Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Una reunión en casa

DEMIAN MILLER

La sonrisa de Dante se extiende en el momento que agradece. Ella es limpia como su piel lechosa.


Con atención lo veo moverse por la cocina. Él es torpe, pero trata de ser cuidadoso e intenta mantenerse firme. Aunque precisamente no se lo conozca por ser alguien descuidado, más bien, es todo lo contrario. Es el tipo de persona a la que le rompería la cara, pero sabe manejar la situación como ningún otro.


El nerviosismo que ha estado perturbandolo no duró demasiado. Pero al principio su desconcierto fue evidente. Aunque ayer no haya pensado lo mismo.

Lo rumores son ciertos. Él realmente es un calco de su madre. El cuadro que vi en su mesa de noche lo constató. Los ojos de Dante son hipnotizantes o será porque jamás he visto un azul turquesa como el de su mirada.


En principio, esto es una broma. Arrastrar al chico a la jaula suena divertido. No obstante, hacerlo va a ser más difícil de lo que creí. A simple vista pude darme cuenta de que Dante aborrece la violencia, pero por alguna razón él me aceptó.

—Listo.

Voy a darle tiempo. Quiero saber qué otras expresiones es capaz de hacer.

«¿Qué es esto?»

El plato definitivamente no tiene buena pinta.

—Tenía razón —carraspea. Luego arquea una de las cejas. —¿O acaso vas a negarlo?

—Cualquier cosa es peor que esto.

El primer bocado no sabe tan mal, mucho menos el segundo o tal vez es porqué tengo demasiada hambre.

«Definitivamente, es la última opción.»

—De nada —dice triunfante.

Suspiro.

—Bueno —silbo, divertido. Seguidamente, le enseño lo que saco de mi boca. —La próxima vez asegúrate de que la cáscara de huevo no quede en la sartén.

—No habrá una próxima vez.

Él corrige en voz baja al girarse. Entonces lo agarro de la muñeca y lo volteo antes de agregar;

—Las necesarias para que aprendas a hacer un simple revuelto.

—No lo creo...

Las mejillas pálidas se encienden en un instante, al igual que el movimiento precipitado de los hombros al subir. Luego él termina por desviar la mirada.
De aquí que confirmo mis sospechas dándome cuenta de que Dante es una presa fácil de cazar.

—Dante.

El brazo se eriza por mi llamado.

—¿Qué hace él aquí?

Giramos.

—¡Dámaris!

El chico deshace el agarre con rapidez antes de caminar en dirección a su hermana, la misma que me mira como si quisiera asesinarme.

—Él me trajo a casa —dice de manera precipitada—. En la fiesta bebí demasiado y terminé vagando en el centro. ¿Puedes creerlo? Y me encontré con Demian en su recorrido matutino. Así que decidí invitarlo a almorzar como agradecimiento.

Incrédulo, arqueo una ceja, porque la "versión" de los hechos de Dante está lejos de ser creíble.

—Gracias a él no me robaron —remata en un murmullo.

«¿Es en serio?»

Dámaris lo mira horrorizada.

—Gracias... —sisea entre dientes, viéndome de reojo.

No puedo creer que alguien como ella esté juzgandome sin decir ni una sola palabra.

—¡Así que Demian es mi invitado! —Dante finje muy bien. —Sé cortés.

Las orejas del chico están coloradas y algo me dice que seguirle el juego será más que divertido.

—Claro —respondo, retando a la chica.

Entonces le sonrío a mi presa cuando cruzamos miradas.

—Por supuesto —escupe la chica con sarcasmo—, no puedo creer que Dante haya preparado huevos revueltos. Es su plato gourmet por excelencia. Me sorprende que no te hayas ahogado con una cáscara de huevo.

—De hecho.

Dejo a la vista el platillo cuando ella se sienta en el otro extremo de la isla.

—¡Dante!

—¿Qué? —molesto, pregunta—. Le dije que no soy bueno.

La nariz arrugada hace que lo mire dos veces antes de seguir con mis asuntos.

—Aun así...

—He sido un buen anfitrión —reclama—. Voy a ducharme.

—Eso es exactamente lo que no haría un anfitrión.

Él se voltea con poca gana.

—Se quedará contigo.

El ceño fruncido de la chica no me genera buena espina. Siento que habernos quedado solos es un error, más porqué sobreprotege al chico.

—Así que ayudaste a Dante —dice. Luego de unos segundos de silencio prosigue. —¿Qué estás tramando Miller?

Exhalo. Un deja vu.

—Deja eso, Young —hablo en voz baja—. Solo le di una mano a alguien que vagaba borracho, ¿no es suficiente para ti?

—Sería suficiente, sino se tratara de mi hermano menor.

Hago una mueca.

—Repito. ¿Qué quieres de él?

Cierro el puño sobre la mesa.

—¿A qué quieres llegar con eso?

—Admite que estás aquí para arruinar la vida de mi hermano.

—¿De qué manera? Según tú, qué le haría al chico.

—No seas idiota.

Sus palabras hacen que la vea de frente y me afirme al mármol.

—Eres la única que no deja de insinuar cosas por la orientación sexual de Dante. ¿O qué quieres llegar con este estúpido interrogatorio? —digo entre dientes—. No soy un idiota, niñata.

Los ojos pardos de la chica se encienden con violencia.

—No voy a permitir que me faltes el respeto en mi propia casa.

—¿Quién no ha dejado de faltarmelo con preguntas absurdas? —irónico, la ataco por su estúpidez al intentar proteger al chico—. Si vas a condicionar al chico hazlo con otra persona, no conmigo.

—Sigue acercándote a Dante... —Ella oprime los labios y duda si continuar con la oración—; o vas a lamentarlo.

—Lo que me faltaba —especto—. Lamentar, ¿a qué quieres llegar? ¿Qué piensas hacer? ¿Romper algo que no tengo? ¿Meterme a un reclusorio? ¿Prisión? Cuál es la idea Young.

—Pruebame.

—No tengo que hacerlo para saber que eres una basura.

—¿Yo? ¿Y tú? —Ella enarca una ceja. —Eres un don nadie.

Me pongo de pie en ese instante y me acerco a ella para que nadie pueda oírme.

—Me pregunto sí también serías capaz de lastimarlo —susurro cerca de su oído—. Recuerda que está en medio de nosotros, Dámaris.

La llamo de manera despectiva. Obligándola a ahogarse con su propio veneno.

—¡Demian!

Y la campana suena a mi favor.

—¡Ven!

La voz de Dante rompe el hielo entre nosotros, pero lo que no logra hacer es liberar a Dámarias de la rabia que acabo de causarle.

DANTE YOUNG

—Carajo. —Me pongo la camiseta. —Mucho mejor.

Me recuesto en la cama. Ser abrazado por ella es lo que necesitaba para volver a sentirme cómodo. La tensión de Dámaris y Demian me contracturó de pies a cabeza. Aunque no puedo quejarme del comportamiento de mi hermana mayor, porque solo está intentando cuidarme de alguien como él.
Sin embargo, a estas alturas pese a no haber convivido demasiado tiempo con el boxear no creo que él sea capaz de hacerme daño.

Es alguien tranquilo, ordenado y huele muy bien. No tengo por qué tener miedo cuando está a mi lado. Solo necesito adaptarme a su presencia y asumir una amistad que ni en sueños me atrevería a tener.

El sonido de la puerta me espabila.

—Lamento haberte dejado a solas con Dámaris. Ella es alguien inflexible.

Libero una carcajada.

Hacerla enfurecer es muy difícil y siento que lo conseguí al traer a ese armatoste a la casa. Supongo que hacerle pasar un mal rato es gratificante.

—Es astuta —sin más, habla de manera desinteresada.

—Definitivamente —digo antes de agregar—; por favor, ponte cómodo. Siéntete como en casa. Después de todo, fuiste un buen anfitrión.

La picardia se asoma. No puedo evitarlo cuando veo una espalda como la suya, al igual que los enormes brazos que tiene.

«Soy un baboso.»

Abrazo la almohada. No obstante, sentir que mi cuerpo es rozado y la cama se hunde gracias al peso de alguien más genera un nudo en el estómago.

—Puedes sentarte por allí, ¿sabes?

Lo miro mal.

No me molesto en ocultar mi desconcierto ante nuestra cercanía. Aunque podría dejarlo pasar, pero tengo que tener un límite si pretendo que seamos amigos.
Todavía no somos tan cercanos como para que intente recostarse a mi lado.

—¿Por qué? Dormiste en mi cama después de todo —sonríe—. No pienses que eres el único que puede hacer lo que quiere.

—Por favor. —Blanqueo la mirada. —No tuve que haber tenido opción. Estaba borracho.

—¿Eso crees? —pregunta en un tono burlón—. ¿No crees que es algo peligroso afirmar algo así?

—Nope. —Me siento en el suelo mientras abrazo a la almohada. —Estoy cien por ciento seguro que fui arrastrado en contra de mi voluntad.

—¿Ah sí? ¿Y qué más pasó?

Mis palabras son pura diversión, al igual que las suyas. Su tono me hace sonreír.

«No pienso darle la razón.»

—Solo olvídalo —divertido, insisto al verlo de reojo—. Por cierto, entre Alex y tú, ¿quién ganaría? Sé honesto.

Él libera una carcajada.

—¿En serio estás preguntándome algo así? —pregunta y hace una pausa larga, aguantando la risa—. ¿Tú?

—¿Cuál es el problema?

Me arodillo a un lado de la cama y recuesto la mitad del cuerpo en ella mientras Demian está boca arriba descansando.

Él me mira ligeramente.

—¿Por qué quieres saberlo?

Subo los hombros.

—Te respeta, ¿no?

—No funciona así.

—Explícame.

Demian lleva una mano a mi nariz antes de pellizcarla, por lo que suelto un quejido.

—No es asunto tuyo.

Arqueo una ceja.

—Pero —silbo—, me defendiste.

Oprimo los labios cuando los ojos oscuros de Demian se centran en mí. Y arqueo una ceja en el momento que me encojo, dándole a entender que no pienso ceder.

—¿Fantaseas con ese tipo de cosas?

Blanqueo la mirada.

—Claro que no —reprocho—. Solo que no pensé que algo así pasaría. ¿Acaso no eres consciente de quién eres?

Mis palabras hacen que el ego de Demian se dispare, puedo verlo en su mirada y la forma en que infla el pecho al sonreír me lo confirma.

Libera un monosílabo.

—¿Quién soy, Dante?

La pregunta ne sorprende.

—¿Demian Miller?

Soy cauteloso, no sé qué clase de respuesta pretende que diga.

—¿Quién soy para ti?

Entonces sonrío antes de reír.

—Aún no lo sé —hablo con honestidad—, ¿no crees que estás precipitandote?

Me inclino hacia él.

—Supongo que estoy obligado a conocerte mejor, porqué algo me dice que no vas a dejarme en paz, ¿o si?

Él no alcanza a sonreír por completo, dándome a entender que tengo razón.

«Así que de eso se trata. Te atrape Demian Miller.»

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro