El ambiente nocturno lucía tranquilo y apacible, no había nadie a los alrededores de aquel campo lleno de cultivo de lavanda y el cielo tenía una enorme luna llena que iluminaba el relajado rostro de Estarossa quien se encontraba entrenando a las afueras de Britania.

Su perfecto cuerpo musculoso se encontraba empapado de sudor y lo hacía lucir tan sexy ante cada movimiento bien ejecutado de su parte. Su blanco sin duda era el plantío de flores violetas, las cuales ya había destruído casi por completo.

—¡Blackout! —exclamó sonriente divisando su objetivo y de pronto una masa de oscuridad se hizo presente consumiendo a su paso gran cantidad de plantas. Sus ojos negros brillaban ante aquel espectáculo nefasto que él mismo estaba dando y un fuerte aplauso se escuchó de la nada, cambiando la sonrisa de satisfacción del mandamiento por una de molestia.

—¡Espléndido! —dijo maravillada una voz femenina —puedo ver que te divierte destruir las cosas de otros —dijo mientras se encaminaba a él.

—¿Quién eres? —murmuró el demonio de cabello plateado poniéndose a la defensiva.

—Eso mismo quiero saber de ti —contestó la mujer aproximándose a donde él se encontraba —soy Amatista —Estarossa pronto miró con asombro a esa chica, que a simple vista no parecía ser para nada común, su cabello era de un bello color violeta y sus ojos de un tenue azul cielo —encantada de conocerte.

—¡Rebellion! —dijo en lugar de presentarse y enseguida una espada curva surgió de su pecho —pequeña, será mejor que te marches si no quieres morir.

El relajado rostro de Estarossa y su habitual sonrisa socarrona incitaron a que esa chica se le fuera encima enseguida.

—¡Sea mi maestro, por favor! —soltó la chica aferrándose al torso del demonio al ver a Rebellion —he estado observando cada una de sus técnicas y me he quedado impresionada. Sus movimientos no parecen ser normales, usted debe ser extranjero —sonrió mirando animada el rostro irritado del demonio.

—Niña —sonrió a pesar de ya estar cabreado —estás hablando con el mismísimo hijo del Rey Demonio y miembro de los Diez Mandamientos, Estarossa del Amor.

—No puede ser —dijo ella alejándose de él enseguida y lo miró de arriba a abajo —tú y tus amigos fueron los causantes de la destrucción de mi reino hace catorce años —Amatista dio un paso atrás en cuanto notó que Estarossa se le acercaba y cayó al suelo presa del miedo que ese hombre alto le provocaba.

—Oh, qué interesante —dijo Estarossa ante las palabras de la chica y en cuanto se encontró con su mirada, se inclinó hacia ella tomándola del mentón —tú debes ser la princesa de la que tanto hablan en el purgatorio —dijo y esbozó una sonrisa siniestra —esa que siendo una niña luchó contra los demonios que invadieron Galia —sonrió y la tomó del brazo con brusquedad —vendrás conmigo, quieras o no. Después de todo, me pediste que fuera tu maestro. ¿O no?

—¡No! —gritó Amatista pataleando y Estarossa sin vacilar la tomó entre sus brazos para depositarla sobre su hombro —¡me rehuso! —gritaba.

—Lo lamento, pero ya nos dirigimos a mi hogar —replicó el mandamiento con ese rostro neutral.

—Estúpido —pensó la chica con una sonrisa maligna —esto era justamente lo que quería que hicieras.