanza hacia Mathew y le hace entrega del logo.
—Ustedes... ¿Ustedes hicieron esto?
—Sí, tío. Mi mami y yo lo hicimos para ti. Y ya está pintado en el restaurante. ¿No estás molesto por eso, o sí?
—Claro que no, pequeño, esto es lo más lindo que me han dado. No tengo palabras, Dylan.
—Debo decir que yo sólo le ayude con la decoración, pero, todo el trabajo es de Dylan, Mathew, fue él el de la idea, el que eligió los colores y demás, y por si no lo has notado, el dibujo se parece a ti.
—Sí tío, ¿te gusta que se parezca a ti? — inquiere con una sonrisa en su rostro.
Mathew no responde nada, permanece mirando a detalle la carpeta con su contenido, deslizando con sus dedos a través del mismo.
Cuando menos me lo espero, dos pequeñas lágrimas salen de los ojos de mi hermano y se deslizan sobre sus mejillas.
—Mathew...— la voz de Amber se ve interrumpida al momento en que mi hermano levanta el rostro.
—Dylan, esto es sencillamente increíble. Yo... No tengo cómo agradecerte esto, a ambos— habla mirándome. — ¿Puedo darte un abrazo, Dylan?
—Sí, tío— y antes de que mi hermano pueda abrazarlo, Dylan se lanza a sus brazos para rodearlo con los suyos y apretarlo fuertemente.
Muchos dicen que no hay regalo más preciado que el amor de un hijo, y durante mucho tiempo he creído en ello, sin embargo, experimentarlo es algo totalmente diferente; jamás me cansaré de decir que amo ser la madre de Dylan Sangster.
. . .
Días después.
Adam.
La inauguración del restaurante Mayer's ha sido todo un éxito, estos días el restaurante ha estado lleno e incluso llega el tiempo en que las personas tienen que hacer una larga fila para poder entrar. En las dos semanas que lleva abierto las personas han esparcido la noticia de que un nuevo restaurante ha abierto y que la comida ahí es perfecta, deliciosa y un sinfín de adjetivos más para Mathew y el establecimiento.
Los anuncios que April, Dylan y yo colocamos en las calles sirvieron de mucho, ya que gracias a ellos varias personas llamaron para el puesto, aunque sólo terminamos por contratar tres y nosotros ayudaríamos con lo demás.
Estos días he estado en el restaurante con Mathew, Amber y April ayudando con lo que sea necesario, sin embargo, este fin de semana he decidido venir a la empresa a realizar cosas que necesitaba ver, como contratos y demás, mientras que April ha ido con Dylan al restaurante.
Son las siete de la noche, y al fin he terminado de revisar todo lo que tenía que ver, desde las siete de la mañana estoy aquí, así que ya he avanzado bastante.
Supongo que Mathew tendrá que contratar más chefs o ayudantes, porque al paso que va el restaurante, seguirá creciendo y creciendo, no dudo que pronto tenga que abrir otro.
Recojo mis cosas del escritorio y salgo de la oficina para dirigirme a elevador, cuando mi celular comienza a sonar y al momento de sacarlo del bolsillo de mi pantalón, el nombre de April aparece en la pantalla.
—Hola, cielo, ¿ya vienes a casa? —pide saber mi novia.
—Sí, de hecho, voy en el elevador rumbo al estacionamiento, ¿por qué?
—Es que estoy en casa y... Bueno, te tengo una sorpresa— comenta con un tono de voz diferente.
—¿O sea que estás en casa? ¿Dylan está contigo?
—Sí estoy en casa y Dylan no está conmigo porque Amber se encuentra en casa de Mathew, cuidándolo.
» Y antes de que preguntes, Mathew se quedó en el restaurante junto a los meseros, mientras que Amber está en su casa cuidando a Dylan porque yo se lo he pedido.
—Eh... ¿y por qué le pediste a Amber que cuidara a Dylan? —pido saber curioso.
—Eso es algo que sabrás al llegar a casa, mientras tanto confórmate con saber que te espera una sorpresa y que Dylan está divirtiéndose con Amber.
—Pero...
—Te espero en casa, amor. Adiós.
Y antes de que pueda protestar, April termina la llamada y el elevador se detienen para abrir las puertas y dejarme salir hacia el estacionamiento, en donde aguarda mi auto.
No sé a qué sorpresa se refiere April, sin embargo, sea de lo que se trate, debe ser algo bastante extraño como para pedirle a Amber que cuidara a Dylan y tener la casa sola.
. . .
Llego a casa aproximadamente a las ocho en punto y las luces están apagadas, ni Dylan ni April me reciben, sólo la tenue luz de unas cuantas velas que me conducen a la cocina, en donde April está sentada con un vestido rosa lleno de flores en la parte del pecho hacia la cintura.
Cuando se levanta puedo ver que el vestido es corto y amplio por la falda.
—¿Te gusta?— cuestiona girándose para dejarme ver el escote en la espalda, que se nota a la perfección gracias a que lleva el cabello recogido en una coleta alta.
—Te ves... Increíble, April— respondo anonadado. —Pero, ¿dónde está Dylan? ¿Por qué las luces están apagadas?
—Porque Dylan sigue con Amber y ya debe estar Mathew ahí, dijo que cerraría temprano, y las luces están apagadas porque estás en una cena romántica que he preparado para ambos.
» Esta noche es para nosotros, Adam.
Así que... ¿quieres acompañarme afuera?
«Una cena», pienso. «Una cena romántica»
Bajo la mirada hacia lo que llevo puesto: un traje negro con camisa blanca y corbata, no está mal, sin embargo, April está preciosa y yo...
—¿Crees que podrías aguardar unos minutos para irme a cambiar?
—Pero si estás perfecto.
—No, April, tú estás hermosa, y yo... Al menos déjame darme una ducha — pido.
—De acuerdo. Mientras tanto, calentaré la cena.
Asiento para subir a mi habitación, y justo cuando estoy a punto de abrir, escucho la voz de April.
—No puedes entrar. Espera, no abras la puerta.
Los tacones de sus zapatos se escuchan al subir las escaleras, hago caso de lo que ha dicho y no abro la puerta de mi habitación.
A los pocos minutos April ya se encuentra a mi lado.
—No puedes entrar, mejor dime qué ropa quieres y la saco de tu closet.
—¿Por qué no puedo entrar? — pido saber con curiosidad.
—Porque no puedes ver lo que hay dentro, así que dime qué necesitas, entraré y saldré con ello para que te duches en mi habitación.
—Es mi habitación, puedo entrar si quiero, sólo tengo que cargarte y hacer que te apartes de la puerta en el dado caso de que te pongas enfrente— comento. — Pese a ello, no lo haré. Me gustan las sorpresas, así que está bien.
A continuación, le indico a April la ropa que deseo usar y ella entra a toda prisa para entregármela.
Cuando entro a su habitación para ducharme, escucho que cierra mi habitación con pestillo y que así no pueda entrar para ver algo.
Termino de ducharme y posteriormente de vestirme, así que bajo de nuevo a la planta baja para salir al patio trasero.
Ahí se encuentra una mesa con velas, platos y copas, y en el césped hay pétalos de rosas.
—Ah, siéntate, por favor— me pide April al notar mi presencia. — Iré a servir.
—Puedo ayudarte— sugiero
—No, gracias, esta noche tú eres el invitado de honor, así que siéntate y... Espera.
» Por cierto, luces apuesto así— indica mirando mi atuendo.
Quería estar a la altura de mi novia y no con el atuendo de la oficina, así que decidí usar un pantalón de vestir, y un suéter gris con cuello de tortuga.
Sonrío y ella se da media vuelta para entrar de nueva cuenta en la casa, al cabo de unos minutos regresa con un carrito que usa Mathew para llevar los platillos hacia la mesa de los comensales.
El aroma que llega de las ollas es delicioso, mis fosas nasales se inundan del fantástico olor que la comida desprende.
—Todo huele delicioso— comento al momento en que April sirve el contenido de las ollas en cada plato. Ha preparado una especie de ensalada, acompañada de puré de patatas, bañada en aderezo y carne asada acompañada de fruta como decoración.
—Gracias. Me encantó lo que preparó Mathew la semana pasada y le pedí la receta; por un momento creí que no lo haría como él, pero, debo decir que me ha quedado bastante bien— asegura orgullosa.
Me ofrece el plato con todo lo preparado y no puedo evitar probarlo. La sensación de varios sabores en mi boca provoca una explosión de sensaciones, siendo honesto esto es increíble.
—¿Y qué te parece? — pide saber la ojiazul.
—Me encanta, esto es fantástico, April, simplemente maravilloso.
April simplemente se limita a sonreír y a sentarse a mi lado mientras ambos cenamos y charlamos. El tiempo transcurre entre risas, recuerdos y anécdotas que jamás habíamos compartido, la luz de las velas se va evaporando e incluso algunas se llegan a extinguir.
—Creo que es tarde así que... ¿quieres subir a dormir? — cuestiona April ofreciéndome su mano al levantarse de la mesa. — Los platos los recogeré mañana, mientras tanto, podemos hablar a casa de Amber y Mathew y preguntar por Dylan.
—Claro, aunque... ¿Sabes? Te agradezco la cena, ha estado deliciosa, sólo que sigo sin entender por qué Dylan no va a dormir esta noche con nosotros.
—Eso lo entenderás dentro de unos minutos, ahora vamos adentro y llamémoslos.
Tomado de su mano nos dirigimos hacia la sala donde marcamos el número de Amber y Mathew, quienes nos avisan que a esta hora Dylan ya está profundamente dormido y que se ha pasado la tarde riendo con Amber.
—Bien, ahora ya sabemos que nuestro pequeño está bien— comenta April sin soltar mi mano. —¿Sabes? Es extraño pasar la tarde sin Dylan, la casa estuvo bastante silenciosa, de hecho, no quería que se fuera hoy, sólo que Amber y Mathew me convencieron que no era buena idea tenerlo aquí.
—¿Ah, no? ¿Y por qué no?
—Por... Sólo ven conmigo.
Guiada por ella, subo las escaleras hasta mi habitación, en donde me llevo una gran sorpresa al ver que mi cama está decorada con pétalos de rosas al igual que el suelo.
—April esto...
—Sorpresa, Adam— su voz suena detrás de mí, nerviosa. Me giro hacia ella esperando una respuesta, sin embargo, soy yo el que habla.
—Tú quieres...
Ella asiente acercándose a mí; desliza sus manos alrededor de mi cintura y posteriormente por mi espalda.
—Quiero estar contigo, Adam— expone escondiendo su cabeza en mi pecho.
Olfateo su olor a vainilla, me separo de ella y coloco mis dedos debajo de su barbilla para elevar su rostro. Sus ojos azules me observan con un brillo que me enternece.
—Te amo, April, eso te lo haré saber siempre que pueda, a pesar que esté cansado o haya tenido un día difícil, decirle a Dylan y a ti que los amo, siempre va a mejorar mi día, no importa qué tan bueno o malo haya sido, ustedes siempre lo harán mucho mejor.
—Adam...
(Soundtrack en
multimedia)
No permito que diga nada, mis labios ahogan las palabras que iban a salir de sus labios y en lugar de hablar comienza a besarme.
Juro que puedo hacerme adicto a sus labios, puedo pasarme todos los días besándola, contemplando lo hermosa que es, pero, sobre todo, admirando cuánto ama a Dylan y cuánto me ama a mí.
Nuestros labios se mueven al compás, deslizo el cierre de su vestido y deshago su peinado al tiempo en que ella quita el suéter que llevo puesto.
I
Los horizontes se encuentran,
mi alma llega y se anida en tu pecho
Bajan las estrellas, la luna te acaricia
Belleza es lo que es ella,
sus ojos son el arte que hace falta en la pared desnuda
II
Las llamas lo consumen
Sus labios son pinceles deslizándose por el lienzo que esperaba ser pintado
La luna y las estrellas son testigos
Nadie puede colarse en nuestro cielo
Nadie más es bienvenido en nuestro reino
III
Mi cuerpo es una página que ansiaba ser leída
Mis labios son un rompecabezas que clamaba por su pieza faltante
Sus ojos me muestran mi reflejo,
mi verdadera belleza
Mi nombre es pronunciado con ternura
Los latidos de su corazón se acoplan a los míos
Esta noche somos uno solo
. . .
April se arropa contra mi cuerpo. La habitación sigue inundada por la tenue luz que queda de las velas a nuestro alrededor, hasta que comienzan a extinguirse, dejándonos en plena oscuridad.
No hay palabras que emitir, sólo se escuchan nuestras respiraciones al compás, los ruidos de la ciudad se difuminan antes de entrar a la puerta porque esta noche no importan, esta noche nosotros somos los protagonistas, y aunque no sé qué nos deparará mañana, con April y Dylan a mi lado estoy seguro de poder enfrentar hasta a la misma muerte.
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