Después de la cita con Charles Whitman, Becca decidió dirigirse al apartamento de Madeleine. Su mente era un torbellino de emociones, y sabía que necesitaba hablar con alguien. Llegó a la puerta y tocó con suavidad.

Maddy abrió la puerta, sorprendida al verla tan tarde.

—¿Becca? ¿Por qué llegas tan tarde a nuestra cita? —preguntó, frunciendo el ceño con preocupación.

—Tenía que cerrar un trato con un cliente —respondió Becca, intentando mantener la compostura.

—Pasa, por favor —solicitó Maddy, haciendo un gesto para que entrara.

Becca entró y se dejó caer en el sofá, exhausta. Aunque había conseguido lo que quería con Charles, el precio la hacía cuestionarse si realmente estaba ganando. Necesitaba despejar su mente, y Maddy parecía la única opción para sincerarse.

—¿Me das un trago, Maddy? —pidió Becca, su voz mostraba más vulnerabilidad de la que pretendía.

—Claro, ¿qué quieres? —preguntó, dirigiéndose a la barra.

—Un coñac estaría bien —respondió Becca, tratando de sonreír.

Maddy le sirvió un vaso de coñac y se lo entregó, sentándose a su lado en el sofá.

—Gracias —dijo Becca, tomando un sorbo de coñac y sintiendo el calor reconfortante del licor.

Después de unos momentos de silencio, Becca decidió hablar sobre lo que la había estado atormentando.

—Maddy, hay algo que necesito contarte.

—¿Qué sucede, Becca? —preguntó Maddy, preocupada.

—Es sobre el proyecto en la empresa. Brandon y yo estamos compitiendo por el puesto de CEO, y la competencia se está volviendo feroz. Estoy decidida a ganar, pero... he tenido que tomar algunas decisiones difíciles —empezó Becca, mirando a su amiga con seriedad.

Maddy la miró con atención, esperando que continuara.

—¿Qué decisiones?

—He pensado en buscarle una amante a Brandon para distraerlo. Si él está ocupado con otra mujer, no podrá enfocarse en el proyecto y yo tendré más posibilidades de ganar —confesó Becca, sintiendo un peso caer sobre sus hombros al decirlo en voz alta.

Maddy se quedó boquiabierta, horrorizada por lo que acababa de escuchar.

—¡Becca! ¿Estás escuchando lo que estás diciendo? ¿Cómo puedes siquiera pensar en algo así? —exclamó Maddy.

—Sé que suena terrible, pero estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para ganar. Esta es mi oportunidad de llegar a la cima, Maddy —dijo Becca, tratando de justificar sus acciones.

Maddy la miró con severidad.

—No voy a permitir que juegues con los sentimientos de Brandon —expresó Maddy, firme y decidida.

Becca la miró con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

—¿Por qué? —inquirió. —¿Acaso... sigues enamorada de mi marido? —increpó Becca, con sus ojos centelleando de desafío.

Maddy balbuceó, desviando la mirada. La pausa que siguió fue suficiente para que Becca confirmara lo que había sospechado: los sentimientos de Maddy hacia Brandon no habían desaparecido.

—No, claro que no —respondió Maddy finalmente, aunque su voz no sonaba convincente.

Ese momento de duda en Maddy encendió una idea en la mente de Becca. La posibilidad de que Madeleine pudiera ser la amante perfecta para Brandon empezó a tomar forma en su cabeza. "Es ideal," pensó Becca. "Conoce a Brandon, él confía en ella, y si aún lo ama, no será difícil atraerlo."

Becca se encogió de hombros, tomando otro sorbo de coñac.

—No necesito tu apoyo, Maddy. Solo quería que supieras lo que estoy haciendo. Y, sinceramente, no me importa si estás de acuerdo o no —expresó con firmeza, demostrando que su decisión estaba tomada.

Maddy la miró con una mezcla de decepción y resignación. No quería convertirse en parte de un juego tan cruel, pero tampoco encontraba las palabras para detenerla.

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El fin de semana había llegado tras unos días ajetreados de trabajo. Tanto Becca como Brandon estaban ansiosos por aprovechar el tiempo libre para avanzar en sus proyectos. Desde el primer momento, habían decidido que ninguno sabría en lo que trabajaba el otro ni revisarían los computadores, manteniendo una estricta política de confidencialidad.

El sábado por la mañana, ambos se sentaron en sus respectivas oficinas caseras, inmersos en sus planes y estrategias. Becca estaba decidida a utilizar cada segundo para perfeccionar su propuesta, mientras Brandon hacía lo mismo con su propia visión para la empresa.

Había tensión en el ambiente, pero ambos se mantenían en silencio, concentrados en sus trabajos. Cuando la noche llegó, Brandon decidió que necesitaban un descanso.

—Becca, ¿qué te parece si vamos al cine esta noche? —preguntó, esperando que un cambio de ritmo pudiera aliviar un poco la tensión.

Becca levantó la vista de su computadora, su expresión era de agotamiento, pero también de determinación.

—No puedo, Brandon. Tengo ideas frescas y quiero aprovechar este momento para avanzar. ¿Por qué no invitas a Maddy? —sugirió, con una sonrisa.

Brandon frunció el ceño, dudando por un momento. Pero sabía que Becca era inquebrantable cuando se trataba de trabajo.

—Está bien, puedo invitarla. Vamos a ver *"Horizontes Perdidos"* en el cine *StarLight Mall*. Empieza a las ocho. ¿Estás segura de que no quieres venir con nosotros? —dijo con un tono amable, intentando incluirla.

—Segurísima. Prefiero quedarme aquí avanzando. Pero diviértanse —respondió Becca, devolviéndole una sonrisa que escondía sus verdaderas intenciones.

Brandon asintió y se dirigió a su habitación para cambiarse. Mientras tanto, Becca continuó trabajando, pero no podía concentrarse. Su mente se llenó de imágenes de Brandon y Maddy juntos, y algo en su interior se revolvió. No sabía si eran celos, inseguridad o satisfacción al ver cómo su plan estaba tomando forma.

Una vez que Brandon salió de la casa, Becca decidió ir al cine. Se vistió de forma casual pero elegante, con unos jeans ajustados y una blusa que resaltaba su figura. Llegó al cine unos minutos antes de que comenzara la película y los vio en la fila, conversando animadamente mientras esperaban para entrar.

En lugar de acercarse a ellos, Becca decidió sentarse cerca para observar su interacción. Se ubicó en una fila detrás de la pareja, lo suficientemente cerca como para ver y escuchar. A medida que la película avanzaba, notó cómo Brandon y Maddy se reían juntos, disfrutando de la compañía del otro. Maddy jugaba con las palomitas de maíz, lanzándolas a la cara de Brandon, y él respondía riendo, feliz de compartir con ella.

Becca sintió una mezcla de emociones. Los celos la quemaban, pero la satisfacción de que su plan estuviera funcionando la mantenía firme. "Madeleine será la amante perfecta para mi marido," decidió mientras salía del cine antes de que notaran su presencia.

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