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Infancia

Había sido un día muy pesado para los tres hijos del Rey Demonio, pues habían entrenado desde muy temprano para mostrarle sus nuevas habilidades a su padre. La idea les aterraba puesto que él era muy severo y perfeccionista. No toleraba ni el más mínimo error. Meliodas y Zeldris se encontraban ansiosos por demostrar cuán fuertes se habían vuelto, sin embargo en un rincón se encontraba Estarossa, quien se moría de miedo, pues su avance no era la gran cosa en comparación con sus hermanos.

El niño de cabello plateado tenía el autoestima por los suelos y de sus bellos ojos obscuros apenas brotaban unas lágrimas.

—Oye Estarossa —dijo un niño rubio de ojos verde esmeralda muy animado —Zeldris será el primero en mostrarle a padre sus nuevas técnicas, su maestro Cusack, le ha enseñado muy bien.

—Me gustaría estar igual de emocionado que ustedes —contestó el niño cabizbajo.

—Has dado lo mejor de ti, hermano —dijo Meliodas tratando de alentarlo —has sido mi mejor aprendiz.

—Eso lo dices porque he sido el único a quien le has enseñado —replicó Estarossa.

—Y el único que ha aprendido mi Full Counter —sonrió el rubio.

—Aunque el mío no es tan poderoso como el tuyo —dijo aún más desanimado.

—Cielos, hermano. ¡Qué difícil eres! —Meliodas se acercó a él y le acarició la cabeza —todo saldrá bien, no te exijas demasiado, ¿vale? —Estarossa asintió con una leve sonrisa y su hermano pronto se marchó.

Los minutos pasaron y era el turno de Estarossa de mostrar sus nuevos movimientos. La gran sala donde se hallaban todos reunidos era donde el Rey Demonio tenía su trono. Allí Zeldris y Meliodas estaban sonrientes, mostrándole su apoyo a su hermano, tratando de generarle confianza con esa buena vibra que le reservaban exclusivamente a él.

Pronto Chandler, el maestro de Meliodas, se ofreció para probar los movimientos de combate de Estarossa. El pequeño miró a aquél hombre robusto con miedo. Sabía muy bien que Chandler no lo quería ni un poco, ya mucho se lo había demostrado burlándose de su naturaleza blanda, pues era una de las cosas que más aborrecía de él. Estarossa simplemente suspiró hondo y dio el primer ataque en cuanto su padre dio la señal para que comenzara la batalla.

Chandler enseguida esquivó el torpe puñetazo que ingenuamente el pequeño le había lanzado y en un abrir y cerrar de ojos el hombre de gran tamaño se aproximó a Estarossa acertando una fuerte patada en el estómago provocando que éste cayera de rodillas al suelo vomitando sangre.

Sin dudas eso era todo, puesto que el niño de cabello plateado no soportó más y pronto se desvaneció ante la mirada de todos.

El Rey Demonio miró aquella escena con decepción y le ordenó a sus hijos que retiraran a Estarossa de su vista.

—Díganle que vuelva cuando al menos consiga quedarse de pie al recibir el primer golpe —murmuró molesto y su voz resonó por toda la sala.

Pronto Meliodas y Zeldris se aproximaron a su hermano quien aún seguía inconsciente en el suelo.

—Chandler fue muy duro —afirmó el chico de cabello negro a su hermano mayor.

—Lo sé —murmuró con tristeza el rubio —sin duda, tendré que entrenarlo más duro.

—Su determinación es grande, el problema es que es tan pacifista que eso le impide avanzar —dijo Zeldris levantando a Estarossa del suelo junto a Meliodas.

—Eso es algo que padre no tolera de él —suspiró —ese lado blando tendrá que desaparecer pronto.

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