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Cumpleaños

El trayecto en el elevador fue algo tenso, mi jefe me miraba de reojo con mucha sutileza para no ser descubierto por la señorita Asada, yo solo evitaba reírme a carcajadas después de tal peculiar momento y al llegar a nuestro piso me dieron una gran sorpresa, había globos por todo el trayecto de la entrada ¿Hablaba en serio? Esto es increíble, caminé embobada por el pasillo, estaba todo muy hermoso ¿Merezco esto? Sin darme cuenta era el señor Kirigaya quien sin percatarme me había estado guiando por todo el trayecto, con una mano sutil apoyada en mi cintura de forma casual. Llegamos hasta mi escritorio donde se encontraba un pastel mediano decorado por unas flores color violeta y mis compañeros se acercaron y me cantaron el feliz cumpleaños ¿Cuándo fue la última vez que me habían hecho una fiesta sorpresa tan sincera como esta? Y como si fuera una chiquilla no podía borrar la boba sonrisa que dominaba mi rostro, mi vista al momento de soplar las velas solo buscaba el rostro de él, el masculino rostro del Señor Kirigaya, quien me miraba sereno, creo que él también disfrutó de la sorpresa. Después de aquella pequeña distracción todos volvieron a su rutina habitual, la señorita Asada pasó a la oficina de mi jefe, estuvo un buen tiempo en el interior y al momento de salir me dedico una mirada de menosprecio ¿Qué le sucede? La miré extrañada y malos recuerdos comenzaron a inundar mi mente, Liz vino hacia mi muy animada para invitarme a almorzar lográndome sacar de tal pequeño trance y fue así como terminó marchando con normalidad el resto del día.

El señor Kirigaya no salió de su oficina en el transcurso de la jornada y tampoco me llamó, no es de extrañarse estas acciones suyas, pues debido al cercano viaje de negocios debe estar muy ocupado. Al terminar mi trabajo Klein vino muy animado a decirme que había reservado una sala en el bar restaurante que estaba a unas cuadras y que todos irían a compartir unas copas para celebrar mi cumpleaños, no estaba tan convencida de asistir a estas alturas, pero gracias a la insistencia de Liz terminé aceptando.

—Invita al señor Kirigaya — me dijo Liz tan entusiasta como siempre, mientras no dejaba de moverme de los hombros.

—¿Estás segura? —le pregunté sorprendida al recordar cómo se pone cuando bebe —ya sabes cómo actúas cuando te pasas de copas —le di un pequeño codazo en su costado mientras ordenaba unas carpetas de mi escritorio.

—No beberé mucho — levantó su mano derecha —Lo prometo — me miró divertida — Nos comportaremos esta noche —habló para los demás presentes —¿Verdad chicos? —Vi como todos aceptaron para continuar su camino hacia el ascensor —Ya sabes Asuna – me tocó el hombro —nos vemos en el bar — me sonrió con picardía cuando solo quedábamos nosotras en el piso.

—Lizbeth Shinozaki ¿Que insinúas? —La miré con sospecha — ¿Qué tratas de hacer? – la confronté acorralándola.

—Nada amiga – levantó ambas manos y suelta una risa que delata complicidad.

— ¿Acaso tú? — la miré asustada, todo mi cuerpo se quedó tieso a la espera de su respuesta.

— No puedes ocultarme nada — siguió caminado de espalda hacia la salida — a pesar de que nos conocemos hace 3 años, te conozco más de lo que piensas – me miró con una extraña sonrisa de oreja a oreja – Nada se me escapa.

— ¿Quién más lo sabe? —pregunté al borde de la histeria. Tener una aventura amorosa con nada más y más menos que el director de la empresa donde trabajo no era algo que me enorgulleciera. Pero en algún perverso punto tampoco deseaba que esta relación se terminara. Estar con Kazuto Kirigaya se había vuelto parte de una rutina a la que no quería renunciar, al menos no por el momento. Llevábamos un tiempo manteniendo esto en secreto y así quería que siguiera.

— Klein y yo – llegó hacia el ascensor — nadie más — ingresó al interior y al apretar el botón de cerrar, susurró — tranquila es secreto — puso un dedo sobre su boca sonriéndome de lado.

En mi mente traté de pensar en cómo ella se dio cuenta de lo que sucedía entre el señor Kirigaya y yo, según pensaba habíamos sido muy discretos y aún más en el trabajo, estaba por entrar en su oficina cuando él estaba de salida.

— Señor Kirigaya — le llamé rogando que la conversación mantenida con mi amiga no se notara en mi cara — estamos yendo por unos tragos al bar que está a unas cuadras al sur — lo miré nerviosa ocultando mis manos — ¿Le gustaría ir? — Me sostuvo la vista con dureza, noté un poco de tensión en él — ¿Señor?

— Sí — sacudió su cabeza — por supuesto — sonrió levemente — Después de todo es su cumpleaños señorita Yuuki.

— Señor ¿Está todo bien? — le pregunté preocupada – lo noto un poco raro — lo miró a los ojos y solo asiente con la cabeza, tal vez solo sean imaginaciones mías, sonrió agarrando con fuerza mi cartera y los regalos que me habían hecho, caminamos hasta el ascensor, me dediqué a hablarle sobre lo que había pasado en la mañana — Que susto me dio — le dije ingresando — más bien, usted supo dirigir la situación — sin percatarme como, él me acorraló contra una esquina del ascensor — señor... las cámaras — le recordé nerviosa al tenerlo tan cerca.

— Están en mantenimiento hasta mañana — susurró contra mis labios me observó a los ojos, sus pupilas oscuras como la noche hicieron que una pequeña corriente eléctrica recorriera toda mi espina dorsal, luego con la punta de su lengua saboreó mis labios buscando una respuesta que no tardé en darle. Cuando fui consciente de mi posición, mi espalda tocaba la fría pared de metal y él presionaba su cuerpo contra el mío. Sus labios fueron a asaltarme y se movían con desesperación mientras que sus manos ansiaban recorrer otros caminos, podía notar la ferocidad y deseo en aquel brillo que yacía en su mirada, sus manos agarraban con firmeza mi retaguardia, estaba ansiosa, sentía los segundos eternos, de repente sentí mi cuerpo arder entre sus brazos, aquel beso fue fugaz, pero muy excitante.

Pero el momento acabó tan rápido como había empezado.

Al llegar al estacionamiento nos dirigimos hasta donde se encontraba su carro, me invitó a pasar y fuimos a parar hasta el bar restaurante donde habían quedado. Ingresé con el señor Kirigaya hacia nuestra sala reservada con un poco de pena, él debía estar acostumbrado a comer en lugares lujosos. Pero tratando de olvidar tales pensamientos, saludé a todos mis colegas para posteriormente comenzar a beber mientras esperábamos por la comida que sería Yakimeshi.

La noche pasó muy rápida pues al percatarme de la hora, todos estábamos con copas de más y admito esta noche bebí mucho, mientras que él no tomó casi nada, puesto que debía conducir, la charla entre todos fue amena y divertida, estuvimos hasta las 11 de la noche.

— Iré al baño — dije levantándome de la mesa con un poco de dificultad — no tardo — no demoré mucho en el interior, me observé frente al espejo tratando de acomodar mi aspecto al llegar hacia nuestra mesa, me fije que Kazuto estaba pagando en la caja y como mis colegas salían, los miré confusa al no entender lo que sucedía. Me dirigí a la puerta para salir también, pero se oían unos murmullos demasiado fuertes, y cuando escuché el nombre de mi jefe me quedé quieta escuchando. Por el espacio que dejaba la abertura observé quienes eran y vi que se trataban de Liz y Klein.

— No sabía que el señor Kirigaya y tú se conocían desde antes — mencionaba Liz en voz baja, abrí la puerta con cuidado y sin hacer mucho ruido; ella estaba abrazando a Klein — quiero saber cómo se conocieron. Cuéntame — lo veía a los ojos con obvia ternura. Reí bajito, cuando Liz le mandaba esa mirada, el pelirrojo se sabía perdido.

— Kazuto y yo fuimos compañeros y amigos el último año en la secundaria. Fueron muy divertidos los momentos que pasamos ese año, pero el postulo hacia una beca y la ganó por lo que se fue al extranjero a estudiar — la tomó de la cintura y entrelazó sus dedos con los de Liz —Después de que Kazuto salió del país no pude contactarme con él, sinceramente no creo que se acuerde de mí, tal vez ni siquiera recuerde de lo que sucedió en ese entonces — se rascó la nuca un poco nervioso — Ya han pasado varios años desde entonces.

— Yo creo que aún se acuerda de ti. Tú eres alguien inolvidable — le dijo con ternura, antes de unirse en un beso profundo — Klein — susurró cortando aquel beso, se acercó a su oído para susurrarle algo, que a juzgar por la expresión encendida del pelirrojo, de seguro le está prometiendo algo de acción nocturna.

— Por supuesto — le respondió con una sonrisa pícara. Y bingo, mis mejillas tomaron un color rojizo al darme cuenta que estaba presenciando un acto de intimidad que no me concernía.

— señorita Yuuki es de mala educación oír conversaciones ajenas — me riñó una voz de barítono junto al oído. Mis sentidos reconocieron de quién se trataba y en respuesta mi piel se erizó — ya cancelé su cuenta — la mano masculina abrió la puerta y seguí a mi jefe, quién sin remordimiento interrumpió a la pareja, dándoles un susto de muerte.

— Liz — llamó Klein sobre exaltado tomando su teléfono celular en su mano — el taxi ya llegó — mintió descaradamente mientras se levantaba con rapidez, acercándose hacia nosotros — ¿Asuna quieres que te llevemos?

Antes de que pueda asentir, Kazuto Kirigaya me interrumpido con su maravillosa voz.

— Yo la llevaré Klein – le respondió de manera muy informal lo cual me tomó por sorpresa ¿Será cierto que ya conocían desde antes?, los observé levantarse desde la puerta y como Liz se iba con Klein, el señor Kirigaya tomó mi cartera en sus manos — total mi departamento queda de paso — mintió.

— La dejo en sus manos, señor – habló Liz despidiéndose de él, agachando la cabeza y luego me sonrió y se despidió de mí alzando su mano para salir del lugar.

Esperamos unos minutos hasta que ellos se hubieran marchado, luego nos subimos a su auto y nos dirigimos hacia mi departamento, el camino fue silencioso causando que me sintiera un poco incómoda, pero debían ser imaginaciones mías, además sí que me pasé de copas, me sentía un poco mareada.

Al llegar a nuestro destino se me hizo muy difícil salir del vehículo. Pues casi tiré al piso las bolsas con los regalos que me dieron en la oficina, más bien que el señor Kirigaya estaba afuera esperando por mí, él tomó mis paquetes y me sostuvo hasta llegar a la entrada del edificio, me ofreció su ayuda hasta entrar en mi departamento. La verdad, no sé cómo o cuando le di mis claves, pero terminé sentada en el sofá de mi diminuta sala. ¡Qué vergüenza! ¿Ahora qué pensará de mí?, ya que mi departamento era pequeño y humilde, sobre todo; estaba hecho un desastre, no he tenido tiempo de limpiar, he tenido mucho trabajo.

Mi mente me jugó otra mala pasada, porque mientras me encontraba allí sintiendo compasión por mí misma, él desapareció dentro de mi cocina. Escuché que se movía, abriendo las alacenas y por un momento deseé que la tierra me tragara. Yo debería estar atendiéndolo, no al revés.

Minutos más tardes, él se sentó al lado mío y me ofreció un café muy cargado, esta era su idea para despertarme. Sonreí internamente.

— Gracias — le respondí bebiéndolo con cuidado — observé el líquido que yacía en el interior de la taza y lo giré lentamente recordando los días en que estaba en la universidad, sobre todo aquellos momentos en los cuales, mi padre ingresaba a mi habitación con una gran taza de café cargado, sin mentir aun podía sentir como posaba su mano sobre mi cabeza.

— Estudia duro hija, tú eres el futuro de la empresa — su mirada siempre reflejaba alegría y orgullo por mí — si te sigues esforzando te espera un futuro brillante, uno que te mereces — dejaba la taza sobre la mesa y se marchaba de mi habitación.

Papá, tus palabras siguen marcadas en mi corazón, pero recordarlas me causaba un terrible dolor, era como si fueras tu quien me clavara un puñal en el pecho.

Al percatarme de mi repentino escape, traté de continuar fingiendo que no había pasado nada — ¿Quiere un poco? — le pregunté con rapidez entregándole la taza y él aceptó, pero sin mirarme. Su atención estaba enfocada en el ambiente que nos rodeaba. El lugar en el que vivo, un sitio demasiado modesto y... desordenado. — Trágame tierra, qué vergüenza — cerré los ojos apenada, seguro pensaba que era una mujer floja, debería tener más cuidado con el aseo de mí vivienda.

— ¿Hace cuánto tiempo vives aquí? — cuestionó de pronto mirándome fijo, tomando el ultimo sorbo de café, dejando la taza sobre la mesa de la cocina.

— Ya serán 4 años — respondí intentando de pararme del sofá, sin éxito alguno, puesto que me mareé — la renta es muy buena — se acercó para llevarme hasta mi habitación — además es una zona segura — reí nerviosa al ver su rostro serio mientras me recostaba sobre la cama.

— Descansa — me susurró para alejarse un poco de mí, sin embargo por algún motivo me lancé a rodearlo por la espalda.

— Quiero que se quede conmigo — le pedí y ante mi acción, sentí como su calor comenzaba a expandirse desde mis brazos a todo mi cuerpo — Quédate — susurré otra vez — Kazuto — lo llamé y él volteó a verme. Seguramente analizaba cada parte de mi cuerpo, pero no era el único, yo también me deleitaba en el fornido torso qué escondía debajo de su camisa, aquella parte de su figura era algo que conocía perfectamente — por mi cumpleaños ¿Si? — le pedí gateando sobre la cama, después de aquel sensual beso en el ascensor sólo quería que me hiciera suya con urgencia — Me dejaste con ganas de más — le dije sin pena.

Él quería jugar conmigo, pero no lo dejaría, lo observé directamente a los ojos con la esperanza de que aceptara pasar la noche conmigo.

— Estás pasada de copas — me respondió acomodándose un poco el cuello de la camisa en un intento de recobrar la compostura.

— No recuerdo que eso te haya preocupado la primera vez — le recordé, mientras sin querer en mi rostro se formaba una sonrisa — vamos a acepta, sé que quieres — me observó fijamente a los ojos y siento aquella mirada fría que era tan característica de cuando lo conocí.

Me acerqué lentamente hasta agarrar su corbata entre mis manos, tiré de ella hasta que rocé sus labios. Nuestras lenguas se acariciaron con inquietud, sus besos desbordaban aquel arrebato que sentí horas atrás y luego aquellos besos fueron directamente hacia mi cuello, comenzó saborear de él, mordiendo con cuidado mi piel, pues sabía lo sencillo que era dejar marcas y también cuánto me prendía que se volviera insaciable, pero solo hasta cierto punto.

Sin darme cuenta, mi cuerpo respondía a las caricias que me brindaba, me recostó sobre la cama y continuó con tal acción, sus manos que yacían en mi cintura ascendieron hacia mi cuello, posó los pulgares sobre mi piel e hizo una ligera presión. La sensación de éxtasis fue inmediata, sumada al alcohol en mi sistema, me sentí sumergir fácilmente. Pero al cabo de unos segundos no se detuvo... el aire empezó a faltarme un poco, me miró a los ojos fijamente por unos segundos y sentí un poco de miedo porque su atención no estaba puesta en mí, comencé a preocuparme ¿le estaría pasando algo? con mi mano derecha acaricié su mejilla para traerlo de vuelta a mí — ¿Está bien? — le pregunté preocupada.

Ante mi pregunta aflojó la pequeña presión que había ejercido sobre mi cuello y ascendió hasta llegar a mi nuca, enredó un poco sus dedos en mi cabello, con un poco de brusquedad me acercó a él y nos fundimos en un beso más profundo y necesitado, ante tal abrupto acto le correspondí gustosa sentía cómo el necesitaba más de mí, más de mi calor, mucho más de mí entrega por lo que enredé mis piernas sobre sus caderas, coloqué mis manos en sus mejillas: estaba hambrienta de él. Comencé a quitarme mi uniforme con rapidez y el comenzó a ser lo mismo, lo ayude con su labor y percibí el calor de su piel desnuda contra mi cuerpo, era una experiencia que me fascinaba, cuando me di cuenta nos separamos unos centímetros el uno del otro, lo hizo para observar la desnudez de mi cuerpo, intenté calmar mi agitada respiración mas no podía, él se acomodó entre medio de mis piernas y volvió a besarme con mayor ferocidad.

Al abrir mis ojos en medio del beso para encontrarme con aquella mirada fría de antes y antes de alejarlo un poco resultó que me mordió levemente mi labio inferior, me causó un pequeño dolor por lo que gemí adolorida, Kazuto se alejó cortando el beso, me observó por unos segundos y yo chupe mi labio inferior, pero no había sangre por lo que no dije nada, ya hacía tiempo desde que él no había hecho esto conmigo.

*****Flash Back*****

— La última vez que tuvimos sexo fue un poco desagradable para mí — lo miré desde el otro lado del escritorio con firmeza, sus ojos se abrieron sorprendidos — No es que me desagrade el sexo rudo, pero nuestro trato fue tener sólo sexo — hice una pausa pequeña — además no soy aficionada a ser usada de esa manera — me acerqué más — no soy su juguete sexual — el apoyo los codos sobre el escritorio y me miro detenidamente.

— Cuando comenzamos esto sólo había una opción para que podamos salir. Si hay amor mutuo, pero comenzamos la relación ambos básicamente por diversión ¿verdad señorita Yuuki? — me observó de los pies a la cabeza — al principio, no pensé que fuese malo hacerlo contigo.

— Está bien si tiene ese tipo de fetiches, pero yo no puedo disfrutar ese tipo de sexo duro — le dije seria — entiende lo que le digo ¿no? — Fruncí un poco mi frente — el sexo que sólo es su desahogo sexual no me gusta — su rostro volvía a tener aquel semblante serio que lo caracteriza, puede que después tal vez me arrepienta de lo que diré — pero si quiere ese tipo de sexo busqué otra chica, porque yo no lo aceptaré.

— Entonces — me observó desafiante antes de abrir sus labios dejándome oír su respuesta — terminamos.

— Qué difícil es entender a esta persona — pensé mientras sus palabras aun retumbaban en mi cabeza — está bien señor – asentí y me di la vuelta para salir de la oficina e irme lo más rápido a casa — todo esto termina ¿no? — Sonreí de lado con un poco de melancolía — a pesar de todo esto fue divertido — susurré mientras me dirigía a la puerta cuando de pronto escuché como su sillón se movía y al segundo siguiente él me tomaba de la mano — ¿qué? — lo observé sorprendida.

— Lo siento — me dijo mirándome fijamente — siempre pienso sólo en mí, me disculpo.

— Incluso si te disculpas — traté de zafarme de su agarre — si digo lo que en verdad siento ahora esto...

— Estaría bien que terminé mi relación contigo Asuna y busque otra mujer — aflojó su agarre — sin embargo no puedo soltar esta mano – susurró contra mi oído – creo ya que... se ahogó en tu cuerpo — me alejé unos pasos de él — el sexo contigo es tan bueno que se me haría muy difícil reemplazarlo en alguien más.

— No diga esas cosas tan vergonzosas con el rostro tan serio — me queje avergonzada.

— Es la verdad — me suelta — parece que la compatibilidad de nuestros cuerpos es muy buena.

— Se me es difícil aceptarlo — lo miré sintiendo como aquel calor se apoderaba de mi rostro — pero coincido con usted – extendió su mano derecha hacia mi rostro acariciando mi mejilla.

— ¿Puedo besarte? — pregunta.

— Eso... – susurro sorprendida.

— ¿Quieres continuar con esta relación? — Se acercó tranquilo a mi rostro — ¿verdad? — me pregunta sin apartar su autoritaria mirada.

— ¿Te gusto? — le pregunté directa.

— Tal vez — respondió acercándose.

— Qué fácil le resultó decirlo — me quejé al recordar que confesar este tipo de cosas van contra de nuestro pacto — eso significa que usted pierde señor Kirigaya — di un paso hacia atrás.

— Sí, está bien — me contestó relajando sus hombros — Si eso implica que puedo seguir teniendo sexo contigo, no tengo ningún problema con perder esta vez.

— ¿Lo que te gusta es mi cuerpo? — le miré fijamente.

— ¿Debo poner mi corazón también?

— No lo necesito — le respondí tomando su mano —solo no vuelvas a poner tu estrés en mí.

— Así será — contestó acercándose a mis labios para besarlos y poniendo otra vez en marcha nuestro pequeño e íntimo juego en el cual ambos disfrutábamos.

******Fin Flashback ******

Se deslizó lentamente hacia debajo de mí, sus dedos recorrieron mi piel en línea recta para luego sentir un frio beso suyo en mi vientre, sus labios estaban mojados lo que ocasionó que mi espalda se arquease, siguió lamiendo mi piel hasta finalmente llegar a mi intimidad. Siempre que llegaba a ese punto de mi cuerpo, él enloquecía por degustarme. Ignoraba su propio placer para darme el alivio que yo necesitaba.

—¡K-Kazuto...! — gemí cubriéndome enseguida mi boca.

Sus dedos descendieron hasta mi intimidad y mis piernas temblaron un poco, sentí como el sonrío, rayos lo notó, advertí cómo Kazuto comenzaba a probar nuevamente de mi cuerpo con su lengua, por lo que llevé mis manos hacia su nuca y esta vez fui yo quien enredó mis dedos en su cabello. Parecía que él disfrutaba torturándome de esta forma, puesto que se entretuvo en aquella zona por unos minutos y yo simplemente me dediqué a disfrutarlo al máximo y antes de que pudiera darme cuenta, me tomó, giró mi cuerpo y me puso contra la cama boca abajo.

Sus manos se aferraron a mi cadera: estaba lista, lista para recibirlo, mi necesidad había alcanzado la cúspide de lo que podía soportar, sentí como su miembro que yacía despierto y en todo su esplendor, estaba listo para fundirse en mi interior, mientras terminaba de enterrarse dentro mí, sus manos pasearon por mi espalda, mi respiración se paralizó cuando sentí como todo de él entraba en mí, aquella parte de su anatomía fue abrazada cálidamente por mi interior y era una sensación que me encantaba, él sabía cuánto disfrutaba que lo hiciera de esta manera ya que causaba en mi cuerpo un escalofrío que recorría desde los pulpejos de mis dedos hasta la coronilla de mi cabeza.

No esperó mucho para empezar a embestirme, extendí mis palmas sobre la cama y nos unimos en un solo cuerpo, provocando que aquella descarga recorriera todo, a tal punto que perdí la cordura en sus movimientos, hundí mi cara en la almohada pues no quería que mis gemidos despertaran a los vecinos de al lado. Tan ocupada estaba intentando navegar entre las sensaciones que me provocaba, que acabé ayudándole a moverse, quería más de él, mi cuerpo sólo respondía de esta manera si era él quien me marcaba.

Sus embates eran más fuertes y yo movía mi humanidad en sincronía a sus movimientos, esta pose era la que más disfrutaba, en la que más podía sentir placer, cerraba mis ojos para poder magnificar las sensaciones en mi mente y les daba colores a lo que sentía, siendo el rojo la máxima expresión. En estos momentos sentía como eran inundado mis pensamientos de fuegos artificiales que explotaban sin detenerse, luego sentí un poco de su peso sobre mi espalda ocasionando qué mi pecho se contrajera más al respirar, no me afectó mucho. Más bien, era fanática del calor que este hombre emanaba, era el único en mucho tiempo que podía excitarme con sólo una mirada o con el roce de sus dedos sobre mi piel. Aceleró sus embestidas y advertí como mis caderas rebotaban ante la fuerza que ejercía, mis piernas se estaban comenzando a debilitar al tratar de contener el impacto, sin embargo, era algo que ocasiona mayor excitación, solté un gran suspiro de placer cuando el levantó mi pierna izquierda provocando aún más placer de lo imaginado, estaba dándome sexo brusco, pero al ras de nuestro limite ya marcado. Su respiración era cada vez más agitada a la vez que sus movimientos eran más rápidos y precisos marcando así que el final de este acto estaba llegando, coloque mi mano sobre la suya que sostenía mi muslo para tratar de calmarlo, giré levente mi rostro para observarlo, su semblante seguía tan firme como siempre, mientras que unas gotas de sudor escurrían por su rostro. Colocó ambas manos sobre mi cuerpo y aplicó un poco más de presión sobre sobre mis caderas y sentí como algo caliente y viscoso recorría mi interior, nos quedamos en esa posición por unos largos segundos y él cayó rendido al otro lado de la cama, yo me recosté cansada, giré mi cuerpo con dificultad para observarlo, quiero decirle que este fue el tipo de sexo que estuvo cerca de cruzar el límite que habíamos acordado, sin embargo, el cansancio pudo más que yo, antes de siquiera articular una palabra caí rendida en los brazos de Morfeo.

Cuando fui consciente de mí otra vez, el despertador marcaba las 6 de la mañana

— Bendita alarma — me quejé adormilada mientras busco con torpeza apagar mi despertador — Kazuto — bostecé dándome la vuelta para verlo, pero aquel lugar de mi cama se encontraba vacío — ¿Ya te fuiste? — me levanté con dificultad de la cama puesto que me dolía la espalda, pero de alguna manera era un dolor placentero al recordar lo que había sucedido hace un par de horas, me puse en pie para observar desde mi ventana hacia el estacionamiento y al no encontrar aquel auto de lujo, inflo mis mejillas con fastidio — al menos hubiera avisado que se iba, mínimo una nota — observé el desorden de mi habitación — que desastre — me quejé con sueño, para tirarme nuevamente sobre mi cama — estoy agotada, no quiero ir a trabajar — observé hacia mi escritorio — hace días que no he tenido tiempo de escribir.

Pero debía irme ya a trabajar o se me haría aún más tarde, no supe de donde me salieron fuerzas para levantarme de mi cama otra vez y realizar mi rutina diaria, llegué al trabajo antes de las 7 de la mañana y cuando estaba por llegar a mi escritorio el teléfono sonó, apresurándome a contestarlo.

—Buenos días, empre...— mis palabras quedaron al aire al reconocer aquella voz gruesa al otro lado del teléfono.

— Buenos días señorita Yuuki — me saludó con su frialdad acostumbrada — tuve que salir de la ciudad para la firma de unos contratos — ahora todo tenía sentido, me apoyé ante el mueble — llamé a mi hermano para que pueda reemplazarme la empresa en los días que no estaré, sin embargo, él está en el extranjero en estos momentos — arqueé las cejas intentando entender a lo que quería llegar — Confío en usted y por eso le dejaré la empresa de mi padre en sus manos — dijo decidido — quiero qué se encargue de las negociaciones menores, mientras yo no esté — me informó dejándome perpleja — serán máximo dos días — me recalcó — le encargo cumplir con todas las actividades de la agenda y que sólo me hable si es algo de vital importancia, por favor — agregó fingiendo cortesía — confío en sus habilidades y que hará un buen trabajo, muchas gracias, hasta luego — colgó antes de que yo pudiera rehusarme, y quedé petrificada ante lo encomendado ¿cómo rayos haré su trabajo?







ignorad este párrafo de una persona frustrada, simplemente puedo decir que estoy pasando por unas semanas y días muy duros, hablando académicamente, emocionalmente hasta el punto de decir físicamente y espero que le den mucho amor y cariño a este capítulo, pero como ya es costumbre pedirles disculpas por la demora. 

Pero bueno... este capítulo no hubiera sido posible de no ser por Sumi, a ti no me queda nada mas que darte las gracias, decirte un montón gracias por tu ayuda y paciencia. 

Los quiere 

Miss Lemons

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