Sorpresa
Luego de unos minutos sin hacer nada, la princesa comenzó a toquetear el fornido cuerpo del mandamiento, empezando por su rostro, el cual le parecía perfecto y muy varonil. Acercó su rostro al de él y después de pensarlo unos segundos, sus labios se unieron a los suyos. Lo besó hasta hartarse, dejando su mandíbula empapada de saliva y con los labios enrojecidos por las succiones que le había hecho un par de veces. Se limpió la boca y se subió encima de este para así poder besarle el cuello con mayor facilidad, le retiró su perfecto cabello plateado que le cubría esa zona y prosiguió. Al principio trazó un pequeño camino de besos para después ser más ruda y comenzar a succionarle la piel con intensidad, dejándole múltiples manchas rojas que seguramente todo mundo notaría, pues se quedarían grabadas allí por algún tiempo.
—¿Qué estás haciendo? —dijo Estarossa de repente haciendo que la chica diera un respingo, pues no esperaba que este despertara tan pronto.
—Pensé que seguirías soñando unas horas más —dijo descaradamente aún encima de él.
—Pues te equivocaste —contestó a secas tratando de reincorporarse de la cama sin éxito —pero que demo… —pronto se percató de que estaba encadenado.
—Veo que te has llevado una sorpresa —sonrió Amatista mientras acariciaba el pecho de este con su dedo índice, provocándole un ligero cosquilleo en su piel desnuda, siguió así hasta llegar a uno de los botones de la gabardina de él.
—Quítateme de encima, maldita loca —gruñó molesto removiendo su cuerpo ante lo incómodo que le resultaba eso.
Amatista sonrió de manera lasciva ignorándolo por completo, continuando con su sucio plan. Poco a poco comenzó a desabotonar su ropa dejando al descubierto aquel perfecto cuerpo musculoso que la hizo babear de emoción al instante.
—Que delicioso estás, príncipe —rio divertida posando ambas manos en su torso, acariciando su piel lentamente lo cual provocó que Estarossa se estremeciera. Poco después ella empezó a juguetear con los pezones de él, estimulándolos con la yema de sus finos dedos para después lamerlos y succionarlos a su antojo.
—¿Qué pretendes haciendo esto? —murmuró cabreado observando lo que ella hacía con su cuerpo.
—¿No es obvio? —rio ante la boba pregunta del peli plata, el cual solo frunció el ceño.
—No —contestó irritado.
—Que inocente —sonrió y una de sus manos tentó la entrepierna de este en busca de su masculinidad, a lo cual él dio un respingo, pues no esperaba que ella estuviera decidida a profanarlo.
—Maldición, ¿por qué no puedo romper las cadenas —pensó alarmado al percatarse de que sus movimientos bruscos no servían de nada —suéltame de una vez o te las verás conmigo —sentenció.
—No te tengo miedo —contestó ella apretando el enorme bulto que crecía debajo de los pantalones de este.
—¡Ah! —un gemido apenas audible se escapó de sus labios y apuñó los ojos ante el inesperado agarre, la chica se deleitó con ese sexy sonido que la motivó a seguir adelante. En seguida cambió de posición quedando frente a su entrepierna, luego le quitó el cinturón, desabotonó su pantalón y bajó el cierre de este. La masculinidad de Estarossa al fin se había liberado un poco después de lo que ella había hecho. Suspiró hondo pensando en todos los posibles modos de tortura que ella usaría. ¿Qué tan enferma podría estar esa mujer? Apenas lo iba a descubrir.
—¡Qué sorpresa! Tu miembro ya está muy duro —afirmó en cuanto le hubo bajado los pantalones, Estarossa solo se limitó a observarla —sabes, siempre me ha gustado hacer esto, he visto de todo, pero… —hace una pausa —algo como esto jamás lo había visto en mi vida —señaló la virilidad del peli plata y este sonrió tomando eso como un cumplido.
—Vaya, así que mi cuerpo te ha sorprendido —dijo casi sonando algo engreído —ahora comprendo por qué estás a punto de violarme —esbozó una sensual sonrisa que provocó que Amatista se sonrojara de inmediato.
—¡Cierra la boca! —tartamudeó ante ese comentario y pronto se escuchó un golpeteo en la puerta de la habitación de la princesa. Ambos se miraron sorprendidos por la situación tan comprometedora en la que estaban temiendo ser vistos por quien fuera que estuviera del otro lado.
—¿Está mi hermano allí contigo? —preguntó una voz masculina un tanto exhausta.
—Es Zeldris —dijo el mandamiento en voz baja y la chica se aproximó a la puerta.
—Me importa un bledo tu hermano —respondió ella molesta pues había sido interrumpida.
—¿Qué? —contestó el peli negro sorprendido ante su inesperada respuesta.
—Si planeas llevártelo, ni creas que te lo entregaré. Su virginidad es mía y hoy voy a hacerlo hombre a como dé lugar —exclamó.
—De acuerdo, pero no creo que él aun conserve su castidad —murmuró Zeldris cabreado pues se había pasado un buen rato buscando a su hermano por todo el castillo.
—¿Eh? —con evidente molestia al escuchar esa declaración, volteó a ver a Estarossa quien tenía una enorme sonrisa en el rostro.
—Lo siento querida, no eres la única mujer en el mundo —rio y de pronto sus cadenas se rompieron.
—Imposible —dijo para sí la chica al darse cuenta de que este había conseguido liberarse.
—Un hechizo barato como ese no es nada para mí —Estarossa se levantó de la cama y caminó hacia ella.
—Maldición —pensó tratando de abrir la puerta sin éxito pues también le había colocado un hechizo y estaba algo nerviosa como para concentrarse adecuadamente y deshacerlo —¡Zeldris ayúdame! —dijo sin más remedio.
—Zel será mejor que te vayas, esto se pondrá intenso —ordenó el mandamiento con su típica sonrisa socarrona.
—Entiendo —dijo el chico sonrojado marchándose enseguida imaginando lo que su hermano le haría a esa pobre chica.
El corpulento demonio acorraló a la princesa contra la puerta mientras que con su mano derecha la tomaba del mentón para mirarla a los ojos, ella sin duda estaba aterrada pues pensaba que quizá él la mataría por haberle hecho todo eso.
—¿Quién es el dominante ahora, preciosa? —ladeó una sonrisa como solía hacerlo siempre y le estampó un beso en los labios, ella correspondió con miedo, pero a los pocos instantes se dejó llevar por él. En ese preciso momento no le importaba nada, haría cualquier cosa que Estarossa le ordenara. Al final de cuentas, ya no tenía nada que perder.
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Se está poniendo interesante todo esto... ¿Qué hará nuestro adorado Estarossa? Eso lo sabrán en el próximo capítulo.
Gracias por leerme💛
¡Hasta luego!😘
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