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Deleite +18

El ambiente se estaba poniendo intenso cada vez más, la tensión sexual que había allí estaba matando a Estarossa. Él ya se encontraba muy caliente y esa chica lo tenía hechizado desde que la había visto por primera vez en aquel campo de lavanda. Aquella noche él se había quedado boquiabierto con su belleza y su espectacular cuerpo. Sus caderas anchas y perfectas, su trasero
redondo que meneaba de manera sensual al caminar y sus grandes pechos voluptuosos, lo hacían ponerse duro de solo pensar en las cosas sucias que podía hacerle. Y esa noche la tenía a su merced, al fin podía descargar toda esa lujuria en ella y eso lo excitaba aún más.

Enseguida la cargó entre sus fuertes brazos, la depositó en la cama y se
encaramó encima de ella, sus grandes manos comenzaron a manosearla y a despojarle la ropa desesperadamente. Sin duda se le notaba que le tenía
ganas.

—Espera, Estarossa —apenas logró decir la princesa justo antes de que el fogoso demonio atrapara sus labios en un lascivo beso, ella de inmediato le
dio permiso de adentrarse en su boca, enredando así su lengua con la suya.
Amatista lo tomó del cabello, tirando un poco de él con fuerza mientras que las manos de este le apretujaban sus redondos pechos moviéndolos de un
lado a otro sin piedad.

Estarossa necesitaba follársela ya, moría de ganas por hacerla suya, así que rápidamente se quitó los pantalones y una de sus manos se encargó de sostener su dura masculinidad, la cual comenzó a masturbar para calentarse aun más. El mandamiento detuvo el candente beso y se encargó de abrirle las piernas a la chica que yacía debajo de él, una que ya se encontraba lo suficientemente húmeda como para ser penetrada. Posicionó su firmeza en la pequeña entrada de ella, empujó un poco para ir abriendo paso a la bestialidad que pronto la llenaría completamente. Amatista gimió al tener solo la punta dentro, pues el grosor de aquello era monstruoso y le dolía a pesar de ya no ser virgen. Empezó a embestirla lentamente, adentrándose a ella poco a poco hasta que toda su longitud estuvo al fin dentro.

—¡Maldito Estarossa! —gimió ante todo aquello que había recibido y su
cuerpo se retorció de placer mientras sus manos sujetaban con fuerza las sábanas de su cama. Al verla de ese modo, el peli plata soltó una risita
burlona.

—Hace un instante te morías por follarme y ahora que me tienes dentro de ti te estás quejando —rio —las mujeres son tan difíciles de entender —aseguró mientras colocaba las piernas de ella sobre sus hombros —¡ah! —gimió mientras continuaba moviendo sus caderas para darle placer a ella.

—Cierra la boca y enfócate en hacer que me corra —murmuró la peli violeta cabreada a causa de los comentarios de él.

—Está bien —contestó con una sonrisa ladeada y aumentó la velocidad en sus movimientos, logrando que la cama rechinara de lo rudo que él estaba siendo.

En otra parte del castillo del Rey Demonio, para ser exacta un piso abajo de donde Estarossa y Amatista se encontraban apareándose, estaba Zeldris recostado en su pequeña cama tratando de dormir sin éxito.

—Que incómodo es esto —murmuró el peli negro sonrojado escuchando los gemidos de su hermano y la princesa —Meliodas tenía razón, lo único que el estúpido de Estarossa le iba a enseñar a ella sería eso —suspiró avergonzado —iré a callarlos de una puta vez —dijo para sí.

El chico salió de su habitación enseguida y tan pronto llegó a donde se dirigía, se encontró a su hermano mayor masturbándose en el pasillo frente a la puerta de la habitación de la chica.

—Eres un asqueroso, Meliodas —se asqueó el mandamiento de la piedad.

—Oh vamos, Zel sé que también viniste a hacer lo mismo—rio divertido mientras seguía tocándose frente a los ojos de su hermano menor.

—Estás loco. ¡Y no sigas haciendo eso en mi presencia! —se avergonzó aún
más y miró hacia otra parte —¿por qué se empeñan tanto en quitarme mi inocencia? —pensó.

—Oye Zel, ya no lo soporto más —dijo Meliodas muy excitado —abramos la puerta y relevemos a Estarossa.

—¡Ni de coña! —exclamó el peli plata desde adentro —si abren esa jodida
puerta, me los voy a follar a ambos —advirtió y los chicos se estremecieron, más no se fueron.

—¡Ah, estoy a punto de correrme! —gritó Amatista excitada llegando al
clímax, ignorando el hecho de que hubiera más espectadores.

—Bien, entonces te ayudaré a que sea más rápido —contestó el mandamiento, tocando el clítoris de ella acariciándolo con la yema de su dedo pulgar. La princesa dio un respingo, arqueando la espalda ante la deliciosa estimulación que el albino le otorgaba. Su respiración se vio más agitada y gritó en cuanto sintió ese placentero cosquilleo recorrer desde su intimidad hasta su cuerpo entero, dejando en ella una agradable sensación de felicidad. Poco después de llegar a su orgasmo, sintió que su interior era atiborrado de los calientes fluidos de él.

—Mmm —gruñó Estarossa mientras depositaba toda su semilla demoníaca en ella —de seguro deseabas aparearte conmigo para tener un heredero al trono —dijo mientras acariciaba sus enrojecidas mejillas —no te culpo, soy el indicado para darte un hijo. Será tan fuerte y atractivo como su padre —sonrió feliz ante la elección de ella.

—No planeaba eso, pero estaré feliz si pasara —ella sonrió avergonzada y
posó una de sus manos en su vientre.

—Dentro de poco tu barriga crecerá, ya lo verás —aseguró orgulloso dando por hecho que tendría un hijo muy pronto.

Mientras ellos irradiaban felicidad, allá afuera del otro lado de la puerta, se encontraban Zeldris y Meliodas escuchando toda la conversación.

—¿Escuchaste eso, hermano? Pronto habrá un nuevo integrante en la familia —dijo sonriente.

—¡Ah, sí! —gimió el rubio sentando en el suelo, corriéndose en sus propias manos —Estarossa moría de ganas por tener un hijo desde hace tiempo.

Poco después de eso, ambos hermanos se fueron y Estarossa se quedó dormido luego de tanto tiempo de no tener sexo, estaba agotado y desnudo junto a Amatista, quien tenía una enorme sonrisa de satisfacción, pues no había pensado en la posibilidad de fortalecer Galia, teniendo al clan de los demonios de su lado.

—Esto es mejor de lo que esperaba —pensó —Clío y Jael podrán irse a la
mierda y podré gobernar a mi antojo —la princesa no dejaba de sonreír ante la nueva oportunidad que tendría para ser poderosa e invencible. Sin duda, Amatista no era la típica chica soñadora y dulce que uno podía esperar. Estarossa no tenía ni puta idea del dolor de culo que se había acarreado con ella.

♠♠♠

Esa Amatista no me da buena espina, esperemos pronto alguien la ponga en su lugar xd Ojalá que les haya gustado el capítulo tanto como a mí.

¡Hasta luego!💛

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