Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Una pequeña muestra fue suficiente. La onda de energía expulsada actuó como una antena que emitió un mensaje a distintos lugares del mundo, desde Tártaro hasta el Olimpo y en distintos países de la Tierra. Zeohl no era más que una isla en mitad del maldito Triángulo de las Bermudas que refugiaba a los olvidados, a los que huían de un pasado tormentoso a un lugar no tan flexible, pero mejor que su punto de partida. Más allá de sus contaminadas playas, existían refugiados de la purga dispersos por el mundo, algunos más sensibles a ciertas habilidades que estaban obligados a resguardar por su propio bien.

Selene fue de las primeras en sentir un casi imperceptible cambio en la bioenergía, mientras viajaba en su típico recorrido. Detuvo al par de bueyes que tiraban de su carruaje, confundida por el extraño estímulo que había percibido todo su cuerpo. Un sudor frío escurrió por su frente cuando al fin comprendió lo que estaba sucediendo: su hija humana se había expuesto, después de trece largos años de escondite; no solo eso, sabía que de la misma forma en que ella había logrado percibirla, lo harían el resto de los dioses. Pandia y Herse incluidas.

Horas más tarde...

Las muñecas de Harry estaban aprisionadas entre oxidados grilletes, cubiertos de la sangre de anteriores herejes que se hallaron alguna vez ante un tribunal dispuesto a sentenciar su destino. Le parecía un mal chiste que aquellos que habían huido de la Inquisición, ahora la aprisionaran con las mismas cadenas.

Caminaba por el pasillo con la cabeza abajo, evitando mirar a su padre o a Zenobia, avergonzada por ser tratada como una criminal que sería expuesta ante el resto de la población del Templo del Nigromante. Suspiró, ignorante de ser objeto de un segundo juicio, donde no se requería su presencia. En el salón y en el Olimpo, quienes iban a dictaminar su sentencia estaban listos.

Los susurros comenzaron a ser emitidos, con carga tanto a favor como en contra de sus acciones de la madrugada del 8 de octubre.

Quedó de pie, frente al tribunal y dando la espalda a todos quienes habían decidido acudir al gran evento de su juicio. Las Túnicas Blancas, compuestas por cinco miembros veteranos del Templo, estaban listas; Machinskaya, bibliotecaria y líder de investigación, formaba parte de ellas, y alzando la mano ordenó silencio. Miró a la prisionera con absoluto desprecio.

-Selene- comenzó- hija del médico humano James Harrison- el mencionado estaba asustado por el posible destino de la joven- hija de la diosa primigenia lunar, Selene. Aprendiz de Zenobia, apóstata nivel 5. Sabes cuál es el cargo que te trae ante este tribunal.

Machinskaya deseaba escucharla decirlo en voz alta.

-Traición.

Los murmullos regresaron. En cambio, en Olimpo no se escuchaba más que los argumentos de Pandia.

-No revocaré mi palabra por capricho tuyo- afirmó Zeus, recargando su mentón sobre el puño derecho en un gesto cansino.

Todos habían recibido el mensaje de Selene Harrison con su paradero plasmado en él, pues el par de segundos que había durado la manifestación de energía fue suficiente para poner en aviso a todos, resurgiendo en sus mentes el incómodo acuerdo de la purga.

Muchos deseaban la muerte de los semidioses, pero colmar la paciencia de Zeus con un mar de argumentos desataría un castigo que nadie deseaba sufrir. Artemisa continuaba anhelando un sacrificio y la humana semidiosa parecía una excelente ofrenda, casi tan buena como lo fue Ifigenia durante aquel conflicto en Troya. Su gemelo, por el contrario, mantenía una expresión indiferente, conocedor del resultado final de aquella tormentosa reunión. Solo había que ser tan estúpido como Herse o Pandia, pensó, para creer que su padre cambiaría de opinión.

Miró a los demás dioses con sus expresiones nerviosas, y a la bellísima Afrodita mover los dedos de la mano derecha con la impaciencia de quien tiene mejores asuntos que atender.

Hermes observaba el piso, preocupado. Al dios Sol le pareció bastante obvia la causa, puesto que el mensajero pertenecía al grupo de desobedientes dioses que habían procreado hijos humanos. La purga era un tema siempre difícil, puesto que no sabía cuándo el nombre de su hijo Joan se convertiría en el favorito.

-No importa la razón- intervino la Túnica Blanca Kendall, jefe de todos los maestros. Los argumentos que Selene había expuesto no le parecían suficientes- Mostrarte ante un humano está prohibido.

Juicios como aquel no se parecían en nada a los celebrados por humanos. Las Túnicas Blancas eran (después del Guardián Supremo) la máxima autoridad de los Templos, y ellos actuaban como jueces y jurados; a veces, como verdugos.

El proceso estaba abierto al público, y cualquier miembro del Templo podía asistir e intervenir tanto a favor como en contra del acusado; sin embargo las Túnicas tomaban la decisión final, y en el cargo de "traición", era seguro que nadie hablaría por ella.

-Lo sé- era difícil para el público juzgar si su discurso era honesto o cínico, ganándose la desaprobación de la mayoría- Estoy consciente de mis acciones, pero fue un acto necesario.

-¡No!- el grito de Machinskaya la sobresaltó- lo que hiciste no fue más que un acto estúpido y egoísta. Debiste dejar que las cosas siguieran su curso.

-No es así de sencillo. Se nos ha ordenado mantener la vida de un humano promedio, lo cual, inevitablemente, nos hace forjar lazos con ellos.

-¿Admites que priorizaste a una humana, sobre nosotros?- esta vez, la Túnica Blanca Eleanor, administradora de recursos materiales, tomó la palabra.

Selene no tuvo reparos en demostrar su enojo en el ceño fruncido, al ver sus palabras y acciones tergiversadas. Zenobia miraba el cruel espectáculo con la misma preocupación que James. De los miembros del Templo, fue la primera en percibir la bioenergía de su estudiante, a través de un frío viento que caló sus huesos como si una delgada capa de escarcha cubriera cada centímetro de su ser. No necesitó de tanto tiempo para comprender lo que estaba sucediendo: Selene se había expuesto a pesar de las numerosas advertencias que ella le había proporcionado; no solo eso, sino que también se negó con firmeza a la intervención en la memoria de la tal Elizabeth García.

Borrar memorias era una habilidad básica que todo maestro de la psicoquinesis poseía, y sin embargo exigía un riesgo terrible a la salud mental: el rompimiento definitivo de la mente. Era un asunto de azar, en el que no dependía de cuán competente era quien lo ejercía, sino de la estructura misma de la víctima, y después de lo ocurrido aquella madrugada, Elizabeth era una candidata perfecta a terminar con el cerebro frito.

Claro que a Zenobia eso no le interesaba, pero Harry fue tan terca y estúpida que se atrevió a retarla a un duelo de psicoquinesis; por su puesto, sus probabilidades de ganar eran cero, pero la exhibición de energía sería demasiado escandalosa. Le obsequió la victoria, borrando solo la del cuarteto de imbéciles que habían tenido el infortunio de meterse con ella.

-Pero, padre- replicó Pandia por enésima vez, atrayendo la atención de Apolo- esto prueba que lo que he dicho en el pasado es cierto, la humana es una amenaza.

-Una mísera exhibición de energía no significa nada.

Pandia se sintió frustrada. Aun cuando ya conocía la ubicación de Harrison, le estaban negando la oportunidad de ver su sangre regada por el piso. Sin pensar mucho en su siguiente argumento, habló:

-Padre, por favor, si tú no deseas hacerlo, deja que sea yo quien cumpla con la ley. Déjame matarla.

Zeus la miró molesto, sabiendo lo personal que era el asunto de la humana para Pandia: ella y Herse no querían cumplir con la ley de la purga, sino que deseaban ver sangre escurrir y empapar la hierba por el puro placer de hacer pagar a su madre por incumplir el acuerdo.

Además, tener una hermana bastarda era humillante, en especial cuando poseía habilidades codiciadas por muchos de los mismísimos dioses; allí estaba, por cierto, otra razón para quererla muerta.

La psicoquinesis era una habilidad interesante alimentada por la bioenergía, una especie de energía "espiritual" presente en pequeñas cantidades en todo ser viviente desde sus células mismas, que sólo podía ser invocada mediante la psique. Por supuesto, en los dioses la cantidad de bioenergía contenida era mayor, pero no la suficiente como para utilizar su codiciado poder.

Por mucho tiempo ellos, semidioses y humanos intentaron ganarla mostrando proezas que les convirtieran en dignos, y sin embargo nadie nunca la obtuvo de forma natural como lo había hecho Selene Harrison. Todo maestro de la psicoquinesis antes que ella no había poseído dicha habilidad, precisamente; cada uno, alquimista, sacerdote, etc., había aprendido a invocarla por medio de precisos y elaborados conjuros que obligaban a la bioenergía hacer su voluntad, pero nada más. Una herramienta.

Por el contrario, Harry era una usuaria natural de la bioenergía, la cual estaba presente en su cuerpo en una cantidad mayor que la del resto, y que podía utilizar como una extensión de sí misma: como si se tratara de una actividad tan básica y mecánica como respirar. El misterio de su "apropiación" se debía a dos razones:

1.- No había hecho nada para demostrar ser digna.

2.-El cuerpo humano era un recipiente tan frágil como el cristal, que no poseía la capacidad de soportar grandes cantidades de bioenergía sin colapsar en segundos. Selene era mitad humana, por lo cual nadie entendía cómo había logrado retener tanto poder por veintidós años.

-No.-Rebatió ella en su propio juicio- Lo que estoy diciendo, es que hice exactamente lo que hemos esperado que los humanos hagan por nosotros- miró a su alrededor ante el imperturbable silencio, comprendiendo que podía continuar- dejar de pensar en sí mismos, para ayudar a otros.

Los murmullos volvieron, y esta vez fue el padre Thomas, capitán de los guardianes y Túnica Blanca, quien con una seña pidió silencio. Tenía en alta estima a la joven Harry y deseaba darle la oportunidad de defender su punto.

Selene suspiró. No sabía si lo que iba a decir no era más que una sarta de idioteces o iba a acertar en su propia defensa.

-Desde la Inquisición, aún antes y después, fuimos dejados de lado por los humanos. Amigos, familia, conocidos; todos nos dieron la espalda cuando el tribunal eclesiástico y nuestros propios vecinos comenzaron a señalarnos con el dedo y ordenaron ejecutarnos.- Se mojó los labios, y aprovechó el momento para tragar saliva.- Nadie nos ayudó, es un momento que nunca olvidaremos y que ahora rige la cultura de nuestros Templos.

-¿Cuál es el punto? - Machinskaya estaba impaciente.

-El punto es que las circunstancias me pusieron en la misma situación, con los papeles invertidos: Elizabeth García era la víctima, y yo quien podía hacer algo para ayudarla.

Zenobia miró a James y este solo hizo una mueca, dando a entender que él no le había dado la idea; ¿qué tiempo habría tenido? Si a las diez de la mañana ya habían ido a arrestar a su hija.

-Por un momento, ella fue como nosotros: violentada, perseguida, y necesitaba ayuda. Habérsela negado me convertiría en el monstruo que siempre han creído que somos, y que en realidad han sido esos humanos. No voy a arrepentirme de eso.

Fijó la mirada en las Túnicas Blancas, esta vez sin la vergüenza de ser tratada como criminal. Una ola de seguridad la invadió, a pesar de la presión de la furiosa Machinskaya.

Por un momento, algunos de los presentes comenzaron a pensar en los humanos a quienes les tenían estima; muchos de ellos vivían en el Templo, como apóstatas nivel 5, 6 y 7.

Cayla Anderson, una de las mestizas más poderosas en los 3 templos, miró de forma automática a su mejor amiga: Evangeline Parra, una simple humana con un pequeño hijo semidiós, por la cual había prometido arriesgarlo todo. Igual lo consideró Frederick, bastardo de la diosa Demeter; sacrificaría hasta su secreto por mantener a sus tres hijos a salvo.

Zenobia no estimaba a ningún humano más allá de James, y aunque las palabras de su estudiante no movieron sus sentimientos, sonrió al saber que Selene había logrado lo que quería: crear polémica.

Ante su retador silencio, las Túnicas Blancas decidieron que era el momento de discutir la sentencia.

El gobernante supremo suspiró al fin, con la respuesta definitiva a punto de ser escupida en la cara de su rebelde hija.

-Creí haber ordenado, Pandia- el cambio en su tono de voz indicaba a la diosa que su padre estaba por demás enfadado- que no intervendremos directamente en la muerte de ningún semidiós- se giró hacia ella, quien asustada retrocedió un par de pasos- ¿intentas persuadir mi palabra?

Pandia comprendió que había llegado a los límites de la paciencia de Zeus, y si no cedía ante él siquiera un poco, el castigo que recibiría sería más terrible que la muerte misma. Negó con la cabeza, mientras su padre ordenaba a todos retirarse sin más.

-Selene Harrison.- Decidió hablar Machinskaya- No es esta la primera vez que rompes las reglas, y privarte ahora de un castigo comprometerá el Código Negro que nos ha mantenido a salvo por tanto tiempo.

La mencionada sintió un hueco en el estómago. Imaginaba que se referían al hecho de conservar su nombre real y color de ojos, además de haberse inscrito a la universidad.

-La muerte no es una opción viable. Tus hermanas vendrán por ti, y por el bien de nuestra comunidad, es mejor que te encuentren con vida. Pero no aquí.

Cruel, pero ya lo imaginaba.

-Por lo tanto, tu castigo será el exilio: no podrás volver al Templo del Nigromante, ni pedir asilo en ninguno de los otros dos templos. Por consiguiente, no se te permitirá escalar niveles, Zenobia podrá decidir dejar de ser tu maestra, y...- la pausa para inhalar, a Harry le pareció eterna- no podrás solicitar protección, ni para ti, ni para tu padre. Ante la Purga, estás sola.

No. No podía aceptar eso, pues su padre merecía al menos permanecer en el Templo mientras ella enfrentaba las consecuencias. Pero le estaban negado toda clase de ayuda, y ella solo deseaba ver a James a salvo.

-¡No pueden hacer eso!- gritó Cayla, dos segundos antes que Selene. Desde el comienzo del juicio, cada ataque hacia la acusada solo había logrado hervir su sangre, ya que consideraba injusto aquel procedimiento; pero la sentencia, eso rebasaba cualquier límite.

Zenobia y los Harrison la miraron sorprendidos.

-Está hecho.

-Es una injusticia- continuó ella- ¡No puedes juzgarla por tratar de ayudar a una humana! ¡No cuando sabemos que tu, Machinskaya, has protegido a la escoria de tu hijo a costa de las leyes!

Los murmullos regresaron a la sala. Muchos habían escuchado los rumores sobre Lev, y todos concordaban en que no era más que un desperdicio de vida.

Las Túnicas se quedaron en silencio, mientras Evangeline hacía todo lo posible por regresarla a su asiento.

De vuelta a Olimpo, la diosa del rocío meditaba la reciente discusión, en que ni ella ni Herse habían conseguido persuadir a su padre de matar a la humana, y por lo visto él no iba a cambiar de opinión pronto. Una vez más, rememoró la discusión. ¿Por qué su padre no la apoyaba? ¿Qué era necesario para hacerlo cambiar de parecer?

"No intervendremos directamente en la muerte de los semidioses", había dicho el gobernante supremo. Pandia sonrió encontrando el hueco en la orden. Y no había sido la única.

1.- El término "bioenegía" ya existe, y si lo googlean encontrarán una definición tipo "energía renovable derivada de los biocombustibles". La verdad es que quería inventarme mi propio término, pero ninguno de los que se me ocurrieron me pareció tan satisfactorio como este, por lo cual decidí utilizarlo. Ya expliqué que es una especie de energía espiritual, y a eso voy a referirme cada vez que aparezca el término.

2.- Ifigenia era la hija del rey Agamenón, a la cual tuvo que sacrificar para que la marea favoreciera al ejército griego en su viaje hacia Troya.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro