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XXII

TEMPESTAD

Querido diario:

La felicidad no existe en la vida.

Todo lo bueno, termina siendo un triste recuerdo...

|...|

Una gran y terrible tempestad invadió a toda la mansión residente, de la famosa familia de vampiros del gran apellido Sakamaki; las nubes oscuras y la apenas neblina, indicaban el posible acercamiento de una tormenta próxima en el área.

Los primeros rayos de luz apenas eran recibidos, para cierta mujer de cabellos dorados, quien se encontraba recostada en su suave y tibia cama en la mañana.

Sakura: ...¿Qué?... -. Con voz débil, la joven de ojos azules despertaba de su profundo sueño, tras sentir los primeros cálidos brillos de luz que deslumbraron sus bellos ojos; los recuerdos tan desgarradores llegaron a su mente en cuestión de segundos. Toda la sangre derramada, y esparcida en las manos de sus amados primos; jamás creyó que serían capaces de hacer algo tan horrible a su progenitora. Y tras pensar en ello, un enorme miedo y pánico, se apodero de ella con solo pensarlo.

Rápidamente, corrió a la habitación de su madre, esperando que se encontrara en buen estado; pues no soportaría ver una muerte más en sus propios ojos.

•••

Sakura: ¡Oka-san! -. Asustada, la vampiresa gritó en la lujosa habitación de paredes blancas, donde su amorosa madre habitaba; acercándose a la gran cama, la joven suspiro de alivio cuando siento la presencia cálida de su progenitora; quien al igual que ella, apenas despertaba de su largo sueño, sin tener alguna herida o daño en su liviano cuerpo.

Akina: ...Hija... Buenos días...

Sakura: ...Mamá...

Akina: Te has levantado temprano... ¿Ocurrió algo?... -. Preocupada, la mujer de cabellos dorados, vio el miedo y pánico en los ojos de su amada hija, quien, al sentir la presencia de muerte en toda la mansión, supuso lo peor.

Sakura: Oka-san... La señora Cordelia...

Está muerta.

•••

Aquel día, dos mujeres vestidas de negro, bajaron a despedir a aquella dama de ojos verde felinos; que ahora ya hacia cenizas en la tierra, por sus crímenes. Tras los eventos ocurridos en la anterior noche de luna llena; orando y rezando, como parte de una pequeña ceremonia, en la memoria de aquella mujer...

Madre e hija, pidieron a los sirvientes de la casa, colocar una pequeña lapida, para consagrar la memoria de la primera esposa y madre de los trillizos.

La última y primera esposa, había finalmente fallecido.

Terminando con el pedido impuesto, los sirvientes se retiraron; mientras que las dos únicas presentes se quedaron para pedir piedad por aquella triste alma, y que a pesar, de que esa mujer las odiaba, no guardaron rencor por cada una de sus acciones, e imploraron algo de paz para la vampira de cabellos color púrpura, que residía ahora en el más allá.

Las pequeñas gotas de lluvia fueron un hecho inevitable ese día; como si todo fuera planeado, con las perspectivas de cada evento, que estaban paneados a suceder de una forma u otra.

La joven vampiresa de ojos azules, colocó un pequeño ramo de rosas, en la tumba ya terminada de su antes llamada Tía; para su pena y tristeza, solo su madre y ella asistieron para sus condolencias.

Esperando un poco más, para ver las siluetas familiares de los tres trillizos, especialmente, del mayor de estos; a quien le tenía más aprecio a su madre, e incluso su Esposo para la despedida.

Pero nadie llegó.

•••

El rugir de los rayos de los primeros relámpagos, hizo que toda espera llegara a su fin; rápidamente, las dos mujeres entraron a la mansión, tras ver la intensa lluvia en el horizonte.

Resguardadas en la pequeña cocina que conectaba al gran comedor de la sala, las dos pobres vampiresas, sintieron una terrible y poderosa fuerza maligna, habitando en la mansión...

Sakura: ...O-oka-san...

Akina: Él está aquí.

•••

La más joven, tuvo algo de miedo tras escuchar en el gran vestíbulo, los gritos de enojo e histeria por parte del Rey de los Vampiros, que estaba más que enfurecido que nunca; las dos mujeres se quedaron en la cocina atemorizadas, esperando que aquel hombre, conocido como "Esa Persona", terminara con sus asuntos, y se fuera lo antes posible.

Una pobre Sakura, no podía dejar de pensar, de las miles y horrorosas escenas que sucedían tras los muros; sus amados primos, estaban en peligro.

Así que, con valor, y aunque prometió, al más mayor de sus familiares; al no interferir con los castigos impuestos por parte de su Padre, temió por la seguridad de los tres trillizos, que habían realizado algo mucho peor que un error académico.

El asesinato.

Akina; ¡Sakura!, ¡Regresa! -. Invadiendo los gritos de súplica de su madre, la joven corrió; en busca de liberar las cadenas de esclavitud de sus amados primos contra aquel malvado hombre, que no merecía ser llamado Padre.

•••

Entrando a las puertas del gran vestíbulo de la mansión, la joven de ojos azules observo con horror, como el menor de los tres trillizos, había sido azotado y lastimado, por su llamado Padre, mientras que los demás miembros masculinos de la familia, observaban en silencio el castigo de su hermano; el mayor de los seis hermanos, cerraba profundamente sus ojos, al igual que cierto peli-castaño, que sentía el dolor impuesto en la piel blanca de su hermano. Cerca de ellos dos, el segundo de los trillizos, abrazaba con fuerza a su buen amigo de felpa, mientras que su acompañante, un joven de cabellos albinos, miraba con furia y maldición a su progenitor. El más sereno de todos ellos, fue el segundo primogénito de la familia; quien veía con seriedad el castigo impuesto por su Padre, ante su hermano más rebelde de todo el grupo.

De no haber sido por la presencia de la joven vampiresa, jamás habrían visto de nuevo una vez más a su hermano.

Karlheinz: Oh... Sakura... Me apena mucho que vieras esto... Mi dulce princesa. -. Un fuerte silencio, se vino pronto en toda la sala tras pronunciar su nombre; los seis jóvenes vampiros, miraban con horror y temor, como su progenitor se acercaba a la pobre joven, que ya hacía asustada, por ver la sangre esparcida de su amado primo de cabellos rojos entre sus finos labios, y ropa desgastada.

Sakura: ...P-por favor... N-no más... -. Susurro temerosa la vampira, mientras miraba aquellos ojos color rojos; tratando de encontrar algo de bondad y piedad por parte de aquel hombre, que era el mismo demonio reencarnado en persona.

Karlheinz: ...

Sakura: ...A-aceptare el castigo en nombre de Ayato-nii... -. Pronuncio la joven, con lágrimas esparcidas en sus pobres ojos, mientras que percibía la mirada horrorizada de sus seis primos, y amada madre, quien llegaba tarde para detenerla por su intervención.

Ayato: ...Sakura... Detente... -. Respondió débil el muchacho de cabellos rojizos, quien intentaba pararse del frío suelo de la sala, tras haber perdido mucha sangre a causa de su progenitor; el cual, este asimilaba la situación con curiosidad, y con una sonrisa perversa en su rostro, llego a una decisión.

Karlheinz: Veo que has crecido. Sakura. Te has convertido en la dama que pensé que harías. Y por eso... Adelantare tu regalo de cumpleaños.

Sakura: ...¿R-regalo?...

Karlheinz: Ayato no será castigo como lo tenía previsto. En cambio, solo permanecerá en arresto domiciliario en los próximos días hasta nuevo aviso. Reiji, te lo encargo.

Reiji: Así será padre.

Karlheinz: Escuchaste. Ayato.

Ayato: Si...

Karlheinz: Considérate afortunado. -. Dijo frío y serio el vampiro de ojos rojo hacia su hijo, mientras que este le devolvía una mirada con furia y disgusto tras haber visto la sonrisa de triunfo de su progenitor.

Sakura: ...G-gracias... -. Atemorizada con la sonrisa sádica del vampiro mayor, la joven se resguardo en los brazos de su madre; evitando todo contacto visual con el Rey en persona.

Karlheinz: Sabes que no me gusta verlas llorar... Especialmente a tu madre y a ti.

Akina: ...Karlheinz... Gracias.

Karlheinz: No hay nada que agradecer. Somos familia. Después de todo.

Akina: ...

Karlheinz: Sakura.

Sakura: ¿S-si?...

Karlheinz: Cuida de Ayato. El pobre ha perdido mucha sangre. Típico de él.

Ayato: Tsk.

Karlheinz: Hasta entonces... Querida familia. -. Pronuncio el hombre, para luego desaparecer desde las sombras; dejando a varios de los presentes conmocionados por lo que acaba de suceder.

El Rey de los Vampiros jamás ha tenido piedad ante sus castigos, especialmente para la disciplina de sus seis hijos.

Quizás, no es tan malo como todos piensan.

Pero para quienes lo conocen realmente, saben que algo está planeando.

•••

Más tarde, la presencia de la noche junto con el sonido de las leves gotas de lluvia en la ventana más cercana de la habitación; cierto vampiro de cabellos color rojizo y ojos verde esmeralda, estaba gimiendo de dolor tras sentir nuevamente las profundas heridas en su piel marcada, incapaces de sanar rápidamente, tras ser realizadas por parte del mismo demonio en persona, que lo había incapacitado de todo su poder para torturarlo.

Sakura: Ayato... Tranquilo...

Ayato: Joder... Ahggrr... Arde mucho. -. Pronuncio adolorido el vampiro, tras sentir el contacto con el algodón y alcohol, que esparcía lentamente la vampiresa de ojos azules, mientras terminada de vendar el torso semi-desnudo de su primo, que se encontraban gravantemente lleno de heridas.

Sakura: ¿Qué sientes?...

Ayato: Dolor.

Sakura: Tardara más tiempo en sanar de lo planeado... Le pedí a Reiji que, por esta noche, estuvieras cómodo en tu habitación y no en----

Ayato: ¡¿Por lo que hiciste!? -. Grito enojado el vampiro de cabellos rojizos, mientras mostraban furiosamente sus colmillos hacia la pobre joven, quien estaba sorprendida por la actitud tan orgullosa que sentía su acompañante en este momento tan importuno en que se encontraba.

Sakura: A-ayato... Perdóname... No pude aguantar...

Ayato: ¡...!

Sakura: Cuando castigaron a Shu, solo porque sus calificaciones no eran las apropiadas, temí que tu castigo fuera aún peor... Cuando mataste a---

Ayato: ¡No pronuncies su nombre! -. Dijo firme el vampiro de dieciséis años de edad, tras mirar con pena, las inmensas lágrimas de su amada prima, quien había tenido el valor necesario, para desafiar a su padre y aceptar su castigo en su nombre.

Eso dejo conmovido al frio corazón del vampiro, pero a la vez lleno de odio; pues al no tener el poder necesario, jamás seria lo suficientemente fuerte para proteger a las personas que amaba y apreciaba con su alma. Sintió una vez más el miedo, cuando se fue su hermano mayor a las frías montañas nevadas, para aceptar su castigo; el cual, seguramente, su Padre no tendría la misma consideración si ocurría algo peor que eso.

De no haber sido por Sakura, seguramente estaría encerrado en una prisión permanentemente en el Makai, o peor aún, habría tomado la vida de su amada como castigo; y eso lo quebraba por dentro.

Sakura: Ayato... Estas temblando. -. Respondió preocupaba la vampira, tras ver el estado tan débil de su amado primo, y aunque había asesinado a su propia progenitora, sabía que no era del todo su culpa; haber tenido que vivir desde temprana edad, los crueles abusos y maltratos cada día que pasaba por aquella mujer que esperaba que fuera el siguiente sucesor al trono. Sabia que todo su odio y personalidad, habían sido culpa de aquella tenebrosa mujer.

Y por una vez, vio el estado tan roto de su primo, por no aguantar más.

Ayato: ...Sakura... -. Débil, en susurros, el joven poco a poco perdía el conocimiento, y tras no soportar verlo en aquel estado, la vampiresa tomo una decisión.

Sakura: Ayato-nii... -. Susurro la joven, bajándose una de las mangas de su vestido; mostrando sorpresivamente al muchacho vampiro, la piel lechosa y apetitosa llena de sangre, que la bella joven, le insistió que bebería.

Ayato: Sakura... Mmm....

Sakura: ...Ahggr...

Sediento, el joven de cabello rojizos se magnifico con la sangre tan caliente y dulce de su amada prima; quien, tras sentir las gotas en su garganta, su personalidad orgullosa y arrogante, se mostraba una vez más; tras haber sido el primero en profanar, el cuerpo y sangre de la mujer, que había sido cálida y amable con él desde su infancia.

Hipnotizado por su sabor, ignoro los quejidos de súplica de la vampiresa tras sentir que el vampiro ya había bebido suficiente; pero al escuchar en sus gemidos murmurar su nombre, dejo totalmente al hombre excitado, y sigo bajando aún más hacia el escote de la mujer, para sentir las dos increíbles masas de carnes, que siempre le había encantado ver.


-. Ore-sama debió tomar toda tu sangre esa vez. Sakura-chan.


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