23. Planes y compras
Adam.
Una extraña melodía de hace sonar de un momento a otro haciéndome dudar si estoy soñando o me encuentro despierto. Puede que esté bajo el encanto de un sopor y no esté del todo loco, sin embargo esa hermosa melodía amenaza con acercarse cada vez más hasta que mis ojos se abren de golpe, provocando que la luz de un choque con mis pupilas.
El golpe de los fragmentos que emana la luz natural de la habitación me hace sentir aturdido por una fracción de segundo pero poco a poco mi visión se acostumbra a ello.
Por los pequeños rayos de luz que comienzan a filtrarse por la ventana deduzco que debe ser un poco tarde, así que apartando las sábanas de mi cuerpo me incorporo y bajo de la cama metiendo mis pies desnudos dentro de unas pantuflas azul rey que se encuentran a lado de mi cama.
A medida que bajo las escaleras la tenue melodía y las voces que la interpretan de tornan más nítidas, más cerca y por ende me parecen más hermosas.
Al llegar al umbral de la cocina puedo detectar la voz de April cantando una hermosa canción originaria de una película animada de Navidad.
Si a solas vas y no cesaras
el día no vendrá
Y no dejarás que la oscuridad, domine la vida
Dylan se encuentra con ella, aún lleva su pijama y ambos. están mezclando algo dentro de un tazón de vidrio, al parecer es harina, por lo que supongo que están preparando Hot-Cakes o un pastel.
Algo me dice que me quede observándolos porque lo que mis ojos ven es una escena preciosa, pero la razón me hace hacer otra cosa.
—Buenos días—interrumpo su canto al entrar sorpresivamente.
—Adam—habla sobresaltada.—Buenos días.
—Buenos días papi— dice Dylan acercándose a mí hasta llegar a mis piernas y de esa forma poder abrazarse a ellas.
—Buenos días pequeño —digo revolviédole el cabello; él me dedica una enorme sonrisa y a continuación ambos avanzamos hasta April. —No sabía que cantabas April.
—Es que... Bueno, casi no suelo hacerlo, tiene demasiado tiempo que no lo hago. —Las facciones de su rostro cambias precipitadamente y sin saber por qué agacha la mirada, triste, como si de repente hubiese mencionado algo malo, algo que causa dolor. Sin embargo, de la misma forma su rostro cambia de nueva cuenta y está vez se torna feliz, como lo estaba hace apenas unos segundos. —Pese a eso hoy decidí retomarlo —continua hablando —.Además Dylan también canta muy bien.
Sonrío dirigiendo mi rostro hacia mi pequeño que aún se aferra a mis piernas y después al tazón de vidrio y a todo lo que se encuentra sobre la mesa.
— ¿Y se puede saber qué hacen?
—Le estoy ayudando a preparar el desayuno papi—responde Dylan mientras observo todo su trabajo.
—Estábamos haciendo brochetas de fruta, Hot-Cakes y jugo de naranja. Por cierto, perdón si te despertamos.
—No te preocupes April, oírlos cantar me alegra el día.
Y no es mentira, por algún motivo cuando los cantos de hicieron presentes creí que aún estaba dormido y por un breve momento pensé que tal vez estaba soñando pero no era así, era April y mi pequeño cantando mientras preparaba el desayuno, aunque bueno, mientras aún siguen preparando el desayuno que he interrumpido.
Sus cantos han provocado que este día me levantara de muy buen ánimo y hasta han hecho que me sienta feliz.
—En ese caso, ¿quieres cantar con nosotros mientras preparamos el desayuno? —Me propone April ofreciéndome una cuchara de madera para seguir mezclando los ingredientes en el tazón de vidrio.
—Sí papi, di que sí, pol pavol—insiste Dylan tirando de mis pantalones de dormir.
Ante esto y su mirada tan tierna y convincente logra convencerme, porque... ¿quién podría negarse ante la tierna mirada de un niño?
—Está bien, pero díganme cuál es la canción o no podré seguirles el ritmo.
—Es muy fácil papi —dice Dylan yendo a lado de April donde han colocado una silla y ahora se encuentra sobre ella para poder alcanzar la mesa.
—Se llama Libertad, ¿la conoces?
— ¿Bromeas? Esa canción me encantaba de niño, la adoro.
—Entonces comencemos desde el principio.
Juntos vamos ya, no podrás fallar
Sigamos el camino y encontremos la libertad.
Mientras sostengas mi mano,
mientras estemos unidos
podremos encontrar la libertad.
Nuestros caminos se han unido
ahora somos dos y es nuestro destino
Creen que pueden encerrarnos
Créeme que es todo lo contrario
Si a sola vas y no cesáras
el viento no se detendrá
Ahora juntos vamos
sigamos el camino y encontremos nuestro destino
La preparación del desayuno continúa mientras cantamos sin parar. Créanme cuando les digo que tenía mucho tiempo desde que no me divertida así; durante mucho tiempo todo ha sido trabajo y más trabajo además de hacerme cargo de mi pequeño, pero desde que April llegó... No sé, hasta ahora me está demostrando que no todo es trabajo y que tengo que pasar tiempo con mi hijo porque él crecerá y el tiempo no se detendrá por mi, así que cuando menos lo espere ya será demasiado tarde para poder ser padre y no quiero eso, no quiero tener que arrepentirme por no haber pasado el tiempo de calidad que necesito con mi hijo.
Decidimos desayunar en el comedor mientras que el tiempo transcurrió entre charlas y risas, por un momento llegué a creer nada me faltaba pero no era cierto. Alguien faltaba y eso me hacía sentir vacío.
Ahora que hemos terminado de desayunar las delicias que mi hijo y April prepararon todos nos dirigimos hacia la cocina para lavar los trastos que hemos ocupado.
— ¿Te gustó el desayuno Adam? —Cuestiona April dejando los platos en el fregadero.
A pesar de llevar su pijamada y su cabello en una coleta alta debo admitir que no luce nada mal, al contrario, luce muy linda.
—Sí, estuvo delicioso. Gracias por esto, después de que me he portado tan mal contigo yo... No merezco que hagas esto. En verdad te agradezco todo, sobre todo el que vayas a hacerle una fiesta a Dylan...
—Shh... —Dice llevando sus dedos a mis labios. —Él no debe saber nada ¿entiendes?
Ella gira su rostro detrás de nosotros y yo la sigo con la mirada. Dylan se encuentra levantando los cubiertos de la mesa. Es tierno verlo así.
Asiento dirigiendo mi mirada hacia sus dedos que aún se encuentran sobre mis labios y al percatarse de ello de inmediato los aparta.
—Lo siento, yo...
—No te preocupes. Bueno, el punto es que sé de la fiesta que planeas y te lo agradezco; y antes de que preguntes cómo lo sé, tienes que saber que fue Amber pero no te enfades con ella ¿de acuerdo?
April frunce el ceño y hace pucheros con sus labios.
—Bien, no me enfadaré con ella pero voy a matarla.
—Créeme que ya somos dos, en ocasiones yo quiero hacerlo pero no es el momento de hacer un plan maquiavélico para asesinar a mi mejor amiga y a la novia de tu hermano, es hora de planear el cumpleaños de Dylan. Sólo falta una semana y no tendremos tiempo de mucho.
— ¿Ah sí, y quién lo dice? Adam, el que haga falta una semana no quiere decir que no tendremos tiempo de nada. He planeado miles de cumpleaños sorpresa y absolutamente todos han salido perfectos, incluyendo el tuyo, así que no vengas a decirme lo contrario porque al que voy a asesinar va ser a ti —amenaza con su dedo índice.
—Guau, creo que el día de hoy he aprendido algo: jamás contradigan a April Mayer o ella terminará planeando tu muerte.
A continuación ella comenzar a reír y por alguna razón yo la sigo riéndome más fuerte.
— ¿De qué te ríes? —Cuestiono. —¿Acaso soy gracioso?
—Me río porque me recordaste a Mathew cuando tenía siete y yo seis. Verás, estábamos jugando y me molesté porque trató de hacerme trampa, así que lo amenacé pero no me creyó, y dos días después de encontraba colgado de un árbol con lodo en su rostro y plumas de pájaro junto con miel en su cuerpo; fue entonces cuando dijo algo parecido a lo que acabas de decirme.
—Pues lo que acabas de confesarme me advierte que jamás te haga trampa en un nuevo o terminaré peor que tú hermano.
—¡Oye! —Exclama propiciándome un ligero puñetazo en el brazo izquierdo. —Tampoco soy un monstruo.
Niego con la cabeza rodando los ojos cuando Dylan entra con los cubiertos y April se los recibe para ponerlos en el fregadero junto a los demás trastes sucios.
—Dylan —comienza a hablar April colocándose de cuclillas hacia él —,¿te parece si por hoy te cuidan Amber y Mathew?
—Clalo, me encantalía pasal tiempo con Ambel y tú helmano.
—Perfecto, en ese caso los llamaré, y tú Adam me vas acompañar.
—Pero...
La mirada penetrante que me dirige es bastante convincente como para provocar que dejemos a Dylan en la sala y la acompañe hasta arriba en su habitación.
Cuando entramos me doy cuenta de los pequeños pero a la vez grandioso cambios que la ha hecho a la antigua habitación vacía.
Claro que ahora ya no luce de esa forma puesto que le ha dado su toque personal.
En el tocador ha puesto un joyero, perfumes, una cajita de madera algo grande, peines, y demás cosas que desconozco su nombre. También ha puesto cortinas color lila en la ventana y algunas artesanías en forma de mariposa en la pared.
Arriba del clóset se encuentran unos cuantos osos de peluche dentro de bolsas transparentes con moños que le dan cierto toque de ternura a la habitación.
—Bueno, el plan es llamarle a Amber y/o Mathew para decirles que deben hacerse cargo de Dylan, mientras tanto tú y yo iremos al centro comercial para comprar todo lo necesario para la fiesta secreta.
—Me parece perfecto, ahora el inconveniente es saber si Amber y/o tu hermano no están ocupados.
—Eso espero. Ahora a llamarlos.
Saca su teléfono celular y marca un número. A los pocos segundos alguien le contesta.
—Hola, Mathew, necesito que me hagas un gran favor. Necesito que tú y Amber cuiden de Dylan por hoy.
Después te explico hermanito, ahora mismo lo vamos a dejar con ustedes.
La llamada finaliza y ella me mira con una sonrisa.
—Aceptaron, ahora debemos irlo a dejar a casa de Mathew.
—Aguarda, ¿ellos están viviendo juntos y yo no sé nada?
—No, lo que sucede es que ahora mismo ellos están ahí, pero no viven juntos.
—Ah, es bueno saberlo porque si era todo lo contrario entonces tengo que hablar seriamente con Mathew.
—Vaya que Amber tenía razón, en ciertas ocasiones puedes ser muy sobreprotector —dice cruzándose de brazos.
— ¿Qué? —Cuestiona alzando los hombros.
—Nada, sólo... Vámonos de aquí.
Sin previo aviso me toma de la muñeca y como niño pequeño bajamos hasta la sala donde se encuentran encuentra Dylan. Al explicarle que April y yo debemos hacer algunos asuntos importantes a los cuales él no puede ir lo único que hace es cuestionar el por qué y para ser honestos no es fácil convencerlo sólo con que es un lugar donde no hay niños. Durante un buen rato tratamos de convencerlo y ya que no es un niño como los demás, April decide darle una respuesta más detallada, así que al final termina diciéndole que la razón por la que no puede acompañarlos es porque arreglar el contrato de niñera que tiene con nosotros en el cual estipula que no puedo echarla a menos que Dylan lo decida y por ende el lugar a donde debemos ir no puede acompañarlos porque necesitamos hacer varios trámites y es demasiado cansado como para que vaya, además de que no permiten niños.
Por un momento creí que tampoco quedaría convencido con esta explicación pero me equivoqué, la respuesta que April le proporciono resultó más que suficiente para mí pequeño.
Después de haber subido a su habitación a cambiarlo y hacernos cambiado nosotros, lo llevamos a casa de Mathew.
—No se preocupen, lo cuidaremos muy bien.
—Si pasa algo no duden en llamarme —le recuerdo a mi amiga.
—Oye, ¿cuándo he cuidado mal de Dylan? Él va a estar bien Adam, no seas sobreprotector ¿ok?
Y créeme que Dylan no va a estar para nada aburrido, ya vieron que justo ahora se quedó con Mathew preparando galletas.
—Eh... Bueno, no quiero parecer Adam pero... Si necesitan algo o pasa algo, en verdad llamen ¿sí?
—Bueno, ya cásense. Parece que son esposos, los dos están haciendo un complot.
—No es verdad —decimos al unísono.
—En fin... Nosotros nos vamos o terminaremos arrepintiéndonos y jamás dejaremos a Dylan —aclaro tomando a April del brazo ante lo que Amber sonríe maliciosamente.
—Adiós, Amber, cuida de Dylan, llamen si nos necesitan.
—Ya, ya, váyanse —dice mi amiga echándonos con un gesto hecho con sus manos.
Damos media vuelta y avanzamos hasta llegar al auto para luego subir y marcharnos.
Resulta gracioso cómo es que hace apenas unos momentos no April ni yo queríamos dejar a Dylan con ellos. Y es que cuando nos dispusimos a marcharnos sentí que no podía dejar a mi pequeño y también April compartía ese sentimiento conmigo. Fue algo sin explicación puesto que ya he dejado a cargo de mi amiga a mi hijo pero esta vez no quise y no sé por qué.
Mi mente me repite una y otra vez que tal vez es debido a que he estado pasando más tiempo con él y por ello ya no quiero dejarlo, y también porque como dice Amber, puede que me esté volviendo un poco sobreprotector.
Aunque ahora que lo pienso, si yo tengo esos motivos por ser su padre, ¿April también se está volviendo sobreprotectora? Pero si es así eso quiere decir que...
— ¿Puedo poner música? —Pregunta de pronto April interrumpiendo mis pensamientos.
—Ah... Claro, poner lo que quieras.
Obedece y al prender el estéreo comienza a cambiar de estación. Al aburrirse y no encontrar nada decide husmear entre los discos que se encuentra en la guantera.
—Te gusta Coldplay —afirma tocando los discos. —A mí también. Son un grupo excelente.
—Sí, lo son.
Aparto mi vista de ella y sigo enfocado en la carretera. No sé por qué pero tenerla justo ahora a mi lado me pone nervioso, y analizándolo bien actualmente no tengo mucha idea de los por qué en muchas situaciones.
De inmediato comienza a sonar una lista de uno de los álbumes de Coldplay y sin más April comienza a tamborilear sus dedos sobre sus muslos.
Mientras la observo de reojo ella voltea su rostro y yo de inmediato aparto la mirada para seguir mirando hacia la carretera.
—Por cierto, cantas muy bien, no tenía idea de que lo hacías de esa forma. Esta mañana me asombraste —dice sonriendo.
—Bueno, es que hace mucho que no cantaba. Hubo un tiempo en que sí lo hacía e incluso me dedicaba a eso, pero ahora ya no.
— ¿De verdad cantabas? ¿Dónde?
Las preguntas me asaltan como una tormenta que cae de pronto y comienza a mojar a las personas. No quiero responderle pero esta vez no quiero ser grosero, así que decido evadir sus preguntas de manera educada.
—La verdad es un tema que no me gusta mucho mencionar y preferiría no responder —respondo mirando el semáforo que se ha puesto en rojo.
—Ok. En ese caso no te molestaré más con ese tema ¿sí? Mejor vamos a cantar ¿qué dices?
Involuntariamente comienzo a reírme y niego con la cabeza.
—Oh, vamos ¿de qué te ríes? ¿No quieres cantar? Por favor, no seas aguafiestas.
—Me río porque hay ocasiones en que eres demasiado graciosa, y no soy aguafiestas.
— ¡Oye! Acabas de llamarme payaso —se queja llevando su mano derecha a su cadera.
—No es verdad, yo sólo dije en ciertas ocasiones eres muy divertida, tú fuiste la que dijo que eres un payaso, no yo.
Arquea una ceja y frunce las comisuras de sus labios.
—Te pareces a Dylan cuando hace pucheros. Ambos emanan cierta ternura indescriptible.
—Ah... Ahora me dices niña. Pero ese es el colmo Adam Sangster.
Ruedo los ojos mientras ella se ríe y la música sigue sonando.
No los entretendré con los detalles de nuestra infantil pelea, pero les puedo decir que no paramos hasta llegar al centro comercial y si por ella hubiese sido juro que nunca hubiéramos parado.
Al llegar a nuestro destino fuimos de tienda en tienda en busca de lo necesario para la fiesta sorpresa de Dylan; April y yo acordamos que podemos hacer manualidades para la decoración de la casa ese día y otros detalles.
Respecto al regalo preferimos darle uno que sea de ambos, además lo que tenemos en mente es simplemente espléndido.
Justo ahora vamos con las manos llenas de bolsas rumbo al estacionamiento del centro comercial cuando siento que April pasa su mano alrededor de mi brazo.
— ¿Qué haces? —Cuestiono sorprendido.
—Ah... Lo siento —dice alejando su brazo. —Yo... Es que de niña acostumbraba a hacer eso con mi padre, lo siento Adam.
Quiero decirle que no hay ningún problema, que pase su brazo de nuevo alrededor del mío pero no puedo hacerlo y no lo hago. Seguimos caminando hasta que bajamos por las escaleras eléctricas y de ahí al auto.
Las bolsas las acomodamos en la cajuela y después de entrar enciendo el motor y nos marchamos.
El estacionamiento está algo vacío en comparación con otros días, pero no falta mucho para que se encuentre repleto a más no poder debido a las fiestas decembrina que se aproximan.
Esta vez April no pone música, esta vez ambos nos vamos en silencio y eso resulta algo extraño y en cierta forma incómodo. Cuando llegamos a casa acomodamos todas las bolsas en una habitación que utilizo como bodega y la cerramos con llave para que Dylan no pueda entrar ni siquiera por equivocación.
—Ya es tarde —habla de repente —, vamos por Dylan a casa de Mathew.
Abro mis labios para decirle algo pero no me da tiempo de emitir palabra porque rápidamente se da media vuelta y ya se encuentra bajando las escaleras.
Por algo que no puedo explicar con palabras siento una gran nostalgia al verla así: triste.
Algo dentro de mí quisiera ir y darle un abrazo para reconfortarle, hacerle sentir que no está sola, que no sólo tiene a su hermano, que...
Sin embargo no lo hago, pero algo llega a mi mente y me hace cuestionarme severamente.
¿Por qué quiero hacerla sentir bien? ¿Qué es lo que realmente me está pasando con April Mayer?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro