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¿Invitación?

DANTE YOUNG

—¡Alto! —grito—. ¡Gracias, Lizzie!

Mi compañera hace un ademán, algo así como levantar el pulgar mientras recupera el aliento y se retira del predio. Después camino hacia mis amigos. Al parecer no tuvieron una mejor idea que venir a verme a las prácticas de tenis antes del ingreso a clases.
Les sonrío y agarro la toalla sobre el bolso para ponerla en el cuello.

—Eh —saludo.

Al mismo tiempo, dejo la raqueta a un lado. Pero ella es agarrada por Lisa, quien activamente empieza a imitarme.

—Sabía que estarías aquí.

La miro de reojo antes de poner mi atención en Ethan.

—¿Y tú? —pregunto.

Él se muestra dubitativo.

—Iba a llamar a tu madre —dice con simpleza. Luego se encoge. —No eres alguien predecible cuando estás enojado.

Me divierte su respuesta, por lo que suelto una risilla.

—Por fortuna, mamá no sabe que vine a practicar frente al instituto, ni siquiera Dámaris —contesto. Seguidamente, acomodo las cosas para marcharnos a clase. —Ah —suspiro—. Efectivamente. Estoy muy enojado.

Lisa pasa el brazo por encima de mis hombros.
En cambio, Ethan se aferra a mi bolso deportivo para dejarlo en el suelo con el objetivo de sentarse en la banquilla.

—Y por eso estamos aquí —declara nuestra amiga. Después le guiña un ojo al ojiverde—, porque eres un enojón.

—¿Cómo no serlo? —replico—. Dámarias confrontó a Demian... ¡Es una lunática!

La cara de mis mejores amigos se desfigura por lo dicho.

—Tú hermana está demente —escupe Lisa—. En serio, ¿interrogar a Miller?

«Lo sé, Lisa. No es una novedad.»

Me siento y recuesto a Ethan mientras chequeo las novedades en la página de la preparatoria.

A continuación, siento que el ojiverde agacha la cabeza en dirección a la pantalla del celular. Y se acomoda en la banquilla, pasando el brazo por el espaldar. Por lo que, señalo la fecha del próximo encuentro de fútbol americano y le sonrío.
Él asiente antes de enarcar una ceja y ver a Lisa con incredulidad.

—¿Y si Miller intenta acercarse a Dámaris a través de Dante?

—¿Qué dices?

Nuestra amiga se muestra indignada.

—¡Espera, Lisa! —Me sobresalto, alejándome de Ethan con la finalidad de señalarlo—. Tiene un punto.

Ella mueve la cabeza y chasquea la lengua contra el paladar. Entonces se empina la botella de agua mientras ve de reojo a los demás llegar.
Con esto puedo asumir que la conclusión de Ethan para Lisa es errónea. Asimismo, siento que es alguien determinada al pensar que Demian intenta relacionarse conmigo.

«Solo fue una coincidencia.»

—Cambiando de tema —hago una pausa—, habrá una fiesta en mi casa —confieso—. No hace falta decirles que están invitados.

Lisa hace una mueca dejada.

—Ya lo sabíamos —dice con suficiencia.

Como respuesta enarco una de las cejas, sintiéndome incrédulo.

—¿Ah, sí?

—Tu hermana invitó a todos.

Mi cara es un cuento cuando escucho a Ethan.

—¿No lo sabías?

—Sabía sobre la fiesta —aclaro—, ¡pero no de una invasión a la propiedad!

Lisa pone la raqueta en mi cara.

—Ya basta —suspira—. No exageres. Eres un Young.

—Sé quién soy, pero...

Ella vuelve a golpearme la cara con la raqueta, por lo que se la arrebato y la miro mal.

—Ah. —Él suspiro de Ethan hace que giremos—. ¿Irá Sidny?

—¡Desde cuándo a ti te interesa esa! —escupe Lisa.

Yo me quedo sin palabras. ¿Sidney? ¿En serio? «¡SIDNEY THOMSON!»
Mi sonrisa se tuerce, porqué siento que debo golpear con la raqueta a este maldita cabeza hueca.

—Otro idiota —escupo.

—¡Eh! —reprocha Lisa, sintiéndose tocada.

La miro mal.

—Estúpidos.

—¿Eh? —pregunta desconcertado. Luego sonríe perversamente. —¿Acaso quieres que me interese en ti?

Su cercanía me pone tenso. Y por alguna razón siento calor en las mejillas, ¿por qué? ¡Eso es evidente! Porqué también es un idiota al que le gusta molestar, ¡es mutúo!
Su respiración en mi cuello me obliga a sentarme recto y desvío la mirada a Lisa para pedirle ayuda. No obstante, ella disfruta de mi incomodidad. Así que, levanto la mano y la paso por mi cuello, viéndola a los ojos.

«Elegiste el camino de la traición.»

A Lisa le gusta verme exaltado, según ella, es gracioso cuando los demás me agarran con la guardia baja.

—Eh.

Me volteo gracias al suspiro de Ethan sobre mi oído y verlo tan cerca de mí me obliga a poner una mano en su cara y alejarlo. Él se queja. Y su balbuceo me enfurece.

—¡Déjame! —insisto, sintiéndome avergonzado—. No juegues así conmigo.

—Te gusta —señala Lisa.

Mi rostro se desfigura. Asimismo, me pongo de pie como si fuera un resorte.

—Deja de burlarte de mí —ordeno—. No es divertido.

Ella se encoge.

—Para mí, claro que lo es.

—Ya, Lisa —ríe Ethan—. ¿Acaso no ves que Dante va a explotar? Mejor ve a ducharte.

Me aferro a su camisa y lo zarandeo de un lado a otro mientras escucho su risa.

—A veces pienso que Ethan sí podría... —No concilia la oración.

Ella guarda silencio. Y apuesto que Lisa se calló debido a la mueca de ambos.

—No lo menciones.

—Ethan es más hetero que tú, Lisa —reniego—. Aunque podría dudarlo.

Él realiza un movimiento con las manos.

—Están locos.

—Tiene razón. —Me cruzo de brazos—. No podría fijarme en alguien como tú. ¡Simio!

El ojiverde lleva una mano al pecho.

—¡Auch! Eres rudo conmigo —lloriquea—. Podrías tener más tacto al rechazarme.

—También me rompió el corazón. Nos hemos enamorado de la persona equivocada, Ethan —dramática, gimotea Lisa.

Frunzo el ceño. De hecho, enarco una de las cejas al sentirme incrédulo por el espectáculo. Aunque honestamente no puedo quejarme, quiero decir, extrañaba coincidir con ellos.
En el receso fue una odisea juntarme con Ethan, ya que tiende a viajar con sus padres y Lisa solo aparecía para desearme "buenas noches".

—Entonces —hago una pausa para aferrarme al bolso—; ¿Sidney Thomson?

Juego con las cejas. A cambio, él sonríe de lado y sube los hombros.

—Intercambie algunos mensajes con ella —confiesa—. Y antes de que lo pregunten —suspira con entusiasmo—. No se los dije porqué sé que Sidny no les agrada.

—A mí me da igual.

—No seas mentiroso.

Me reprocha Lisa.

—Bueno —silbo—, te va a romper el corazón.

—¿Quién lo dice? —replica—. Solo voy a divertirme.

—¡Eso es campeón! —exclama Lisa. A su vez, lo codea. —Aprendiste de mis errores.

—¿Qué puedo decirte? Eres una buena profesora.

—No abuses del sarcasmo.

—¿De qué te quejas? —La miro divertido—. La verdad no debería dolerte.

—Son unos pésimos amigos.

***

—¡Ethan!

Pongo la toalla sobre la cabeza para secarla.

—Dónde dejaste mis cosas.

Blanqueo la mirada y refunfuño gracias a su silencio, ya que habíamos acordado que iba a esperarme en los vestidores. Pero para él fue más fácil abandonarme.
«Se hará tarde.» Pienso. Así que, registro con entusiasmo el casillero, al igual que el bolso, y me veo obligado a tirar las cosas porque no encuentro la camiseta que guardé antes de la práctica.
Aunque no consigo dar con ella. Me frustro. Y dejo caer el cuerpo sobre la banca e inhalo con fuerza para conservar la calma.

—No puedo salir así —resignado, suspiro—. Espero que tengas una camiseta o realmente voy a matarte, Ethan.

Agarro el teléfono celular para comunicarme con él. Pero sin previo aviso mi cabeza es cubierta por una prenda oscura.
Entonces una fragancia intensa se apodera de mis fosas nasales y me atrevo a decir que ella es exquisita.

«Desde cuándo Ethan huele bien.»

—¡Hombre! Ya era hora de cambiar de perfume. —Huelo la prenda y disfruto de su aroma—. El que tenías no te favorecía.

Me río con fuerza. Aunque mi sonrisa se desvanece en el momento que me encuentro con Demian recargado en el casillero. Él está de brazos cruzados y completamente desnudo. En realidad, solo lleva puesta una toalla blanca en la cadera.
Trago con fuerza. Al mismo tiempo, las alarmas de mi cabeza se activan y me limito a hacer un escándalo en ella. Me revuelco en mi propia miseria cuando mis ojos admiran un cuerpo definido.
También pienso que esta vez no hay escapatoria y mi cabeza va a terminar en la entrada de la preparatoria. ¡Soy un mirón!

«Sé que no he sido tu mejor soldado, pero no me abandones ahora.»

—Miller.

Soy incapaz de ser oído. La voz se estanca en la garganta y está negada a ser oída. ¡Yo! ¡Yo estoy negado a hablar!

—Buen perfume.

Mi cabeza me juega una mala pasada. No sé si estoy nervioso porque: a) me puede partir a la mitad, o b) no puedo dejar de ver su cuerpo.
El boxeo o lo que sea que él haga le sienta bien y no pienso discutirlo. Sobre todo la tinta que adorna su piel, desde el brazo izquierdo a su cuello.

Por su parte, él sonríe cuando hablo. Y esto me saca del trance en el que caí, por lo que me pongo de pie y extiendo la prenda.

—Eh, toma.

Aun así, levanta la mano y se niega a recibirla.

—Tómala.

Entonces me atraviesa una especie de deja vú y la comisura de mis labios se curva.

—No es necesario —carraspeo—. Llamaré a mi amigo.

Él enarca una de las cejas y se muestra incrédulo por lo que acaba de escuchar.

—Dudo que él tenga una. —Sonríe—. No se olvida de sí mismo porque no puede.

Y estoy obligado a darle la razón.

—Llamaré a mi hermana.

—Solo tómala, Young. No voy a morderte.

Bajo la mirada.

La simple idea de imaginarme algo así hace que oprima los labios gracias al calor en la cara. Subo los hombros. Y lo observo ligeramente antes de volver a bajar la mirada, porqué él se dio cuenta de que lo estaba viendo. ¡Demasiado!

«¡Mierda! ¡Mierda! No mires tanto, joder.»

—Te veo preocupado por mí —dice—. No deberías, porque tengo otra en el casillero.

Él se gira para marcharse, pero me apena tanto ver su espalda y quedarme embobado. Así que, me aferro con fuerza a la banquilla a fin de juntar energía.

—Haré una fiesta.

Mi corazón se exalta, pero siento que es lo menos que puedo hacer por él. Después de todo, acaba de salvarme.
Él se detiene mientras los músculos de su espalda se contraen y debo morderme el labio inferior para no distraerme.

—Están todos invitados.

Trato de excusarme, porque no quiero mostrarme desesperado por su aprobación. Es decir, siento que todo esto es absurdo, pero por alguna razón estoy obligado a aceptarlo.

—Veré qué hacer —responde a secas.

Y cuando lo veo desaparecer el alma me vuelve al cuerpo.

—Gracias, Demian —suspiro.

Veo la camiseta negra y relamo mi labio inferior mientras las imágenes de su torso desnudo aparecen en mi cabeza.

«Tengo que dejar de juntarme con Lisa. Soy un pervertido.»

—Qué le diré a esos idiotas —susurro, cubriéndome la boca—. Estoy frito.

@ THE ALPHA OFC

***

Lisa Anderson en Multimedia.

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