Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Imbécil

DANTE YOUNG

—Aún no puedo creerlo.

Mi hermana vuelve a recalcar lo anterior.

—¡Es insólito!

La veo de reojo. Aunque termino riendo gracias a su evidente y para nada disimulado desconcierto.

—Fue inesperado...

Las imágenes del día anterior vienen a mí.

—Pero tienes que admitir que Demian no es tan malo después de todo.

Ella no responde solo se aferra con fuerza al volante.

«Tengo el presentimiento de que tuvieron una conversación acalorada.»

—Por cierto, ¿hablaste con papá y mamá?

—Sí. Ellos vuelven la semana que viene. Así que este fin de semana tenemos otra fiesta.

Levanto la mano. Y agito la cabeza de un lado a otro.

—Me niego.

«No quiero volver a hacer una locura.»

Ella se ve sorprendida.

—¡Anda!

Reprocha mientras palmea el volante.

—¡Irán todos! —insiste. —Voy a hablar con Lisa y Ethan. Esto no va a quedar así.

La miro de reojo.

«¡Gracias a Dios ya no se comporta como una idiota!»

No aguantaba su mal genio. Supongo que la charla con Demian dejó en claro que no estamos involucrados. ¡Al fin!
Además, el día de ayer fue bastante agradable. No sabía que Demian era tan bueno jugando juegos de mesa, es más, me venció. Y no es por tirarme flores, pero yo soy el mejor de mi familia. Luego el día paso rápido. Aunque tampoco es que hiciéramos demasiado.
Después de merendar el boxeador se marchó. Es un desenlace inesperado y dramático luego de la tormenta.

No tengo la oportunidad de conocerlo a profundidad. La confianza se construye en silencio. Ahora mismo es repentino creer que tengo una amistad con él. Y siento que seguir hablando con él será inevitable.

—Por cierto.

Dámaris titubea a la hora de hablar.

—El idiota de Alex me envió algunos mensajes.

Enarco una ceja.

—¿Es así?

Ella oprime los labios. Después asiente dubitativa.

—No son la gran cosa. —Se encoge restándole importancia. —No puedo creer que alguien como él crea que puedo llegar a responderle. ¡Ja! Perdedor.

—Eres mala. —La duda rápidamente pasa a ser parte de mis pensamientos. —¿No lo habías bloqueado?

Ella me mira desconcertada.

—Claro que lo hice, Dante. —Dámaris suena indignada. —Él cambió de número otra vez...

—Qué acosador.

—Deberías hablar con Lisa —aconseja en voz baja—. Ella es alguien sensible. Debe tener cuidado con ese imbécil.

«Lo sé más que nadie.»

—Está bien. Me voy. —Abro la puerta del copiloto. —No hagas una estupidez.

Ella arquea una de las cejas con incredulidad.

—Por favor.

No tardo en dirigirme hacia la entrada. Ayer no dormí. Estuve pensando en la extraña relación que estoy formando con Demian. ¡Sé que no tengo que darle vueltas al asunto! ¡Pero lo hago! No puedo evitar pensar en él. En cada gesto que tiene conmigo. Además, trato de recordar lo que sucedió la noche anterior. ¿Qué hice? ¿Qué hicimos? ¿Por qué terminé con él? ¿Por qué se interesó en mí de la noche a la mañana? ¿Acaso quiere burlarse de mí por mi orientación?
Tengo muchas preguntas, pero cuando las hago él no responde solo me mira como si se estuviera hipnotizado.

«Eso sería decepcionante.»

Un escalofrío asciende por mi espalda cuando alguien se cuelga de mí.

—¿En qué piensas, Dan?

La voz de mi mejor amiga me hace sonreír. Aunque no puedo evitar suspirar.

—¿Adónde estuviste? Te fuiste de la fiesta sin decirnos adiós. ¿Acaso nos cambiaste? Te envié muchos, pero muchos mensajes, ¿lo sabías?

Subo los hombros, por lo que Lisa rechista con fuerza. En realidad, leí cada uno de sus mensajes, pero estuve ignorando mi celular.
No quería ser interrogado.

—Dilo de una buena vez. —Me agarra la mejilla con fuerza.

—¡Eh!

Me mofo.

—¿Adónde fuiste?

—No lo recuerdo —hablo en voz baja—. Cuando me percaté ni siquiera sabía adónde estaba.

—No vuelvas a beber. Eres pésimo. —Se burla de mí.

—Lamentablemente.

—Hablando del rey de Roma.

Ambos giramos en el lugar para ver a Ethan.

—¿Dónde te metiste?

Frunzo el ceño cuando me ataca.

—No lo recuerda, ¿puedes creerlo? —Lisa se adelanta a decir con cierto desdén. —En conclusión, no tenemos que dejar que Dante beba.

Él hace un ademán de afirmación.

—Lo tengo.

—Sigo aquí —recuerdo en un suspiro—. Les prometo que no volveré a tomar una gota de alcohol.

—Es lo que diría una persona que volverá a tomar alcohol.

—Lisa tiene razón.

—Por favor, saben que no bebo. Solo fue...

—¿Por mal de amores?

—¿Por ser un fracasado?

—¿Por no saber qué quieres para tu vida?

—¿Por qué son crueles? —Los miro de mala manera. —Ni siquiera me cuestionaría algo así... Solo quería relajarme...

Ambos blanquean la mirada.

—¡Claaaro!

Lisa mira con cierta complicidad a Ethan.

—Sueles relajarte jugando al tenis. —Él palmea mi espalda. —Qué tonterías dices. Ve con ese hueso a otro perro.

—Por favor, chicos.

Empezamos a reír. Aunque el ambiente agradable está obligado a terminar en cuanto mis ojos viajan al final del pasillo. Demian camina hacia nosotros con su grupo de "amigos". Él curva la comisura de sus labios en el momento que cruza miradas conmigo. Solo basta ese gesto para que me quede en blanco como si se tratara de algo significante cuando no lo es. Entonces lo escucho reírse y sin querer tengo que bajar la cabeza al suelo.

Trago con esfuerzo.

La idea de haber compartido la cama me genera cosquillas en el estómago. El dolor es insoportable, al igual que el acaloramiento que asota mi rostro con violencia.

«Te detesto.»

—Está bien. Dime qué carajos pasó después de la fiesta.

Lisa se pone de pie delante de mí. Ella acapara toda mi atención y muy pronto Ethan también cuando se cuelga de mi hombro.

—No pienso dejarte ir hasta que hables —susurra el cómplice de mi amiga.

«Maldito F.B.I.»

Levanto las manos en señal de rendición.

—No lo sé. Él me intimida —alarmado, confieso mi honesto sentir—. Me incómoda.

La respiración de Ethan acaricia el cuello, por lo que me veo obligado a verlo desconcertado. La mente me juega una mala pasada en cuanto imagino el cuello tatuado de mi nuevo amigo.

Cubro la cara de mi mejor amigo e instantamente lo alejo.

—¡Aléjate de mí!

—¿Dante Young siendo intimidado?

—¿Estás rojo? —Ethan empieza a fisgonear.

La ceja arqueada y la mirada incrédula de Lisa hacen que desvíe la mirada.

—Estoy siendo honesto —replico con vergüenza—. Detengánse. Ambos.

De mala manera, me hago a un lado para evitar seguir siendo cuestionado una vez más. No necesito ser señalado. Además, siento que me estoy olvidando de algo importante cuando miro a la pelirroja enfrente de mí.

—Iré a jugar.

—Solo estamos bromeando. No te pongas a la defensiva.

—¿Crees que ser interrogado es gracioso? —Aprieto la mandíbula. —Piensas que soy un idiota que le oculta esa clase de cosas a sus amigos.

El ojiverde tira de mí en señal de reproche.

—¡Dante!

—Hazme el favor de soltarme.

Agito con violencia el brazo para liberarme del agarre para marcharme.

«Qué dolor de cabeza.»

***

Las gotas salpican las cerámicas de los vestidores. No tengo la energía suficiente para vestirme. Mi deseo es quedarme aquí adentro hasta que termine el día. No quiero ver a mis amigos. Se volvieron igual de molestos que mi hermana.

—Dante Young.

Espabilo en el momento que reconozco la voz que me llama. Me levanto y me aferro a la toalla que envuelve mi cintura cuando me encuentro con Alex.

—Eh —saludo. Luego agarro la camiseta. —Qué sorpresa.

La ironía es evidente. Aunque es un idiota que ni siquiera comprende lo que se le dice de manera directa o indirectamente.

—No puedo creer que te haya cruzado aquí solo. Creí que estarías con Demian.

—¿Por qué lo haría? —divertido, pregunto.

De modo que arqueo una de las cejas cuando no recibo una respuesta.

—No lo conozco. Tengo suerte.

Él se muestra pensativo, un chiste de mal gusto. No contesta.

—¿En serio?

Frunzo el ceño.

—¿Desde cuándo tengo que rendirle cuentas a alguien como tú?

—¡Vamos, Young! Sé más amigable. No te haría mal.

«¿Ser amigable con personas como tú? Es un chiste de mal gusto.»

—No. —Muevo la cabeza de un lado a otro mientras me pongo las zapatillas. —Esa mierda no es lo mío.

—¡Mierda! —Él libera una carcajada. —Te has vuelto más bocón. ¿Tú hermanita sabe que el niño bonito dice palabrotas?

Subo los hombros de mala manera.

—No lo sé —suspiro—. A lo mejor sabes, quiero decir, estás en contacto con ella, ¿no es así, Alex?

Le dirigo una mirada fugaz. Maliciosa. Me atrevo a burlarme de él, porque lo detesto.

—¿Qué hay entre ese sujeto y tú?

El ambiente se torna pesado, por lo que enarco una de las cejas y lo veo con incredulidad. No puedo creer que esté en una situación como está y que Alex sea la persona involucrada.

—Creí haber sido lo suficientemente claro contigo.

—No te atrevas a mentirme.

—¿Por qué? ¿Sigues en el papel de amigo sobreprotector? Jódete, imbécil.

La rabia me atraviesa cuando la frialdad de sus oscuros ojos me apuñala, tal y como sucedió aquella vez. Creí tener la confianza de mantener una buena relación con este sujeto, creyendo que era realmente un buen amigo. Pero es un impostor. Un sucio impostor.

—Niño bonito. Deja de hacerte el duro, ambos sabemos que no eres así.

Me siento abrumado. Tengo que respirar hondo para evitar que la mente me traicione.

—Vete de aquí.

—¿Por qué razón lo haría? Estamos en el instituto —recuerda con arrogancia, haciéndome tensar la mandíbula—. Vuelvo a preguntar. Me dijeron que te fuiste de la fiesta con ese tipo. Piensas que es honesto, ¿Demian Miller? Él está jugando contigo. No seas ingenuo.

—Lo sé. —Mis palabras lo sorprenden. —No sé qué pretende, pero no me interesa. Prefiero que alguien como él esté sobre mí antes que un maldito sucio como tú.

El golpe es sordo. La visión por un momento se distorsiona. Tengo que sostenerme del banquillo para evitar caer al suelo por completo. La cerámica es manchada por un líquido espeso de color rojo cae de la nariz.

«No puede ser.»

Trago con dificultad. Al mismo tiempo, la respiración pasa a ser irregular mientras el pulso se dispara con violencia. No puedo evitar sentirme acorralado cuando veo sangre en la yema de los dedos.

—La próxima vez... —Él se acuclilla a mi lado, aferrándose con fuerza a mi nuca. —Recuerda que sucedió entre nosotros. No querrás que todos ellos se enteren, ¿o si?

Los músculos se contraen por el miedo. Entonces la respuesta cae limpiamente:

—Está bien.

Bajo la cabeza. No tengo valor para levantar la voz y pedir ayuda. Sé que hay personas en los pasillos, pero su amenaza pesa más que cualquier otra cosa porqué se trata de mi dignidad. Una vez más me siento humillado. Los ojos pican. No sé definir la sensación que siento cuando él besa mi cabeza con fuerza. Estoy ahogado por la rabia que me reprime.
Entonces cuando me deja solo me limito a aguantar las ganas de llorar al morderme el labio inferior. Agarro el borde de la camiseta y con ella limpio la sangre que cae de la nariz. Aunque algunas lágrimas brotan sin mi consentimiento, no doy el brazo a torcer cuando el dolor se intensifican junto al nudo en la garganta.

—Imbécil...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro