Sunagakure, la aldea de la arena, ubicada geográficamente en una especie de cráter en medio del desierto, sus fronteras están protegidas por grandes rocas y acantilados, y los edificios de Sunagakure tienen estructuras muy simples y dan la impresión de que todo el lugar está hecho de arena. Sus aldeanos suelen utilizar túnicas, para poder cubrirse de las constantes tormentas de Arena.

La gente de esta aldea tienden a tener el pelo erizado, característico de las gentes que viven en los lugares calurosos para evitar que se les escape la humedad del pelo. Sus bandas y chalecos de batalla, son de color café, para camuflarse con el entorno en el que viven.

Aquí también es el lugar donde reside el jinchuriki más temido y poderoso de todos, Sabaku No Gaara. Un adolescente de 13 años de edad con un metro sesenta y dos de estatura, de piel pálida, cabello corto de un rojo intenso y unos fríos ojos turquesa claro.

Es el hijo menor del cuarto Kazekage, Rasa y Karura. Posee una personalidad silenciosa, sádica y fría, esto debido a los constantes intentos de asesinato que ha sufrido, personas enviadas por su padre, a quien asesino hace un año y ahora la aldea estaba a cargo de el consejo.

-Gaara-sama-Lo llamó Baki, el líder de su equipo donde sus compañeros eran sus hermanos.

El pelirrojo guardó silencio, estaba sentado en el techo de la Torre Kazekage, con los ojos cerrados, meditado.

-Mañana partiremos en dirección a Konoha-Informó con seriedad el moreno

Gaara abrió los ojos y lo miro con frialdad.

-Motivo -Exigió

-Exámenes Chunin-Respondió

El joven volvió a su antigua posición mientras pensaba en lo fastidioso que sería eso, sin embargo no pudo evitar que una sonrisa sádica aflorara de sus labios al pensar en la cantidad de inocentes que podría asesinar.

(...)

Después de un largo viaje desde Suna, con el ocaso en punto, el equipo Baki, conformado por Baki como el sensei y Temari, Kankuro y Gaara como los Genin, habían llegado a Konoha.

-Diríjanse al hotel, yo nos reportare con el Hokage.-Ordeno el mayor

-Entendido, Baki-san-Respondió la rubia con una sonrisa ligera 

El trió de hermanos se dirigió al hotel, siendo guiados por Temari, quien anteriormente había venido a Konoha con su padre. Los dos hermanos mayores caminaban con cierto miedo, pues el mínimo comentario o acción podría hacer enfadar a su hermano menor y eso seria terrible tanto para ellos como para la aldea en la que se encontraban.

-¡Búscala mocoso!-Exclamo Shukaku en su cabeza

-Lárgate bestia-Replico el pelirrojo con el ceño fruncido

-¡Búscala, maldición!-Repitió inquieto la bestia

El pelirrojo frunció el ceño con fastidio y desapareció en un torbellino de arena, dejando a sus hermanos preocupados. El jinchuriki se apareció en el techo de alguna casa, el inicio de la noche le favorecía, pues le ayudaba a camuflarse en el entorno. Miro a un ninja herido que se dirigía débilmente al Hospital. El oji turquesa sonrió con sadismo. La arena de su calabaza comenzó a salir y antes de que la dirigiera contra el ninja, para torturarlo y darle una muerte lenta y dolorosa, un suave y dulce aroma llego a su nariz, aturdiendolo.

Su piel se erizo, su corazón latió rápidamente y su sangre se calentó. Busco con la mirada a la portadora de ese delicioso olor. No era estúpido, sabia que desde los 8 años que había conseguido dominar al Shukaku, ya tenia la habilidad de identificar a su compañera, aquella que lo amaría y complacería por el resto de sus días.

Sus ojos rápidamente encontraron a la dueña de ese delicioso aroma, una bella kunoichi de largo cabello rosa y ojos esmeraldas, enfundada de un ceñido vestido rojo con una licra negra debajo. 

Estaba ofreciéndole sonrojada unas flores amarillas a un chico pelinegro frente a ella.

El pelirrojo frunció el ceño y apretó los puños molesto.-Mía-Susurro posesivo.

Antes de lanzar su arena para matar a ese joven, este se alejo, dejando llorosa a la bella pelirrosa. Quien se dirigió cabizbaja hacia su hogar. 

Gaara la siguió sigilosamente todo el trayecto, para después esconderse entre las ramas de un árbol que se encontraba frente a la casa donde había ingresado la joven, quien a los pocos minutos la visualizo en su habitación, la cual permitía ver su interior gracias al enorme balcón que se encontraba abierto. Vio como la chica ingresaba por una puerta y ese fue el momento que el Sabaku No aprovecho para ingresar al cuarto de la chica. 

Una vez dentro, inspiro hondo, gozando el olor a cerezo que inundaba la habitación y escuchando el sonido de la regadera a través de la puerta que se encontraba en la parte lateral del cuarto. Sus ojos se dirigieron a el cesto donde estaba la ropa que le chica se había quitado, topándose con unas delgadas bragas de algodón blancas, las cuales tomo y guardo en uno de sus bolsillos. Comenzó a recorrer la habitación, revisando cada minucioso detalle, desde la foto de ella con su equipo, hasta el montón de libros sobre su escritorio. 

La puerta del baño se abrió y el rápida y sigilosamente utilizo su arena para posicionarse en el techo. La pelirrosa se desprendió de la toalla en su cuerpo y se dirigió a su tocador, comenzando a untarse crema.

Gaara recorrió visualmente el cuerpo de la chica sin perderse ningún detalle, su piel blanca nívea con gotas de agua sobre ella, sus pequeños y suaves senos aun en crecimiento con unos lindos pezones rosados, sus ojos bajaron de su vientre plano hasta su monte de venus, libre de cualquier vello, la chica dio la vuelta y los ojos turquesa de el se detuvieron en un bello, duro y respingon trasero. Su miembro se endureció y el pantalón comenzó a apretarle y aunque deseaba poseerla como loco toda la noche, se contuvo, aun no era el momento adecuado, pues los padres de ella quizá llegarían en cualquier momento. 

Se quedo en la habitación hasta que la pelirrosa se coloco su camisón y cayo en brazos de morfeo. Una vez comprobó que estaba dormida, salio de la casa y se dirigió a su hotel con una sonrisa macabra. 

Pronto, muy pronto ella seria suya.