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01

Jennie parpadeó centenares de veces antes de que Mino, cansada de él, le empuje por el hombro. Aún no creía lo que oía, le había dolido, sí y mucho. Mino envolvió una sábana por su cadera dirigiéndose al baño, dejando a Jennie desnuda y sudada en la cama.

Jennie llevó su palma a la boca, trató de acallar sus sollozos para que el chico de quién estaba enamorada, no la escuchara. Parándose con las rodillas temblorosas, tomó sus prendas del suelo, poniéndoselas a continuación.

Cuanto antes se marche de ahí, mejor suspira temblorosamente, agarra el pomo de la puerta de la habitación donde su pesadilla comenzó. Huyendo de ese lugar, mientras bajaba por las escaleras sentía las paredes vibrando,por sus ojos lágrimas agrias corrían sin parar, su corazón sentía una tras otra puñalada.

¿Tan inútil era?

No lo sabía, hasta ese momento, Mino le despreció como nadie le habría hecho. El dolor creciente en el pecho estaba asfixiandolo.

La estruendosa música dubstep resonaba por los amplificadores de la fiesta en aquella odiosa casa. Jake la vio bajar, él le sonrió pero esa sonrisa se esfumó cuando vio sus lágrimas. Jake corrió hasta ella a través de la espesa gente y la tomó por los hombros pero Jennie aún escuchaba esas dolorosas palabras repetirse y proyectarse en su cabeza como una mella.

Me aburres.

› ¿Qué?

› Ya no me excitas Jennie... me aburre estar contigo, siempre soy yo el que inicia, él que se mueve, él que hace todo el trabajo y cuando tú lo haces eres torpe y descoordinada. Me matas las ganas, aprende, no me importa si le pides consejos a tus amigos, amigas o a cualquiera, pero no vuelvas hasta que sepas hacerlo.

Ella era asquerosamente tímida ¿A quién pediría tremendos consejos? Además de ser sexuales, claro.

— ¡Jennie! ¿Qué ha pasado?! — preguntó Jake, alarmado. Su mejor amigo sacudiéndola por los hombros. Ella estaba perdida en sus pensamientos.

— No pasa nada — murmuró con los ojos en cualquier punto en el piso.

— ¿Cómo que nada? Joder, estás llorando! — Jake exclamó, pero Jennie empujó a su pequeño amigo apartándolo de su camino, quería ir a casa, no se sentía para nada bien. Necesitaba dormir y olvidar las frías y desagradables palabras de Mino.

Al bajarse del taxi divisó el gran portón de su casa, sabiendo que el Sr. Park la vio por las cámaras, esperó hasta que estás se abrieran. Un pitido sonó y los grandes portones se abrieron para recibirlo. Caminó desanimada hasta la entrada, sus zapatos arrastraban consigo las piedrecillas que conformaban el largo camino.

Abriendo las puertas doble de su casa, vio a una mujer parada en el lobby, ella volteó para mirarla. Como siempre con su infaltable traje negro a rayas horizontales gris, ella le sonreía como cada vez que se veían, pero Jennie no le correspondió esta vez.

— Hola Jennie, ¿Qué sucede? — preguntó ella con voz suave.

— Nada Lalisa. Sólo estoy cansada — comentó estirando su cuello de una lado a otro, masajeando la zona. — ¿Estás esperando a mi papá? — Echó un rápido vistazo a su reloj, pasaba de medianoche.

¿Es qué acaso todos necesitaban saber sobre su humillación? No había una puta necesidad de hacerlo.

— No,ya me iba — Lisa le dijo.

Ella le sonrió mientras se rascaba la nuca.

Lalisa Manoban, la gran empresaria de Seúl, la más rica y apuesta joven de treinta años, mejor amiga de su padre y más cotizada por todas los y las jóvenes que tengan oportunidad de siquiera respirar el mismo aire.

No aparentaba treinta si no veinticinco o quizá menos, bueno, eso pensaba Jennie. Desviándose de su camino, pasó al lado de Lisa que juntó sus cejas interrogante por la actitud de la pequeña chica que siempre que la veía la abrazaba o algo por estilo. Estaba comportándose raro y Lisa lo sabía.

Jennie subió las escaleras con paso pesado, sus pies se sentían como sacos de plomo. No esperó a que Lisa se despida, sólo quería dormir o bien desaparecer de la faz pero, lo primero si podía, lo segundo era imposible.

Lisa sólo calló al verla deprimida, viéndola irse. Llegando Por fin a su habitación se esparció a la cama pensativa. ¿Qué podía hacer?, ¿Ver vídeos porno?, ¿Usar su imaginación?, ¿Preguntarle a su hermana mayor? No, eso estaba totalmente descartado, si Jisoo lo supiera mataría a Mino. Siguió pensando. ¿Debería pedir consejos a Jake? ¿O tal vez a Nayeon?

Ningúno era buena idea. Jake aún era virgen según sabía. Nayeon era muy tímida al igual que ella. Estaba magníficamente jodida.

No tiene ni una sola persona en quien confiar sin que fuera una humillación histórica.

— ¿Pequeña? — preguntó Lisa. Jennie abrió los ojos lentamente.

— Estoy aquí.

Su habitación estaba totalmente a oscuras, necesitaba dormir pero Lisa le había quitado el sueño con la interrupción.

Lisa entró a la habitación buscando a oscuras su cama, cuando la encontró, se sentó en ella,cerca de ella. Jennie se acurrucó más a un costado.

— ¿Qué pasa? Dime... — Lisa pedía. La pierna de Jennie estaba a su lado por lo que la atrajo hacía sí, subiéndola en sus muslos, acarició su pierna tranquilizandola. Jennie se lo agradeció silenciosamente.

Entonces comenzó a dudar seriamente si sería bueno confiarle a Lisa sus atormentados pensamientos. Sólo que no sabía si decirle a Lisa la verdad, confiaba en ella, pero quizá no lo suficiente.

— Yo... — Jennie tragó saliva pensando en si hacerlo o no, necesitaba contarle a alguien, quería llenar ese agujero que Mino abrió en su pecho. Necesitaba desesperadamente desahogarse.

— Sólo dilo, prometo no juzgarte ni reprocharte, soy tu amiga. — Jennie miró a la mujer, preocupada — ¿Confías en mí, pequeña? — preguntó, se aclaró la garganta un poco incómoda.

— Sí — Suspiró hondo para continuar — Mino... mi novio ¿Lo recuerdas? — comenzó.

— Uh-huh — Sonó un poco tosca pero Jennie lo dejó pasar.

— Él me... umm, no sé cómo decirlo.

— ¿Te hizo daño? — interrogó, apretando sus dedos en su pantorrilla. Jennie negó hasta que se dio cuenta que Lisa no podía verla.

— No. Claro que no, Lisa cálmate — pidió al verla exaltada. Lisa exhaló aire, tranquilizandose.

— ¿Entonces, qué te pasa?

— Él, y por favor no te enfades con él...estoy demasiado avergonzada con sólo decírtelo. — Lisa río — Mina me dijo que no soy buena — confesó.

Lisa echó una risa que provocó que su pecho bajo la camisa vibrara.

Lisa dijo: — ¿Es por eso qué estás enojada? Es mentira bebé, no eres mala, eres una buena chica.

— No, no comprendes — Jennie gimió desesperada, no sabía cómo decirle. — Mino no se refería a mi actitud.

—  ¿Ah, no?

— Um, Mino se refería a... a qué... le aburro sex...sexualmente — Jennie apenas pudo decirlo en un murmuro. A Lisa le costó oír y cuando lo hizo, apretó los labios dejándolos blancos.

Jennie ahogó la almohada en su rostro totalmente sonrojada, los dedos de Lisa dejaron de apretarle para sólo quedarse sobre su piel.

— ¿Lisa?

— ¿Sexualmente? — La voz de Lisa sonó rara antes sus oídos.

— Sí... por favor, por favor no se lo cuentes a papá, me asesinará si se entera de esto — le rogó, entonces sintió la mano de Lisa sobre su cabello, acariciandolo.

— Tranquila, no se enterará, pequeña — Jennie volvió a drenar sus pulmones del aire que no sabía que estaba retenido. — Sigue — le animó — ¿Te ha dicho algo más? — medio gruñó y Jennie río algo triste.

— Algo, algo así de qué busque ayuda o pida consejos a mis amigos.

— ¿Consejos sexuales? Oh, bueno, nadie te lo contaría naturalmente. Hablar de sexo con una chica de veinte años es un poco... raro.

— Sí, no sé a quién pedírselo, no quiero que mis amigos se enteren de esto, me da mucha vergüenza — Lisa apenas lo divisó abrazarse a sus piernas al pecho con la poca luz que había.

Eso le pareció tierno, cuando una fugaz respuesta se le apareció. Idea retorcida, pensó antes de dictárselo a Jennie.

— Y... ¿Qué tal si soy yo quién te lo aconseje? — la pregunta flotó suavemente, teniendo cuidado de la reacción de Jennie.

Jennie sintió sus ojos iluminarse al escuchar eso de Lisa, automáticamente saltó a los brazos de ésta que le recibió gustosa.

Lisa era perfecta para ser su consejera, Jennie deducía que Lisa tenía pretendientes por doquier además de ser una mujer sumamente experimentada.

— ¿Es en serio Lisa? ¿Lo harías por mí? — preguntó con su mejilla pegada a la de Lisa. Sintió una sonrisa extenderse en el rostro de la mujer.

— Claro pequeña, por ti lo haría... con una condición. — Sus labios contra la suave piel. Jennie se apartó mirándole a través de la oscuridad.

— Todo lo que te enseñé deberás ponerlo en práctica conmigo Lo entiendes? — Jennie vio un brillo repentino en los ojos cafés de Lisa, ella la sostuvo por su fina cintura, la diferencia de estaturas se hacía notar y fue ahí donde Jennie tomó en cuenta que estaba sentada sobre Lisa ¿que había pasado?.

— ¿Jen? — la llamó, de nuevo.

— Acepto — dijo antes de pensárselo siquiera. No sabe si es la necesidad de aprender lo que le impulsó a aceptar la peligrosa propuesta.

— ¿Segura? — Tragó saliva.

— Muy segura, confío en ti — confesó. Lisa le sonrío contra su propia voluntad. Jennie posó sus palmas sobre sus hombros dudosa. — ¿Cuándo comenzamos? — interrogó.

— ¿Ansiosa, pequeña?

— Quiero aprender cuanto antes.

Lisa le acarició el costado de su rostro, un poco enojado por su ansiedad de practicar ¿Tanto amaba a Mino? A ella no le gustaba ese chico para su pequeña niña mimada, aunque Jennie ya no era tan pequeña, ya tenía veinte. Veinte años. Lisa la vio crecer y la amaba como a nadie. Que un niño terco, engreído y estúpido como Mino le haga sentir mal, le hace hervir la sangre.

— Entonces empecemos ahora ¿Está bien? — Jennie asintió rápidamente. — Siéntate en la cama Jennie. — Ella obedeció sumisamente. —Mi primer consejo serán los besos.

— ¿Besos? — Su tono confundido hizo reír a Lisa. Asintió.

— Los besos son importantes, todo empieza con ellos... son el impulso a querer más — explicó — Bien encenderé las luces ¿De acuerdo bebé? — Jennie negó.

— No, prefiero hacerlo de este modo.

— ¿Por qué? — Lisa quería verla, no quería enseñarle a tientas. Le gustaba este experimento y necesitaba urgentemente mirar a la chica.

— Me gusta así. Es más...íntimo.

Lisa suspiró.

— Vale, continuemos — se subió a la cama quedando frente al expresivo rostro, ella se estremeció por la cercanía. — Con los besos puedes controlar a la persona que quieras, claro está, si besas bien.

Jennie se preguntó cómo besaba ella, ¿Bien o mal? No lo sabía, quizás también besaba mal. Torció los labios escuchando atentamente a la
amiga de su padre.

— Para excitar a una persona, bésalo con suavidad, degusta su sabor ¿Me comprendes?

— Sí, Lisa — respondió centrado en la baja aterciopelada voz.

— Acércate lentamente. — Lisa siguió sus propias palabras acercándose a Jennie — Empieza como te dije, ¿Puedo? — preguntó tomándole de cada lado de su rostro. Jennie inhaló con nerviosismo.

— Sí — susurró.

Lisa pegó sus labios a los de Jennie, sintió la suavidad Lisa, sus labios eran suaves y su aliento olía a menta. Logró sentir la lengua de Maniban acariciar sus labios y cuando los abrió, los de Lisa le capturaron, envolviendo cada labio lentamente. Su mente se cerró y se concentró en la mujer que estaba robándole suspiros, su respiración se volvió un poco dificultosa pero era verdad, Lisa besaba malditamente bien. Las manos de Jennie se apretaron contra las manos más grandes de Lisa, ella sonrió en medio del beso.

— Ahora iré más lejos, Jennie, meteré mi lengua y deberás jugar con ella — decía sobre sus húmedos labios. Jennie se sentía totalmente hipnotizada por la gruesa voz de Lisa, asintiendo aún dentro de las manos que envolvían su rostro, la mujer atacó sus labios.

Lisa deslizó su lengua encontrando a la lengua tímida de Jennie. Sentir a una inexperimentada era tan excitante para ella, lo sabe por la forma en la que su pene se llena por el calor del momento.

Jennie apretó los ojos jadeando, se sentía deliciosamente bien. Lisa sólo tocó su lengua, era su turno, poniéndose tensa lamió la lengua de Lisa. Ella abrió los ojos un poco sorprendida, Jennie la tomó como un impulso para seguir adelante.

Abriendo aún más su boca, buscó la lengua de Lisa, los engranajes en su cabeza rotaban, mecanizaban su mente, debía excitar a Lisa.

Esa era su meta

Dios, está besando a la mejor amiga de su padre. Diez años mayor que ella, a la más codiciada de Corea, esa era mucha carga para sus pequeños hombros. Si su papá las viera, mataría lentamente a Lisa y luego seguiría ella.

— Lo estás haciendo tan bien, pequeña — animó Lisa al verla paralizada. Los dedos de Manoban abrazaban su cuerpo, las yemas se paseaban por su espalda, podía sentir como alentaban su piel. Jadeó dentro de la caliente boca. Jennie entreabrió los ojos observando las facciones de la mujer su lengua se enredó con la de Lisa. Su pecho iba pegándose al contrario. Sus lenguas jugaban una con la otra. El calor los envolvía cada vez más, la temperatura de la habitación ascendió dejándolas sofocadas y jadeantes. En el momento en que se separó de Jennie, sólo podía sentirse necesitada de más y un pequeño y transparente hilo de saliva las mantenía unidas.

A Lisa le gustaba Jennie.

Y mucho.

— ¿Cómo estuve?

"Excitante," pensó Lisa siendo consciente de su erección presionando contra sus pantalones.

— Genial — jadeó, tomando aire. — Seguiremos mañana Jennie — prácticamente Lisa había saltado de su lugar. Sus piernas estaban hormigueando, tenía ganas tremendas de tirarse a la chica, pero no podía, no aún al menos. — Nos vemos mañana. Estuviste excelente, pequeña — dijo antes de cerrar la puerta.

Jennie se estiró en la cama, con los dedos tocando sus labios, sonrió.

Le gustaba como besaba Lisa.

¿En qué jodida mierda se metió? Dios, es la mejor amiga de su padre y la había besado. Y lo peor... no se arrepentía de hecho.

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