05
Jennie empujó a Mino por el hombro por tercera vez consecutiva en esa noche.
Él se tiró cayendo de espaldas a la cama, quizás harto de rogar a Jennie por un poco de atención, sus dientes fuertemente apretados. El enojo dominando cada facción del atractivo rostro de Mino.
- ¿Por qué no me dejas tocarte? - Mino preguntó a Jennie.
Jennie no respondió, ella siguió arreglándose en su vestido, mirándose en el espejo, tratando de aclarar sus pensamientos.
Jennie se observó detenidamente, su prolijo e impecable vestido negro era hermoso. El diseñador hizo un perfecto trabajo con sus objetivos de la prenda, haciendo lucir su cremosa pálida piel. Su delicioso perfume flotaba alrededor, su castaño cabello cayendo sobre su frente, brillante y lacio. Como le gustaba que se viera.
- Porque no tengo ganas. Fin de la historia - dijo.
Han pasado dos meses desde su último encuentro con Lisa, en su departamento. Desde su discusión en el pasillo no le habló, llamó o prestó demasiada atención. Cada vez que se encontraban en su casa sólo se ignoraban y seguían en lo suyo.
Jennie subía a su cuarto, se encerraba y esperaba pacientemente a que Lisa se largara. Eso se volvió monótono.
Quizá porque no podía soportar saber que Lisa ya no le miraba como antes. Esa adoración leal ya no estaba en sus ojos.
Ahora sólo quedaba la incomodidad y el espectro de la relación que alguna vez tuvieron.
Odiaba tratarla como a una desconocida.
Odiaba tenerla lejos.
Odiaba que ya no le sonriera.
Odiaba el hecho de que Lisa ya no la quería.
Jennie se odiaba a sí misma.
Jennie estaba volviéndose loca, todos y cada uno de los días transcurridos, no lograba pensar en otra cosa que no sea Lalisa Manoban.
Lisa atormentaba su mente y pensamientos.
Cada que escuchaba a su papá hablar de cómo Lisa le iba exitosamente por la vida deseaba ahogarse. Ella únicamente podia rodar los ojos. Deseaba dejar de sentir lo que fuera que sentía tan fácilmente como Lisa hizo con ella.
Mino estaba seguro que le sucedía algo, bueno, Jennie ni siquiera aparentaba no estarlo. Le molestaba todo lo que Mino hacía.
Cuando Mino le besaba, automáticamente se alejaba. Cuando la acariciaba, le rechazaba. Cuando le hablaba, la ignoraba. Cuando le buscaba, le gritaba que no tendrían nada. Eso frustraría a cualquiera.
Mino se estaba hartando por su insólito comportamiento, tanto como Jennie estaba hartándose de la frialdad y la distancia de Lisa. Era justo desde su perspectiva. Aunque ningúna fuera una víctima. Esta noche vería por última vez a Lisa, ya que ella había anunciado su temporal pero larga partida a América.
Lisa dijo algo similar a ampliar la empresa. Su padre organizó una fiesta de despedida, todos irían y claro, ella no podía faltar, pues siendo la hija del organizador era una obligación. No quería ver a Lisa con esa maldita chica, sabía que ella asistiría. Tuvo que aceptar a regañadientes, que Roseanne, era hermosa y perfecta, con buenas curvas. Si no estuviera fascinada por Lisa habría salido un par de veces con aquella chica.
Aunque no la había visto desde aquel día.
Puto día, gruñó Jennie.
Mino le seguía desde atrás a una distancia prudente.
Jennie suspiró, su relación iba colapsando a una
velocidad inimaginable, cayendo en picada. Ni siquiera podía besar a Mino sin imaginarse que era Lisa.
No, no, no. Eso no podía ser.
¡Ella amaba a Mino! Pero porque tenía esas dudas latentes siempre persiguiéndole.
Las odiaba.
Odiaba a Lisa por tenerla así.
Odiaba a Mino por haberle pedido que buscara consejos.
Se odiaba por no poder olvidar a su consejera.
Mordiéndose el labio inferior, observó a su padre llegar hasta ellos, la fiesta se haría en su casa, todos los invitados estaban allí, excepto Lisa y Rosé que aún no llegaban.
Deja de pensar en ella.
Asintiéndose a sí misma, miró a su padre con una sonrisa tensa. Yuna venía de la mano con él. La verdad sea dicha, la chica le caía más o menos bien. No era vanidosa ni pretenciosa. Toda la ropa de marca que llevaba puesta esa noche la había comprado ella misma.
Yuna es diseñadora de modas, fue así como conoció a su padre. Yuna visitó a su padre para una fiesta e inmediatamente habían conectado o algo así. La diferencia de edades no fue un impedimento para ellos. El mayor coqueteó hasta que Yuna accedió a darle su número telefónico. De eso ya hace un año atrás, Jennie la conocía hace apenas meses, pero con suerte deseaba que su padre se quedará con aquella chica divertida y natural, le gustaría que fuera parte de la familia. Además, Yuna es perfecta para su padre y soportaba su burdo humor de "No es mi estilo." Sintió el apretado abrazo que Mina le dio por los hombros. Alejándose, le sonrió sin soltarla.
Yuna siempre insistía que Lisa le gustaba para ella.
Dios la escuche.
- Hola, Jen - dijo Yuna - Te ves hermosa esta noche - comentó observándole de pies a cabeza.
Jennie casi sintió que se sonrojaba pero pudo controlar el rubor en sus mejillas.
O eso pensó.
- Tú también te ves bien, papá está lindo. Hasta parece tener sólo treinta años y no casi cuarenta - dijo fuerte y claro. Sabía que a su padre le molestaría su despiadado comentario.
El mayor se giró para mirarle con una sonrisa molesta.
Su padre se acercó y tomó a Jennie encerrando su brazo por el cuello de su hija que comenzó a medio reír medio toser.
Yuna golpeó el hombro del mayor para que la soltara.
- ¡Eh, cuidado con lo que dices niña! - advirtió.
Jennie se echó a reir.
- No querrás que papi se moleste contigo. ¿No, bebé?
Jennie sonrió apenas.
Sus mejillas se calentaron mientras era fijamente observada por Lisa.
- Llegó la amiga de papi - murmuró muy bajo.
Todos los presentes observaron a Lisa entrar del brazo con Rosé.
El organizador de la fiesta se volteó con el resto de las demás personas admirando a la protagonista de la gran noche.
- ¡Bienvenida! - exclamó él mayor, Abriendo sus brazos a cada lado de su cuerpo.
Su padre se dirigió directo a Lisa. Jennie no se movió de su lugar, jadeó en voz baja.
Lisa se veía hermosa con su blusa blanca y su pollera tableada. No llevaba una campera de cuero ni nada, su blusa estaba abierta descubriendo un poco de su pecho.
Su hermoso y sedoso cabello estaba con unos hermosos rizos sobre las puntas. Sus labios rosados hacían a Jennie querer sentirlos contra los suyos, sus ojos pasaron de su padre a Yuna para finalmente, volver a mirarle a ella.
Jennie tragó saliva.
Un nudo se desarrolló en su garganta.
Su boca se secó y sintió como si hubiera estado masticando arena. Sus ojos no se apartaron de Lisa por unos minutos.
Ambas sólo se miraban. El enojo que Jennie sentía, desapareció.
La necesidad surgió y la excitación le golpeó con fuerza. Como la había extrañado. Su pecho se apretó al recibir una pequeña sonrisa. Una explosión de fuegos artificiales nubló su mente.
¡Y sólo fue una sonrisa! No quería imaginarse lo que sentiría al hablarle o siquiera tocarle. Jennie cerró los ojos por un instante, tratando de controlar su cuerpo y emociones. No podía ser, no creía que sintiera eso por Lisa.
Suspirando dejó caer la cabeza por un momento, frotando su frente con nerviosismo. ¿Tanto dependía de Lisa? Sentia algo pero no descifraba qué.
Lisa dudó en acercarse a saludarla ya que Lisa seguía del brazo con Rosé, desviando por fin sus ojos vio a Roseanne mirarle con curiosidad. Su corazón se congeló al verla susurrar algo al oído de Lisa, ella miró a Jennie y luego asintió.
"¿Qué le dijo?"
"¿Por qué Lisa sonreía burlonamente ahora?"
- ¿Amor? - escuchó a Mino hablarle.
Apartando los ojos de la feliz pareja, Jennie miró a Mino.
Rodó los ojos cuando Mino besó su mejilla y abrazó su cintura.
- Vamos atrás y divirtámonos. Esto es aburrido - decía haciendo muecas.
Jennie apartó el brazo de Mino lejos de ella. Mino torció los labios pero no dijo nada.
- Ve solo, Mino. - Jennie le dio la espalda a su padre y Lisa, no quería seguir siendo testigo de la felicidad de su nueva relación, tenía suficiente con saber que se iría y ya no le vería, al menos no por un largo tiempo.
- Te necesito a ti para divertirme - insistió.
- No.
- ¡Por favor! - Jennie vio a Mino.
Sintió culpa por tratarle de esta manera injusta pero todos los sentimientos que tenía, los problemas y confusiones eran su maldita culpa para empezar.
Fue Mino quien la incitó a terminar de esta forma. Si él no le hubiera hecho caso ni herido con sus palabras quizás lo besaria, bailarían y se divertirían como una pareja normal pero ya no existía siquiera ese amor que juraba tenerle. Ni la atracción, no había nada y ninguno podía negarlo por más tiempo. Mino envolvió su mano y la arrastró hasta uno de los pasillos aislados y se acercó.
Su rostro inusualmente serio.
- Sabes Jennie, yo traté de que esto funcionara - Mino dijo.
- ¿Qué?
- Sonará cruel pero si no te lo digo es como si siguiera mintiéndote y sé que esto ya no está funcionando... ya no te amo. - Raramente, esas palabras no le hirieron.
Le sorprendieron, sí, pero nada más.
- Sé qué tú tampoco me quieres. - Mino se encogió de hombros un tanto divertido por la absurda situación.
- Desde hace meses lo noté, yo te amaba y mucho pero... - Él no encontraba las palabras adecuadas para describirle sus propias emociones. - Simplemente no te amo y ya. Seguir con esta farsa sería una estupidez.
Jennie se rió tan fuerte que algunos invitados se giraron para observarles.
- ¡Eres un completo idiota. Mino! - exclamó, casi histérica.
- ¿No estás enojada? - preguntó Mino, impresionado por que ella se lo esté tomando tan bien.
Jennie negó, no podía ni tenía el derecho de estarlo,
no luego de haberlo engañado. No una, sino tantas veces.
- No.
- Jennie... yo, um... ¿Cómo terminar esto sin parecer un imbécil? - Sonrió. - En verdad, deseo lo mejor para ti. Digo, eres una chica increíble sólo que no eres para mí.
Jennie se rió por primera vez verdaderamente.
- Opino lo mismo. Mino, sé que encontrarás a alguien... que te entienda y llene tus expectativas. Ese alguien especial.
Ahora, ¿Debería decirle a Mino la verdad? Si era cierto que ya no le amaba no se molestaría.
- Mino, quiero decirte algo - Mino asintió.
- Adelante, dilo.
- No es algo fácil de decir, supongo. - Tragó saliva.
La hora de la verdad, ondulando la mano hacia ella, la llevó atrás, rascando su nuca en señal de nerviosismo.
- Claro que sí, sólo tienes que soltarlo, sea bueno o malo yo...
- Yo te engañé... muchas veces. - Jennie plantó su palma, en la frente.
Mino abrió la boca varias veces pero sin soltar nada.
Oh Dios, quería salir corriendo de allí.
Mino parecía estar dirigiendo la noticia.
- ¿Qué?¿Qué hiciste qué?
- Pensé que no te molestaría porque me terminaste y dijiste que no me amabas. No lo entiendo, no deberías de hacer esto un drama - dijo rápidamente.
- Ya no te amo, pero aún te quiero. - Mino le miró dolido, fue una mala idea esta mierda de la sinceridad.
- Jennie, yo pude ser cruel pero ¿Engañarme? ¿Cómo pudiste? Pensé que... yo confiaba en ti.
Jennie se mordió el labio. La honestidad no siempre era buena, ahora debía seguir diciéndoles. Ya no había vuelta atrás.
- Yo...fue tu culpa. - Señaló a Mino hundiendo el dedo en su pecho.
Mino abrió la boca, sorprendido.
- Tú me rechazaste y despreciaste. Joder, estábamos teniendo sexo y tú dijiste eso ¿Cómo crees que me sentí? - decía sin poder mirarlo. - ¡El que yo te haya dejado de querer fue tu maldita culpa! Yo busqué consejos para satisfacerte
Al final fui yo la satisfecha, lo pensó pero no lo dijo.
- Y aprendí, poniéndolo en práctica con alguien más. Esa es la puta verdad.
Jennie estaba jadeando. Por fin sintió alivio en los hombros como si una gran carga se hubiera desplomado a sus pies.
- ¿Con quién? - Mino murmuró.
- Eso ya no importa. - Jennie tomó cada lado del rostro del mayor, Mino le miró directo a los ojos y Jennie deseó que un agujero la tragara. Podía ver el dolor en ellos pero no se arrepentía de decir la verdad. Al fin y al cabo se acabaría enterando tarde o temprano. - No quería seguir mintiéndote. Tal vez por eso no podía estar contigo o siquiera mirarte sin sentir culpa.
- Sólo dame un poco de tiempo y me recuperaré.
- ¿Estarás bien? En realidad, no fue tu culpa. - Mino creía que sí era su culpa. - Ni siquiera lo pienses. No es culpa tuya, fue una decisión que yo tomé. Pude haber dicho no pero yo lo quería, no hay excusas para una traición.
- Lo siento por todo - susurró.
Alejó las manos de Jennie suavemente y se dirigió a la puerta del jardín. Necesitaba tomar aire fresco. No podía evitar sentirse mal. Es decir, él quiso a Jennie y mucho. Saber que ella lo engañó le dolía estúpidamente demasiado.
Esto lo busqué por mí mismo.
Rió lastimosamente. Su corazón se ahogaba poco a poco en la culpa. La cabeza abajo, los codos en cada rodilla y sentado en aquel escalón de la parte trasera de la casa sintió sus ojos arder.
Fracasó en otra relación más y todo por su idiotez.
Aspiró aire en el momento en el que vio unos zapatos negros delante suyo. Elevó los ojos vidriosos lentamente encontrándose con alguien que no tenía ganas de soportar en ese momento. Mino vio como él le extendió una cerveza. Y la tomó.
- ¿Corazón roto? - preguntó Luca, sentándose a su lado. Mino asintió.
- No te carcomas la cabeza, idiota. Siempre dicen que por algo suceden las cosas ¿verdad? - Bebió su cerveza en silencio.
La fría cerveza alivió su garganta reseca. Necesitaba mucho alcohol, mucho
- ¿Lo crees en verdad?
- ¿Qué eres un idiota? Sí, lo creo.
Mino sacudió la cabeza. Luca no era bueno consolando ni aunque su vida dependiera de ello.
- Simpático.
- Deja de lloriquear, Mino. A tu mamá no le gustará saber que eres un fracasado hasta en tus malditas relaciones.
- Siempre tan amable, hermanito.
- No soy tu hermano - gruñó - Que tu padre se haya casado con mi madre no significa nada.
- Eso te convierte en mi hermanito. - Mino sonrió, distrayéndose de sus pesimistas pensamientos por un momento.
Luca le miró fijamente y sacudió la cabeza.
- No me gusta pensar en ti como un hermano - Frunció el ceño.
- ¿Por qué no? ¿Qué hay de malo en ser hermanos? Somos familia.
Luca bebió un largo trago, luego miró a Mino y sonrió tenebrosamente haciendo que la espina dorsal de Mino se estremeciera.
- Porque no me gusta pensar que quiero follar a mi hermano y tampoco quisiera pensar en como mi hermano me está follando. Esa es la razón.
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