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Capítulo 17 Rescate inesperado

Desperté sobresaltada, mi corazón latía con fuerza. Lleve mis manos a mi cuello, él y el pecho me dolía y entonces recordé lo que había pasado.

— Frank — lo llame con voz gruesa y levante la mirada, esperanzada, pero mi semblante se desplomó al ver a otra persona allí conmigo.

— Buenos días — me saludó el hombre rubio con una sonrisa falsa que no alcanzaba a iluminar sus fríos ojos celestes — Deberíamos dejar de encontrarnos así. ¿No crees? — me pregunto

No respondí; mi mente aún luchaba por procesar lo que estaba sucediendo. El hombre avanzó y se sentó junto a mí en la cama con una actitud que parecía tranquila y controlada. Sin embargo me aleje un poco retrocediendo sobre las almohadas.

— Tranquila. Vengo con buenas noticias — dijo con voz suave y calculadora, observándome con detenimiento — Todo salió relativamente bien, pero el objetivo sigue vivo, así que si Frank está en camino a cumplir esa parte del trato. Pronto estarás libre preciosa — me alentó.

— Bien — murmure sin convicción, mientras me limpiaba el sudor del rostro. Él hombre me miró con un interés malsano — Se te ofrece algo más — le pregunte.

Él medio sonrió — Frank. Él solitario Frank... ¿En verdad no te resulta extraño que justo después de la muerte de tu padre, Frank apareciera y se ofreciera a cuidarte? — preguntó mientras se inclinaba hacia mi, su mirada fija penetraba la corta distancia entre ambos.

— ¿Qué intentas insinuar? — pregunte con una chispa de furia.

— ¿Por qué haría una excepción contigo? ¿Qué le das a cambio? — su sonrisa burlona fue como una daga mientras se acercaba a mi.

Sentí una oleada de náuseas y miedo recorrer mi estómago.

— Púdrete — espete con voz temblorosa alejándole mi mirada.

El hombre esbozó una sonrisa cruel — Oh, parece que su relación ya es más íntima de lo que creí.

— ¡Vete a la mierda! — grite, mi voz rota dándole la razón — No soy su novia. Soy...

— "Mike" para él, lo sé — me interrumpío con una satisfacción cruel. Lo mire, el ya casi estaba frente a mi — Los he estado observando todo el tiempo... Y nunca creí que existiera alguien para chantajear a Frank hasta que te vi usando su casa, su camioneta e incluso su frío y viejo corazón... — dijo con una mueca de asco en la cara — De verdad tan rápido tenías que buscarte otro papa... pobre Victor...

— No te atrevas a hablar de mi padre —gruñi, y antes de pensarlo, le golpeé en la cara — Ah — me queje sintiendo el ardor y dolor en mis nudillos.

Él hombre apretó la mandíbula y se tensó mirándome fijamente. Parecía a punto de explotar pero no lo hacía, solo respiró hondo y lentamente se tocó el rostro con una calma perturbadora.

— ¿Es todo lo que tienes? — me pregunto y sonrió haciendo que me estremeciera de terror e intentara retroceder asustada, pero me contuve tragando duramente saliva — Frank no te enseñar bien con quien buscar problemas eh — añadió mirándome de arriba a abajo con una mirada que yo conocía bien.

— Si me haces algo él...

Retrocedí mi espalda abrazando el respaldo de la cama y conteniendo la respiración. Estaba a punto de suplicar su perdón cuando me dijo — Lo de tu padre no fue un suicidio.

Su mano llegó a mi rostro, pero me quedé helada por su confección dejando que él colocara un mechón de mi cabello tras mi oreja.

— ¿Como lo...

— Abre los ojos Michelle, antes de que sea demasiado tarde — terminó. Y poniéndose de pie salió de la habitación con pasos firmes.

La puerta se cerró con un clic seco, dejándome sola y por fin respiré hondamente, mi cuerpo entero temblando por la tensión. Las palabras del hombre aun resonaban en mi mente, alimentando dudas que me desgarraban por dentro hace tiempo.

Frank. Ahora las crecientes sospechas giraban en mi cabeza como un torbellino. No podía quedarme allí. Debía actuar.

Mire hacia la ventana. Era mi única salida. Pero allí había un hombre vigilando.

Respire hondo y, con cuidado, me acerque al conducto de ventilación. Mis dedos temblaron al aferrarse a los bordes de metal frío. Con esfuerzo, abrí la rejilla y mire hacia adentro con recelo. "No hay otra opción" me di ánimos.

Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras me deslize dentro, sintiendo el frío del metal a través de mi ropa.

Estaba oscuro, más de lo que esperaba. Avanze a tientas por el estrecho pasadizo, pero en un descuido, perdió el camino y caí de bruces con un golpe seco.

— ¡Ay! — murmure, llevándome la mano a la cabeza.

La rejilla del conducto se había soltado, y ahora me encontraba en una habitación desconocida. Mire a la puerta el número en ella me indicaba que estaba en la habitación conjunta.

Para mi suerte esta estaba vacía. Me asomé al mueble. Había ropa en el. Tome  una chaqueta negra y unos pantalones holgados y me vestí con ellos.

Luego me asomé a la ventana. Mi corazón latía con fuerza. Abrí la ventana con manos temblorosas y saqué las piernas por ella.

En el pasillo había un hombre fumando. Me puse la capucha y caminé hacia la salida, sin mirar atrás.

Cuando llegué al estacionamiento, el hombre rubio también estaba allí, esperándome, pero no me vio él estaba molesto hablando por teléfono. Entonces corrí tan rápido como pude, sin detenerme a pensar.

No sabía cuánto tiempo pasó, pero finalmente, después de lo que me pareció una eternidad, llegué a mi antigua casa. Una mezcla de tristeza y nostalgia me invadió al ver el lugar que alguna vez llamé hogar.

Salte la reja con sigilo y por la ventana de la cochera ingrese a la casa. Aún con la tenue oscuridad sabía exactamente hacia dónde dirigir mis pisadas. Y en solo un momento la oficina de papa brilló frente a mi, con rapidez encendí una lámpara de escritorio comenzando a rebuscar junto a la impresora aquellos papeles que había impreso un día antes de su muerte cuando hice la denuncia. Para mi suerte todo estaba allí intacto. Tome cuanto pude y me lo guarde en el bolsillo de mi chaqueta.

— Vamos, papá... — murmure desesperada buscando en los cajones algo más, pero todo estaba desordenado y desorganizado.

De pronto mis dedos tocaron algo al fondo del cajón. Un cuaderno de tapas negras, desgastado por el uso. Era la libreta favorita de papa en donde colocaba sus reuniones más importantes. La abrí a los últimos días de su vida. Y entonces algo me congelo la piel. 15 de Octubre del 2024. Un día antes de su muerte papa tenía agendada una reunión con; Bradford y...

Frank Donovan.

El mundo entero giró a mi alrededor. Mi cuerpo ya no era mío en ese momento.

— No puede ser — murmure pero todo tenia sentido y las palabras del hombre rubio resonaron en mi cabeza. "Abre los ojos antes de que sea demasiado tarde" — Frank... Él... él trabajaba con Bradford.

Apenas estaba dirigiendo aquella información cuando de pronto, un sonido en la planta baja hizo que mi corazón se detuviera. Un crujido en la puerta. No estaba sola.

Guarde todo a prisa y salí con velocidad de la habitación y me quedé dura viendo desde arriba como una mujer de cabellos oscuros y facciones elegantes ingresaba a la casa, mi estomago se revolvió al reconocerla: la amante de papa, pero había alguien más con ella. La figura de Bradford ingresó dejándome helada.

— Es igual de terca que su padre — murmuro venenosa.

— Frank insiste en que no sabe nada, pero no podemos dejar cabos sueltos. Búsquenla — ordenó a sus guardias quienes ingresaron al lugar y se deslizaron cual perros cazadores.

"...antes de que sea demasiado tarde" Resonó en mi mente.

Y comencé a correr por el pasillo hasta mi antigua habitación. Desde allí abrí la ventana y con la vieja enredadera como una cuerda baje por ella como tantas otras veces había echo. Estaba pisando el césped cuando fuerte mano me empujó de cara contra la pared.

"...demasiado tarde"

— Ya no tienes a adónde correr, preciosa — dijo la amenazante voz.

Intenté liberarse, pero la presión sobre mi era demasiado fuerte y dolía. Estaba a punto de gritar pero el guardia me volteó y cubrió mi boca al mismo tiempo que me alzaba entre sus brazos y retiraba del lugar cargándome como si yo no pesara nada.

Me removí, gemí y quejé pero nada podía hacer. Su fuerza era letal, implacable.

— Por favor — suplique entre gemidos urdiéndome en la oscuridad de la noche. La figura de Bradford brillando a lo lejos dentro de la casa.

"...tarde"

Comencé a llorar mientras era arrastrada dentro de un auto donde me tumbaron.

Por fin recupere el aliento. Voltee intentando abrir la puerta pero esta ya estaba trabada. El auto arrancó llevándome hacia atrás con potencia y cuando estaba a punto de atacar al conductor este me empujó.

— Ni siquiera lo intentes preciosa. Ya obtuve un golpe tuyo esta mañana — me advirtió.

Entonces sentí una oleada de sorpresa y confusión cuando el por fin se quitó el pasamontañas. El hombre rubio de esa mañana apareció frente a mi y me miro expectante.

— ¡¿Tú?! — jadee, con la respiración agitada y la adrenalina aún bombeando en mis venas — Otra vez tú — dije endureciendo mi rostro — ¿Por qué me secuestraste? ¿Qué está pasando? — pregunte ante su inesperado rescate.

— No te secuestré. Te acabo de salvar la vida — corrigió sin apartar los ojos del camino — Bradford y su gente iban a asegurarse de que no salieras viva de esa casa...

Aún no podía creer lo que estaba sucediendo. Mi cuerpo temblaba, pero no sabía si era de miedo, rabia o alivio.

— ¿Por qué debería confiar en ti y no lanzarme del coche ahora mismo? — exigi.

El hombre rubio lanzó una carcajada.

— No tienes que confiar en mí — admitió con sinceridad — Pero tengo un trato con Frank y eso implica devolverte sana y salva. Siempre y en cuando él cumpla su parte y acabe con Bradford... — explicó.

Entonces guarde silencio por un momento, mirando por la ventana. Las luces de la ciudad parpadeaban a medida que pasaban, pero todo parecía ajeno, distante. Cerré los ojos y respire hondo.

— Bueno, el no lo hará. Él no traicionará a Bradford — murmure finalmente, con una voz cargada de cansancio — No por lo que dice aquí...

El hombre rubio me miró de reojo — ¿Esos son los documentos de tu padre... — pregunto de golpe viendo las hojas de papel en mis manos y deteniendo el auto en un semáforo. Alargó su mano para tomarlas.

— Ni siquiera lo pienses — me queje cubriéndome.

— Esos papeles contienen información que puede derrumbar todo el imperio corrupto de Bradford.

— Bien — insisti, mi mirada ahora firme y determinada — Es todo lo que quiero — le asegure.

Él dudó un instante antes de volver a hablar — Hay cosas allí que pueden ser muy peligrosas si salen a la luz — me advirtió.

— No me importa — desafíe con una risa de hartazgo — Y no te conviene meterte en mi camino — lance mi amenaza.

El tiro una carcajada — No lo haría preciosa. Estamos del mismo bando después de todo — me explicó y el coche giró bruscamente por una calle secundaria y se detuvo en un amplio y largo estacionamiento de supermercado. El motor se apagó y el silencio de la solitaria noche cayó entre ambos.

— Dime lo que sabes. Lo que sabes de Frank y mi padre — pedí con dolor y él hombre rubio se giró hacia mi, sus ojos por primera vez mostrando una chispa de humanidad ante mi dolor, pero no quería confiar en el. Ya no podía confiar en nadie.

— ¿Porque te empeñas tanto en buscar la verdad de lo que le paso a tu padre? — dijo ignorando mi anterior pregunta.

Agotada suspire — No era una buena persona, pero era mi padre...

— No debería ser así... — me aconsejó — Amar a alguien de esa forma, solo te hace mas vulnerable a su oscuridad.

— Bueno. El fruto no cae tan lejos del árbol después de todo — murmure mirando por la ventana del lugar a mi propio y oscuro reflejo.

— Créeme... si lo hace — murmuró.
*

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