6. Reencuentro
Disfruten el capítulo.
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Ese día se llevaría a cabo una sesión fotográfica del periódico escolar como parte de la entrega de equipos por Industrias Kofmant.
Renata tenía cierta curiosidad por dicha empresa así que días atrás investigó un poco sobre el trabajo que realizaban. Quedó impresionada por la cantidad de apoyos que han destinado a universidades y preparatorias para áreas de conocimiento, deportivo y de divulgación científica.
A pesar de ser una de las mejores empresas en desarrollo de sistemas automatizados dentro del sector informático, a la rubia se le complicaba determinar el alcance de los equipos y no se quebraría la cabeza con ello. Su sueño estaba en otro lugar, alejado de la industria informática y cosas por el estilo.
Lo importante estaba en que gracias a la oportunidad brindada, podría dar paso al comienzo de sus aspiraciones a cumplir.
Le quitaba demasiado peso a su mente debido a que estando en el último año de preparatoria, necesitaba plantearse las posibilidades de asistir a la universidad. Ganar dinero era necesario si es que quería pagar las cuotas escolares a lo largo de lo que duraría su vida universitaria.
De entre sus opciones, la más viable se centró en tomarse un año para trabajar y reunir fondos. Pero dado a lo que aconteció, cualquier idea anterior estaba más que descartada.
La preparatoria del Occidente se encontraba de fiesta. Su última victoria tenía de buen humor a toda la planilla de docentes por los proyectos a futuro con las empresas con las que cerraron trato.
Las clases fueron suspendidas a medio día y todos los alumnos aguardaban impacientes en el área donde generalmente se han llevado a cabo eventos masivos. Los maestros deambulaban apresurados para tener todo listo y en orden antes de la llegada de las visitas.
Para Renata, el ser capitana del equipo de fútbol. Conllevaba una gran responsabilidad. Se le había encomendado la tarea de ofrecer un discurso de agradecimiento a los invitados y tenía que poner su mejor esfuerzo para que saliera bien.
Luego de una larga espera, la consejería informó que al estacionamiento ingresaban los autos de una de las empresas.
—¿Cuánta puntualidad? Ni siquiera ha llegado la prensa —murmuraron algunos maestros mientras avisaban a todo el alumnado a que se mantuvieran disciplinados y en silencio.
Todos estaban expectantes de saber quiénes eran las personas que llegaron. Había rumores entre los asistentes sobre que el representante era una mujer, otros especularon que se trataba del mismo dueño de la empresa o algún personaje a fin, lo cierto es que parecía ser un mundo de chismes hasta verse completamente seguros una vez la persona descendiera del vehículo.
Una de las docentes mandó a llamar a Renata para repasar su discurso final. Luego de unos minutos de práctica, a la rubia le pidieron esperar atrás del escenario montado, hasta que todos estuvieran preparados.
—Hola —Romina la sorprendió una vez se quedó sola.
—¡Hey! ¿Qué haces aquí? —la tomó en brazos al saludarla. Su cercanía la hizo ser más atrevida rodeándola por la cintura lo que hizo que su novia adquiriera un color encendido en sus mejillas.
—Vine a darte ánimos.
—Gracias —sonrió feliz. Despreocupada de que alguien pudiera observar, se acercó atraída al deseo de acariciar con su boca los labios tentadores de su novia.
***
Observaba sin interés las calles, era la primera vez en recorrer dicha zona y nada parecía ser de su agrado.
La mujer de mirada severa y sonrisa nula se mantenía en silencio, revisaba el reloj cada cierto tiempo pues si sus cálculos eran correctos, llevaba ahorrado veinte minutos, cosa que le favorecía según los planes de la mañana.
—Pide adelantar la reunión. No creo que nos demoremos con esto —ordenó una vez visualizar la preparatoria.
—Lo que ordene, jefa.
Su día ya estaba saturado de pendientes. El primero en la agenda marcaba los apoyos que se brindan como parte de sus programas de integración a algunas instituciones de estudio.
Eso tampoco parecía interesarle pero debía hacerlo e ir pronto a la oficina.
Ingresaron a las instalaciones según el horario estimado, no planeaba perder más de media hora en un evento que veía irrelevante.
Para su desgracia, la directora la arrastró hasta una oficina donde la entretuvo con historias y parloteos de la escuela. Era evidente que buscaba matar el tiempo hasta que llegaran los demás invitados, cosa que nuevamente no fue de su agrado en lo absoluto.
Media hora después, la directora en compañía de la secretaria académica, acompañaron a la mujer para que tomara lugar en uno de los asientos forrados a un lado del podium. Ella se sentía indignada de la demora para dar comienzo a la ceremonia.
Impaciente, bajo a realizar un par de llamadas en lo que daba inicio todo.
Mientras hablaba, se dio cuenta de la presencia de un par de estudiantes al otro extremo del lugar. Concluyó la llamada y estaba por volver a su sitio cuando su vista se topó de vuelta en dirección a las mujeres, justo en una escena sorpresiva.
Ellas se estaban besando y no parecía importarles montar un espectáculo. No tenía intención de seguir observando pero algo en la rubia atrajo su atención.
—Señorita Kofmant, estamos por iniciar.
La mujer asintió subiendo de vuelta mientras trataba de pensar de dónde es que —según ella— la recordaba.
[…]
Romina se despidió de su novia tan pronto escucharon a la directora dar inicio al evento.
Un maestro le indicó a Renata subir luego de escuchar ser mencionada. La rubia lo hizo y al llegar una lluvia de aplausos la cobijó por parte de sus compañeros, amigos y maestros.
Su discurso fue breve y conciso, no hubo necesidad de leer el documento que redactaron porque fue innecesario al sentimiento de gratitud que nació de su persona. Recorrió fugazmente con la mirada la mesa en el estrado, sonriendo para todos. Justo volvía la vista al frente cuando se percató de la mujer a escasos metros de ella.
—Eh… —se desconcentró y para evitar desconcierto al público presente, leyó el último párrafo del escrito.
¿Quién es ella y porque parece que la conozco? Pensó intrigada.
—Gracias, Renata. Por tan emotivas palabras —la directora se colocó en el podium—. Ahora quiero que le demos un gran aplauso a una de las líderes de las empresas invitadas. La señorita Silvana Kofmant, representante legal y vicepresidenta de Industrias Kofmant.
La energía puesta fue más de la necesaria. Los jóvenes se vieron encantados apenas notar a la mujer de cabellera negra levantarse y desprenderse de las gafas de sol.
Avanzó con elegancia a donde la directora la estaba pues como se esperaba debía dar unas breves palabras.
—¡Es ella! —susurró Renata nerviosa, al recordar por fin. Silvana Kofmant era la mujer que conoció en aquel lugar y que confundió con la amante en el loco plan que ella y sus amigas armaron.
Por su parte la pelinegra continuaba distraída en el protocolo del programa, seguían sin poder recordarlo hasta que pudo ver con claridad el rostro de la joven que según lo mencionado antes, se trataba de la líder del equipo de fútbol y estudiante estrella.
¡Ya te recuerdo! Eres aquella mujer. Pensó con desagrado.
No supo cómo sentirse al respecto con lo que sus ojos veían. Esa niña era la misma de noches atrás cuando su hermano la arrastró a celebrar su cumpleaños. La misma que no paraba de insinuarse como sólo las de su tipo lo hacían.
Era tan desagradable observar como jóvenes podían ser capaces de usar la vía fácil para obtener dinero. Simplemente no lo toleraba, y repudiaba tanto que se atreviera a robarle un beso con descaro.
La última mujer que lo hizo, la condenó a un amargo amor que la dejó con el corazón herido. A partir de ahí, juró no volver a poner sus ojos en nadie más. Y lo hizo de tal forma, teniendo como objetivo, la empresa de su familia.
¿Así que ocultas una doble vida? Se dijo dándose cuenta de algo. Ella no se llamaba Dulce como aquella vez mencionó.
Concluyó con su discurso y de inmediato siguieron a la entrega del equipamiento deportivo. Las jugadoras subieron y siendo Renata capitana, tuvo la desgracia de ser la primera en recibir el uniforme de manos de la mujer.
—Un gusto… señorita Dulce —fueron las palabras que arrojo con severidad Silvana a la rubia en medio del bullicio del momento. Renata se quedó congelada al escuchar lo que esperó no llegar a oír. Ella la recordaba y no solo eso, sabía que le mintió sobre su nombre cuando se conocieron.
De ahí en adelante para Silvana se volvió en un fastidio. Esperaba la hora de que todo se acabara para poder ir a tratar un asunto mucho más importante.
El testamento de su padre por fin lo tenía en su poder. Gracias a sus influencias, había conseguido extraer una copia para tener conocimiento de lo que el hombre tramaba a futuro.
Nada, ni nadie importaba más que eso.
Nada.
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Nos leemos luego.
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