Traicionados
En medio de todo el caos de Galia, Cusack se acercó sigilosamente hacia Amatista, quien estaba bastante ocupada con otro demonio gris que había aparecido repentinamente.
En un intento de hacer las cosas rápidamente, el segador dormilón le rodeó el cuello con uno de sus brazos y le dio una patada por detrás de las rodillas, cosa que hizo que Amatista perdiera el equilibrio y la espada se le saliera de las manos.
—¿Qué mierda intentas hacer? —vociferó la mujer, en cuanto se percató de que se trataba de él.
—Hago mi trabajo, claro está —espetó, apretando con fuerza su cuello.
—Es de... cobardes atacar por la... espalda —apenas pudo articular.
—Seré todo menos eso. La verdad es que me da pereza tener que iniciar una absurda batalla contigo. Creo que este método es bastante eficiente y divertido —dijo, sonriente.
—Hijo de... Puta... —la respiración de la princesa se hacía cada vez más dificultosa y el dolor en su vientre se acrecentó.
—Te aferras a la vida, maldita perra asquerosa —murmuró el peli rosa, mientras su mano izquierda se deslizaba hacia sus caderas para tomar el mango de una de sus espadas.
—¿Qué pretendes? —su voz era apenas perceptible, mientras luchaba por intentar zafarse de él.
—Asesinarte, eso pretendo. Ya tuve suficiente de ti y estoy seguro de que no soy el único que siente eso. Seguramente Estarossa también está harto de ti...
—¡Estarossa me ama! ¡Él me adora, él jamás se hartaría de mí! —gritoneó hecha una furia.
—Pobrecilla, si tan sólo supieras lo que en realidad pretende, no estarías tan confiada de lo que dices —mintió, pues en realidad sabía que Estarossa la amaba incondicionalmente, pero él quería jugar con sus sentimientos y hacerla sentir mal antes de matarla.
—¡Deja de decir estupideces! —la mujer agarró el valor suficiente para hacer un movimiento demasiado peligroso en cuanto vio que la hoja de su espada de oscuridad se alzaba directamente hacia ella. <<Si me zafo de él, la caída será inevitable, pero al menos mi bebé estará bien>> pensó, luego de darse cuenta de que estaban muy cerca del borde del techo del castillo.
En alguna otra parte del inframundo, una charla acalorada se llevaba a cabo en la gran sala de reuniones del Rey Demonio, quien se encontraba acompañado de su hijo mayor, quien se quejaba de sus dos hermanos menores.
—No te preocupes, Meliodas. Esos idiotas están tan ocupados ahora como para darse cuenta de que pronto estarán hechos mierda y tú serás el único que gobierne aquí —aseguró su padre bastante convencido de que así serían las cosas.
—No me puedo creer tan fácil algo como eso. No después de ver que fuiste demasiado amable con esa ramera —dijo el rubio, dudoso.
—Fingí amabilidad para llevarla directamente hacia su muerte. Sabía perfectamente que allá se encontraría con Zeldris y su maestro allá en su reino, así que sólo le di un pequeño empujón —su risa molesta resonó por toda la sala y Meliodas sólo se sintió incómodo por la actitud de su padre.
—Querrás decir con su amante —corrigió, con severidad.
—Me importa una mierda si mi hijo tiene una relación homosexual con su superior. ¡Que le reviente el culo si eso quiere! —el rubio se sorprendió bastante tras escuchar eso, pues pensó que al menos iba a mostrar un poco de descontento, pero no fue así.
Tan pronto dijo eso, la gran puerta se abrió de par en par y un fornido demonio entró bastante iracundo y a cada paso que daba sus botas emitían un estruendoso sonido metálico que al rubio terminó por irritarle.
—¿Donde está ella? —dijo aquel albino con una expresión seria, en cuanto se detuvo frente a ambos.
—¡Estarossa! Pensé que te tomaría algo de tiempo tu misión y... —dijo su padre, fingiendo alegría al verlo.
—Tú... Viejo de mierda... ¿Acaso me crees estúpido? Ni siquiera había nada qué hacer en ese puto lugar, sólo me mantuviste alejado para hacer de las tuyas mientras no estaba —espetó, frunciendo el entrecejo y apretando sus puños con fuerza.
—Me alegra que te hayas percatado de eso, aunque a estas alturas ya no podrás hacer nada al respecto... Pues alguien se encuentra un paso adelante tuyo...
Meliodas esbozó una sonrisa satisfactoria tras escuchar eso y luego miró a su hermano.
—Lo que padre quiere decir es que Zeldris está allá en el reino de tu mujer y... créeme... No tiene buenas intenciones con ella —explicóa, con una media sonrisa en los labios.
—¡Hijos de puta! ¡Si algo le pasa a ella o a mi hijo se las verán conmigo! —gritó el peli plata hecho una furia, conteniendo su coraje para después salir a prisa del lugar.
—Eso es... Las cosas se pondrán interesantes tan pronto Estarossa encuentre a Zeldris —murmuró el demonio longevo, mirando cómo su hijo se marchaba.
—Padre, si querías deshacerte de ellos no tenías que hacer todo esto. Pudiste hacérmelo saber... Yo pude haberme encargado de todo este lío —afirmó Meliodas.
—No importa, la verdad es que me divierte mucho ver el sufrimiento y la impotencia de tus hermanos... Sé perfectamente qué es lo que a cada uno le molesta ahora y que lidiarán contra eso hasta la muerte...
—Entonces que así sea padre. Estaré complacido de ver cómo se matan entre ellos —el rubio esbozó una sonrisa siniestra y mientras eso sucedía, Chandler no pudo evitar sentirse incomodado, pues sabía que si algo malo sucedía, Cusack se moriría también y eso era algo que no quería, pues él apreciaba mucho a su otra mitad.
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El próximo capítulo será ya el final de esta historia. Agradezco de todo corazón el apoyo que recibí de su parte a lo largo de este pequeño proyecto.
Los quiero💛
An Airad
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