27. No te vayas.
Dedicado a: SabrinaAnahi8
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April.
He vuelto, no puedo creer que después de tantos días fuera de Shining City al fin he regresado.
Es cierto que me fui a Houston para ayudar y supervisar algunas investigaciones sobre las tormentas eléctricas en el espacio, y es que al haber dichas tormentas, estas emiten cierta radiación de rayos gamma, la forma más enérgica de luz.
Lo más interesante de todo este proceso, es que los rayos gamma que se emiten pueden crear positrones, a través de un proceso denominado formación par; verán, los positrones son partículas elementales también llamadas antiparticulas del electrón que poseen carga positiva y...
Supongo que no deben entender nada y que los estoy aburriendo con explicaciones científicas que no tienen sentido, ¿no? Y bueno... Será mejor que dejemos las explicaciones científicas para otro momento, ¿les parece?
Lo que les puedo decir es que además de esas inversiones, la NASA sigue tratando de descubrir el origen del universo y eso me fascina. Stephen Hawking es mi físico favorito y admiro todo su trabajo sobre la teoría del todo. Mi meta es encontrar una ley que explique todo, sin embargo sé que se necesita de mucho trabajo, investigaciones y sobre todo tiempo para llevarlo a cabo.
Observo a Adam recogiendo los últimos trastos de la cena, su rostro parece cansado, debió ser algo pesado estos días para él. Por lo que Mathew me contó, Amber estuvo tratando de ayudar con lo que pudo en el cuidado de Dylan, sin embargo no fue posible hacerlo al cien por ciento debido a que Adam la necesitaba más en la empresa, así que Mathew tuvo que hacerse cargo de mi pequeño por las mañanas, y Adam por las tardes y el resto del día. Solía dejar a Amber a cargo de la empresa y eso resultó muy bien, pero aún así me parece que ha sido demasiado trabajo para él, aunque no quiera demostrarlo.
¿Saben? Desde que lo conocí siempre he creído que Adam es un hombre admirable, criar a un hijo solo no es nada fácil, y al ver lo bien que lo ha hecho con Dylan es digno de admiración y respeto.
—Oye, deja eso—le indico al ver que se dispone a lavar los trastos sucios.—Yo lo haré. Será mejor que te vayas a dormir, debes descansar.
—No tengo ningún problema en lavarlos, te ayudaré—responde llevando más trastos en el fregadero.
—Por favor,—digo tomándole la muñeca—ve a descansar. Te hace falta. Yo me quedaré aquí, ¿sí?
Su rostro admite que está cansado pero las expresiones que muestra me deja claro que no desistirá hasta que la convencida sea yo, sin embargo no pienso ceder.
—Agh... Bien—habla de mala gana, rodando los ojos.—, me iré a dormir, pero, no te vayas tan tarde. Si quieres deja los trastos ahí y mañana los lavaremos juntos, yo...
—Ya basta de poner excusas, Sangster. Ve a la cama de una vez o te llevaré como niño pequeño—lo amenazo colocando una mano sobre mi cintura.
—Ah... Así que la señorita Mayer ahora será mi niñera—dice levantando ambas cejas y frunciendo las comisuras de sus labios. Haciendo esos gestos se parece mucho a Dylan.
—No señor Sangster, no pretendo ser su niñera—aclaro tratando de sonar como él—pero, si usted no se va a la cama tendré que tomar medidas extremas.
—¿Y como qué medidas?
—No estoy segura, puede ser llevándote a rastras como un niño pequeño—sugiero cruzándome de brazos.
Adam sonríe mostrándome su dentadura perfecta. Es la primera vez desde que lo conocí que lo veo sonreír, sin embargo, con el simple hecho de haberle sacado una sonrisa mi corazón se llena de alegría y siento que puedo sacar un enorme suspiro.
—Tienes razón—dice al cabo de unos segundos—, estoy cansado y siendo honesto sólo quiero dormir.
—Perdona por haberlos dejado tanto tiempo—me disculpo encogiéndome de hombros.
—Oye, no tienes por qué disculparte. Si fuiste a Houston fue por la sencilla razón de que amas ese trabajo. No lo puedes negar y, ¿sabes por qué? Porque tus ojos tienen un brillo que no había visto, si antes siempre estabas sonriendo ahora lo estás más, y es contagiosa tu felicidad—hace saber sonriendo.
No sé qué responderme, así que me limito a devolverle la mirada; ambos nos quedamos en silencio por unos momentos hasta que él decide hablar.
»April...
(🎶Soundtrack en
multimedia🎶)
Hay un momento en nuestras vidas en el que no encontramos una razón por la cual no hablar, es como si de pronto las palabras se escaparan de nuestra boca, como si nuestros sentidos se desconectaran a excepción del de la vista. Supongo que eso es lo que me sucede justo en estos momentos. Y es que siento como si me tuvieran inmovilizada y lo único que puedo hacer es observar a Adam.
«Eres... demasiado guapo» pienso sin siquiera parpadear.
—April... —pronuncia de nueva cuenta, acercándose lentamente hasta terminar con las distancia.
No digo nada, como dije, no puedo pronunciar palabra alguna, sobre todo teniendo esos ojos avellana tan cerca de mí.
«¡Demonios! ¿Qué es lo que está pasando conmigo?»
Puedo sentir su aliento cerca de mi rostro y oler su perfume, mi corazón no deja de latir más rápido de lo normal y no está bien, sé que no está bien lo que estoy experimentando justo ahora, y Adam no lo hace muy fácil, sobre todo lo que verdaderamente siento en el fondo. Sí, quiero que termine la distancia que nos separa, quiero que... Quiero que me bese.
—Gracias—. No es lo que esperaba, pero es lo que pronuncia y baja la cabeza entrecerrando los ojos.—Me iré a dormir, yo... Buenas noches, April.
Dicho esto da media vuelta y se marcha sin más, dejándome pensando sólo una cosa: ¿qué habría sucedido si Adam y yo nos hubiésemos besado?
...
Adam.
¿Qué es lo que acaba de pasar ahí abajo?
He huido como un cobarde de la situación en la que me encontraba y en la cual yo mismo me he metido. No sé en lo que estaba pensando con exactitud, lo único que quería hacer era hacerle saber a April que la hemos extrañado, lo mucho que nos ha hecho falta, pero... Digamos que todo se salió de control.
Cuando dijo que me llevaría a la cama como si fuera un niño pequeño me imaginé por un momento forzándome a marcharme a dormir cual niño de cuatro años, me hizo reír; pero, al verla mirarme con una sonrisa en su rostro yo... Por un momento me perdí en sus ojos, fue como estar en medio de una tormenta en el mar, inmerso a cualquier cosa, y como si de la nada algo me atrajera a ella comencé a acercarme con la intención de quitar toda barrera de distancia que existiera.
Gracias a Dios que reaccioné a tiempo y me marché.
Quiero creer que el cansancio es el que ha provocado esta actitud inusual en mí, de verdad quiero creerlo, pero... ¿en verdad es eso? ¿He actuado así porque... estoy cansado?
Niego con la cabeza apartándome de la puerta para dirigirme al clóset y cambiar mi ropa por la pijama. Lo mejor será descansar y dejar que el sueño arregle todo, estar descansado puede que ayude, y mucho.
Al terminar de cambiarme me dirijo a la mesa de noche y tomo el sobre azúl lleno de estrellas que está sobre ella. Aún me resulta increíble lo que hice, y es que haber comprado tres boletos para que April pueda disfrutar de una noche llena de todas esas extrañas estrellas llamadas Perseidas fue algo completamente alocado. En ese momento sólo pensaba en que Dylan, April y yo podríamos pasar un tiempo juntos, sin pensar en que ella me arrebata a Dylan—cosa que ya no pienso más—, además, desde hace días que Dylan y yo la extrañamos, así que ¿por qué no poder recuperar un poco del tiempo perdido?
Suspiro dejando de nueva cuenta el sobre en la mesa de noche y apartando las sábanas de la cama me meto debajo de ellas.
Estoy cansado, eso es cierto, pese a ello... Hay algo que no me deja dormir, algo que me roba el sueño desde hace días pero que me niego a aceptar porque sé que está mal, que esto que sucede está completamente fuera de lugar.
Exacto, está fuera de lugar y por lo tanto no debería ni siquiera estar pensando todo esto, porque después de todo algo es seguro: puedo controlar lo que siento.
...
Narrador omnisciente.
Se encuentra en un lugar que reconoce a la perfección, no ha cambiado mucho desde la última vez que lo visitó, y eso sólo hace dos días. Se sentía solo, a pesar de poder verla ahí se sentía vacío por dentro, era como si algo le hiciera falta, y no era ella.
Siempre que puede ella viene a visitarlo, la mujer pelirroja con vestido largo y mangas hasta las muñecas viene casi todas las noches a preguntar cómo está, cómo está su padre, qué tal fue su día... Y mientras el pequeño le cuenta con detalles sentado en sus piernas, ella sonríe porque sabe que es feliz. De hecho, desde hace meses que está más feliz de lo habitual, exactamente desde que llegó la chica pelinegra, la de ojos azules brillantes y sonrisa contagiosa como la describe Dylan.
No sabe con exactitud desde cuándo comenzó a soñar con Emily, pese a ello tiene muy claro que ella es su madre, y que por supuesto no puede decirle a nadie porque todos lo creerán un loco.
En una ocasión habló sobre ella en el Jardín de niños debido a que sus compañeros lo molestaban constantemente puesto que jamás habían visto a su madre ir a los festivales, o incluso por al finalizar el horario del preescolar.
No tenía remedio, esos niños tenían que saber que él tenía una madre muy hermosa, que a pesar de no poder ir al Jardín de niños, lo visita todas las noches, y cuando no lo hace él sabe que ella está con él, cuidándolo. Puede sentirla a su lado a pesar de no poder verla.
Al contarles aquello no hicieron otra cosa más que burlarse de él y llamarlo loco. Al menos no le dijeron a la directora o a alguna profesora. Si eso hubiese pasado habrían llamado a su padre y tal vez él también creería que estaba loco.
Ellos tenían razón, no es normal que un niño hable con su madre muerta, ¿o sí? Era mejor guardarse eso para sí mismo y no volver a mencionarlo, ni siquiera a su padre. Sería un secreto entre Emily y él, nadie más tenía por qué saberlo.
Hoy estuvo muy emocionado, sobre todo ilusionado porque April volvió. Según su padre se tuvo que marchar a un lugar muy lejos de donde residen debido a que April ahora trabaja como... Es un nombre extraño y por lo tanto no recuerda cuál es, sin embargo sabe que trabaja con estrellas. Supone que debe cuidarlas cuando se enferman o ayudarlas en algo, lo cual le parece muy lindo de su parte; él ama ver las estrellas por las noches, sobre todo cuando se siente triste, verlas le ayuda mucho y le recuerdan a su mami. Aunque ahora también a April. Es como si Emily fuera una enorme y brillante estrella que lo observa desde su ventana y April otra estrella brillante a lado de su mami.
Y aquí está, esperando bajo un árbol a que ella llegue como es habitual, pero, ¿por qué tarda tanto?
Cuando menos se lo espera, un resplandor aparece a pocos metros de él y a los pocos segundos ella ya se encuentra a su lado.
—¡Mami!—Exclama con alegría corriendo hacia ella.
—Hola, mi hermoso bebé—habla Emily acariciando su cabello dorado y rizado.—Estás muy feliz, ¿no es así?
Acariciando su barbilla se pone de cuclillas y a continuación se sienta bajo el árbol con Dylan sobre su regazo.
—April ha vuelto, mami—le informa con una enorme sonrisa en el rostro.
—Lo sé, mi pequeño, y me alegro que así sea—dice devolviéndole la sonrisa.—¿Sabes? Hay algo que quiero decirte.
—Yo también, mami. Mañana es Navidad y le hice un dibujo a April; le puse mucho pegamento, brillos, colores y muchos adornos para que sonría al verlo y...
—¿En serio? Estoy segura que le va a encantar, mi pequeño—asegura acariciando suavemente su mejilla.
—También te hice uno a ti, mami.
—Lo sé, lo he visto y me encantó. Eres muy creativo, podrías ser un gran artista.
—No, mami, yo no quiero ser eso. Quiero ser doctor y curar a las personas; también a las personas que no tienen dinero para que así no se vayan y dejen a sus hijos—dice con tristeza. Dylan es un niño de cinco años pero no es tan pequeño como para no entender que su madre se ha ido porque enfermó de algo muy grave y por falta de dinero no pudo sobrevivir.
—Eso es algo muy noble, Dylan. Estoy segura que vas a ser un gran doctor. El mejor del mundo—asegura sintiéndose enormemente feliz y orgullosa.
—Sí, mami, y vas a ver que voy a curar a muuucha gente—dice alzando sus brazos feliz.
—No lo dudo—sonríe Emily entrecerrados los ojos.—¿Dylan? Tengo que decirte algo, cariño. Algo muy importante.
—Qué cosa, mami.
—Bueno, por mucho tiempo he venido a visitarte, siempre pregunto cómo estás y me alegras cuando me respondes que estás muy feliz, así como también me entristece cuando es todo lo contrario. Últimamente me has dicho que eres muy feliz con April, ¿no es así?
Dylan asiente contento.
—Vengo casi todas las noches porque sé que me necesitas, porque sé que eso te hace feliz y porque a mí también me hace feliz verte crecer todos los días, sin embargo, ha llegado el momento de irme, cariño. Es hora de dejarme partir.
—¿Te vas a ir? ¿A dónde?—Cuestiona frunciendo el ceño.
—A un lugar en el que están esperándome hace mucho tiempo, pero en el cual no me han llamado porque saben que necesitaba estar contigo, que necesitaba cuidarte y no dejarte sólo nunca.
—Pero... ¿Por qué te vas? ¿Hice algo malo, ya no me quieres?
—Claro que te quiero, hijo, te amo, no lo dudes nunca, sólo que el momento de marcharse ha llegado.
No te dejaré solo, debo irme pero eso no significa que te abandonaré, me iré, sí, pero sólo de tus sueños, ya no podré venir a verte, pese a ello seguiré cuidando de ti desde el cielo.
»Siempre has creído que soy como una estrella que te cuida desde el cielo y no estás equivocado. Ahí voy a estar siempre, siempre cariño, para escucharte y velar por ti, no lo olvides.
—Pero... No quiero que te vayas, no quiero que me dejes. Por favor, no te vayas—suplica.
—Dylan... Me iré porque al fin ha llegado la persona que sé perfectamente bien, me ayudará a cuidarte. Ella lo va hacer aquí y yo lo haré desde allá arriba. Ella es la persona que estaba esperando...
...
April.
Hace un par de horas que fui a ver a Dylan y lo encontré profundamente dormido en su habitación. Al verlo en su cama me pareció como si estuviese viendo un ángel, un pequeño angelito que desde que llegó a mi vida no ha hecho más que hacerme feliz.
Estar en esta casa me hace feliz, ese pequeño de ahora cinco años logra que no quiera separarme de él nunca, es como si... La verdad ni siquiera sé cómo explicarlo.
Justo ahora mi mente no deja de pensar en alguien más: Adam.
Lo que sucedió en la cocina fue extraño, por un momento creí que me besaría, es más, ansiaba que lo hiciera, sólo que no fue así. Desde que me marché a Houston sentí un enorme vacío por no estar cerca, tanto de Dylan como de Adam, quería verlos, estar a su lado, y cuando volví... Bueno, lo único que deseaba era abrazar a ambos por un largo rato.
No sé cómo ni cuándo comencé a sentir esto, lo único que sé es que cada día se vuelve más fuerte y eso no ayuda. Porque en el fondo sé que está mal, no puedo enamorarme de Adam, de mi jefe, del padre del niño al que cuido, aunque claro, a estas alturas Dylan no sólo es el niño al que cuido, es mucho más que eso.
Sí, no puedo sentir esto y lo mejor será olvidarlo por el bien de todos, enfocarme sólo en Dylan y en mi nuevo empleo como Astrofísica.
Al cabo de un tiempo de estar despierta, moviéndome de un lado a otro en la cama, por fin el sueño llega y no tengo más remedio que cerrar los ojos y envolverme en los brazos de Morfeo.
...
Adam.
Despierto de golpe y me incorporo de la cama para poder salir de la habitación. He tenido un mal sueño que aunque traté de retenerlo no logro recordarlo.
Sin motivo aparente tengo la inmensa sensación de asegurarme que Dylan se encuentra bien; sé que está durmiendo en su habitación pero... La sensación de que no todo está bien con mi pequeño es tan fuerte que prefiero asegurarme.
Me levanto de la cama a toda prisa para dirigirme a la habitación de mi pequeño y camino por el pasillo a toda velocidad. Antes de que pueda llegar, diviso la puerta de la habitación de April entreabierta y mis oídos captan voces dentro de ella.
Por un momento creo que estoy loco pero no es hasta que escucho el nombre de Dylan que decido acercarme a la habitación sin ser percibido.
—Calma, pequeño—escucho hablar a April.—Todo está bien.
Cuando llego hasta la puerta, asomo levemente la cabeza y diviso a Dylan en la cama de April. Ella lo está abrazando mientras mi hijo llora sin poder calmarse.
«¿Por qué mi pequeño está llorando?»
Me dispongo a entrar para saber qué es lo que está sucediendo, sin embargo Dylan habla y eso me detiene.
—April, no quiero que se vaya—dice entre sollozos.
—¿Quién, pequeño? ¿Por qué lloras?—Cuestiona mientras Dylan la observa con duda.—Puedes confiar en mí.
—Es que... Mi mami... Mi mami viene a visitarme todas las noches.
En el momento en que Dylan pronuncia esas palabras, me quedo estático y sé que no puedo entrar así. Conozco a mi hijo, sé que si entro ahora mismo él saldrá huyendo y ya no querrá decir por qué llora, ni a April ni a mí.
—¿En tus sueños?—Inquiere sin alterarse.
Él asiente.
—Ella me visita casi todas las noches y yo le cuento muchas cosas, me gusta hablar con ella. Sólo que... Hoy me dijo que ya no podrá volver—aclara llorando aún más.
—¿Y por qué no volverá?
—Dijo que tiene que irse a otro lugar, pero que seguirá cuidándome desde el cielo. También dijo que se iba porque tú estás aquí. Dijo que tú me vas a cuidar, a mí y a mi papi.
—¿Eso dijo?—Cuestiona con los ojos llenos de lágrimas.
—Sí, pero... Yo no quiero que se vaya, April, no quiero dejar de ver a mi mami—aclara con miles de lágrimas en su rostro. A estas alturas yo ya me encuentro sentado en el piso, recargado en la pared, escuchando su conversación mientras lágrimas recorren mis mejillas.
—Dylan...
—¿Crees que estoy loco, verdad?—Inquiere ansioso.—Si se lo dijera a mi papi, él también lo creería—aclara derramando más lagrimas.
«No, tú no estás loco, hijo. Jamás pensaría eso de ti, jamás»
April.
«No estás loco, Dylan» pienso mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
Siento que no puedo respirar, ver a Dylan así es... Quisiera poder regresar a su madre pero es imposible. Lo que no es imposible es que estoy yo aquí, y aunque no soy su madre, no lo voy a dejar nunca.
(🎶Soundtrack aquí
abajo🎶)
Adam.
Sigo mirando, ahora April derrama lágrimas que recorren sus mejillas; su rostro denota que está sufriendo con lo que Dylan está contándole.
Sube su mano hasta la mejilla de mi pequeño y lo mira con ternura.
—No creo que estés loco, Dylan, y jamás lo voy a creer.
—No quiero que se vaya, y tampoco quiero que tú me dejes.
April envuelve a mi pequeño en un gran abrazo y éste llora aún más, al igual que yo.
Tapo mi boca para no hace ruido y me limito a seguir observando.
—Jamás, ¿escuchas? Jamás voy a dejarte. Tu madre tiene razón, yo estoy aquí para cuidarte y nunca dejare de hacerlo, porque te amo Dylan.
»Tu mami me envió, me guió hasta aquí y fue por ti, siempre ha sido por ti, pequeño. Y no estás loco—recalca alejándose de él, tomando su rostro entre sus manos.—Yo también veía a mi mamá de pequeña, la vi por mucho tiempo hasta que fue hora de marcharse. Jamás se lo dije a nadie porque como tú, creía que iba a pensar que estaba loca, pero te diré algo, lo que vimos fue real; ellas vinieron a vernos mucho tiempo, pero tienes que entender algo, mi cielo, tu mami no ha ido del todo, ella estará desde el cielo cuidando de ti y tu padre, mientras yo lo haré desde aquí. Te juro, Dylan, que jamás me iré, a menos que tú me pidas que me marche. De no ser así... Ni aunque tu padre me eche me iré de aquí, ¿sí?
—No te vayas nunca, April, nunca.
Dylan se arroja a los brazos de April y le rodea el cuello para no dejarla ir. Ambos lloran desconsoladamente, yo estoy llorando aquí, sentado en el suelo tras la pared, observando cómo mi hijo se desmorona porque Emily ya no vendrá a visitarlo, sintiéndome un mal padre porque no le he dado la confianza para decirme que su madre le hablaba en sueños, todo pensando que creería que está loco. Sólo que no es así, jamás creeré eso de mi hijo y jamás lo dejaré solo, siempre cuidaré de él.
Me quedo derrumbado con lágrimas derramándose y recorriendo mis mejillas, mi mente sólo piensa en las palabras que Emily le dijo a nuestro pequeño antes de partir: "Ha llegado la persona que cuidará de ti y de tu padre..."
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