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Capítulo 3: Pasión, mentiras y un contrato firmado.

Becca se encontraba en su vestidor, preparándose para la cita con Charles Whitman. Estaba escogiendo un vestido negro de diseñador, un elegante modelo de Versace que abrazaba sus curvas de manera impecable. Mientras lo sostenía frente al espejo, no pudo evitar reflexionar sobre lo lejos que estaba dispuesta a llegar para cumplir sus objetivos.

"¿Estoy realmente loca?", se preguntó mientras deslizaba los dedos por el suave tejido del vestido. La idea de buscarle una amante a Brandon había nacido como un simple cálculo estratégico. Algo lógico, controlado, que podría distraerlo lo suficiente para darle ventaja en la competencia. Pero ahora, enfrentándose al espejo, no podía evitar sentir que esta jugada rozaba lo absurdo.

Miró su reflejo con una mezcla de determinación y escepticismo. "¿Qué clase de mujer idea algo así para ganar un puesto?", pensó, pero enseguida desechó la duda. Ella no era como las demás mujeres; era una estratega, una visionaria.

Por un instante, su mente la traicionó con una imagen de Brandon. Su risa cálida, su lealtad inquebrantable, esos momentos en los que la miraba como si fuera lo único que importara. "Esto no es personal", se recordó, ajustando el vestido frente al espejo. "Es una estrategia, un sacrificio para asegurarnos el futuro que merecemos."

Sabía que estaba jugando con fuego, no solo con Charles sino también con su propio matrimonio. "¿Qué pasa si funciona demasiado bien? ¿Qué pasa si él... la prefiere a ella?" La idea la dejó sin aliento por un segundo, pero rápidamente se recuperó. "Eso no va a pasar. Brandon es mío. Y yo siempre tengo el control."

Respiró hondo, enderezando los hombros. Este plan era necesario. Era brillante, aunque arriesgado. Nadie llegaba a la cima jugando limpio, y ella no iba a ser la excepción. Con esa idea fija en su mente, tomó el vestido, decidida a seguir adelante.

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La puerta de la habitación se abrió, y Brandon entró buscándola. La encontró en el vestidor, aún en ropa interior.

La piel de Brandon se encendió al verla. Se aflojó la corbata y se acercó a ella con pasos decididos. La sorprendió por la espalda, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura y besándola suavemente en el cuello.

—¿A dónde vas? —murmuró contra su piel, su aliento caliente provocó que Becca se estremeciera.

Becca intentó mantener la compostura y la mentira que había planeado.

—Voy a encontrarme con Madeleine —respondió, tratando de sonar casual.

Brandon levantó una ceja, mirando el elegante vestido que su esposa sostenía en sus manos.

—¿Para eso debes ponerte un vestido tan elegante? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y deseo en su voz.

—Ella me invitó a un cóctel —avisó Becca, intentando parecer convincente.

—¿Y por qué no voy con ustedes? ¿Qué clase de cóctel es? —preguntó él, con una mirada inquisitiva que Becca esquivó al acomodar el vestido sobre el sillón.

—No lo sé, seguro luego quiere hablar cosas de mujeres. Ya la conoces.

—Entiendo...

Brandon comenzó a besarle el cuello y la clavícula, cada beso encendía una chispa de deseo en Becca.

—¿A qué hora debes estar lista? —murmuró, su voz ronca de deseo.

—En una hora —respondió Becca, con la respiración acelerada.

Brandon la giró para enfrentarla, sus ojos se volvieron oscuros llenos de pasión.

—Entonces tenemos tiempo —susurró con voz ronca, antes de besarla con desesperación.

El beso fue intenso, apasionado, y Becca sintió cómo su resistencia se desmoronaba. Brandon la empujó sobre la cama, despojándola de su ropa interior con manos urgentes.

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Una hora después, Becca llegó al lujoso apartamento de Charles Whitman. Lucía bellísima con su vestido negro de Versace, su maquillaje impecable y una confianza arrolladora. Sabía que esta noche no podía fallar; lo había conseguido todo antes y esta vez no sería diferente.

Charles apenas la vio, la desnudó con la mirada, imaginándola en sus brazos.

—Becca, qué alegría tenerte en mi humilde morada —murmuró Charles con voz ronca, abriendo la puerta con una sonrisa radiante—. Pasa, por favor.

Becca entró, sorprendida por la opulencia del lugar. El apartamento de Charles era aún más grande y elegante que el suyo, decorado con un gusto exquisito y lleno de detalles lujosos que la dejaban impresionada. La abundancia que la rodeaba era un recordatorio de la ambición que compartían.

Charles le sirvió una copa de vino, y se sentaron en el sofá. La conversación fluyó fácilmente entre ellos, llena de risas y coqueteos.

—Becca, eres una mujer increíble. No dejo de pensar en ti —murmuró Charles, acercándose un poco más.

—Charles, vine aquí para hablar del contrato. Dijiste que cerraríamos los términos esta noche.

Charles sonrió, con una expresión que mezclaba deseo y desafío.

—¿Te preocupa el contrato? Eso no será un problema. Pero hay algo que deseo más que firmar ese papel.

Becca sintió cómo el ambiente se volvía más denso, el calor en su piel le recordaba que estaba jugando con fuego.

—¿Qué es exactamente lo que deseas, Charles? —preguntó, con una sonrisa cautelosa que ocultaba su nerviosismo.

Charles no respondió con palabras. Se inclinó hacia ella y rozó sus labios con los de ella, probando su reacción. Becca se tensó por un momento, pero no lo apartó.

—Esto —susurró Charles, retirándose solo un poco, lo suficiente para mirarla a los ojos—. Esto es lo que quiero.

Becca lo miró fijamente, su mente dividida entre el control que quería mantener y la estrategia que debía seguir. Cuando él volvió a besarla, no lo detuvo.

Instantes después, Becca salió del apartamento con el contrato firmado y una sonrisa en los labios, pero también con una pregunta rondando su mente: ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar para cumplir su ambición?  

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No olviden dejar sus comentarios. ¿Qué piensan de Becca?

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