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02

Una semana después, Jennie quería tener nuevas clases al instante, pero al ver a su padre no lo creía tanto. Se había besado con su mejor amiga, eso estaba mal, muy mal por donde lo viese. Su padre le miraba con orgullo y cariño, Jennie no tenía cara para decirle la verdad en la vida, por lo que moriría y llevaría a la tumba ese secreto.

— ¿Qué tal tu día, amor? — preguntó su padre, Jennie tomó un sorbo de zumo para ganar un poco de tiempo para decir alguna buena excusa.

— Bien, sali con Rosé y los demás. — Ladeó la cabeza de un lado a otro para luego escuchar el timbre sonar, era ella.

Su padre notó la inmensa sonrisa de Jennie.

— Muy contenta ¿no? — Jennie asintió. — Me parece muy bien. Me gusta verte feliz. — Le sonrió. El mayordomo pasó y ambos se giraron para mirarlo.

— La Sr. Manoban está aqui — presentó.

Jennie agrandó su sonrisa.

— Hágala pasar, por favor — ordenó su padre amablemente.

— Ya estoy aquí — respondió Lisa, ingresando al comedor. A Jennie le brillaron los ojos al verla con su  suéter gris y su pantalón de vestir que tanto le gustaba a la mayor.

Su cabello rubio platino peinado, y su fleco que ni siquiera un mechón rebelde se notaba. Su perfume inundo sus fosas nasales y cuando enseñó los dientes en una perfecta sonrisa, Jennie observó su marcada mandíbula fina, su hermosa piel pálida jugar con sus atractivos ojos cafés que al sonreír se convertían en media lunas. Jennie nunca se fijó en lo atractiva que era Lalisa Manoban. Tal vez por acostumbrarse a verla a diario.

— Buenos días — casi gritó Jennie.

La humillación valió la pena al ver la sonrisa del millón cruzar el rostro de la atrayente mujer de negocios.

— Buenos días, pequeña — Lisa se acercó hasta ella besándole la frente. 

Jennie sostuvo un gemido al sentirse rodeada por ella. Lisa se apartó yendo hasta su padre que se levantó para recibirlo en un amistoso abrazo que le recordó su situación.

La amiga de papi.

Se recordó.

— Buenos días Lisa, hoy veo bien a todos — comentó volviéndose a sentar, extendiendo su brazo señaló la silla contigua a la de Lisa. — Por favor — pidió.

— Buenos días para ti también Sunghoon. El viernes llegué y no te encontré en casa — comentó casualmente. Descansó los codos en la mesa y unió sus finos dedos, sosteniendo allí su mandíbula.

¡Oh dios, ese maldito día!

Pensó Jennie totalmente sonrojada y acalorada.

— ¿Qué sucede Jennie? Te has puesto roja como si fueras a desmayarte. — ¿Estás enferma? ¿Tienes fiebre? — tiró una fila de preguntas, preocupado por su salud. — ¿No deseas refrescarte? Puedes tomar un baño o bien nadar en la piscina — sugirió su padre.

Ella asintió.

— ¡Iré a nadar! — Gimió siendo completamente irracional. Ahora ni siquiera podía ver a Lisa, todo lo que hacía le ponía y no sabía por qué. Jamás le había sucedido esto y no puede entenderlo.

Flotando en el agua, pensaba duramente, su cabeza ya le dolía de tanto hacerlo.

— ¿Jennie? — escuchó que le llamaban. Mirando sobre su hombro, observó a Lisa viéndole desde la orilla. — Hola — saludó llegando a las escaleras, pero sin escalarlas solo flotando.

Lisa mantenía sus manos en los bolsillos, sonriendo.

— Tu padre me dejó cargo de ti, salió por unos asuntos de la empresa y volverá tarde — explicó acercándose a Jennie — Quizás a la madrugada — volvió a decir sin borrar esa sonrisa que le hipnotizaba — ¿Quieres seguir con los consejos? Aprovechemos sabiamente el tiempo — dijo sin rodeos.

Jennie se ruborizó.

— ¿Nunca te dijeron que eres muy directa con tus palabras?

— ¿Nunca te dijeron lo linda que eres?

— Demasiadas veces. — Sonrió.

— A mí también. — Rió.

— Entonces... — Jennie salió del agua. Su cabello castaño goteaba y su piel brillaba por la humedad del agua.

Jennie tomó la toalla para secarse pero esta le fue arrebatada de las manos.

— ¿Qué haces Lalisa? Dámela, debo secarme — pidió pero la mujer negó. — Me gusta así, quédate así. — Tragó saliva, asintiendo, Lisa comenzó a caminar hacía la casa.

Ambas entraron y subieron las escaleras. Lisa cuidando de ella para que no se resbalara. El cuarto de Jennie estaba completamente iluminado, ya que los ventanales que daban al balcón estaban abiertos y las cortinas beige, sujetas. Jennie se golpeó la frente, no quería que Lisa viera lo sonrojada que se ponía cuándo estaba con ella.

— Déjame cerrar estas — La mano de Lisa la detuvo.

Ella sacudió la cabeza y señaló la cama.

— Párate delante de la cama, Jennie. Otra forma de excitar será la que te enseñaré, escúchame atentamente. — Jennie asintió — Si piensas que voy muy lejos sólo dime y me detendré.

Que Dios no lo permita.

>Hoy iremos mucho más lejos. Mucho más. Necesito estar segura que no será una molestia para ti — expresó —  Jamás quisiera ponerte en una posición incómoda, estoy aquí para enseñarte el placer de tu cuerpo, para que conozcas lo que te gusta y lo que no. Que hables conmigo es de gran importancia. — Jennie le sonrió.

— Estoy dispuesta, te diré si algo no me agrada. Lo prometo.

Lisa la miró fijamente cuando las palabras salieron de su boca.

— Hoy deberás darme placer... con tu boca — Jennie jadeó. Oh Dios, oh Dios, oh Dios. — ¿Podrás hacerlo, bebé? — Lisa se cerciora de que Jennie aún la escucha, la chica asintió nuevamente, tranquilizándola un poco.

Estás jodida, Jennie. Muy malditamente jodida.

— Qué debo ha...hacer. — Tragó saliva ásperamente.

— Ponte de rodillas. — Lisa abrió las piernas, dándole espacio. Jennie se posicionó. — Antes que nada, bésame y mientras lo hagas desprende, el cinturón y abre mis pantalones. — Jennie suspiró, acercándose al rostro de Lisa, la mujer la miró a los ojos, derritiéndola.

Jennie cerró sus labios sobre los de ella, volviendo a degustar el sabor a menta. Rápidamente sus lenguas hicieron contacto. Las manos de Jennie descendieron por el pecho y abdomen, encontrando rápidamente el cinturón.

Sus manos temblaban de puros nervios, la adrenalina corría por sus venas. ¡Iba a tener sexo oral con Lalisa! Los consejos iban muy rápido. Pero seguía allí y no corriendo por las colinas. Se desconocía totalmente. Desprendiendo el cinturón, lo deslizó fuera de las caderas, continuó desabrochando el pantalón de Lisa. Concentrándose en el beso, estiró los labios en sus dientes, arrastrando el labio inferior, Jennie se excitaba cada vez más. Cuando el pantalón se abrió Jennid miró hacia abajo, tragando saliva.

La boca de la mujer, atacó la suya de nuevo. Estaba completamente excitada por la experimentada lengua de Lisa sobre la suya. Jugueteando y chupando el húmedo músculo. Los bóxers cortos de Lisa aparecieron y entonces se apartó.

— ¿Ahora qué, Lisa? — su voz sonaba totalmente distorsionada. Ni siquiera cuando Mina la besa o le toca se ponía así, ahora recién comenzaba y ya estaba mojada y goteando.

— Sácalo y mastúrbame — ordenó conectando sus ojos oscuros con los de la chica. Jennie gimió.

Acatando la orden de su maestra, metió su mano dentro de la fina tela, sus dedos atraparon algo duro y liso. Exhalando temblorosamente, sacó el pene erecto de los bóxers negros, la había excitado.

Jennie saltó de alegría interiormente. Lisa acariciaba sus cabellos marrones incentivándola, mirándola a los ojos, Jennie, esperaba otra orden pero ésta no llegó. Apretando el pene dentro de sus manos comenzó un vaivén de arriba abajo, masajeando lentamente para luego ascender la velocidad como había visto en algunas películas por accidente cuando era una niña.

Lisa recostó su cabeza sobre uno de sus hombros mirándola expectante. Lisa se concentraba en darle placer. Su suave palma bombeaba la caliente y tibia piel. Lisa comenzó a respirar más fuerte, a Jennie le gustó eso.

Sigue tus instintos.

Se dijo.

— Bien, ya vas aprendiendo, ahora baja y déjate llevar. — Apretó su agarre en sus cabellos, tomando una bocanada, Jennie bajó hasta el pene de Lisa, sacando su lengua rosada miró hacia arriba y prosiguió. Iba por buen camino, era la primera vez que probaría el pene de alguien en su boca. Nunca lo había hecho ni siquiera con Mino.

Su novio insistió tantas veces pero Jennie nunca cedió. Simplemente le daba repulsión pero con Lisa no le provocaba la misma sensación. La experimentada mujer le suministraba aires de confianza, de que podía excitar y hacerlo perfectamente sin errores. Sin torpezas. Sin prejuicios al final de la escena.

Deslizó su lengua por la piel, saboreó el pene, sabía a almizcle, un tanto amargo y picante pero delicioso a su manera. Un sabor que llenaba sus expectativas e se ponía así, ahora recién comenzaba y ya estaba duro y goteando.

Lamiendo y lamiendo encontró totalmente embadurnado el miembro erecto de Lisa, por su mano corría su saliva que se mezclaba con el líquido pre-seminal que goteaba de la cabeza morada. Su lengua serpenteó por el glande, justo en la pequeña ranura donde gotas amargas se conectaban, el sabor de ese invisible líquido explotó dentro de su boca. Gimió con los ojos cerrados ante la ambrosía.

— Mmmm... — volvió a gemir. — Lo haces bien, pequeña. Ahora chúpame — Lisa sonaba cada vez más ronco, su voz bajando decibeles y eso ponía a Jennie caliente.

Tragó el pene, esperaba no vomitar y humillarse. Las arcadas fueron leves y soportables, sin embargo. Lisa tiró de su cabeza hacia atrás gimiendo y empujando más hondo sus caderas dentro de la caliente boca.

— ¡Tan buena! — Enredó un puñado del cabello, alzando su rostro. Sus ojos se bloquearon sobre los de Jennie — Tan perfecto — jadeó. Volvió a bajar a los labios de Jennie en un rápido y corto beso.

Empuñando el pene de Lisa, se animó aún más. Sus mejillas se ahuecaron y con la vista aún fija en las expresiones de Lisa, bajó por el pene chupando milímetro por milímetro, tomándolo totalmente y sintiendo el glande rozar su campanilla. La fragancia de la polla la engatuso, su nariz enterrada entre los bellos absorbiendo más del almizcle y femenino aroma. Lisa gemía con fuerza. La chica entre sus piernas estaba siendo su perdición. Jamás hubiera creído que esta era la primera vez de Jennie chupando un pene. Ser su primera en esto la estaba matando. Recordando no ser egoísta, lleva su temblorosa mano hasta la blusa pequeña de Jennie, mete y sus senos en su palma. Al verla nadar en la piscina la  excitó demasiado, haciendo trabajar el magro cuerpo, flexionando los músculos cuando recorría la piscina. Verla salir totalmente mojada y jadeante aún más, pero observarla arrodillada delante suyo chupando su pene con esos labios, no tenía comparación.

Reajustando su agarre, Lisa la comenzó a acariciar con fuerza, sacándole gemidos que hacían vibrar su pene dentro de la garganta de Jennie. La chica chupaba más fuerte y con más vehemencia.

— Joder — gruñó.

Ambas se daban placer y eso recompensaba todo. Jennie estaba cerca de explotar y quería que Lisa también lo hiciera con ella. Succionando con más fuerza, hundiendo las mejillas exigió la sustancia blanca. Las caderas de Lisa se sacudieron, follando deliciosamente la boca de Jennie. Su lengua se enredó por la cabeza bulbosa chupando más fuerte. Jennie rodó los ojos al liberar su carga. El pene en su boca se empujó con más insistencia, chupó y absorbíó, haciendo vibrar el pene por un grito ahogado. Lisa la tomó por los costados de la cabeza tratando duramente de no correrse en la preciosa boquita de Jennie.

— Apártate si no quieres que me corra dentro de tu boca. — Lisa observó como Jennie sacudió la cabeza.

Ella rodeó su glande, mientras la masturbaba y chupaba a la vez, apretó los dientes. Lisa no logró contenerse, apretando su cabeza hacía su pelvis se liberó dentro suyo gimiendo con fuerza. Jennie tomó todo lo que Lisa le ofrecía, no sabía cómo ni por qué lo hacía pero sí sabía que lo quería con tanta demencia que la asustaba. Y lo quería todo. Succionando por última vez, lamió los restos de la cremosa sustancia, a Jennie le encantaba cómo sabía Lisa. Picante y salado.

La flácida polla abandonó sus labios con un suspiro satisfecho viniendo de los labios de Lisa.

— No tenías porque tragarlo — Lisa le dijo. La mujer iba a levantarse para asearlas pero Jennie la detuvo, se sentó sobre sus caderas para a continuación besarla compartiendo su esencia con ella.

Lisa apretó sus dedos en las caderas de la menor, hundiendo sus dedos en la pálida piel. Al separarse de su boca, Jennie le sonrió como una niña que no cometió ninguna travesura.

— Me gusta tu sabor Lisa

— No digas eso porque lo hiciste. — dijo Lisa encontrándose encantada por el comentario.

— Lisa — De repente Jennie se puso seria, medio asustándola.

— ¿Uh? — preguntó Lisa.

— ¿Te excité mucho? — cuestionó con la cabeza agachada.

Lisa rio haciendo encoger a la chica sobre ella. Tomándole del mentón, le sonrió condescendiente.

— ¿Acaso no has visto lo qué produces en mi? — Jennie se sonrojó dulcemente. —Me pusiste dura con sólo verte nadar Jennie, eres hermosa. — Besó la nariz. — Perfecta. — Besó cada párpado. Jennie se sostuvo de los anchos hombros. — Me gus... — Antes de que lograra terminar su confesión fueron interrumpidas por algunos toques en la puerta. — Joven Jennie — le llamó el mayordomo, Jennie se tensó bajo sus manos.

— Habla normalmente — aconsejó Lisa siseando las palabras.

— ¿Si, Park?

— Su padre está abajo, esperándola para cenar. — avisó.

— Dile que ya bajó, por favor — pidió.

Lisa acarició el rostro de Jennie y besó su cuello, el cabello de su nuca se erizó.

— Como ordene, Joven. — Luego de eso se escucharon pasos. Lisa la tomó de las caderas levantándola de encima de su regazo.

Jennie se giró hacia el baño mirando a Lisa.

— Llegó antes de lo previsto. — Lisa se encogió de hombros. — Distráelo por un momento, me ducharé y en cinco minutos bajo.

Lisa sonrió tomando su pañuelo y su suéter para caminar a la salida ordenando su ropa. Jennie se sonrojó al verse en el espejo, tuvo sexo oral con Lisa, no hacía falta recordarse nuevamente de quien era, lo tenía presente cada vez más. Su corazón por alguna extraña razón se aceleró con sólo recordar cuando Lia la tocó. Jadeó. Esto de pedir consejos era peligroso.

— Muy mal — se dijo. La fría agua corría por su cara, borrando cualquier evidencia de haber estado con Lisa.

Pero la calidez de su mano y el apasionante beso aún estaban vivos en su mente. Simplemente no podía olvidar el toque de Lisa en su piel, tan prohibido y tan placentero. Mierda, se está excitando nuevamente, pensando en Mino cambió de parecer, ella amaba a Mino pero... ¿Por qué siquiera se preguntaba si lo amaba o no? ¡Qué infiernos me pasa! Le gusta Lisa, sí.

Mino fue quien se lo pidió, entonces no estaba mal. Sí que lo estaba, Mino le dijo expresamente que pidiera consejos, ella no sólo los pidió, sino que los puso en práctica con la consejera y no con su novio con quien se supone, debía ser. Esto está mal en niveles desconocidos. No podía seguir haciéndole eso a Mino. ¿No? ¿Verdad? ¿Ella quería seguir? ¿Lisa querría?

Siendo sacada de sus pensamientos por unos toques en su puerta se apresuró a bajar. Se tardó más de lo debido, resopló mientras se vestía y saludaba a Park. Encontró a su padre y Lisa sentadas en la extensa mesa del comedor, ambos bebiendo vino. Su padre estaba sentado al lado de una chica de aproximadamente la edad de Lisa, más o menos. Lisa le vió y le sonrió.

— Jennie — habló. Sunghoon miró a su hija, levantándose de la mesa espero por ella. — Hija, siéntate, quiero que conozcas a alguien — Su padre parecía un poco nervioso. Se preguntó por qué y no tardó mucho en apuntar a la desconocida. Tomó asiento al lado de Lisa, la mujer entrelazó sus dedos con los suyos bajó el mantel blanco.

— Hola — saludó la chica. Su cabello castaño provoca que su piel se viera más pálida y cremosa, sus ojos oscuros y rasgados. Vestida totalmente de marcas caras, además claro de las joyas, era linda, pero no por eso le caía bien a Jennie.

— Hola, mi nombre es Yuna — se presentó cordialmente.

— Soy Jennie. — le sonrió cortésmente, un poco incómoda.

— Jen, Yuna quería conocerte — empezó Sunghoon.

— ¿Ah, sí? Ya nos hemos conocido. Ahora qué sigue, padre? ¿Es tu nueva adquisición? — habló con brusquedad.

— ¡Jennie! — exclamó Sunghoon — No te comportes de esa manera. — Lisa rió por lo bajo, haciendo tirar de sus comisuras solo un poco. — Volviendo al tema — Sunghoon se recompuso, tomando asiento de nuevo. — Heechul y yo decidimos formalizar nuestra relación y como tu hermano volvió a desaparecer, sólo te lo presentaré a ti. Espero se lleven bien — terminó su discurso. Jennie frunció su ceño.

— Sé que no me tomarás cariño al principio pero espero ganármelo, Jennie — Yuna le miró pero Jennie solo asintió renuente. — Siento mucho si esto fue muy chocante o inesperado

— No importa, en unas semanas vendrá otra en tu lugar — Yuna observó su plato.

Jennie sintió un poco de culpa al ver su expresión herida. Sunghoon le dio una mala mirada y susurró algo en el oído de Yuna.

— Jen, Yuna es una amiga mía. Ella es una buena mujer que cuidará muy bien de tu padre y espero que tu padre la aprecie como sé qué Yunita apreciará a él. — Lisa fue la conexión para que su padre conociera a esta mujer.

Jennie le miró malhumorada y Lisa torció sus labios.

— Es una noche de sorpresas ¿no? — Suspiró. Cuando otra sorpresa llegó.

— ¡Buenas noches! — Sabía que eso pasaría.

— Señor Sunghoon, el señor Mino llegó para la cena — dictó.

Mino vio a Jennie y ella se tensó completamente.

— Hey, bebé — saludó su novia, con un beso en los labios.

Jennie no le correspondió por lo que molestó a Mino pero se mantuvo con un rostro de felicidad para saludar a Sunghoon.

— Buenas noches, Señor.

— Mino, qué sorpresa verte por aquí.

— Sí, qué sorpresa.

— Siéntate.

— Claro que también puedo quedarme a dormir ¿verdad? — Sunghoon se lo pensó. Mirando alternativamente de Mino a Jennie

¡Di que no! Por los Dioses, que diga que no.

— Claro que puedes. — Te odio papá.

— También me quedaré yo, si no te importa claro, mi departamento está en remodelación. — Lisa bebió otro sorbo de vino mientras miraba por el rabillo de sus ojos a Mina, para nada conforme con la inesperada visita.

— ¡Es una grandiosa noche! — Rió Sunghoon. Inclinándose, robó un rápido beso a Yuna

— Hermosa — Mino apretó uno de sus muslos dándole a entender lo que esa noche pasaría.

Por una lado tenía a su novio y por el otro lado a su, ¿Consejera? ¿Amante? Lisa le dio una mirada mordaz. Tragó saliva duramente al sentir su otro muslo siendo presionado por Lisa.

Estoy tan jodida, pensó, hundiéndose en su asiento.

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