Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Una noche larga

DANTE YOUNG

No pensé que la situación podría empeorar. Aunque por alguna razón solo asentí y seguí a Demian. Estoy intrigado, ya que quiero saber adónde va a terminar lo que empezó.
Sé que tiene algo entre las manos. Pero solo voy a limitarme a seguir sus pasos para divertirme. Quiero decir, no es la gran cosa. Lo veré este año, por lo que puedo con ello. Además, no ha sido malo conmigo. De hecho, Demian me agrada aunque por el momento conozca una cara de la moneda.
Y no pretendo seguirlo hasta el fin del mundo, es decir, en caso de que la situación empeore solo debo alejarme. Después de todo, tal vez, podríamos ser buenos amigos.

—Bien. ¿Adónde nos dirigimos?

Luego de haber salido del barrio privado en donde vivo caminamos un largo rato en silencio. Y ahora nos encontramos bordeando la carretera.

—A divertirnos —dice. Y sube los hombros. —No voy a arruinar la sorpresa.

Frunzo el ceño.

—¿Sorpresa? —Trato de no reír—. No vas muy rápido.

Demian se percata de mi picardía, pero solo sonríe.

—Tenemos asientos VIP, Young. No te preocupes.

—¿Sí? —Arqueo una ceja—. Está bien, pero soy difícil de sorprender —carraspeo.

***

Me quedo mudo. Los gritos de la multitud me dejan boquiabierto.

En ningún momento imaginé presenciar peleas clandestinas y mucho menos a un lado del mismísimo Demian Miller. ¿Qué podría salir mal? ¡Mierda! ¡Todo! Mis padres van a matarme por meterme en este lío.

«Estoy frito.»

—¿Qué?

Soy incapaz de ser oído, por lo que me aferro a su brazo con fuerza para llamar su atención. Entre los empujones de la multitud que rodea la jaula y los gritos siento que mi cabeza va a estallar en cualquier momento.

El rostro de Demian vuelve a mí. Él me mira a los ojos mientras estas bestias se excitan por ver a alguien caer.

—Me voy —afirmo—, Miller.

Deshago el agarre en el brazo contrario porque me habría esperado muchas cosas, menos esto. Aunque entre empujones por poco termino en el suelo, sino fuera porque Demian me agarró por debajo de las axilas y me puso de pie. Hago una mueca. Y con rapidez me percato de que estoy pegado a su pecho mientras aprieta mis hombros con las manos.

—¿Así que no es ambiente para alguien como tú?

Él se burla de mí.

Levanto las cejas. Luego volteo el rostro en su dirección y lo señalo molesto.

—No juegues conmigo.

Me libero del agarre.

—¿Qué? —pregunto. Ahora de frente. —¿Tienes un fetiche con ser el chico malo que arrastra a un niño de casa a su mundo?

Tenso la mandíbula.

Él arquea una de las cejas e infla el pecho casi rozando el mío. A continuación, esboza una sonrisa que en otro momento me hubiese derretido, pero ahora solo me molesta.

—¿Qué quieres de mí —trago duro antes de agregar—, Miller?

El calor de los cuerpos, sentir los roces, oír los gritos eufóricos y desesperados solo hacen que me concentre más en la bestia delante de mí. Y entre empujones nuestros cuerpos se alcanzan a rozar en más de una oportunidad. Al igual que percibir a flor de piel su respiración chocar contra mi rostro.
Me altero al verlo y no solo por el hecho de haber bebido en la fiesta. El ardor en el pecho y el cuerpo cuando sus ojos oscuros me miran con tanta atención revolucionan cada parte de mi cuerpo. Es una sensación que se extiende hasta mis extremidades y genera un cosquilleo inexplicable.

Mi pecho sube y baja. Estoy desesperado por entenderlo, más cuando sube lentamente la mano hacia mi cuello. Me cuesta respirar cuando logra rozarlo.
Entonces levanta con suavidad mi rostro, cuatro de sus dedos me queman la piel mientras su pulgar es deslizado por mi quejida.

«Qué estás pensando, desgraciado.»

Él no aparta la mirada de la mía.

No quiero ser arrogante cuando estoy junto a él, pero a esta altura siento que está siendo hipnotizado con mis ojos.

—Diviértete.

Demian habla tan cerca de mí que se olvida que por un empujón podríamos besarme. Aun así, se mantiene firme mientras mis piernas tiemblan por él.
Estoy obligado a desviar la mirada a la jaula y automáticamente cierro los ojos en el momento que alguien cae al suelo exaltando a la multitud. Por lo que, me mantengo en esa posición porque su agarre sigue quedándome la piel. Y no quiero ver. Yo no puedo tolerar la violencia.

La mano de Demian se arrastra hasta mi hombro y con un simple apretón me espabila.

—Gané.

No debo ser muy listo para comprender de qué está hablando, ya que las muecas de alegría, al igual que las decaídas, hablan por sí solas.

«Apuestas.»

—Me voy.

—No vuelvas solo.

La orden me desorienta.

—¿Qué? Yo voy a llamar un taxi. —Busco en mi bolsillo—. ¡Mierda!

«Dámaris va a matarme.»

—Yo te acompañaré —dice—. Es un barrio peligroso.

Hago una mueca.

—No es necesario —reprocho—. Ya me marcho. No pienso involucrarme más de la cuenta.

—Young. —Me voltea—. Yo te llevaré —repite—. Solo dame unos minutos.

—¡Insisto!

Entonces sus manos grandes me toman por los brazos y me acerca sin mucha dificultad.

—Con esa cara. —Su respiración acaricia mi oreja—. No vas a llegar muy lejos.

Me siento sofocado.

El calor me revuelve el estómago al sentirlo tan cerca de mí y sus ojos se encuentran atravesando el cuerpo.

—Está bien.

Cedo.

—Pero no te apartes demasiado —susurro—. No estoy acostumbrado a esto.

Busco sus ojos. Los encuentro con mucha facilidad a pesar de la poca luz en la zona en que nos encontramos. Me encojo. Trato de no desviar la mirada, pero en un momento así tengo que ser atrevido. Entonces recuerdo la imagen de su torso desnudo y con rapidez me atrevo a ojear sus labios.

Luego gracias a unos empujones me siento arrinconado entre el cuerpo de Demian y la pared. Respiro. No porqué esté sofocado con su presencia, sino porque puedo sentirlo con claridad. Él está pegado a mí y siento la necesidad de culpar al alcohol cuando mi rostro roza su cuello tatuado. Y oler su perfume me obliga a tragar duro.
Levanto la mirada y cuando encuentro la suya me doy cuenta que podría aceptar la idea de ser arruinado por él.

—Tenemos que irnos —aclaro—. Rápido.

—Si.

Me agarra del brazo y caminamos entre la multitud mientras Demian es saludado por la mayoría de personas del lugar.
Y no me sorprende. Tengo el presentimiento de que él forma parte de esto y pese a incomodarme agradezco que haya aceptado mi petición de retirarme.

«Es respetuoso. Me gusta.»

Sonrío. Miro su espalda. Y quiero alejar cualquier pensamiento intrusivo sobre su figura que es totalmente mi tipo. Podría acostumbrarme a tener a Demian a mi lado, después de todo, es alguien agradable.

Ingresamos a un pasillo blanco con luces que titubean y el panorama es un tanto aterrador. Aun así, los gritos ya no retumban en mi cabeza.

—¿Adónde vamos?

Debo preguntar, quiero decir, no entiendo nada de lo que ocurre y menos cuando estoy junto a él. Pero por alguna razón permito que haga lo que quiera conmigo.

—A felicitar a un amigo.

—¿Llevará mucho tiempo? Es que tengo sueño —río debido a la aclaración.

Empiezo a sentirme somnoliento gracias a la bebida.

Él me mira sobre el hombro, pero no dice mucho, solo voltea al frente y abre una puerta cuando doblamos por el pasillo.

—¿Quién... —El tono es hostil—. ¡Hermano!

—No puedo creer que ese imbécil te haya llevado tanto tiempo.

«¿Hermano? ¿Demian tiene un hermano?»

Soy cuidadoso al ojear la habitación en donde nos encontramos. No hay mucho, la verdad. Solo hay unos cuantos casilleros oxidados, dos banquetas en el centro y un espejo gigante enfrente de ellas. Se trata de un lugar pequeño, pero lo que no es pequeño es el chico que abraza a Demian.

Son del mismo tamaño. Él es rubio, grande, de ojos celestes y cejas gruesas, al igual que oscuras. ¿Debería ver más? Bueno. Es inevitable. Está completamente expuesto, ya que solo lleva un short deportivo y una bata blanca. Es completamente atlético.
Si Lisa lo viera se le caería la baba desde el primer momento como a mí.

Él estrecha con mucha fuerza a Demian hasta que sus ojos se encuentran con los míos.

—Pero qué tenemos aquí...

En el momento que se separa del ojinegro me apresuro a presentarme.

—Hola, Dante Young. —Extiendo la mano—. Soy amigo de Demian. ¿Buena pelea?

Veo de reojo a mi "amigo", quien arquea una ceja.

—¡Ya veo! —El apretón de manos es agradable—. Pensé que eras un bravucón.

Él se burla de Demian, a lo que sonrío.

—En realidad —susurro—. ¡Lo es!

—¿Es así?

Se muestra interesado.

—¡Sí! —insisto. Aunque hago una pausa gracias a la confusión que me aborda—. Disculpa, ¿cómo te llamas? Creo que no te lo pregunté.

Divago porque no recuerdo lo que dije. A cambio, él rompe a carcajadas, por lo que su reacción me desconcierta un poco.

—Matthew —aclara—. Ese es mi nombre, Dante Young.

Algo me dice que se está burlando de mí, pero no le doy importancia. Quiero decir, mis pies están empezando a doler. ¿Cuánto tiempo caminé con Demian? ¡Dios! Necesito dormir. Además, me duele la espalda y estoy empezando a tener frío.

—Gané 6.000 dólares —carraspea Demian.

El rostro de Matthew se desfigura por las palabras de mi compañero.

—¿Por qué?

—Sabía que ibas a ganar. ¿Cuál es el punto? El idiota de Andrew no es bueno.

—Sabes que no puedes apostar una suma importante —reclama—. Puedes meterte en problemas.

Él se encoge y hace un gesto dejado, algo así como subir los hombros y chistar.

—No apuesto a menos que esté seguro de los resultados —dice—. Te preocupas demasiado.

«Demasiado ruidosos.»

—Demian, ¿podemos irnos?

La mirada de ambos se posa en mí. El rostro del recién nombrado se muestra sorprendido y su compañero, ¿hermano?, lo mira divertido.

—¿Eres una niñera?

—Cierra la boca.

Miro confundido a ambos.

—Me iré a casa. Nos vemos luego. —Él me agarra del brazo—. Asegúrate de volver y no irte... ¿Young?

Camino a Matthew para extender la mano.

—Nos vemos luego —repito—, Matthew.

Él curva la comisura de labios antes de aceptar el saludo.

—Está bien.

—Tú ven aquí.

Mi brazo es agarrado por Demian que reniega por lo bajo mientras la carcajada de Matthew resuena en la habitación.

***

—No es mi casa. —Desconcertado, observo la fachada del edificio del callejón—. ¿Demian?

—Sé que no lo es.

Frunzo el ceño.

—¿Entonces?

—Te quedarás en mi casa.

Mis labios se entreabren por la respuesta.

—Es peligroso. Y estás borracho —aclara y arruga la nariz—. Además, no eres de ayuda.

—¡Qué quieres decir con eso! —reclamo—. ¡¿Qué no soy de ayuda?!

Él abre los ojos de par en par por mi reacción.

—No estamos en un barrio privado, niñato —dice, molesto—. Estamos en una zona roja. Hazlo fácil y entra de una buena vez, si no quieres que tu culo termine en cualquier callejón.

Me siento disgustado. Aunque solo me limito a blanquear la mirada.

—Fue una mala idea seguirte —farfullo.

Cruzo por su lado para ingresar al edificio.

En primer lugar, no esperaba terminar así mucho menos tener que hacer una pijamada con Demian. Pero es mi culpa por haber aceptado. Él ni siquiera se esforzó por obtener una respuesta afirmativa, yo fui quien se vio motivado por la vista y acepté. Me vi tentado a cometer una estupidez y ahora estoy digiriendo las consecuencias.

—No hagas ruido.

La verdad no hay mucho que decir del ambiente del lugar. Es nefasto. El olor de la madera podrida. La pintura que se cae a pedazos, incluso los gritos de algunos inquilinos deja mucho que desear. Además puedo oír con claridad lo qué ocurre afuera del edificio.
Ahora comprendo la razón de porqué esas dos mujeres insistían en venir con nosotros de camino aquí.

«Qué desagradable.»

Él se adelanta a abrir la puerta al final del pasillo, luego de haber subido tres pisos, y se hace a un lado para que pueda entrar primero. Lo hago. Y el cambio de ambiente es una diferencia abismal.

Se trata de una habitación pequeña poco iluminada con las paredes pintadas de verde con una sola puerta, seguramente, hacia el baño. Seguidamente, hay una pequeña alacena de dos puertas, luego está la cocina, le sigue el refrigerador y sobre este el microondas. En la siguiente pared hay una ventana pequeña y debajo de ella hay un radiador de calefacción, el mismo que está a un lado de una cama bien tendida y a los pies de ella frente a la puerta una pequeña mesa de dos personas. Y por último, entre medio de ambas puertas, la de salida y el baño, hay un guardarropa.

Es un lugar ordenado. Agradable a la vista. No esperaba toparme con algo así luego de ver la fachada anterior. De hecho, lo juzgue muy rápido. Además, con solo inhalar, puedo percibir la fragancia de Demian por todo el lugar.

—Las zapatillas.

—¿Ah? ¿Si? Sí.

Me descalzo, sintiéndome aturdido. Luego de hacer a un lado el calzado camino hacia la alfombra de terciopelo de color roja que está en el centro del lugar.

—No te preocupes —dice mientras cierra con pestillo y pone trabas en la puerta—. Te llevaré a primera hora. No quiero imaginarme qué puede ocurrirme si algo te llega a pasar.

Arqueo una ceja.

—¿Lo dices por mi madre? —pregunto, divertido—. No deberías preocuparte por ella.

—Dile eso a las personas que le arruinó la vida.

—¿Arruinar? Solo mete a personas malas en la cárcel. ¿Cuál es el problema con eso?

Él se gira en el sitio mirándome con incredulidad.

—¿Solo a malas personas? —Él se burla—. Como sea —escupe sin darle importancia—. No es la gran cosa para un niño como tú, pero ponte cómodo. Iré al baño.

—No soy tan pretencioso...

La puerta se cierra y solo puedo quedarme en medio de la habitación sin hacer nada. No sé cómo llegué a esto, pero no puedo creer que Demian esté cuidando de mí. Tengo que disculparme con él. A veces soy una persona grosera u hostil sin darme cuenta. Además, el hecho de que él me haya invitado y yo acepté sin más, invierte la culpabilidad.

«Es un chico tranquilo.»

Me traslado hacia la ventana de la habitación y abro con cuidado las persianas. La calle es oscura y solo puedo ver un farol titilante, el cual ni siquiera ilumina muy bien. Las veredas están sucias y no hay mucho que ver.

«Somos tan diferentes.»

Trato de buscar otros objetos para conocer más a Demian, pero no hay mucho en el lugar. Se trata de una persona simple y ordenada. También puedo darme cuenta que por la falta de imágenes es alguien celoso con su vida privada.

Me siento en la cama y me recuesto.

—¿Estás cómodo?

—Sí —respondo—. ¿Adónde vas a dormir?

Él libera una carcajada.

—Estás en mi cama. ¿Adónde crees que voy a dormir?

Siento que se me baja la presión en el momento que se sienta, hundiendo el colchón. No puedo expresarme correctamente, de hecho, siento que no hay nada para decir.

—Lo siento —digo, nervioso—. No quería darte problemas. Fui maleducado contigo cuando solo has sido amable.

Él me mira sobre el hombro. Luego hace un movimiento con el cuerpo a fin de restarle importancia.

—Tranquilo —ríe, por lo bajo—. No voy a comerte.

Le golpeo el hombro porque sus palabras me generan acaloramiento.

—¡Eh! No juegues conmigo.

—Apártate.

Él toca con cuidado mi cadera para poder recostarse a mi lado. Luego me da la espalda.

—¿Vives solo?

—¿Ves a alguien más?

Presiono los labios.

—¿Por qué estás interesado en mí?

—Dante —reprocha.

—Me siento nervioso.

—No lo estés. No te haré nada —susurra—, por ahora.

Me siento de manera precipitada.

—¿Qué quieres decir?

Lo agarro del hombro para voltearlo y en el momento que lo hago solo puedo ver su sonrisa de diversión.

—Oh —suspiro—. Estás jugando conmigo.

Blanqueo la mirada.

—¡Ya duérmete!

Me agarra con tanta facilidad que vuelve a recostarme.

—Demian —lo llamo. Aun así, él no responde. —Soy gay.

¿Es necesario decirlo? No lo sé. Pero siento que él podría tomar distancia y las cosas volverían a ser como antes. No es que me moleste que se esté acercando a mí, pero no quiero tener problemas con él y mi orientación sexual.

—Ese es tu problema —responde. Luego hace una pausa antes de agregar. —Ya duérmete de una buena vez.

@ THE ALPHA OFC



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro