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Día 3 (Noche 1/2): Confesiones de una narcotraficante.

En el capítulo anterior, Juan y Ángel estuvieron persiguiendo a Jaime hasta dar con ellos en la cabaña, y Sonia y Mireia observaron desde el lago una columna de humo que hizo a Sonia emprender rumbo hacia allí pensando que podrían ser ellos e Ivanov y Bratislava se encontraban allanando casas. De Fátima y José María el autor por algún motivo decidió omitirlos de la trama, probablemente por falta de guión o por pereza.

—¡Pero no cuentes cosas! ¡Tu papel es narrar, no tocar los huevos! ¡¡Ponte a trabajar o llamo al becario!!

Dicho esto y poniendo mi contrato en peligro por vigesimoquinta vez, damos comienzo al capítulo:

***

Mireia y Sonia habían acabado su paseo en barca, Sonia cogió su mochila con los restos del bocata, algo de agua y emprendió su camino rumbo a aquella columna de humo desconocida. No sin antes despedirse de Mireia.

—Escúchame, Braulio debe estar al llegar, le cuentas lo que ha pasado y hacia dónde he ido. ¿Vale?

—Sí —asintió.

—Cuídate y no te montes tú sola en la barca. Que te conozco.

—Noooo, no lo haré. Vete ya que se va a hacer de noche.

—Vale.

***

Sergio y Jaime continuaban discutiendo, y mientras Juan y Ángel se encontraban revisando la mochila táctica de Ivanov en busca de objetos útiles.

—Un llavero de Stalin abrazando un gato, matrioskas con camuflaje, una botella de vodka en miniatura... ¿Qué cojones es esto? —dijo sacando una enorme cadena de acero bastante pesada.

—Deja eso ahí. Tú no has visto este manual de supervivencia soviético mal traducido. Mira esto: "Cómo cazar un oso con una cuchara" —pasó la página a otra cualquiera—. "Cómo hacer una fogata con tu bigote"

—Jajaja. ¿Y si no está mal traducido y son así de brutos?

—Mira —dijo cerrando el manual—. Cogemos este esparadrapo y la cadena cuando los hayamos inmovilizado y luego uno de los dos va a llamar a Ivanov para que venga. Hay que entrar antes de que comiencen a reconciliarse.

—¡¡Es que siempre tienes que liarla!! —se escuchaba a Jaime de fondo—. ¡¡No vales ni pa esconderte!!

¿¡Qué no!? Mira como me escondo. 

Se escuchó como le tiró algún objeto arrojadizo. 

—¡¡Ah!! ¡¡Perra!!

—¿Pero cómo entramos a pegarles? —se preguntó Juan bastante nervioso.

—Pues entrando.

—Pues vale. —dijo yendo hacia la cabaña muy decidido.

—No, espera. Cojones. ¡Juan!

Juan directamente entró por la puerta principal, vio a Jaime de lado señalando a Sergio con un macetero y tal como lo vio le soltó una ostia que hizo que se cayera el macetero y él encima de la mesa. Esto confundió a Sergio.

—¡Eh! ¿¡Tú que cojones haces!? Ya le iba a pegar yo —salió Sergio borracho en su defensa. Pero cuando fue hacia Juan apareció Ángel y le soltó otra ostia que hizo que cayera al suelo y también potara.

—De puta madre. Misión cumplida. Los tenemos —ambos chocaron las manos triunfantes. Coge ambas sillas. Trae el esparadrapo y las cadenas y... mira a ver si tenemos algo para limpiar la pota del borracho.

***

—¡Ivanov! ¡Para un poco! Estoy a punto de morirme. —gritó Bratislava exhausta de escalar la montaña—. A parte está a punto de anochecer.

Ivanov paró de escalar la montaña, que era bastante grande. No quería admitirlo pero también se notaba bastante cansado. De su mochila sacó un frasco de pepinillos que abrió sin mucho esfuerzo.

—¿Quierres un poco de pepinillos? —le ofreció.

—¿Pepinillos? ¿En serio?

Ivanov no dudó en comerse algunos.

—Pepinillos ser vitales en cualquier misión. Pepinillos ser vida —le continuó ofreciendo y esta aceptó de mala gana.

—Tengo demasiada hambre. Dame un poco de eso.

Ivanov observó a su alrededor y vio que el sol estaba por ponerse.

—Día acabar pronto. Nosotrios buscar forma de volver antes que vengan lobos.

—¿¡Lobos!? —gritó incrédula—. ¿No podrías haberlo dicho antes de escalar esta puta montaña con piolets?

—Por aquí nosotrios llegar antes.

—Sí pero no me sirve de nada si me va a despedazar un puto lobo. ¿Tú piensas en algún momento?

—Tu hinchar huevos como capitalismio hinchar precios de vivienda. Tú callar o yo ponerme a quemar cosas ya. Ritzoska. 

La chica resopló muy molesta. 

—Ya me callo. Otra vez —suspiró.

***

Jaime alzó la mirada una vez se recuperó del golpe, se vio así mismo atado con una cadena de metal bastante pesada y observó a aquellos dos tipos, Juan y Ángel locos de contentos y celebrando su triunfo.

—¿Quiénes sois? —miró a su alrededor y vio a Ángel atando a Sergio, que también se encontraba bastante asustado—. ¿Qué estáis buscando?

—No estamos buscando nada. Sino a ti —Juan levantó la cabeza de Jaime con bastante rabia.

—¿En qué cojones te has metido? —Sergio miró a Jaime algo tembloroso e intentando zafarse de las cadenas.

—En nada, si esto debe ser un maldito error —dijo aún confuso.

—En absoluto es un error, maldito terrorista. En nada sabrás algo más.

Juan se fue junto con Ángel hacia la entrada buscando más cobertura. Ángel sacó el móvil y trató de llamar a Ivanov, pero la cobertura les jugó una mala pasada.

—¿Cómo que terrorista? —dijo aún más confuso—. ¿De qué estáis hablando?

Juan se volvió a dirigir a Jaime y sacó el esparadrapo para taparle la boca. Lo mismo hizo con Sergio, acto seguido se volvió a dirigir a Ángel.

—¿Alguna señal?

—Nada, maldita cobertura —gruñó Ángel—. Tal vez ya llegaron a la base. Deberíamos quedarnos aquí y esperar a Ivanov.

Jaime frunció el ceño al escuchar el nombre. Nunca había oído hablar de nadie llamado Ivanov, y Sergio lo miraba igual de perdido.

En ese momento, vieron a alguien que pasaba por la ventana, Jaime abrió los ojos al ver que era Sonia y estaba llamando a la puerta.

—Ostia... ¿Qué hacemos? —Juan miró a Ángel buscando una respuesta.

—¿Hola? ¿Hay alguien? —se escuchó desde el otro lado.

Ángel abrió hacia él solo un poco, dejándola entreabierta.

—¿Qué pasa? —dijo con un tono de pocos amigos.

—No, disculpa, es solo que me he perdido y buscaba un sitio donde...

—¡¡HMMMMM!! —Jaime intentó gritar, pero Juan lo golpeó, haciéndolo callar.

—¿Qué...? —la chica entrecerró los ojos intentando mirar.

—No puedes quedarte aquí. ¡Vete! —le espetó Ángel, cerrando la puerta de golpe.

—Solo estaba preguntando.

—Joder, yo creo que ha visto algo. —Comentó Juan asustado—. Movámoslos hacia más adentro, de la casa, y corramos todas las ventanas hasta que llegue Ivanov.

Cuando fueron a moverlos, sintieron un fuerte golpe en la puerta, Sonia había roto la cerradura de una patada y se encontró a esos dos hombres moviendo a Jaime y Sergio atados a una silla y con esparadrapo en la boca. Lo que provocó un grito en ella.

—¿¡Qué cojones está pasando aquí!? —gritó agresivamente.

—¡Joder, nos ha pillado! —soltaron a los dos chicos y se dirigieron hacia Sonia

—¿Jaime? ¿Sergio? —dijo mirándoles al mismo tiempo que no perdía de vista a los secuestradores—. ¿Qué estáis haciendo con ellos?

—Cállate. Te advertimos que te fueras. —dijo Juan yendo a por ella junto con Ángel tratando de acorralarla en una esquina.

Sonia esquivó uno de los golpes, pero no vio venir el segundo, reaccionó rápido cuando notó que iban a atraparla dando un codazo a Ángel en la cabeza que lo hizo retroceder. Ella escapó de allí con bastante terror en sus ojos y en un abrir y cerrar de ojos sacó la pistola apuntando hacia ellos.

—¡Atrás!

 —Una polla —Juan levantó las manos sorprendido y Ángel también, pero desganado.

—Ya me estáis explicando qué cojones está pasando aquí.

—¿O qué? —vaciló Ángel—. No vas a dispararnos. No quieres ir a la cárcel. 

Sergio asintió al fondo también bastante asustado.

—Es un farol, Ángel. Una chica como ella, rubia, delgada y guapa no se atrevería a...

—¡POM! —la chica disparó a la rodilla de Juan, este cayó al suelo

—¡¡¡AAAAA!!! ¡¡Ángel!! ¡¡¡ÁNGEL!!! ¡Me desangro! ¡¡¡¡Me desangro!!!! —Ángel se acercó a su amigo asustado y vio que tenía una herida en la rodilla.

Sonia se acercó aún apuntando con el arma.

—¿Qué decías? ¿Que no me atrevía?

Juan, aún dolorido, se incorporó ligeramente para observarla con cara de odio.

—Tu puta madre en bicicleta —volvió a dejar caer la cabeza y a quejarse, casi llorando—. ¡Ángeeeeeel que me han jodío la rodillaaaa! —agarró a Ángel del cuello y lo zarandeó fuertemente—. ¡¡Me dueleeeeee!!

—¿¡Me vais a explicar qué cojones pasa o me sigo liando a tiros!? —dijo apretando más firmemente el arma.

—¡¡¡No!!! ¡¡¡Explícale!!! ¡¡¡Explícale, Ángel por tu santa puta madre!!!

Ángel, sudando y atemorizado, ayudó a Juan a levantarse mientras ambos retrocedían hacia la salida.

—Tu amigo —señaló a Jaime—. Se metió en problemas con la gente equivocada hace tres años. Nos mandaron a por él... y a por sus amigos. Esto es solo el principio. Nuestro jefe no va a descansar hasta que los tenga a todos.

—Pues dile a tu jefe que esto es solo un aviso —señaló la herida de Juan—. Si se atreve a venir o a poner en peligro a cualquiera de mis amigos, no me contendré. 

—¡No sabes lo que has dicho! —dijo Juan bastante agresivo siendo sujetado por Ángel que se dirigían a por la mochila—. ¡¡¡Estás muerta!!! ¿¡Me oyes!? ¡¡¡Muerta!!!

Sonia les cerró la puerta de mala manera y dejó la pistola encima de la mesa.

—Putos flipados de mierda.

La chica se dirigió a ambos y les quitó el esparadrapo.

—¡¡Gracias!! —dijo Jaime bastante asustado—. No sabía qué narices estaba pasando.

—Pues que van a por ti —señaló Sergio—.Y a por nosotros también, mongolo. ¿Qué cojones hiciste?

—Eso no importa ahora. Mañana salimos cagando leches —jadeó intentando quitar la cadena de Jaime

—¿Qué pasa? Me está molestando mucho, está muy apretada.

—¿Qué es esta cadena? Pesa muchísimo —dijo tratando de desatarla. Hizo bastante más fuerza pero no pudo con Jaime—. No puedo.

—Prueba con la mía y luego te ayudo con Jaime —comentó Sergio.

Probó a desatar a Sergio y logró bastante más fácil que con Jaime, este se levantó y la ayudó con Jaime. Pudiendo entre los dos. Una vez que estaban los dos libres, Sonia los miró a ambos.

—Anda ir al baño y lavaros la cara que la tenéis hecha un cristo. Luego voy yo.

—De verdad, muchas gracias por dejarte el tipo por nosotros —dijo Jaime con una sonrisa.

—¡Te queremos Sonia!

—¡Venga a lavaros la cara! —dijo esquivando un abrazo de Sergio.

***

—Oye, tú —dijo Sergio mientras se lavaba la cara—, ¿Qué hiciste para que esos dos intentaran secuestrarnos?

Jaime respiró hondo, frotándose la nuca con aire de confusión.

—No lo sé... Creo que sé por qué, pero no reconozco a esos tipos —respondió, sin levantar la mirada.

—A ver, cuenta qué narices pasó —dijo algo molesto.

—¡Eso! —se escuchó al otro lado de la puerta. Jaime se dio la vuelta y le abrió la puerta a Sonia

—Pasa, no hay problema —dijo con una sonrisa tensa.

Sonia entró, apoyándose contra la pared, expectante.

—Bueno, cuenta de una vez —dijo ella, cruzando los brazos.

—Está bien... —Jaime suspiró, y comenzó a relatar lo que había sucedido en aquel viaje años atrás: las malas decisiones, y aquella brutal pelea con Chloe, Ilario y los demás, además del juicio que terminó ganando. Acabó su relato con un suspiro pesado—. Creo que buscan venganza, pero no reconozco a ningún Ivanov o Ángel en esa historia.

—Pues son más amigos suyos. Blanco y en botella, ¿No? —dijo Sonia.

—Sí, pero hablaban de un jefe... —Jaime se rascó la cabeza, cada vez más nervioso—. ¡Si son una panda de amigos! Nada de esto tiene sentido.

—Bah, esos tipos son unos pringados —soltó Sergio con desprecio, apoyándose en el borde del lavabo—. Nos pillaron por la espalda y mira cómo se cagaron cuando Sonia los enfrentó. Ni media ostia tienen.

—Exacto. No te preocupes, Jaime. Mañana por la mañana nos vamos a la cabaña con Mireia y Braulio y salimos a buscar a Fátima y José María.

—Exacto. Cuando estemos todos juntos no tendrán nada que hacer —añadió Sergio.

—¿Me dejáis el baño ahora? —preguntó Sonia, mirando a ambos.

—Claro, ya hemos terminado —respondió Sergio, dirigiéndose hacia el sofá con Jaime.

Cuando los chicos salieron y se sentaron en el sofá, Sonia entró al baño y dejó su mochila sobre la mesa. Al hacerlo, una nota cayó de uno de los bolsillos. Sergio fue el primero en notarla.

—No jodas, se le ha caído una carta, creo —dijo Sergio viendo una letra a mano.

—Bueno, déjala, no es nuestra, a sab... —Sergio ya se encontraba abriendo la carta.

—A ver a ver... —Sergio acomodó la garganta—. "Querido Santa Claus.."

—¿Qué os pasa? —Sonia se asomó desde el umbral del baño algo molesta.

—Eh... nada, aquí —dijo el muchacho nervioso. 

—Ya que vais a hacer algo que puede que no me guste al menos sed inteligentes y hacerlo mejor, cabrones. 

Jaime se rio. Y Sergio comenzaba a tener miedo.

—¿A ver de qué es? —preguntó la chica quitándole la carta a Sergio de manera algo brusca haciendo que tiemble—. Ah... Es la carta de mi hermano hacia Santa Claus cabreado porque le regalé cuatro tonterías. —dijo algo seria—. La podéis leer si queréis.

—¿En serio? —preguntó Sergio levantando la cabeza aun más sorprendido—. ¿No nos vas a amenazar con la pistola y esas cosas?

Sonia ladeó la cabeza.

—No esta vez. Pero prefiero que me preguntéis estas cosas antes de hacerlo así —dijo entregándole nuevamente la carta.

—¡Yujuuu! La cataluf... —Sonia apretó el puño y Sergio se calló—. Sonia es mas maja de lo que creía ya que nos salva de los malos y me deja leer cartas. 

—Así mejor, madrileño.

—Bueno, lee ya la carta, Sergio. —dijo Jaime algo impaciente.

Querido Santa Claus:

Te extrañará que te escriba hoy 26 de Diciembre, pero quiero aclarar ciertas cosas que me han ocurrido desde que te mandé mi carta, lleno de ilusiones, en la que te pedía que me trajeras una bicicleta, una Nintendo Switch, un trabajo decente para mi hermana y también un novio para ella, aunque eso era más difícil. Quiero comentarte que me maté estudiando todo el año, tanto que no sólo fui de los primeros de la clase, sino que saqué todo dieces en el cole. No hubo nadie que se portara mejor que yo, ni con su hermanita, ni con sus amiguitos, ni con sus vecinos. Hacía recados SIN COBRAR, ayudaba a los ancianos a cruzar la calle y no había nunca algo que no hiciera por la gente, y sin embargo, ¡¡¡QUE HUEVOS TIENES, SANTA CLAUS!!!. Debajo del arbolito me dejaste una puta peonza, una mierda de trompeta y un maldito par de calcetines. ¿¡Qué hostias te has creído, puto gordo!? O sea que me porto como un imbécil todo este año para que me vengas con una mierda de este calibre; y no conforme con eso, al maricón del hijo de la vecina, a ese idiota sin educación, malcriado, desobediente, que le grita a su madre, a ese tonto de las pelotas, sí le trajiste todo lo que te pidió. Por eso ahora quiero que venga un terremoto o algo así, para que nos lleve a todos a la mierda, ya que con un Santa Claus como tú, tan incompetente y falso, mejor que nos trague la tierra. Pero eso sí, no dejes de venir el año que viene porque voy a reventar a pedradas a tus putos y sarnosos venados. Empezando por esa mierda de Rudolph que tiene nombre de maricón. Te los voy a espantar para que tengas que joderte, e ir caminando a pie como yo ¡cabrón!, ya que la bicicleta que te pedí era para ir al colegio, que queda a tomar por culo de mi casa. ¡¡Ah!! Y no quisiera despedirme sin antes nombrarte a la madre que te parió, ojalá que cuando hayas subido muy muy muy alto se te de la vuelta el puto trineo y te metas una buena hostia por ser tan hijo puta. Pero eso sí, te advierto que el año que viene vas a saber lo que es un niño maldito, malcriado y cabrón, ¡bien cabrón!

Atentamente, Víctor.

P.D. La peonza, la trompeta y el par de calcetines, puedes recogerlos cuando quieras y metértelos por el culo.

P.D.2. Puto gordo.

Jaime leyó la carta junto con Sergio, riéndose por las maldiciones que el chico tiraba hacia Papá Noel. Hasta que Sonia les arrebató la carta.

—Vaya... Ya veo que os parece muy gracioso —comentaba algo ofendida guardando su carta.

—A ver... la verdad es que el chaval tiene un poco de razones para estar enfadado —comentaba Jaime.

—Podríais regalarle algo mejor —dijo Sergio.

—Bueno, dile al banco que no le pagas la factura de la luz ni la hipoteca ni puta mierda porque le quieres regalar la Nintendo Switch al niño. A parte la play 4 es mejor. Puto crío, ya que pide cosas caras al menos que pida con sentido del gusto.

—A ver, pero puedes ahorrar y esas cosas ¿No? —comentaba Jaime.

—¿Y qué te crees que hago durante el año? ¿Gastármelo en prostíbulos? Ojalá, pero entonces nos morimos de hambre.

—Espera, ¿Y tus padres? —preguntaba Sergio extrañado.

—Eso es un tema algo delicado —comentó Sonia. Sergio la miró algo triste.

—Oh... ¿Fallecieron? —preguntó intentando ser lo más delicado posible.

Sonia negó con la cabeza.

—Huí de casa, creo que Jaime ya lo sabe —dejó la mochila en la mesa y se sentó en el sofá con ellos.

—Si... es cierto —comentaba pensativo—. Lo que pasa es que nunca me contaste el porqué lo hiciste.

—Sencillamente porque no creo que venga al caso. No me gusta demasiado hablar de esto, ya que corta el buen rollo.

—Si te soy sincero, me importa. No quise preguntarte antes por no ahondar mas en la herida— dijo Jaime acercándose a ella—. Quizá te venga bien desahogarte. Además, solo Sergio y yo lo sabremos.

La chica suspiró. Se notaba que todo esto a ella le afectaba y en el fondo quería contarlo. Al final asintió.

—Vale... está bien. Tenemos tiempo largo para charlar. Solo con la condición de que esto no salga de aquí —miró concretamente a Sergio—. Madrileño, no me jodas.

—Eh... no no. Madrileño ser bueno —dijo algo alterado.

—Bueno, escuchad... La historia es algo larga. Y así para comenzar fuerte... Mi hermano nació por los cuernos que mi madre le puso a mi padre con otro tío.

—A tomar por culo —susurró Jaime.

—Toma ya, ahora sí que estoy interesado en la novela. 

—Seeergio —le reprochó Jaime.

—Vale, ya paro.

—En fin...—suspiró Sonia algo nerviosa—. Bueno, creo que primero deberíamos empezar hablando de mi padre, mi infancia y cosas así, agárrense por que es historia larga —Sergio y Jaime se dieron la mano de manera no homo y Sonia bufó desganada—. De verdad que a veces sois imbéciles. El caso, mi padre fue siempre un hombre bastante arisco hacia mí, no era mal padre, pero nunca me sentí querida por él. Su relación con mi madre no era buena, decidió irse a Islandia durante un año entero ignorando por completo a la familia. Ahí fue cuando mi madre le puso los cuernos, pues no respondía mensajes, ni llamadas, y ella estaba harta. Y de esos cuernos, nació mi hermano. Cuando llegó mi padre, en el momento que nadie le esperaba, todo se fue a la mierda, la casa era de ambos, ninguno tenía dinero para pagar otro apartamento, mi madre dejó al amante, pero se negó a abortar, mi padre enfadado, y yo estresada desde bien niña.

—¿Un año fuera? —preguntó Jaime extrañado—. ¿Cuándo le puso los cuernos? 

—Al tercer mes —respondió—. Se embarazó dos meses antes de que llegara. 

—¿Y qué pasó después de que se enterara? 

—Bueno, al principio, mi padre solo se volvía más callado. Se quedaba más tiempo fuera, como si estar en casa lo asfixiara. Pero luego llegaron las botellas. Y después, los gritos y discusiones. Eso fue solo el principio... hasta que de repente estalló otra discusión fuerte. Yo ahí tenía unos 12 o 13 años, recuerdo que esa vez mi madre le pegó a mi padre por decir una barbaridad del niño, y este respondió peor con más violencia, yo intenté calmarlos a los dos pero me llevé un guantazo por entrometida, la primera de todas. A los pocos días, mi madre decidió huir ella sola desentendiéndose de todo y dejándonos con un padre inestable mentalmente. 

—¿Y os dejó al crío también? —preguntó Sergio bastante atento

—Sí, aunque la verdad que prefiero que me lo haya dejado a mí teniendo en cuenta la mierda de valores que nos dejó. En fin...Mi padre continuó con sus malos tratos y desde entonces fui yo la que se hizo cargo del chico. El trabajo de mi padre apenas nos mantenía pues él lo gastaba todo siempre que podía en alcohol y drogas, llegaba drogado a casa, vomitando por las escaleras y por supuesto yo tenía que hacerme cargo de ello después porque sino las iba a pagar conmigo o con mi hermano. Me amenazaba con pegarle si yo no hacía lo que él quería.

Durante ese tiempo, comencé a realizar pequeños negocios con el fin de poder darle algunos regalos a mi hermano, ¿Cuáles eran? Vender la droga de mi padre, el tabaco suyo, entre otras cosas, y comprar juguetes para el chico, casi todo lo que ganaba se lo daba a él. Mi padre a veces se daba cuenta y me gritaba y alguna que otra vez me pegaba por ello pero me daba igual.

—Vale, pero —interrumpió Jaime—. ¿Tu familia no podía hacer nada?

—Pff... Mi familia... —sonrió desilusionada—. Mi familia no hizo absolutamente nada, pues mi padre nunca tuvo buenas relaciones con su familia ni mucho menos con la de mi madre. No te lo he contado nunca, Jaime, pero cuando mi abuelo murió dejó toda la herencia a uno de sus hijos, al único que se preocupó de cuidarlo y mi familia decidió pegarle una paliza para robarle la herencia, esto formó una brutal pelea entre la familia de mi tío y los otros que provocó que algunos acabaran en la cárcel y otros en un cementerio. Un puto desastre. De hecho no sabría decirte con quien de mi familia me hubiera ido mejor. Los odio a todos. Solo un primo mío se salvaba pero a saber qué habrá sido de él con tanto gilipollas dentro.

Sonia se detuvo un momento, sus manos temblaban ligeramente. Jaime no pudo evitar notar cómo sus dedos se retorcían nerviosamente en su regazo. 

—Pese a todo lo que hacía por él... Cada día veía cómo mi hermano se desmoronaba —continuó ella, su voz comenzaba a quebrarse—. Y yo no podía hacer nada para detenerlo. Mi padre no lo dejaba en paz nunca, le insultaba cuando yo no estaba y lo humillaba siempre que podía, muchas veces cuando volvía de clases de lucha, me lo encontraba a él llorando en su cuarto por cosas que le había dicho papá. Y no me quedaba otra que estar con él a esperar que se le pase el llanto. Y bueno, esto que os voy a contar ya fue lo que me hizo querer huir urgentemente de allí. Algunos años después, cuando yo tenía 17 y mi hermano 8, mi padre le comenzó a reñir muy fuerte por una estupidez y mi hermano le contestó de mala manera. Yo escuché desde mi cuarto unas voces de mi padre seguido de un golpe y gritos de mi hermano.

Bajé corriendo, aun recuerdo como... me temblaba todo el cuerpo mientras bajaba y la respiración era angustiosa, lo primero que vi fue a mi padre pegándole una patada en el estómago a mi hermano, lo estampó contra el armario y le dio un rodillazo en la cabeza. Le grité que qué hacia, que parase, pero él continuaba sin mirar a nadie. Mi cuerpo no podía dejar de temblar, el miedo era tan real que apenas podía respirar. Sabía que si no hacía algo, esa sería la última vez que mi hermano lloraría. Sentí que me ahogaba cuando vi cómo lo golpeaba. Nunca había sentido algo tan aterrador, pero lo hice... me enfrenté a él. Le tiré un jarrón que había, le hizo una herida en la cabeza y se dirigió a mí furioso, comencé a correr por la casa aterrada entre gritos y gritos de mi padre hasta que me agarró del cuello y comenzó a estrangularme. Sus palabras fueron que nunca me quiso ni a mí ni a mi hermano, que soy una puta carga para él y que ojalá nunca hubiéramos nacido. Al final reuní el coraje y le di un golpe muy fuerte con la pierna que lo tiró al suelo. Sinceramente, creo que si no hubiera hecho nada, por sus gestos en la cara, su mirada de ira, la fuerza que hacía sobre mi cuello... —Sonia miró a los chicos derramando una lágrima—. Creo que me hubiera matado.

—Qué dices... —comentó Sergio por lo bajo.

—Si... Fui al salón y en cuanto vi a mi hermano, él salió corriendo horrorizado por la puerta de casa y traté de irme con él. Lo perseguí hasta que conseguí dar con el muchacho. Incluso a pesar de los golpes que le dio mi padre, trató de pegarme gritándome: ¡No volveré a casa! ¡¡Déjame!! lo retuve y lo abracé durante un tiempo. No paraba de repetirme que no quería volver a casa pasase lo que pasase, y ahí fue cuando le respondí: No volveremos, así que llamé a mi novio por aquel entonces y le conté lo sucedido. Él me acogió en su casa por unos días hasta que mi padre nos encontró, amenazó a la familia de mi novio y nos obligó a volver. Volvimos y en una vuelta muy tensa a casa, mi padre no mencionó nada sobre lo sucedido, él pasaba de nosotros, pero a partir de ahí veía a mi hermano traumado, me reprochaba el volver a casa, salía de su cuarto para entrar al mío y evitaba a toda costa tener interacción con mi padre. Comprendí que la situación no podía seguir así. No podía ser que un niño de 8 años que debería estar correteando por ahí, siendo feliz y jugando, estuviese en mi cuarto y con miedo de bajar las escaleras. Así que el mismo día que cumplí los 18 cogí mi documentación con la de mi hermano, todo el dinero que ese hijo de puta tenía ahorrado, y nos piramos lo más lejos posible. Lo que básicamente tuvo que hacer la irresponsable de mi madre.

—Joder... —decía Sergio alucinando—. Y yo que pensaba que tenía problemas en la familia...

—Creo que te gano —le guiñó el ojo. Sergio asintió mirando al vacío.

—Y a partir de ahí ¿Qué fue de vosotros?

—Ps... tuve que ganarme la vida. Me las arreglé para dejar a mi hermano en un orfanato que él odiaba, pero fue el único lugar en el que comprendieron mi historia y aceptaron a mi hermano. El orfanato era público pero requería de unos gastos mensuales que yo debía hacer. Me dediqué a trabajos muy dignos como la venta de drogas, trabajar en supermercados, timar guiris... es decir, tratar de ahorrar como se pudiera, gastar lo necesario en mi hermano y yo tratando de gastar lo menos posible. Al final, tras 2 años trabajando sin descanso, mi cuenta alcanzó unos 3.000 euros y nos permitió vivir en una casa vieja a las afueras de la ciudad, que es la que tengo ahora mismo. Dejé algunos dineros ahorrados para poder pagarnos la comida, y necesidades que tanto mi hermano como yo necesitábamos pagar, como un psicólogo para mi hermano. Conseguí un trabajo en un puesto de control en una autopista y gracias a ello pude conseguir un coche pequeño para las necesidades de ambos.

—Y una pregunta... —dijo Sergio alzando la mano. Sonia paró de hablar—. Llevaste a tu hermano al psicólogo, ¿pero tú no tuviste secuelas?

—A ver... sigo con cierto miedo a los hombres. Obviamente no todos, sino ni de coña me quedo en una cabaña yo sola y con dos tíos. Pero es que han sido tantas las veces que he pasado miedo con ese hombre... Que, te juro que cada vez que oigo a un hombre gritar o enfadarse por cosa mínima que sea o incluso hacer un movimiento brusco, siento miedo. Nunca he tenido un odio hacia los hombres. Porque, joder, la mayoría de personas que me han ayudado y las pocas que se han ganado un hueco en mi corazón son hombres, pero también mi mayor historia de terror y los peores años de mi vida fueron protagonizados por un señor quien se suponía debía ser mi lugar seguro y mi protección. No puedo evitar conocer a un tío y que se me venga a la mente una imagen suya siendo violento o gritando, me viene inmediatamente aquella escena de mi padre y mi hermano.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo Sergio que aún estaba en shock por lo que les estaba explicando.

—Adelante

—¿Por qué... por qué te caigo mal? ¿Tiene algo que ver con eso?

—Ufff... directo ¿eh?... a ver, a parte de ser idiota, fuiste el más calmado que vi junto con Jaime. Me trae malas vibras la gente calmada y que al mismo tiempo parece idiota.

—¿Era necesario el insulto? —dijo Sergio ofendido.

—Dime tus últimas 5 acciones memorables en la acampada y veamos si tengo razón —dijo desafiante.

—Eh... —Sergio comenzó a pensar mentalmente todo lo que hizo anteriormente y en seguida reculó—. Vale, mejor no.

—Exacto.

—¡Pero no soy idiota! En el insti saco buenas notas —dijo bastante orgulloso.

—Como yo, hasta que tuve que dejar el bachillerato.

—Chincha rabiña —Sonia le dio tal collejón que le volaron algunos pelos de la coronilla.

—Pero no entiendo —interrumpió Jaime pensativo—. ¿La gente calmada te cae mal? ¿Por qué?

—Me trae malas vibras. Mi padre era muy calmado y caía muy bien fuera de casa, era muy cuidadoso con nosotros cuando salíamos a otros sitios —de repente puso una voz grave—. "Ejem ejem, sí, estos de aquí son mis hijos, mírala que mujer está hecha con 14 años que tiene. Y el niño tan bonito como siempre, tiene algunos moratones en la pierna pero es que el chaval hace fútbol y no veas las patadas que meten" Te juro que en esos momentos me daban ganas de reventarle la cabeza a ostias. Luego ya ni se preocupaba por llevarnos a sitios. Ya lo hacía yo por mi hermano

—Joder, qué asco ¿Tu padre era así con otra gente?

—Con la gente que interesaba sí. Con la que le daba igual hacía lo que le salía de los cojones.

—Y oye —cortó Jaime de golpe—. ¿Después de la huida, tu hermano cambió?

—Nunca me ha hablado de verdad sobre su estancia en el orfanato, dice que es una experiencia que prefiere guardarse para él. Lo que sé es que en un principio el chaval me odiaba porque lo había metido en un sitio con curas y en ocasiones ni quería hablar conmigo, pero creo que con el tiempo fue comprendiendo lo que estaba pasando. Ahora incluso de vez en cuando me lo encuentro rezando a escondidas jaja. Y bueno, mientras él está en el colegio yo trabajo y por la tardes lo mismo. Cuando llego del trabajo él se pone a hacer los deberes que no entiende conmigo, hago la cena, hacemos una pequeña limpieza de la casa, me duermo porque estoy agotada y vuelta al trabajo. En verano trato de hacer algún viaje con él, y luego en agosto lo mando a un coso de estos... —comenzó a chasquear los dedos—. ¡Campamento! Y así me doy un tiempo para mí también. Duran 15 días, porque el cabrón no quiere de mes entero, pero bueno, demasiado que le obligo a ir a campamentos. Generalmente busco que coincida con su cumpleaños para que pueda celebrarlo con gente ya que tampoco tiene muchos amigos.

—¿Qué edad tiene ahora? —preguntó Jaime

—12 años.

—Me sorprende que aun no sepa que Papá Noel no existe.

—Nah... creo que él ya lo sabe. Es muy listo. Ese año me pilló dejando los regalos debajo del árbol, le dije que Papá Noel los puso en la puerta porque tenía mucha prisa y el tío se lo creyó pero a regañadientes. Siempre le he dicho esa mentira y cada vez me da más miedo que descubra la verdad.

—¿Por qué?

—Sé que al muchacho le gusta ayudarme en todo lo que puede. Si le digo que yo misma le daba esos regalos, comenzará a hacerme preguntas y preguntas y me da miedo que queriendo ayudar se meta en problemas como yo. Quiero evitarle eso. No quiero que bajo ningún concepto viva lo que yo he vivido y voy a hacer todo lo que pueda ya sea legal o ilegal por que viva en igualdad de oportunidades con cualquier niño de su edad, que no por ser el hermano de una fracasada esté jodido de por vida como yo. Yo ya estoy perdida, no tengo titulo de bachillerato ni estudios superiores, por lo que no puedo acceder a trabajos más decentes, no soy buena tratando con las personas y menos con los niños, literalmente fui obligada a ser madre desde que mis padres dejaron de comportarse como tal, obligando a abandonar mis estudios. Apenas he disfrutado de mi adolescencia y disfrutaré muy poco de mi juventud. Quiero que le vaya bien y se gane la vida de una manera más digna que... timando guiris —dijo tratando de sonreír, aunque enseguida dejó de hacerlo, ocultando una lágrima con la mano,—. Ojalá que en un futuro pueda ser feliz de verdad.

—Sonia... —Jaime decidió mirarla a la cara—.Literalmente le has dedicado la vida a tu hermano, creo que debe estar muy orgulloso de ti. —Sonia le devolvió la mirada con ojos llorosos

—Gracias... de verdad.

—¿Quieres un abrazo? —preguntó Jaime

—¿Qué? ¿Un abrazo? eh... pero...

—No me seas boba, anda. Estas a punto de llorar.

Jaime se levantó y Sonia con él, dándose un abrazo juntos, con Sonia a punto de romper a llorar. Durante el abrazo, la chica derramó una lágrima que cayó al suelo. Jaime se dio cuenta y la abrazó algo más fuerte. De repente la separó y comenzó a hablarle algo cerca de su cara.

—Escúchame una cosa, ¿vale? Realmente, no sé que pensará Víctor sobre ti pero eres de las personas más admirables y más fuertes que he conocido. La manera en la que luchas por los tuyos... es admirable.

La chica asintió pero Jaime continuaba pensando.

—¿Y quieres un consejo? Lo material no lo es todo, no te enfoques en regalar y regalar. A veces un simple acto de cariño, una caricia, un abrazo, vale muchísimo más que un regalo caro.

—¿De veras? —preguntó extrañada, casi sin comprender—. Eh... a ver —dio un pequeño suspiro riendo—. Si soy sincera... no tengo claro como se hace eso si no es haciendo eso... o sea follar cojones... y no... o sea —con la mano bajó a su cintura como diciendo que su hermano era bajito. Hasta que Sergio comenzó a flipar como retrasado

—Joder, Sonia —Jaime se abrió de brazos—. ¡Que te cargas el momento!

—¿¡Y qué!? —dijo frunciendo el ceño enfadada—. ¡Nunca he vivido esa mierda! Como quieres que haga algo que nunca me han enseñado.

—¡Yo que sé! El amor no solo se da a hombres fornidos en la cama.

—¿¡Pero eso no es incesto!? —preguntaba Sonia muy confundida mientras Sergio comenzó a descojonarse.

—¡Sonia! Los niños también necesitan cariño y no del que tú sabes —de fondo, Sergio continuaba riéndose dando golpes en el sillón.

—Eh... —la chica se encontraba muy confundida—. A ver —decía algo más calmada y pensativa tratando de ignorar a Sergio—. Le hago la comida, le plancho la ropa, le ayudo con los deberes, le choco los cinco cuando hace algo bien, jugamos a algunos juegos, salimos de paseo y esas cosas. Eso es darle cariño ¿no? Luego está el cariño de hacer cosas sucias que son las caricias, los besos, una chupadita de polla... —lo decía con total naturalidad

Sergio se descojonó aún más fuerte llegándose a tumbar y todo en el sofá pero Sonia le dio un guantazo en la tripa haciendo que tosa y ría al mismo tiempo

—¡¡Calla cojones!! ¡Que no escucho! —comentaba molesta.

—Jo —se incorporó mirando enfadado a la puerta—. Vale... —infló los mofletes.

—Es que no me puedo creer que no sepas algo tan básico. ¿En qué mundo vives? —preguntaba Jaime ignorando a Sergio

—En un control de autopista bajo chapa 7 horas al día y por la tarde en el mercadona trabajando de lunes a domingos. Mi interacción con los seres humanos se resume en mover cosas roja, decir decir precios, escuchar Nirvana en los descansos, proveer droga a los canis de mierda y ayudar a mi hermano con los deberes. ¿¡Qué interacción va a haber ahí!? Le hago una caricia a un cani y lo acabamos haciendo de manera clandestina en un puto seto a las 2 de la mañana bajo la farola más apagada posible.

—¿Nunca te has juntado con amigos normales que no quieran comprarte droga o follar?

—El primer paso sería definir qué cojones es normal pero... —comenzaba a pensar—. Tengo algunos amigos, como la Sole, el Andrés, la Montse, el Guille...

—Ya tiene más que yo —susurraba Sergio.

—Mejor es tener pocos amigos, hazme caso —dijo dando algunos golpecitos en su hombro—. Te ahorras menos problemas. Escucha, la cosa es que para empezar la Sole es una hija de puta, no para de tener relaciones, es decir, promiscua tirando a puta, cada relación peor que la otra y siempre lo dejan en el momento más oportuno. por ejemplo, ahora mismo debería estar con la hija puta de la Sole, La Montse y el Andrés en una playa de estas de mierda de Valencia, pero su puto novio de los cojones la ha dejado por otra tía que seguramente sea más guarra que ella en la cama y pues ahora la tía esta deprimida y dice que no va, la Montse que si no va la Sole no va ella, y el Andrés que dice que no va tampoco. PUES A TOMAR POR CULO, de no ser por vosotros me habría tenido que joder los únicos 15 días libres que tengo al año. Pero vamos que ya me buscaría a alguien en algún lao. En 15 días te dan para hacer muchas liadas.

—Solo las lías 15 días al año?

—En absoluto. Pero esos 15 días se lían sin descanso. Puedo pasar las noches fuera, emprender negocios fraudulentos en otras zonas, falsificar DNI, certificados covid, traer gente a mi casa para hacer cosas sucias, discoteca hasta las 11 de la mañana, dormirme hasta las 6 de la tarde, timar guiris en Andorra, participar en casas de apuestas, apostar en el póker... En fin.

—¿Y no te pilla la pol...?

—Shhhh —dijo tapando la boca de Jaime—. No se puede pronunciar a los maderos en mi presencia. Me vuelvo nerviosa y siento la necesidad de ocultar cosas.

—Ahora enserio —dijo Sergio sonriendo—. ¿Nadie ha llamado a la poli contra ti o ha tratado de joderte...?

—¿¡Qué me van a pillar los pitufos!? —interrumpió Sonia—. Para empezar no soy la única que hace cosas ilegales, quienes me compran también lo hacen de manera ilegal, de manera que nos hace uno contra un mismo objetivo. Y si encima consigues venderle a la misma poli... pues haces que hagan la vista gorda. Los guiris, sobretodo aquellos que vienen sin mucha idea del idioma ni del dinero que manejamos se timan fácilmente, para ellos 20 pesos o 20 yenes no es mucho, pero para mí sí lo es. Y ganarte 20 euros cada vez que tratas de venderle alguna gilipollez a algún extranjero, te da un sustento económico bueno.

—¿Y no se niegan a darte dinero?

—Todo el rato, pero para eso están los encantos femeninos. Soy consciente de que soy atractiva y por eso mucha gente acepta los negocios a pesar de que saben que le están timando. Además trato de parecer inocente y mientras más niña y más atacada mejor. Me dan dinero pensando que soy una pobrecita inocente e indefensa pero en verdad no han visto la tremenda pipa que tengo en la mochila.

—Pero esa pipa es de verdad o...

—De defensa personal, no puede matarte, solo hace mucho daño.

—Si... —asintió Sergio señalándose el brazo. De repente Jaime mira a Sonia con suspicacia y esta se encoge de hombros.

—Lo sé, no debí haberla usado, pero en un momento dado en la cabaña ocurrieron cosas y me vi obligada a defenderme. 

—La dije puta yonki... 

—Joder ya estamos con el puto laísmo de mierda. —se quejaba Jaime. 

—¡Y dale con el laismo! Que hablo como me sale de los cojones. Puto señor del monte. 

—No me toques los huevos con tu mierda de piso de 5 m cuadrados a 1700 euros mensuales. Jodido madrileño especulador

—Mejor eso a tener que recurrir a chamanes y sacrificios en la plaza del pueblo para que llueva. 

—¿De qué narices estáis hablando? —preguntó Sonia bastante confundida.

—Tu calla, catalufa, que tú también tienes lo tuyo —respondió Sergio enfadado. 

—Eso eso, que tenéis mas moro por metro cuadrado que españoles. 

—Efectivamente. Mientras más independencia tenéis, peor lo hacéis. 

—Ahí le has dado, Sergio. 

Sonia suspiró intentando tranquilizarse. 

—Mira, por el bien de vuestra salud física y la mental mía, me voy a acostar. 

Jaime vio la hora y observó que son la 1:30 de la madrugada y comenzaba a tener sueño y frío.

—Ostia pues yo también, que ya es tarde y tengo sueño. 

De repente vio que había un problema. Solo había dos camas.

—Aunque espérate hay dos camas...

—¿Qué? —se giró algo sorprendida—. Ni de coña duermo con alguno de vosotros. Dormís juntos.

—Pero...

—Ni pero ni ostias. Dormís juntos dije.

—¡Y una polla! —se quejó Sergio mirando a Jaime mientras Sonia se metió rápidamente en la cama ocupando lo máximo posible y con las mantas bien agarradas.

—Eh... Bueno... la cama no es tan pequeña, podríamos dormir bien, tu a la derech... —Jaime miró a Sergio. De repente Sergio también se encontraba metido en la cama ocupando lo máximo posible.

—¡Duermes en el sofá!

Jaime le arrebató todas las mantas y se dirigió al sofá corriendo.

—Encantado

—¡Hijo de puta!

Enseguida se tumbó con las mantas encima hasta que Sergio llegó tratando e quitarle las mantas a Jaime pero las estaba sujetando bien fuerte. De repente Sergio dejó de tirar y se mostraba mirando a Jaime.

—¿Ahora qué? ¿Eh? cabrón—dijo Jaime visiblemente enfadado y oculto debajo de las mantas. Solo asomaba sus ojos y parte de la nariz.

—Vaaale... Diplomacia —dijo acercándose a él de una manera más pacífica.

—¡Los huevos! —dio un botecito en el sofá.

—¡He dicho que diplomacia me cago en la puta! —exclamó desesperado

Jaime lo miró fijamente sujetando las mantas y relamiéndose los labios.

—¿Dormimos los dos juntos? —preguntó Sergio sonriendo.

Jaime lo miró con algo de malicia. Sergio lo miraba preocupado

—Hijo de puta ni se te ocurra. Ten piedad.

Jaime lo miró fijamente con malicia riendo por lo bajo.

—Jaimeeeee porfaaaaaa —suplicó Sergio desesperado y con frío. Al ver que Jaime continuaba sin decir nada pensando cosas malvadas, continuó hablando —. Que mi pijama es de manga cortaaaa, hace frío y...

Jaime ríe más fuerte.

—Me cago en la puta —dijo Sergio amargado—. ¡¡Dame las mantas!! —gritaba tirando de ellas hasta que vio que Jaime estaba sobre las mantas—. ¡¡Será mamón!!

—¡Ja! Vas a dormir solo —se mofó Jaime.

—Eso lo determinará la justisia —dijo visiblemente enfadado

De repente se dirigió a Sonia algo encorvado.

—Sonia

—Hm —dijo vagamente.

—¿Dónde putas tienes la pistola? Es para un negocio.

—Hmmmm —la chica se desperezó y tiró un pequeño eructo—. En la mochila.

—Gracias —dijo feliz dirigiéndose a la mochila.

Jaime vio como Sergio recargaba el arma con total normalidad y con una sonrisa.

—Y esta va en el cráneo, —dijo poniendo una bola de metal en el cargador—. Y esta en la pierna derecha, y esta en el brazo izquierdo...

Jaime lo miró con miedo. Y Sonia susurró cosas despectivas por lo bajo. De repente Sergio amartilló la pistola y se volvió agresivamente apuntando a Jaime

—¡Escúchame jodido babuino hijo de puta mamón retrasado! ¡Vas a compartir cam...!

—¡¡Vale vale!! —dijo finalmente levantándose con las mantas—. Dor- dormimos juntos

—¡Yuju! —levantó las manos feliz dando accidentalmente un disparo al techo para sorpresa de Jaime. Luego volvió a colocar la pistola en su sitio y se dirigió a su amigo—. Que sepas que eres un hijo de puta

—Aun puedo cambiar de opinión.

—¿Estás seguro de eso? —susurró con cierta maldad.

—Seeeergio.

—Vale vale. 

CONTINUARÁ

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