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Capítulo 19 El reencuentro

La noche era oscura y el aire estaba cargado de tensión. Ajuste mi chaqueta táctica y verifique mi arma. Desde un pequeño rincón en el techo, observaba el oscuro almacén.

Con precaución baje de él entre las sombra. La adrenalina recorría mis venas mientras neutralizaba a los guardias uno por uno dejándolos inconscientes. Cada movimiento era calculado, cada golpe certero. Esta vez no era una víctima, era una cazadora.

Dentro del almacén, las alarmas comenzaron a sonar. Mi auricular sonó con la voz de Ethan que monitoreaba desde un punto seguro:

— Te han detectado, Michelle — me advirtió — Tranquila. Activando el plan B.

— No. Estoy cerca — respondí escuchando la respiración de Ethan y una conversación en su computadora.

— ¿Cuántos son? Quiero un informe de la situación. ¡Ahora! — rugía Bradford, su voz temblando con una mezcla de pánico y furia.

— Una sola persona, señor — le respondieron.

— ¿Qué dijiste?

— Es una sola persona... una mujer.

Entonces sonreí más abiertamente esta vez, bloqueando un golpe y derribando a otro guardia con una llave rápida.

— ¡Maldición... pero si es solo una chica! — escuche que Bradford gritaba, incrédulo.

— Esa "chica" está acabando con todos tus hombres, Bradford — murmuro Ethan para mi. Disfrutando de la ironía de ser subestimada — Mi chica — explico y sonreí.

— Cállate, me distraes — le ordene.

— Cariño tengo las imágenes de las cámaras de seguridad justo frente a mi y claramente tu cara me dice otra cosa — me afirmo. Entonces mirando a una en especial le enseñe mi dedo medio.

— Uh. Que mujer tan ruda — se burló — A tu derecha cariño — me aviso mientras un guardia llegaba a mi y yo hacía mi trabajo — Ese fue el ultimo. Ahora solo camina un poco más y a... derecha está el objetivo... — añadió mientras el sonido se comenzaba a cortar — la conexión aquí... débil... y... recuerda... cariño...

Suspire. La sala de servidores ya estaba frente a mi. Comencé a conectar los dispositivos para descargar todos los datos incriminatorios en mi computadora. Estaba tan concentrada que no escuche los pasos silenciosos detrás de mi.

— No deberías estar aquí — dijo una voz inconfundible. Mi corazón se detuvo por un segundo antes de girarme lentamente y golpear a mi nuevo contrincante, quien se liberó de mi con una destreza única.

Insistente arremeti una vez más, pero este me golpeó y lanzó lejos, junto a los servidores, para luego sacarme mi arma. Me giró sobre mi misma y oculte tras las estanterías, que no tardaron en recibir impactos de balas.

Caí al suelo escuchando sus pasos tras de mi. Me oculté tras un servidor esperándolo.

El hombre avanzó y entonces tomando mi computadora, lo golpee en la cabeza y luego en la mano, desarmándolo.

El hombre estaba atontado, pero aun así tomando mi cuello me empujó contra la pared. Mi ojos se segaron por la luz que recibí. Nuestras respiraciones agitadas y el chisporroteo de los cables y la electricidad eran lo único que se escuchaba en el oscuro lugar.

— Ah — me quejé, mi voz cargada de dolor y resentimiento. Mientras mi mirada chocaba ahora con la desesperación de Frank por fin reconociéndome — Siempre el mismo baile contigo eh Frank — murmuré, forcejeando.

— Michelle — respondió él, golpeado por la sorpresa, los sentimientos y por fin reconociéndome del todo.

De repente, una explosión retumbó a lo lejos. Ethan había iniciado su parte del plan. Frank miró hacia el sonido y, en ese instante de distracción, lo golpee con el codo con dureza haciéndolo sangrar y hasta hacerlo retroceder. Avance, otro golpe y otro y su cuerpo cayó desconcertado en el suelo, su espalda contra una estantería de metal. Luego avance en un salto recuperando mi arma el arma y con ella lo apunte.

— Lo siento, Frank — dije disparándole pero él se giró y él disparó sólo detonó en su brazo derecho. Volví a apretar el gatillo, pero sólo él clic de un arma sin balas respondió y frustrada la lanze lejos — Eres un maldito hombre con suerte... — murmure.

Tomando la destrozada computadora y comenzando a correr, dejando a Frank atrás, derrotado no por solo la fuerza, sino por el peso de su fracaso.

*

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