Día 2 (Tarde 1/2): La candela de la vida y la muerte
En el capítulo anterior nuestros queridos inútiles se separaron por culpa de la nieve y vivieron destinos muy diferentes. Sonia, Mireia y Braulio fueron los únicos que lograron llegar a su destino a salvo, pues permanecieron en el camino principal sin desviarse, Jaime y Sergio acabaron en un refugio de montaña, y por su parte José María y Fátima... esos simplemente hicieron el inútil. Por si fuera poco y para añadir más problemas, Andrey Ivanov está buscando a Jaime para hacerle pagar por lo que ocurrió en la acampada anterior.
***
José María y Fátima cayeron a un par de cuevas en el que se encontraban separados, por lo que quedaron atrapados, hasta que tres muchachos de origen sudamericano escucharon los gritos de Fátima y decidieron acudir a su rescate.
—Ey, pareja, ¿Estáis bien? —preguntó Luna preocupada por los chicos. Sin embargo, Silvio la miró con mala cara.
—¿Qué pelotudez es esa, Luna? la chica estaba gritando como si le fuera la vida en ello.
—Yo que sé, quizá solo estaba pidiendo ayuda, deja de ser tan saco wea.
—Lo haré cuando tu hermano me quiera más que sho a él. ¿¡A quién llamás saco wea, tarada!?
Bosco pasó de las habladurías de ambos y se asomó por el borde de la cueva para ver a la chica que había atrapada.
—Oe —dijo el muchacho.
—Hola —contestó la chica—. ¿Está todo bien ahí arriba? Escucho insultos.
—No les hagás mucho caso, los argentinos solo saben insultar y presumir. —dijo bastante rápido con un acento chileno. Posteriormente le tendió el brazo a la chica para subir—. Venga, yo te aúpo.
Fátima sonrió y dio un saltito para subir. El muchacho hizo gala de una fuerza que sorprendió a Fátima, ya que con un solo brazo pudo subirla. Se trataba de un chico moreno con el pelo ligeramente alborotado que le cubría la frente y algo bajito, además pudo ver a los otros dos discutiendo al fondo, con Luna bastante cabreada por las palabras de Silvio.
—Eh... gracias —dijo algo tímida.
—No es nada, son 20 euros.
La chica lo miró avergonzada.
—¿Q-qué? No... No tengo dinero —se mostraba incómoda mirando sus bolsillos buscando el monedero para poder pagar.
—Que es broma, weona —le dio un golpecito en el hombro seguido de una risa algo tímida que hizo reír a la chica.
—¡¡¡Eh!!! ¡Sigo esperando que me subáis! —se oía a José María al fondo. Sin embargo Bosco apartó la mirada para ver que la chica estaba a punto de pegar a Silvio.
—Chucha, voy a separar a mi hermana de mi pololo —rodó los ojos hacia arriba y se dio la vuelta—. Otra vez.
Mientras tanto, Silvio se encontraba levantando la voz por encima de Luna.
—Escuchá una cosa, gorda sorda atragantada de porongas hasta el culo, ojalá que te viole un negro camionero nazi hijo de puta y tengás el parto de 10 hijos como si fuesen grapadoras.
—¡Bosco! ¡El weon saco wea de tu pololo me está insultado! —gritaba Luna furiosa.
—¡¡Silvio!! —gritó Bosco.
—¡Ah! ya empezamos, esto no es insultar querida, esto es deporte nacional argentino —dijo orgulloso de ello.
Bosco se acercó a ellos, apartó ligeramente a Silvio y le susurró.
—Si te portas bien, te doy postre —dijo mordiéndose los labios. Silvio se lo pensó dos veces.
—¿Hasta qué hora?
—Hasta las 5
—Tu puta vieja, enfermo de mierda.
—A las 4 —reguló.
—Hecho —le dio la mano a Bosco.
—Y ahora, vamos a por el otro weon y deja de meterte con mi hermana.
—Vaaale, y vigilá con las miraditas que te cago a trompadas. —posteriormente le dio un manotazo en el culo y se frotó las manos volviendo los ojos hacia arriba—. ¡Oghh! ¡Cómo rebota!
Silvio y Bosco ayudaron a José María a salir de la cueva con Luna detrás malhumorada y enfadada con Silvio.
—Ostia, son sudacas —susurró para sí mismo—. Joder, muchas gracias —dijo José María tras salir.
Ahí fue cuando observó mejor a Silvio y Luna. Silvio era un chico más blanco de pelo largo hasta el cuello, con mechas rubias y castañas, tenía también algo de barba y se le alcanzaba a ver un colgante que iba por dentro del abrigo. Mientras que Luna era morena a lo igual que Bosco, de pelo rizado y con gafas.
—No es nada —dijo Bosco dándole la mano a José María—. Por cierto, mi nombre es Bosco, ella de aquí es mi hermana, Luna y él es Silvio.
—Es un gusto —Silvio también le tendió la mano—. ¿No leyeron que por esta zona no es recomendable desviarse de los caminos?
—Nos habíamos perdido en la ventisca —alegó José María—. Veníamos con más gente pero hemos acabado perdidos
—Oh —se preocupó Luna—. ¿Y entonces no sabéis donde están?
—Por favor, Luna, es bastante obvio que...
—Silvio —dijo Bosco mirándolo.
—Vale, mejor cierro el orto.
Fátima comenzó a reír y José María los miraba algo asqueados.
—Oye, ¿podríais ayudarnos? Nuestros amigos dijeron de ir a un sitio con barcas que hay por aquí.
—¿A un sitio con barcas? —preguntó Bosco algo extrañado.
—Eh... sí ¿Qué pasa?
—Pues que si es donde yo creo os habéis perdido bastante.
—No me jodas —dijo José María cabreado—. ¿Sabéis por donde es?
Bosco negó con la cabeza.
—Vení con nosotros —dijo Silvio para sorpresa de Bosco—. Os daremos comida y agua que seguro que necesitáis y luego pues podéis iros ashá por... las cuatro más o menos.
—¿Estás seguro de eso? —sonrió Bosco falsamente—. Ni si quiera sabemos que tenemos comida.
—Cashate, estúpido, me quiero ganar un completo.
En seguida José María apartó un momento a Fátima antes de tomar una decisión.
—Un momento, tenemos que hablar de una cosa.
La chica se encontraba ligeramente confusa.
—En verdad no sé de qué quieres hablar, yo no tengo nada que...
José María tiró del brazo de Fátima bruscamente y la alejó unos pocos metros del resto de chicos.
—¡Ah!
—Tenemos que hablar, dije.
—Vale, vale, pero con cuidado, que me puedo escacharrar y a ver quien me encacharra luego —dijo dejándose arrastrar por el chico.
El muchacho bajó bastante la voz para susurrar a la chica.
—¿Tú te fías de esta gente?
Fátima pestañeó mirando fijamente a José María
—Eh... sí. Bosco y Luna son simpáticos, el otro no pero es Argentino y los argentinos me caen bien. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque la última vez que estuve en un grupo de campistas con gay incluido, mi integridad anal corrió peligro. ¡Mucho peligro! ¡Aquí son dos! —dijo preocupado mirando a ambos chicos que se encontraban también hablando por lo bajo.
—Pero esto es diferente, aquí el señor gay está controlado y son pareja. Tu culito no correrá peligro esta vez —sonrió Fátima.
—¿Tú crees?
—Sí, además tengo hambre, quiero comer ya.
—Puees... vamos supongo —dijo con ciertos escalofríos.
***
Tras conseguir la información de Edelberto, Ángel Mari y Juan José se dirigieron a la cabaña de Andrey para decirle dicha información. Se dirigieron a la puerta de la cabaña y tocaron levemente la puerta con cierto miedo. Se escucharon algunos pasos hacia la puerta y posteriormente Ivanov abrió la puerta agresivamente.
—¿Por qué mierda llamar si vosotrios poder entrar? —dijo empujándolos hacia adentro—. ¿Vosotrios haber conseguido algo?
—Sí —contestó Juan, aunque en seguida el ruso interrumpió molesto.
—¡Si, señor! —le dio un golpe en la espalda a Juan como reprimenta—. ¡Tu mostrar respeto!
—Si, señor —dijo algo más leve—. Hemos hablado con un hombre del bar que nos ha dicho donde podría estar Jaime.
—Eso interresar a ruso. Ruso querer que tú sentar a hablar —en seguida el hombre cogió a Juan de la mano y lo llevó a una de las mesas con Ángel siguiéndolos. Bratislava apareció detrás de la puerta de su habitación.
—Me pregunto cuando aprenderá a conjugar los verbos —susurró Bratislava sin que Ivanov se diera cuenta.
—Algún año de estos —le respondió Ángel con una sonrisa.
Posteriormente tanto Ivanov como los dos muchachos se sentaron en la gran mesa del salón para comenzar a hablar sobre nuevas tácticas.
—Bien, tú desir que vosotrios haber encontrado algo. ¿Qué es?
Juan tosió para sí mismo indicando que él iba a ser quien hablase.
—A ver, así resumidamente y para que nos entendamos, bueno, yo hablo andaluz, casi que no vocalizo, pero voy a intentar hablar algo más lento. El caso es que conseguimos hablar con un hombre de estos típicos de bar que está todo el día con la oreja puesta en eso que no debe, pero bueno, que en el fondo nos beneficia porque fíjate tú por dónde, qué casualidad, que los mismos que estamos buscando entraron al bar en busca de información para...
El ruso dio un bostezo bastante sonoro.
—Tu hablar más que mi suegra. Yo estar más perdido que tanque alemán en Siberria. Tú resumir o yo meter cabesaso en frente tuya.
Ángel miró a Juan señalándole con la mano a modo de regañina.
—Si, vale, yo te resumo así como quien no quiere la cosa. En resumen, que ese tipo del bar, que en verdad es marido de la que lo lleva, nos dijo donde está, o se supone que están los chicos que estamos buscando.
—¿Sitio concreto? —dijo Ivanov con una sonrisa maligna.
—Realmente no sabemos como se llama —contestó Ángel—. Mencionó algo de una montaña con un lago con barcas.
Ivanov chasqueó los dedos mirando al cuarto de Bratislava, pero esta no hizo nada—. ¡Ejem! —Volvió a chasquearlos más fuertes tosiendo, pero nuevamente no hizo nada.
—¡¡Bratislava!! —gritó con bastante fuerza.
—¡Ah! —se escuchó un golpe en su cuarto—. ¿Qué pasa?
—¡Sal de tu cuarto ahorra mismio!
—¡Voy! —la chica abrió la puerta de su cuarto y se asomó por ella—. ¿Qué pasa, qué he hecho ahora?
—¿Tú tener mapa de Pirrineos?
—¡Sí, espera un momento!
La chica salió del cuarto con un mapa y se sentó junto a ellos. Abrió el mapa y el ruso comenzó a ponerse modo táctico mirando el mapa.
—¿Hasia dónde? —preguntó Ivanov con un bolígrafo bastante expectante.
Juan se quedó mirando el mapa en busca de una ruta más peligrosa hasta que dio con ella y señaló el mapa justo donde estaba la cabaña junto al lago donde se encontraban Sonia, Mireia y Braulio.
—Aquí, señor.
Ivanov sonrió con malicia.
—Excelente... ahora nosotrios poder efectuar vengansa. ¡Irremos a por esa panda, los redusirremos y pagarrán por fechorrías.
—¡¡Si!! —gritaron el resto por las animadoras palabras de Ivanov. Aunque en seguida sonó una voz más fuerte.
—¡Ivanooooov! ¡Yo llevar más de media horra en baño y cagar no salir!—era la voz de una mujer que parecía bastante mayor.
—¡Madre! ¡No interrumpir cuando estemos en misiones!—dijo Ivanov cabreado.
—¡¡¡O venir ahorra mismio o tú sufrir ira de bota rusa!!!
—¡¡Vale, vale!! ¡¡Ya voy!! —dijo levándose de la mesa—. Cyka Blyat —susurró
***
Mientras tanto, Jaime y Sergio acababan de asentarse en la cabaña en medio de la montaña. Jaime observó que el muchacho estaba tiritando bastante de frío.
—Escúchame una cosa, te voy a quitar las zapatillas y los calcetines, que tienen que estar congeladas, te voy a dejar con 12 mantas encima y me voy a ir a por las mochilas para comer. Tu único objetivo es quedarte quieto y entrar en calor, cierra los ojos e intenta descansar. ¿Queda claro?
—Creo que sí.
—No jodas, Sergio solo tienes que dormir.
—Ah, entonces eso se me da genial —levantó el dedo pulgar que era lo único que se le veía con tantas mantas encima.
Jaime le quitó los zapatos y calcetines con cuidado, y vio que tenía los pies bastante pálidos, se sorprendió bastante pero no dijo nada y tapó bien al muchacho con las 12 mantas, se acercó a él y le dio un besito en la frente a lo que inmediatamente Sergio abrió los ojos.
—¿¡Que pollas!?
—Shhhh descansa, chiquitín, descansa.
Sergio intentó levantarse pero las mantas le pesaban mucho y se dio una ostia para atrás.
—¡Ah! Hijo de puta. Así y un babuino te viole, pedazo de cabrón mamawebo chupapijas, me cago en tus muertos, cabronazo, en cuanto vuelvas te voy a meter una barra de pan por el recto, soplapollas...
—Chaooooo
Jaime dio un portazo y se dirigió corriendo a por las mochilas, ya que hacía muchísimo frío.
***
Mientras tanto, Sonia, Mireia y Braulio tras pasar la ventisca, habían logrado llegar al destino que se habían marcado, era una grandioso lago con un muelle y varias barcas que estaban controladas por una especie de puesto que en ese momento estaba vacío.
Frente al lago, se encontraba una gran cabaña a la que se dirigieron para refugiarse en ella, para esperar a que llegaran el resto o posteriormente ir a buscarlos. Era una cabaña con un único salón y muchas habitaciones a los lados para poder acoger a toda la gente que pase por allí.
Debido al agotamiento que les provocó semejante caminata, los tres muchachos se sentaron en los sofás y comenzaron a comer los bocadillos que Jaime había preparado, aunque con cierta preocupación por lo que les pudiera haber pasado.
—Hmmm, bocata de bacon y queso —dijo Mireia relamiéndose los labios.
En seguida Braulio se mostró preocupado y abrió su mochila rápidamente para comprobar qué llevaba su bocata.
—No jodas, que también me lo ha hecho de bacon y queso.
—¿Por qué? —preguntó Sonia dándole un muerdo al bocadillo mientras este lo desenvolvía.
—Odio el bacon. —abrió el bocata—. ¡¡¡Es de pollo!!! ¡¡Toma, que suerte!! —dijo más feliz y aliviado.
—No... no es suerte, es solo que tenéis un amigo que os tiene en cuenta para todo —dijo Sonia sonriendo.
—Ya... La verdad que se lo agradezco, porque ahora mismo tengo muchísima hambre. —asintió dándole un muerdo al bocata con ansias.
—Oye —comentó Mireia con un tono triste—. Quiero ir a buscarlos tras los bocatas, no me siento del todo bien aquí sabiendo que los otros pueden estar... no sé. Los echo de menos —agachó la cabeza con cierta vergüenza.
Sonia la miró con cierta calma y le posó la mano en el hombro
—Te comprendo, yo también estoy preocupada, pero ahora mismo lo mejor sería esperarlos un rato ¿Y si llegan y ven que no hay nadie y van buscarnos a otro lado? Nunca pararíamos de buscarnos.
—Si —comentó Braulio—. Yo diría de esperar unas horas, pasear por los alrededores y luego salir a buscarlos con alguien en la casa vigilando.
—Además, ahora que no hay nadie podemos coger las barcas —dijo de una forma bastante pícara—. Así podríamos despejarnos un poco haciendo lo que mejor sabemos hacer. El imbécil.
—¡Vale! —dijo Mireia intentando aparentar felicidad.
***
Mientras tanto, Fátima, José María, Silvio, Bosco y Luna, se dirigieron a la cabaña donde estaban los tres chicos. Era una cabaña con piedras en sillería en la primera parte de la fachada que continuaba construida de madera.
Entraron al salón donde Fátima y José María se sentaron por invitación de Silvio, que se encontraba bastante amable, mientras que Bosco y Luna preparaban la comida.
—Chicos —dijo Luna abriendo la nevera bastante feliz—. Voy a haceros un hummus con zanahoria para picotear, unos sandwiches de aguacate, tomate y lechuga y para acompañar una ensalada de espinacas con nueces, roquefort y
Silvio desde el sofá alzó la voz.
—Luna, que vos seas vegetariana no te da el derecho a obligarnos a comer tu mierda. ¡Ponele un cacho de animal muerto y dejate de pelotudeses!
—¡¡Silvio!! —corrigió Bosco.
—Ya me callo.
—Cucha, estoy preparando algo de pollo para vos. Y bueno, si los otros dos weones quieren pollo, claro ¿algún problema con el pollo?
—No, está bien. A mí me gusta el pollo —dijo Fátima feliz al ver que también había pollo en la casa.
—¡Claro que hay un problema con el pollo! —respondió Luna sacando el aguacate de la nevera—. Que os estáis comiendo un pobre animalito que antes estaba comiendo pienso traquilamente y...
—No jodás Luna, y tus espinacas eran el alimento que se iba a comer la vaca con la que haré el asado de mañana. No seas boluda.
—¡¡Andate a la chucha, Silvio!! ¡¡Ojalá que cierres el orto pero de un paro cardíaco!!
—¡¡Bosco, tu hermana me está amenazando con darme lechuga!!
—¡Parad ya de pelear, po! Tengamos la fiesta en paz. Ahora os traigo el pollo, y tú, Luna, haz lo que te apetezca almorzar.
La chica respiró profundamente, tanto Silvio como Luna se callaron y Luna continuó preparándose la comida junto con Bosco algo más a solas.
—Que conste que me decepcionaste que dejaras de ser vegetariano.
—Lo que tiene salir con un weon argentino. Que cacha unos asados que te mueres —dijo dándole una vuelta al pollo.
Luna miró la sartén con el pollo con un poquito de asco mientras echaba vinagre a la ensalada
—Y también porque te manipula. Ya sé quien es el dominante en la relación —dijo con una sonrisa provocando que se le pusieran los mofletes rojos al chaval.
Bosco sonrió tímidamente.
—Un poquito. El saco wea sabe hacer bien rico su rol.
—Ya, ahora no es el momento, hermanito —hizo sus preparativos para la comida mientras Bosco emplataba la comida.
Los dos hermanos trajeron la comida que pusieron sobre la mesa y posteriormente Silvio trajo algo de mate para compartir con José María y Fátima.
—Muchachos, ¿Os gusta el mate? —dijo poniendo la pajita.
—Nunca lo había probado —dijo José María curioso.
—Yo tampoco —negó Fátima con la cabeza
—A mí me gust... —dijo Luna levantando la mano.
—Para ti n... —el chico miró a Bosco que parecía bastante molesto—. n-ni se te ocurra pensar que te voy a dejá sin un poquito de mate, cuñada. Podés sorber un poquito, no es molestia —dijo feliz de repente y acercándole el mate a la muchacha.
Luna lo miró de reojo con desconfianza y oliendo el mate.
—¿Qué le has puesto? ¿Matarratas?
—No, cariño, si quisiera matarte recurriría a herbicidas. Podés beber tranquila. Mirá —le quitó el mate y bebió él para que la chica viese que era seguro.
José María no pudo aguantar la risa.
—Jajaja herbicidas, porque es vegetariana. Buen punto —dijo mientras Luna bebía algo del mate.
—Exacto, nunca puedes fiarte de un vegetariano —Silvio chocó puño con puño con José María—. Bosco, este pibe me cae bien, luego tenemos que invitarle a un porro. Y a la piba si quiere también, pero la veo muy chiquita, ¿Qué edad tenés? —dijo poniendo una voz algo más dulce.
—Diecinueve.
—Ah bueno, pensé que tendría catorce o alguna webada así. Entonces perfecto, salimos después los cuatro a fumar.
—No no, yo no quiero fumar de eso —dijo Fátima algo asustada.
—¡Vamos! No te va a pasar nada, sho llevo fumando porros desde los catorce años y el único problema que tengo es que no soporto a los vegetarianos.
—Ja ja muy gracioso —rio Luna con desprecio—. Y yo no soporto a aquellos que tienen la autoestima tan alta como la inflación de tu país.
—Ooooo —reía José María y Bosco.
—¡Buena esa, Luna!
—Boluda que sos—tosió Silvio riendo con el resto—. Todo por culpa de los putos peronistas
—Si...—siguió riendo Bosco orgulloso.
—Y una pregunta —dijo Fátima cortando algo de pollo—. ¿Cómo os conocisteis?
—Bueno —comenzó Bosco, aunque luego miró a Silvio—. ¿Lo cuento yo o lo cuentas tú? —Silvio cedió con el brazo mirando a su pareja con una sonrisa—. Ejem ejem —se incorporó del asiento y tomó algo de mate, aunque después puso mala cara debido al sabor amargo que tenía—. La cosa es que en una de mis trepidantes aventuras viajando por el mundo de acá para allá y de allá para acá, me quedé sin gasolina en medio de una carretera y comencé a pedir ayuda, no había señal, no había gente, estaba solo, caminé solo unos kilómetros buscando una gasolinera, sin nada que hacer y sin nadie a quien acudir, pensé que sería mi final —hizo una pausa dramática mientras Silvio bostezaba enérgicamente—. Me tumbé al suelo esperando mi destino final hasta que llegó un hombre que consiguió salvarme.
—¿Ese era Silvio? —preguntó José María.
—No, cucha un momento aweonao —dijo molesto porque le interrumpieron su historia—. Entonces le conté la historia a ese muchacho y me compartió algo de gasolina que me dio para volver a la ciudad. Entonces, descubrí que tenía un dolor en las piernas por semejante caminata y decidí ir al médico, allí... allí... —hizo otra pausa dramática.
—¿Silvio?
—Puta la wea escuchá —dio un puñetazo a la mesa—. ¡¡EJEJEM!! Allí el médico me recetó una crema para la pierna, me recuperé me puse bien y por la noche me fui a un bar gay donde me encontré a Silvio en problemas, acorralado e indefenso, yo fui a por ellos, juntos luchamos contra aquellos seres hasta que cayeron al suelo por mis fuertes puñetazos... —hizo una pausa en la cual se encontraba pensando, hasta que sonrió—. Luego descubrí que era el amor de mi vida y nos fuimos a su casa a culiar rico. Fin.
De repente Luna se frotó las manos.
—Y ahora llega la parte que favorita que es desmontar las mentiras de Bosco porque estaba con él.
—¡No cuchéis una verga, mi historia es mejor!
—¿La larga caminaaata que os cuenta? Bueno, fueron 20 minutos andando, no se tiró al suelo esperando su destino, fue un golpe de calor. ¿El viajero que lo salva? fui yo que me encontré con un tipo que me llevó a una gasolinera a 2km para poder conseguir gasolina y poder volver a donde estaba el coche. Y el dolor en la pierna fue porque se quemó la pierna con el asfalto por tumbarse ahí durante mucho tiempo.
—¿Veis como la mía era mejor? —dijo Bosco enfadado—. Las historias están para adornarlas ligeramente.
—También os mintió en lo de la pelea —relató Silvio—. En realidad eran unos peronistas que se me estaban quejando por meterme con su mierda de ideología. La pelea ni siquiera acabó porque él llegó, sino porque llegó la poli a hacer una redada y tuvimos que correr. Dio dos puñetazos y salió a la calle a potar —luego miró a Bosco otra vez—. Lo de culiar rico sí es cierto.
—Vaya fantasma —dijo riendo Fátima.
—Pero nosotros lo queremos así —dijo Luna achuchándole la carita.
***
En esos momentos, Jaime se encontraba volviendo de coger ambas mochilas y entrando a la cabaña donde aún estaba Sergio tapado con las 12 mantas.
—¿Cómo está mi niñooooo? —llegó entrando de repente a la puerta.
—AaaaaaaaaaAAAAAA —se estaba desperezando con sonidos mongólicos—. ¡Sigo teniendo frío! Haz una candela
—Los cojones
—¡Porfiiiiii!
—¿Después de ir a tomar por culo a por las mochilas ahora quieres que salga a hacer una candela?
—Eh... ¿chí? —dijo poniéndole ojitos—. Tengo frío
Jaime suspiró cansado.
—Me cago en la puta —dijo bastante cansado—. Veeenga, vale. Comemos y luego voy a por leña
—¡Bieeeen! —en seguida se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser—. Au. Creo que si no me quitas una manta me peta una costilla
—Exagerado de mierda —cogió una silla y se sentó a su lado—. Anda ven, incorpórate que tenemos que comer algo, anda
—Me incorporaría sino estuviera sepultado en mantas
Jaime le quitó varias mantas de golpe—. Mejor, gracias.
—De nada. No sé cómo estarán los bocatas después de semejante ventisca pero... supongo que algo es algo.
—Ostia ¿estarán congelados?
—No lo sé. Oye, sé que ahora mismo tienes frío pero ¿estás bien? ¿No te duele nada tras la caída?
—Ahora que lo dices... creo que la pierna un poco. Es más como si sintiera pequeños pinchacitos. Es algo raro
—Vale, creo que eso es bueno, estás entrando en calor.
—Pues sigo congelado. Como... —se quedó mirando el bocadillo—. Como este bocadillo —comenzó a reír—. Ta helado —miró a Jaime intentando que hiciera algo.
—Espera un momento...
—¿Qué pasa? preguntó Sergio.
Jaime se levantó del asiento y se dirigió a la cocina—. ¡Hay fogones! Creo que podremos entrar en calor sin necesidad de ir a por leña... ¿Cómo va esto? ¿Habrá que levantarlos? —abrió los fogones y descubrió que iba con carbón y leña—. Mierda... Sí que va a tocar ir a por leña
—Te diría chincha rabiña, pero siento que me voy a reír y se me va a escapar un pedo.
—Tíratelo, eso calienta we
—¿Y si me sale un carámbano del culo? ¿Qué pasa?
—Pues que tendrías el caramb-ano congelado eh eh
Sergio le tiró una zapatilla
—¡Ah!
—¡Chiste de mierda! Ahora ve a por leña, cojones.
—Siiiii, ya voy —dijo cogiendo de nuevo el abrigo y dirigiéndose a la puerta de entrada donde estaba el hacha.
—Y no te me mates con el hacha.
—Noooo, tu confía —Jaime se despidió dando un portazo.
***
Al poco rato de entrar al cuarto de baño junto con su madre, Ivanov salió con el pelo algo alborotado y bastante cansado.
—Muchachos, nosotrios correr una emergensia que requierre de drásticas solusiones.
—¿Qué pasa? —preguntó Ángel.
—Culo de madre no caga. ¿Alguien dispuesto a meter braso, agarrar y tirrar?
Bratislava le dio una vuelta en la cabeza para posteriormente sufrir una arcada y corrió afuera a potar.
—Mujerres —dijo despreciando a la chica.
Juan hizo un esfuerzo por no reírse y Ángel miraba a Ivanov con mala cara.
—Pero pero... a-a ver —dijo Ángel preocupado—. Antes de hacer esto, deberíamos primero...
—¿Tú querrer mirar culo a mi madre? —dijo levantando una ceja.
Juan comenzó a reír a carcajadas mientras Ángel sudaba bastante por la frente.
—No... NO o sea, antes me suicido, lo que quiero decir es que hay ciertos productos para evacuar.
—¿¡Evacuar!? —dijo Ivanov sin entender nada—. ¿Qué significado de evacuar?
—Cagar —dijo Ángel algo enfadado, cosa que provocó aún más las risas de Juan.
—¿En España haber productos parra cagar? —dijo sorprendido—. En la madre Rusia no haber de eso.
—Sí, están los laxantes, supositorios... Y creo que ya —comentó pensando algún otro producto.
Ivanov volvió a sonreír y Bratislava volvió a entrar por la puerta aún algo asqueada.
—Excelente, Bratislava y tú ir a conseguir dichos productos de cagar. Rasputin y yo irremos a por Jaime al sitio de barcas.
—¡¡¡Toma!!! —se alegró Juan bastante feliz.
—¡Oh venga ya! —la chica levantó el brazo desganada.
Ángel se dirigió a ella intentando calmarla mientras Ivanov se dirigía a su cuarto a prepararse.
—No pasa nada, ellos hacen el trabajo sucio y nosotros... bueno... eh... mierda.
Bratislava lo miraba fijamente.
—¿Seguro que son ellos quienes hacen el trabajo sucio?
—Eh... Bueno, visto así... la verdad que no.
—¡¡Chincha rabincha yo voy a misiones y vosotros a hacer que la madre eche el mochuelo!!
—¡¡Rasputin!! —apareció el ruso por detrás suya con varios pantalones vaqueros que eran de Juan.
—¿Qué haces con mis pantalones?
—¡¡Quemarlos!! ¡¡¡Hay tirrar toda esta basurra producto del capitalismio!!! —Ivanov se dirigió a la hoguera para quemar los pantalones.
—¿¡Qué!? ¡¡¡No, no!!! ¿¡Qué haces!? ¡¡¡Son mis pantalones!!! —gritó yendo a la hoguera bastante preocupado, sin embargo, Ivanov los tiró de una prendiendo todos los pantalones vaqueros de Juan—. ¡¡¡¡AAAAAAAA!!!! Me ha tirado los pantalones —dijo enfadado y triste.
—¡¡A partir de ahorra ya no!! ¡Tu ponerte uniforme militar ruso para misiones de combate! —Ivanov tiró unos pantalones de camuflaje con el símbolo soviético mientras Juan seguía mirando triste la hoguera.
—Pero ¿Y entonces...?
—¡Y aquí tu tener chaqueta importada de la madre Rusia! —le tiró un cacho de piel de oso con agujeritos para las mangas mientras los otros dos se reían y al mismo tiempo tenían miedo.
—¡Pero una cosa! —dijo algo cabreado—. ¿Cuándo no esté en misiones, qué cojones me pongo?
—Tú no te preocupes, mi madre os confecsionará los pantalones y vuestria ropa. Y como madre Varushka ser una persona muy desocupada y desinterresada, ella no cobrar nada.
—Faltaría más —susurró a sí mismo Juan.
—Perro clarro, primerro estios dos deber ir a pueblo a comprar materrial parra cagar. O si no, no haber ropa de repuesto.
Bratislava y Juan se miraron bastante preocupados.
—¡Ahora mismo nos vamos! —dijeron ambos cogiendo las llaves de la furgoneta de Ivanov y saliendo de la zona bastante rápido.
—¡¡Y tu poner uniforme de combate e ir conmigo a sitio de barcas!! ¡¡Rápido!!
—¡Vale! Voy a cambiarme —dijo desganado y resoplando.
Unos momentos después...
Juan salió de su cuarto con unos pantalones soviéticos, muy anchos en la zona del muslo y ajustados por la zona de la espinilla. Ivanov además le dejó unas botas. Posteriormente quemó los pantalones vaqueros sin que Juan se diera cuenta y se puso el abrigo de piel de oso por encima.
—¡Ostia puta! ¡Cómo pesa esta mierda!
—Oso ruso, tanque de la Siberia.
—Ya, tanques los cojones que tienes para quemar mi ropa. Cabrón —dijo aún bastante resentido por aquello.
—Yo no entender qué tú desir. ¿Por qué yo querrer tener huevos como tanques?
Juan ladeó la cabeza de un lado para otro.
—Nada, déjalo. Vayamos a por el tío ese.
—Tú no mostrar gratitud. Yo darte comida, agua y sobretodo ropa para frío.
El muchacho suspiró conteniendo su ira.
—Gracias —dijo apretando los puños—. ¿Podemos ir ya?
—Ahorra sí. Continuemos —dijo abriendo la puerta.
***
—Sonia, ¿estás segura de que es buena idea? —preguntaba Mireia mientras desataba una barca del muelle donde estaba anclada.
—Que sí, te veo muy triste, vamos a coger una barca de por aquí que nadie estará echando en falta porque no hay vigilantes, y nos despejamos un poco, que te viene bien —de repente alzó la mirada y vio a Braulio al fondo—. ¡Braulio! ¡¡¡Vente, cojones!!!
—¡No pienso ir a ningún lado mientras tengas la pistola!
Sonia sacó la pistola y comenzó a gritarle a la distancia
—Oh, vamos ¿Le tienes miedo a esto? ¿Te piensas que voy a dispararte cuando menos te lo esperes?
—¡No! ¡Me da miedo que dispares y se inunde la barca, o me volquéis a traición!
—¿Volcar a traición? Si vuelco yo también me mojo, paleto, y además, ¿En serio crees que se va a inundar una barca por una pistola de aire? —apuntó y dio un disparo a una de las barcas que ni se inmutó—. ¿Ves? No se hunde, esta barca es perfecta y a prueba de balas. ¡Vente!
De repente la barca comenzó a llenarse de agua poco a poco y hundirse al fondo del lago provocando que Braulio se descojonara y entrara a dentro de la cabaña.
—Mierda —miró la barca pestañeando los ojos muy rápido.
—¡Sonia! —gritó Mireia preocupada.
—Escucha, si te preguntan por algún motivo, habían siete barcas y no ocho. ¿De acuerdo?
La chica asintió.
—Pues ale, pongo el seguro de la pistola para evitar nuestro destino y metámonos a la barca.
—Vale, ¿pero cómo nos metemos? —preguntó Mireia al ver que la barca se iba alejando a medida que Sonia intentaba meterse.
—Espera un momento, que esta mierda se mueve y no quiero... caerme —dio un salto a la barca haciendo que se mueva un poco —. Ven, dame la mano.
Mireia la agarró de la mano trayendo la barca hacia ella.
—¿Y ahora salto? —miró a Sonia preocupada, esta asintió—. ¿Seguro?
—Que si, cullons, tira
La chica saltó a la barca provocando un fuerte tambaleo que asustó a las dos chicas.
—¡Eh! Eeeeeee —dijo Sonia bastante feliz—. Ya está. Ningún problema ni ninguna fuga. Por si acaso, si ves una pitera avisa que rememos rápido.
—Hablando de remos. ¿Dónde hay?
Sonia miró a su alrededor y vio que estaban bastante lejos del muelle sin ningún remo.
—Ups
Mireia comenzó a reír bastante fuerte.
—¡No te puto creo! ¡Soniaaaa!
—¡¡¡¡¡BRAULIOOOOOOOO!!!!!
Sonia gritaba pero fue épicamente ignorada por el Braulio.
***
—Huevón, huevón, huevón —dijo Jaime yendo a por pequeños árboles para cortarlos y obtener leña—. Esta mierda corta poco, me estoy congelando y mientras el señorito tumbado sin hacer nada. Lo voy a matar.
Dio un fuerte hachazo al tronco consiguiendo que cayese el árbol.
—Y ahora... supongo que tengo que cortar los troncos en trozos ¿no? me cago en la puta madre.
Observó que ya había cortado 4 árboles pequeños.
—Mira, yo creo que con cuatro troncos no tenemos para una mierda, pero voy a entrar ya a hacer la puta fogata.
Tras una hora cortando los pequeños troncos, por fin pudo entrar en casa.
—¡Ya hay leña! —observó que el muchacho estaba medio dormido.
—Bieeen!
—No, bien los cojones, ahora me ayudas a hacer fuego que has tenido 2 horas para entrar en calor.
Sergio comenzó a reír.
—We, ¿y si te digo que sigo congeladísimo de frío?
—Sergio. ¡Llevo dos horas fuera cortando leña! No eres el único con frío. Ayúdame a hacer fuego y entraremos en calor antes.
—Vaaaaale, justo cuando estaba entrando en calor.
*Algunos momentos después*
Jaime acercó el mechero a una rama seca mientras Sergio ponía algo de gasolina en la chimenea.
—Esta vez no ocurrirá como la primera vez que José María intentó hacer fueg... ¡¡¡¡A donde vas con tanta gasolina!!!! —dijo levantándole el bote de gasolina.
—¡Ah! Vale. así está bien ¿no? He tenido demasiadas experiencias pirómanas y todas ellas han acabado en yo gritando fuego y corriendo.
—Ya, yo espero que no acabemos así porque solo tenemos una cabaña.
Jaime encendió la rama y la acercó a un conjunto de ramas.
—¿Por qué no prende?
—Pues si no prende se le echa gasolina, cojones.
—¡¡No!! —Jaime le arrebató el bote—. Espera
El fuego poco a poco prendió el resto de ramas haciendo una pequeña candela.
—¡¡¡¡Fuego!!!! —gritó Jaime feliz.
—¡¡¡¡Fuegooooooo!!!! —Sergio lo continuó dando saltitos de alegría—. Por fin podremos calentarnos ¡¡Fuego!! ¡Fuegooo!
Sin esperarlo, el fuego hizo contacto con la gasolina de repente, provocando una explosión
—¡¡¡Ostiaaaaa!!! —gritaba Sergio corriendo—. ¡¡¡FUEGOOOO!!!
CONTINUARÁ
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