NUESTRA AMADA

El amanecer trajo consigo una luz tenue y melancólica que bañaba la mansión Sakamaki, proyectando sombras largas y tristes sobre los terrenos. Apenas pudieron recordar cuando fue la última vez que observaron un amanecer juntos como familia, después de todo, ella amaba la luz del sol.

Los hermanos, envueltos en una mezcla de dolor y arrepentimiento, se reunieron en el jardín trasero, donde una cama de cristal había sido preparada; decorado con detalles de oro, diamantes, adornando con rosas blancas y pétalos de cerezo; estaba durmiendo una hermosa doncella, que había vuelto para ver a su familia una última vez más.

El cuerpo de Sakura, dispuesto con esmero y delicadeza, yacía sobre la cama de cristal. Su rostro sereno y en paz, parecía casi dormida, la luz del amanecer iluminaba suavemente sus facciones, resaltando su belleza; sus ropas sucias y desgastadas habían sido reemplazadas por un hermoso vestido blanco y elegante, resaltando su palidez etérea. El bello cabello largo color rubio dorado resaltaba sus pálidas mejillas rosadas y labios rojizos. Mientras el medallón único familiar descansaba sobre su pecho, un testimonio silencioso de los lazos que los unían.

Shu, con una expresión de tristeza contenida, fue el primero en acercarse. Colocó una rosa amarilla sobre el cuerpo de su amada; con sus ojos fijos en el rostro durmiente de la joven mientras murmuraban una despedida silenciosa, para luego besar los labios de la bella vampira.

Reiji, siempre meticuloso, siguió el ejemplo de Shu, dejando una rosa color azul y murmurando unas palabras en voz baja; reflejando una mezcla de dolor y responsabilidad, para después besar los labios de la hermosa dama por última vez.

Ayato, con los ojos llenos de lágrimas no derramadas, se acercó a la cama de cristal, su arrogancia habitual reemplazada por una vulnerabilidad desgarradora, suplicaba nuevamente el perdón de la joven; dejando caer una rosa roja sobre su cuerpo, depositando un dulce beso en los labios de su querida reina.

Kanato, temblando ligeramente mientras pequeñas lagrimas se esparcían en sus tristes ojos; colocó una rosa púrpura, como un tributo a su memoria despidiéndose con un beso cálido en los labios de su adorada muñeca por última vez.

Laito, con una expresión seria y reflexiva, dejó una rosa color verde; mirando fijamente el rostro durmiente de Sakura mientras murmuraba una despedida, admirando por ultima vez su hermosa belleza, el cual aun después de muerta; no podía dejar de ser tan hermosa, y tentando, el beso sus labios.

Subaru, con su mirada triste y melancólica, se acercó lentamente, su corazón pesado con el peso del remordimiento; susurro nuevamente el perdón hacia su amada, depositando una hermosa rosa blanca sobre ella, para después compartir un último beso.

Los hermanos se reunieron alrededor de la cama de cristal, cada uno perdido en sus pensamientos y recuerdos compartidos con su amada princesa. La ceremonia era solemne y silenciosa, un tributo a la joven cuya vida había terminado de manera tan trágica. Esperando que alguna muestra de su amor por ella la hicieran despertar.

Pero ella nunca despertó de su sueño eterno .

Con sus palabras de despedida dichas, los hermanos colocaron rosas blancas sobre la cama de cristal, cubriendo el cuerpo de Sakura con un manto de pétalos de flor de cerezo. El sol continuó elevándose en el horizonte, sus rayos cálidos y dorados contrastando con la tristeza palpable del momento.

Finalmente, Reiji subió a una antorcha; las llamas comenzaron a consumir la cama de cristal, elevándose hacia el cielo mientras el cuerpo de Sakura se desvanecía lentamente. Los hermanos observaron en silencio, sus corazones pesados ​​con el dolor y el remordimiento, mientras las llamas llevaban a su prima a su descanso final.