Agujero +18
La luna era cómplice de aquella atrocidad que se llevaría a cabo en unas horas. Los perpetradores se estaban preparando para comenzar con la macabra diversión, en la cual Cusack, el maestro del príncipe Zeldris, sería quien lo llevaría a cabo.
—Su hermano se encuentra justo ahora en una misión y gran parte del castillo está vacío, joven amo —afirmó el demonio peli rosa con una enorme sonrisa perturbadora.
—Perfecto, todo está a nuestro favor —expresó el mandamiento de la piedad saliendo de una gran bañera burbujeante. El chico caminó desnudo frente a Cusack, quien no le quitaba la mirada de encima. Mucho se decía que este sentía algo por su joven alumno y que por esa misma razón le servía fielmente, tomando más el papel de mayordomo que de maestro.
El demonio de cabello rosado y esbelta figura no pudo evitar relamerse los labios en cuanto el menor le dio la espalda para buscar la ropa que se pondría. Cusack se movió de lugar a modo de evitar caer bajo el poder de este, mientras seguía con la mirada cada movimiento del joven mandamiento.
—¿Podrías asegurarte de hacer la escena lo más asquerosa posible? —espetó el chico de repente —quiero que mi hermano quede traumado al ver el cadáver descuartizado de esa ramera, para que así no vuelva a traer a nadie más aquí —dijo en tono burlón.
—Como usted desee, joven príncipe —respondió el demonio con una reverencia.
—Ah y una cosa más —el peli negro se dio la media vuelta, pero ahora con la ropa puesta —me gustaría que le hicieras un enorme agujero en el vientre, eso le dolerá aún más a él.
—Me encanta el nivel de maldad con el que usted piensa las cosas. De alguna manera ya me he excitado bastante —admitió el más alto ante sus palabras.
—Eres un bastardo asqueroso —espetó el menor con el ceño fruncido —eso me gusta de ti —se acercó a él y le dedicó una sonrisa divertida —andando, ya es hora.
Ambos demonios salieron de allí con un solo objetivo en mente: despedazar a la princesa humana de cabellos violeta.
Caminaron unos minutos por los interminables pasillos del castillo, sus botas metálicas resonaban con el viejo piso del lugar y la escaza luz de la noche apenas se colaba por los gigantescos ventanales, mientras sus sombras se abrían paso por las enormes paredes agrietadas.
La penumbra los esperaba más adelante, donde doblaron a la derecha en busca de la retirada habitación de la infortunada chica.
En cuanto estuvieron frente a la puerta de ésta, escucharon que ella se encontraba allí. Entonces Zeldris le hizo una seña a Cusack para que empezara con su sucia labor. El peli rosa tocó ligeramente la puerta de la chica y ésta de inmediato respondió.
—¿Quién es? —su voz apenas se escuchó del otro lado.
—Soy yo, Cusack —contestó el demonio tratando de sonar lo más amable posible.
—¿Eres el gordo hijo de puta que siempre me viene a joder cuando Estarossa está ausente? —espetó la chica evidentemente molesta y Zeldris hizo una mueca de desagrado ante eso.
—¡No estoy gordo! —exclamó el peli rosa cabreado —ese es Chandler.
—Solo hazlo ya —murmuró impaciente el menor, tirando de la ropa de su maestro.
—Bueno qué importa, ¿puedo pasar? —preguntó un poco más tranquilo en cuanto notó la desesperación de su alumno.
—Ah, ya sé quien eres —contestó ella de repente —eres el atractivo demonio de cabello afeminado —exclamó la chica haciendo una breve pausa —si vienes por sexo entonces entra y que sea rápido o de lo contrario lárgate ahora mismo.
El peli rosa tragó saliva nervioso, pues nunca se la habían dejado tan fácil como esa mujer lo hacía justo ahora. Por un momento pensó que ella era demasiado vulgar como para estar en el purgatorio.
—Haz lo que quieras —susurró Zeldris rodando los ojos en cuanto su maestro le miró. Después de todo, a estas alturas le importaba poco lo que él hiciera con esa princesa cachonda.
—De acuerdo —contestó Cusack y en cuanto escuchó la puerta abrirse entró de inmediato.
La habitación de Amatista estaba poco iluminada con la tenue luz de una gastada vela. La ojiazul enseguida bajó los tirantes de su vestido blanco dejando al descubierto su blanco pecho, mostrando sus atributos al demonio que no sentía nada al verla de ese modo. Él por su parte y con disimulo, tenía ambas manos sobre las empuñaduras de espada que se encontraban a sus costados, listo para concentrar su materia oscura sobre éstas y así crear dos afiladas cuchillas que la despedazarían al instante.
—Vamos, relájate —dijo ella, tomándolo de la mano, llevándolo hasta su cama donde el cuerpo de Cusack cayó como piedra —estás muy rígido —dijo la chica con una risita mientras desabrochaba el pantalón de éste —¿acaso es tu primera vez? —esas palabras avergonzaron de inmediato al peli rosa, pues realmente nunca se había acostado con nadie.
—Solo cállate y continúa con lo que vayas a hacer —indicó mientras su antebrazo derecho cubría sus ojos.
—Está bien —rio y con ambas manos liberó el miembro de este, el cual se fue elevando y poniendo muy duro poco a poco.
Afuera de allí se encontraba Zeldris recargado contra la fría pared, impaciente por escuchar los gritos devastadores de la chica, pero en su lugar obtuvo los fuertes gemidos de Cusack, a quien se la estaban chupando por primera vez en su vida.
Pasados largos y eternos minutos volvió a escuchar gritos, esta vez se trataba de ella. Gritaba tan fuerte y desesperada que, una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro del chico de baja estatura, quien con gran entusiasmo entró a la habitación, donde miró un escenario totalmente diferente a lo que esperaba. La ropa de ambos estaba regada por todos lados y la cama no dejaba de rechinar, mientras ellos dos disfrutaban de una deliciosa sesión de sexo, donde la princesa ramera montaba a Cusack como toda una puta profesional. Zeldris se sentía decepcionado, pues esperaba algo completamente diferente de todo aquello.
—¡Maldito seas, cabrón! —gruñó el chico molesto —¡no se suponía que te la cogieras!
Después de un rato, ambos demonios regresaron de su misión fallida.
Mientras uno iba sonriente y satisfecho hacia su habitación, el otro se la pasó maldiciendo por todo el camino hasta la suya.
Esa noche, el único agujero que vio el mandamiento de la piedad fue el de Amatista. Se sentía estafado.
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¡Hola a tod@s! Disculpen la demora, es que me he puesto a escribir capítulos de otras historias que publico también xd Espero que les haya gustado el capítulo de hoy.
Hasta luego💛
An Airad
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